jueves, 29 de junio de 2000

El Nerviosismo Cambiario y las Elecciones

 

Pulso Económico


El Nerviosismo Cambiario y las Elecciones


Por: Jonathan Heath®


La gran mayoría de los periódicos informaron ayer en primera plana sobre la volatilidad cambiaria.  Sin lugar a dudas existe un temor preelectoral que ha modificado la oferta y la demanda de dólares.  ¿Es una sobrerreacción o una actitud racional?

En opinión de muchos analistas, la reciente alza en el precio del dólar es una sobrerreacción al proceso electoral y resultado de compras especulativas.  El tipo de cambio cerró la jornada del martes en 10.078 pesos por dólar, el precio más elevado desde el 9 de febrero de 1999.  La preocupación proviene de que este nivel representa una depreciación de 7.3 por ciento en tan sólo dos meses, lo que equivale a una tasa anual de 52.2 por ciento.

Desde hace más de un año advertíamos que seguramente habría mayor volatilidad del tipo de cambio al acercarse la fecha de las elecciones, especialmente si la contienda electoral fuera muy competida.  Esto es justamente lo que está pasando por lo que no nos debería sorprender.  No solamente aumento la demanda de dólares por parte de aquellas personas que quieren proteger su patrimonio ante nuestra maldición sexenal, sino que también se ha dado una disminución en la oferta, ya que los exportadores y demás tenedores de dólares difícilmente querrán venderlos por la misma razón.

Consideramos que este comportamiento no es una sobrerreacción, sino más bien una reacción perfectamente racional y hasta anticipada.  Cada sexenio que ha terminado en crisis devaluatoria ha sido precedido por una cantidad increíble de declaraciones públicas de que no habrá devaluación.  La gran mayoría de las personas no entienden de balanzas de pagos ni de perfiles de amortización de la deuda externa.  No entienden la diferencia entre una política cambiaria flexible y un régimen fijo.  Únicamente saben que en el pasado por más que se decía que no, al final de cuentas fue siempre sí.

Al estudiar los fundamentos económicos y las causas de las crisis anteriores, se llega a la conclusión de que difícilmente podría darse una crisis devaluatoria en el transcurso del proceso de la sucesión presidencial.  Sin embargo, al que pregunte le recomendamos que compre dólares, no para ganar (porque lo más seguro es que pierdan un poco) sino simplemente para dormir mejor.

Además, si comparamos el tipo de cambio con el que existía hace exactamente un año, encontramos que la depreciación es de 6.2 por ciento.  Resulta que en el mismo periodo el diferencial de inflación con Estados Unidos también es de 6.2 por ciento, por lo que la depreciación real, es decir, después de descontar la inflación, es de cero.  ¿Nos debe de preocupar una depreciación real de cero?

Después de examinar los números, la sobrerreacción parece ser de los medios, ya que difícilmente podemos situar esta volatilidad en el terreno de una gran especulación.  Hemos construido un índice de severidad para medir la volatilidad del mercado cambiario combinado con el movimiento en las tasas de interés y las reservas internacionales, siguiendo las recomendaciones de diversos expertos internacionales.  Este índice nos muestra claramente diez periodos de crisis, desde moderadas hasta severas, en el transcurso de los últimos treinta años.  Si calculamos el índice con los datos de junio no llega ni siguiera cerca de una crisis moderada.  En otras palabras, no hay razón para preocuparse.

Pasado la contienda electoral es muy probable que el tipo de cambio se vuelva a apreciar.  El incremento en la demanda y la disminución en la oferta de dólares que ha motivado la depreciación actual, es un fenómeno temporal que obedece a los temores preelectorales.  La siguiente semana veremos que el susto y la burbuja se desvanecen.  A no ser que pase alguna catástrofe, el tipo de cambio regresará a un rango inferior de 9.80 y posiblemente hasta más bajo.

Si lo anterior es cierto, ¿se justifica la ampliación del corto por parte de las autoridades monetarias?  El Banco de México debe sostener una visión de mayor plazo y no preocuparse por periodos cortos de volatilidad que pudieran ser pasajeros.  Si la razón de aumentar el corto es simplemente tratar de minimizar la volatilidad del tipo de cambio, la decisión es muy cuestionable.

Sin embargo, si observamos el comportamiento de la economía actual encontramos bastante evidencia de que pueden surgir mayores presiones inflacionarias y que se ve difícil cumplir las metas de inflación para los próximos años.  El crecimiento del consumo y los aumentos salariales son indicativos de una economía calentada.  Es de esperar que en los siguientes meses aumenten los precios de los productos agrícolas en una proporción mayor al pasado reciente.  La volatilidad del tipo de cambio seguramente repercutirá en los precios de los bienes comerciables.  En unos meses vienen los aumentos en las colegiaturas y la entrada en vigor de tarifas eléctricas más elevadas.  De no atender estas presiones es muy probable que la tendencia actual a la baja de la inflación se revierta.


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martes, 27 de junio de 2000

¿Por Quién Votar?

 Pulso Económico

¿Por Quién Votar?


Por: Jonathan Heath®


  1. En ningún momento de nuestra historia ha sido tan importante la reflexión de nuestro voto.  Ahora sí cada voto va a contar.  Sin embargo, estamos aturdidos con tanta publicidad, promesas y cantos de campañas que no parecen terminar. Aunque el raciocino de cada quien es un derecho inviolable, ofrezco hoy el mío por si de algo sirve.

    1. Las últimas encuestas confirman lo que hemos estado diciendo desde hace tiempo: estas elecciones van a ser las más competidas en nuestra historia.  Por lo mismo, cada voto contará hoy más que nunca.  El resultado final dependerá de quienes decidan acudir a las urnas o quedarse en casa, al igual de por quién se inclinen los votos de los que se han mantenido como indecisos.

    2. Queda claro que los que votarán por el PRI son en su gran mayoría los menos educados del país, los fácilmente manipulables y los que piensan que su modus vivendi estará en juego.  Quienes tienen más años de educación y son jóvenes es más probable que voten por el PAN.  Con este perfil en mente, habrá números diferentes si es el joven, con cierta educación, de la ciudad, o si es el viejo, sin mucha educación, del campo, quien decida en su mayoría votar el domingo próximo.

    3. También serán decisivos los ciudadanos inscritos en el padrón electoral que hasta ahora no han manifestado intención de voto, ya sea porque no se han decidido o porque no han querido revelar sus preferencias.  Si estas personas deciden votar en forma proporcional a lo que hasta ahora nos indican las encuestas, el PRI saldrá beneficiado.  En cambio, si se deciden por el concepto del voto útil en contra del régimen, podríamos encontrarnos con un nuevo partido en el poder.

    4. Un gran número de personas racionalizará su voto en términos de si quieren o no más PRI.  Hasta hace poco, esta decisión era muy simple: ya sea que se votara por el PRI o por cualquier otro partido.  En cambio ahora la aritmética ha cambiado y la decisión surge de otra forma.  Ya no es igual por cuál partido de la oposición vote uno.  Un voto por cualquier partido de oposición, que no sea la Alianza por el Cambio, es un voto a favor del régimen actual.  Por lo mismo, la decisión ahora es votar por el PAN o por cualquier otro partido.  Esta conclusión puede doler a mucha gente, pero no por eso deja de reflejar la realidad.

    5. Aproximadamente el 60 por ciento del padrón electoral votará en contra del PRI y 40 por ciento a favor.  Por lo mismo, la única forma en que puede ganar el PRI el domingo es a través de la fragmentación del voto por la oposición.  Dado que el único partido de la oposición que tiene una buena oportunidad para ganar es el PAN, la decisión de los mexicanos se verá limitada a escoger entre Vicente Fox y Francisco Labastida.  Aunque no nos guste, cualquier voto a favor de los otros candidatos favorecerá al PRI ya que significa mantener dividida a la oposición.

    6. Esto significa que los que han pensado votar por la Alianza por México o por el Partido de la Democracia Social, deberían de estar muy conscientes de que su voto va a servir para mantener al régimen actual en el poder.  Es en este sentido que tendrán que decidir si prefieren la alternancia en el poder o sostener el poderío del PRI por seis años más.

    7. Después de examinar a conciencia las propuestas de los dos candidatos con posibilidad de ganar, encontramos que no existen grandes diferencias.  Claro, cada uno presenta variantes, sin embargo, son más bien de matiz.  Por lo mismo, la decisión final no debería estar en función de las plataformas económicas o de ciertas ideas específicas que ha presentado cada contendiente.

    8. También hemos visto un choque de personalidades.  Por un lado, tenemos a un candidato emotivo, corajudo, a veces hasta grosero, que no corresponde al estereotipo presidencial.  Por el otro lado, está el candidato más mediocre que ha producido el partido oficial en sus 71 años en el poder.  Si tratamos de tomar la decisión en el plano estricto de su perfil personal, no hay por quien ir.

    9. Sin embargo, el presidencialismo no es lo que era antes.  El próximo presidente ya no podrá imponer su voluntad por encima del electorado.  Gane quien gane, habrá Congreso de oposición y una necesidad como nunca antes de negociar, convencer y forma alianzas.  Ya no tenemos porque pensar que la personalidad del candidato es lo más esencial.  Al final de cuentas, cualquiera de los dos mostrará suficiencia para el puesto.  La silla presidencial y lo que significa en el México actual no dejará a uno ser tan caprichudo ni al otro ser tan gris.

    10. Si no son las propuestas ni las diferencias personales, ¿cuál es el criterio que debemos atender para tomar nuestra decisión?  Principalmente es una decisión sobre el sistema político que queremos en nuestro país.  La primera opción promete continuar con lo mismo.  No podemos aceptar que han sido 71 años sin avances, ya que el nivel de vida del mexicano promedio de ahora es sustancialmente mejor que el que tenía en 1929.  Somos un país más moderno, mejor educado e incrustado en el proceso de globalización.  Sin embargo, ha sido un sistema corrupto y autoritario, que no ha estado sujeto a la rendición de cuentas por parte de la sociedad.  Entre otras, ha producido crisis recurrentes sin castigo alguno para los que tomaron las decisiones.

    11. La otra opción no representa soluciones mágicas ni avances enormes sobre el sistema actual.  El cambio requiere de mucho tiempo y a veces de grandes sacrificios.  Una sola persona no puede contra el sistema, lo que nos quedó claro con Cuauhtémoc Cárdenas.  Sin embargo, la alternancia en el poder abre las puertas a un nuevo comienzo, a la oportunidad de iniciar los cambios que hemos querido.  Sería el fin de un sistema impune, de un gobierno que no se responsabiliza ante la sociedad.

    12. Lo mejor que le puede pasar al PRI es perder estas elecciones.  Con su derrota se convertirá en un partido legítimo y dejará de ser un sistema.  Ninguna dictadura es buena ya que se amplifican los defectos y se evita corregir los errores.  Necesitamos un sistema político en el cual el partido que no cumpla sea derrotado.  Necesitamos políticos que respondan por sus acciones.  Pero también necesitamos que todos los mexicanos lo exijamos.  De esto se trata el domingo 2 de julio.


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jueves, 22 de junio de 2000

¿Y el Ahorro Interno?

 

Pulso Económico


¿Y el Ahorro Interno?


Por: Jonathan Heath®


En años anteriores, el gobierno puso mucho énfasis en el papel del ahorro interno como elemento crucial para aspirar a un crecimiento sostenido con estabilidad.  Sin embargo, ahora que el crecimiento de la economía alcanza las metas trazadas, se ha dejado de mencionar el desempeño del ahorro.

La semana pasada el INEGI dio a conocer que la tasa de crecimiento del consumo privado del primer trimestre fue de 9.2 por ciento, la más elevada en las últimas décadas.  Aunque es noticia positiva que la población consume más, cuando el consumo crece más que el PIB es muy probable que el ahorro interno esté disminuyendo.  En los últimos dos años el ahorro interno bruto (como proporción del PIB) ha decrecido y nos hemos alejado de las metas del gobierno para este año.  Por lo mismo, vale la pena examinar estas cifras y su desempeño.

Primero una aclaración metodológica.  Cuando se calculan relaciones de variables al PIB, es importante hacerlo en términos nominales, es decir, no utilizar cifras reales.  La razón es que se estarían utilizando diferentes deflactores de precios, lo que implícitamente lleva a incluir en la relación una razón de precios cuya interpretación es difícil.  Por ejemplo, el periódico El Financiero publicó ayer un reportaje sobre el ahorro interno en su sección de análisis, utilizando cifras reales.  El problema es que sus cifras incluyen (sin que se haga explícita) la relación entre el deflactor del PIB y el deflactor de la inversión y por lo tanto, las conclusiones son confusas.

Al examinar las cifras de ahorro nos encontramos primero que el ahorro total bruto aumenta de 23.2 por ciento en el primer trimestre del año pasado a 25.0 por ciento en 2000.  Si separamos el ahorro entre interno y externo, podemos ver que este aumento se explica por una combinación de una mejoría en el ahorro interno y una disminución en el ahorro externo.  El ahorro externo, que por definición es el déficit en la cuenta corriente de la balanza de pagos, registró 3.0 por ciento del PIB comparado a 3.2 por ciento el año pasado.  Esta es una buena noticia ya que se ha contenido el ahorro externo a un número muy manejable a pesar de la recuperación en la actividad económica y la fortaleza del tipo de cambio.

Segundo, vemos que la relación del ahorro interno bruto al PIB aumentó a 22.0 por ciento en el primer trimestre de 20.0 por ciento en el mismo trimestre del año anterior.  En principio esta es buena noticia ya que este nivel es el más elevado desde el primer trimestre de 1998 y representa un cambio importante en la tendencia declinante de los últimos dos años.

Sin embargo, al examinar con un poco más de detalle la cifra, nos encontramos que la explicación radica completamente en una recuperación importante en el cambio en inventarios de las empresas, que pasan a 5.0 por ciento del PIB de 2.6 por ciento el año pasado.  Si le restamos el cambio de inventarios al ahorro interno bruto, encontramos que el ahorro neto de inventarios disminuyó ligeramente, de 17.4 por ciento en el primer trimestre de 1999 a 17.0 por ciento en 2000.

Dado que el componente de inventarios es muy inestable y depende más bien de decisiones de producción de las empresas, la parte del ahorro interno que más nos debe de preocupar es precisamente el neto de inventarios.  Si nos fijamos en esta relación encontramos que, con la excepción de 1998, ya existido una tendencia al alza desde 1995.  En 1998 empezamos a observar una recuperación en el consumo privado, lo que afectó al ahorro.  Sin embargo, las crisis externas de fines de 1998 ayudaron a contener el crecimiento del consumo y de nuevo se observó una mejoría en el ahorro.  Ahora que el consumo vuelve a tomar fuerza se observa una disminución en el ahorro interno neto, lo cual puede continuar en el transcurso del año.  Por lo pronto no es signo de alarma, pero de continuar esta tendencia pudiera perjudicar el crecimiento a más largo plazo.

Otra forma de ver estas cifras de ahorro es por el lado de la inversión, ya que la contabilidad nacional nos dice que el ahorro es igual a la inversión.  La inversión bruta total se puede separar en inversión fija bruta y cambio en inventarios.  Dado que el cambio en inventarios aumentó 2.4 puntos porcentuales del PIB con relación al mismo trimestre del año pasado, la inversión fija bruta tiene que haber sido menos.  De 20.6 por ciento del PIB en 1999, disminuyó a 20.0 por ciento en 2000.  Esto significa que más que invertir en nuevas fábricas o en ampliar la capacidad instalada de las empresas, el sector privado se dedicó a incrementar sus inventarios después de que la relación de cambio en inventarios a PIB en lo que va del sexenio llegó a su nivel más bajo en el último trimestre del año pasado.


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martes, 20 de junio de 2000

Nuevos Indicadores

 

Pulso Económico


Nuevos Indicadores


Por: Jonathan Heath®


El INEGI anunció que en breve ampliará su acervo de estadísticas mensuales sobre la economía nacional con tres nuevos indicadores.  También contaremos con la información del PIB en forma mensual, cuentas de PIB a nivel municipal y una mejoría importante en los datos de empleo y desempleo.

La semana pasada el INEGI dio a conocer que la tasa de crecimiento del consumo privado del primer trimestre fue de 9.2 por ciento, la más elevada en las últimas décadas.  La explicación de este fenómeno radica en varios factores.  Primero, hemos tenido una expansión continua en el empleo desde mediados de 1996, especialmente en aquellos sectores relacionados con actividades de exportación.

La tasa de desempleo abierto se encuentra en el nivel más bajo desde que arrancó la encuesta mensual urbana de empleo.  Los indicadores mensuales de la actividad manufacturera y de los establecimientos comerciales señalan un crecimiento sostenido en el empleo desde hace varios años.  Los registros del Seguro Social confirman un aumento pronunciado en el número de trabajadores afiliados.

Segundo, los aumentos salariales de los primeros meses del año no solamente han sido mayores a la inflación, sino que inclusive rebasan el crecimiento en la productividad.  Muchas familias sienten hoy un aumento en su poder adquisitivo por primera vez en mucho tiempo y lo aprovechan para adquirir un número mayor de bienes.

Queda claro que con más empleo y mejores salarios aumenta la masa salarial, lo cual tiene que ser una de las explicaciones principales del alto consumo que se ha observado.  Sin embargo, a pesar de que una familia tiene trabajo y recibe un mejor ingreso, no necesariamente lo va a gastar.  Si piensa que su trabajo es temporal o que vendrán tiempos difíciles, es muy probable que ahorre lo más posible.  Por lo mismo, es muy importante que la persona o la familia tenga cierta confianza en su situación actual y que piense que es el momento propicio para consumir.

Al respecto, en Estados Unidos existe un indicador que mide la confianza del consumidor.  Este dato juega un papel importante en el análisis de la economía y ayuda a entender los cambios en las tendencias de consumo que posiblemente no tienen otra explicación.  La semana pasada, el INEGI anunció que en breve contaremos con un indicador similar.  La Encuesta sobre Confianza del Consumidor reunirá información mensual a través de una metodología comparable con otros países.

La encuesta preguntará al consumidor si considera que existe en el momento una mejoría en su poder de compra, si considera propicia la situación actual del país para realizar gastos importantes en bienes muebles e inmuebles y si actualmente está en posibilidad de ahorrar alguna parte de sus ingresos.  Las respuestas a estas preguntas se formularán en un índice que permitirá cuantificar la confianza y realizar comparaciones en el tiempo.

También anunció el INEGI que publicará los resultados de otra encuesta sobre el valor de los inventarios de las empresas.  Así mes con mes podremos contar con información sobre el valor de los inventarios de las materias primas, de los productos en proceso y de los productos terminados del sector manufacturero.  Dado que los inventarios explican la relación entre ventas y producción, este indicador ayudará a entender los altibajos de la producción y a anticipar el crecimiento de la actividad económica.  Una disminución no planeada en los inventarios lleva a una mayor producción, mientras que un aumento no-anticipado obliga al empresario a disminuir su producción.

Otro indicador con que contaremos es la Encuesta de Pedidos u Órdenes de Compra, con el cual conoceremos el valor de los pedidos recibidos de las empresas manufactureras.  Mientras la producción industrial es un indicador clave sobre la fortaleza del sector manufacturero, los pedidos recibidos son indicadores primarios de la salud futura del sector.  Por lo mismo, los datos de esta encuesta ayudarán a pronosticar la producción manufacturera y así permitir a las empresas una mejor planeación.

Al mismo tiempo, el INEGI anunció que está ampliando la cobertura de su encuesta sobre empleo urbano de 44 a 51 ciudades al incluir cinco capitales estatales adicionales.  Además, están ampliando la muestra actual de la encuesta nacional para contar por primera vez con información trimestral de empleo a nivel nacional y por entidad federativa, que incluye datos sobre el empleo y desempleo rural.  Hasta hace poco esta encuesta se hacía cada dos años, lo cual resultaba en información muy esporádica y de poca utilidad para entender la coyuntura.  También se presentarán mejorías en el indicador mensual del personal ocupado en la industria manufacturera, especialmente en términos de consistencia con los demás indicadores de empleo.

Otra área de mejoría se presenta en las cuentas nacionales, conocida también como la contabilidad nacional, que abarca la construcción de las estadísticas del Producto Interno Bruto.  Las mejorías vienen en la frecuencia de la información, ya que contaremos con un PIB mensual, y en la cobertura, ya que tendremos el PIB desagregado a nivel municipal.  El PIB mensual se presentará en forma de un Índice Global Mensual de la Actividad Económica y contendrá información de los sectores industrial y comercial.

Una de las más grandes incógnitas acerca de la actividad económica, del empleo y de varios indicadores relacionados con el tema, es acerca del papel que juega el sector informal.  En breve el INEGI presentará mayor información a través de lo que denomina la cuenta satélite del subsector informal.  A través de la utilización de encuestas especializadas, como la Encuesta Nacional de Micronegocios, el INEGI aplicará una metodología internacionalmente aceptada y reconocida para producir información sobre producción, consumo, remuneración e ingresos mixtos.

Contar con información precisa, confiable, transparente y frecuente es clave para poder analizar adecuadamente nuestra economía.  La incorporación de esta nueva información estadística a nuestro acervo actual es un adelanto primordial.


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jueves, 15 de junio de 2000

Cambio en Inventarios

 

Pulso Económico


Cambio en Inventarios


Por: Jonathan Heath®


El dato de la actividad industrial en el mes de abril fue más bajo de lo esperado al reportarse un incremento de 5.1 por ciento, cuando en los tres meses anteriores había crecido a un promedio de 8.7 por ciento.  Una posible explicación radica en el papel de los inventarios de las empresas.

¿Por qué crecimos menos en el mes de abril?  Algunos analistas señalan la incertidumbre electoral como una explicación.  Al acercarse la fecha de las elecciones, los empresarios han decidido reducir sus inversiones y tomar una actitud más cautelosa.  Otra es que como lo indican algunos de los últimos datos disponibles de la economía norteamericana, ya empezó a registrarse una desaceleración en Estados Unidos, lo cual ha afectado nuestras exportaciones.

De entrada, lo primero que habría que señalar es que se esperaba que la tasa de crecimiento de abril fuera menor a las observadas en los meses anteriores, dado que hubo menos días hábiles este año en relación con el mismo mes del año pasado, que es la base de la comparación.  Mientras que en este año hubo 18 días laborables en el mes, el año pasado el mismo mes tuvo 20.  Sin poder precisar exactamente cuánto significa este factor, podríamos estimar que nos explica un poco menos del uno por ciento, por lo que la cifra ajustada por días laborales sería cerca de 6 por ciento.  Sin embargo, aun así una tasa de casi 6 por ciento sigue siendo muy inferior al 8.7 por ciento promedio de los primeros tres meses del año.

Podemos descartar la desaceleración de la actividad económica de Estados Unidos, ya que nuestras exportaciones mantuvieron su dinamismo en abril.  Según datos de la balanza comercial, las exportaciones manufactureras crecieron 13.3 por ciento en abril contra 11.1 por ciento en marzo, mientras que las exportaciones de maquila aumentaron 20.4% en abril en comparación con 13.0 por ciento en el mes anterior.

No obstante, habría que tener cautela al interpretar estos datos ya que están en dólares, mientras que las cuentas de la industria manufacturera están en pesos reales.  Pero si buscamos los datos de la maquila de exportación dentro del índice de producción manufacturera, encontramos que mientras en abril creció 14.2 por ciento, el mes anterior aumentó 14.1 por ciento.  Por lo mismo, no existe evidencia de una desaceleración en nuestras exportaciones.  Sin embargo, aun así podría haberse dado una disminución en las inversiones relacionadas con el sector exportador en anticipación a una disminución futura en las exportaciones.  Para determinar que éste sea el caso, tendremos que esperar los datos de la inversión fija bruta para el mes de abril que estarán disponibles el 7 de julio.

Sin embargo, existe otra hipótesis.  Al revisar los datos del cambio en inventarios de las cuentas nacionales, varios puntos sugieren que pudo haberse dado una acumulación extraordinaria de existencias de productos en el transcurso del primer trimestre.  Si este fuera el caso, el crecimiento de abril (ajustado por los días hábiles) sería más indicativo de lo que deberíamos esperar en los siguientes meses, mientras que el primer trimestre fue más bien la excepción.

Primero, casi siempre las empresas acumulan mayor número de inventarios en el primer trimestre del año que en cualquier otro.  Esto se debe a que la mayor parte de las ventas se llevan a cabo a fines de año, por lo que las empresas empiezan el año siguiente con inventarios bajos que deciden reponer y aprovechan la temporada para acumular para ventas futuras.

Segundo, el primer trimestre de 1999 fue una excepción a este comportamiento debido a la desaceleración en la actividad económica que se observó hace un año.  El cambio en inventarios como proporción del PIB en el primer trimestre de 1999 fue menor al del segundo y tercer trimestres.  Esto significa que al comparar los inventarios del primer trimestre de este año con el de hace un año, se ven afectados por una base pequeña en 1999, lo que hará que el crecimiento porcentual de ahora sea mayor.

Tercero, el cambio en inventarios como proporción del PIB en el último trimestre del año pasado fue el más bajo para cualquier trimestre de todo el sexenio.  Esto significa que es factible esperar un mayor esfuerzo por reponer inventarios en el trimestre siguiente.

Por ejemplo, el cambio en inventarios el año pasado fue 2.2 por ciento del PIB, la proporción más baja de toda la década.  En cambio, en 1996 fue de 5.5 por ciento y en 1997 fue de 6.5 por ciento del PIB.  Estos números señalan que es lógico pensar que pudo haberse dado una acumulación extraordinaria de inventarios el trimestre pasado y que esto explica el por qué fue mayor la tasa de crecimiento de la actividad manufacturera en esos meses.


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martes, 13 de junio de 2000

El Tipo de Cambio

 

Pulso Económico


El Tipo de Cambio


Por: Jonathan Heath®


Cuando el tipo de cambio interbancario llegó a 9.991 el jueves pasado, se desató el nerviosismo.  Mientras algunos pensaban que era apenas el principio de una depreciación mayor, otros empezaron a hacer comparaciones con 1994.  Sin embargo, no hubo suficiente demanda para sostener el precio en esos niveles y ayer regresó a 9.795 pesos por dólar.

¿Cuál debería ser el valor del tipo de cambio?  Existen dos escuelas de pensamiento.  La primera sostiene que el tipo de cambio real de equilibrio es constante a través del tiempo, es decir, que el que se necesitaba para equilibrar el mercado hace diez años es igual al de ahora.  Por lo tanto, el tipo de cambio correcto se puede calcular a través del diferencial de inflación entre México y el exterior.

Esta teoría dice que tarde o temprano el tipo de cambio se va a mover de tal forma que refleje la mayor inflación de nuestro país.  Esto significa que cualquier desviación hoy con respecto al que se puede calcular como el teórico, representa una sobre o subvaluación.  Lo único que resta es saber en qué año del pasado se observó el tipo de cambio “correcto” para realizar este cálculo.  Los defensores de esta teoría admiten que su punto débil es que no se sabe con exactitud cuál es el año base que se debe tomar.  Esta escuela domina en el mundo empresarial y es utilizada comúnmente por la mayoría de los analistas.  Sin embargo, se le considera como una visión parcial ya que se limita a los precios de los bienes comerciables, sin considerar el papel que juegan los movimientos de capital.

La segunda escuela de pensamiento argumenta que el tipo de cambio real de equilibrio no es constante a través del tiempo, sino que depende de las circunstancias del momento.  Dado que no lo podemos calcular a través de una fórmula simple, la mejor aproximación será permitir que la libre interacción de la oferta y la demanda determinen el tipo de cambio en cualquier momento y después asegurar que no existe impedimento para que se pueda ajustar ante cualquier cambio en el entorno.  Esta teoría excluye el concepto de sub o sobrevaluación, siempre y cuando exista una verdadera flexibilidad (flotación) en el mercado cambiario.

Aunque la primera escuela puede presumir de un porcentaje preciso de sobrevaluación en cualquier momento, no sirve mucho para explicar las variaciones en el corto plazo.  Si esta teoría fuera certera, deberíamos estar frente a una depreciación permanente del tipo de cambio, es decir, debería estar aumentando hasta llegar a su nivel correcto.  Sin embargo, al observar el tipo de cambio diario nos podemos percatar que la realidad no es así.  Más bien lo que determina el tipo de cambio es la interacción de la oferta y la demanda.

Para el grueso de las operaciones diarias en el mercado cambiario existe una oferta y una demanda muy estables.  Estas se realizan como consecuencia de las exportaciones e importaciones de bienes y servicios, al igual que los pagos de interés, amortizaciones, remesas de dinero de los braceros, inversiones directas y demás operaciones que involucran dólares.  Como resultado, el tipo de cambio presenta estabilidad la mayoría del tiempo.

Las variaciones bruscas resultan de cambio en la oferta y la demanda del dólar.  Cuando suceden movimientos abruptos como la semana pasada, debemos buscar factores o noticias que hayan inducido un aumento en la demanda (o disminución en la oferta).  Cuando estos factores son noticias políticas, normalmente causan un poco de nerviosismo que termina por incrementar la demanda.  Sin embargo, a no ser que sea una noticia realmente transcendental, termina por ser un aumento temporal y al poco tiempo se vuelve a apreciar el tipo de cambio.

En muchas ocasiones resulta que el mercado está nervioso porque piensa que el tipo de cambio está sobrevaluado o porque habrá un ajuste en el futuro inmediato.  En estos casos se puede decir que el mercado busca pretextos para justificarse.  La semana pasada se tomaron las declaraciones de Labastida como pretexto, siendo que esperábamos una poca más de volatilidad al acercarse la fecha de las elecciones.  Sin embargo, sería hasta ingenuo pensar que las declaraciones de un candidato por si solas serían suficientes para mover en forma permanente el tipo de cambio.

La diferencia entre un ajuste permanente y una burbuja temporal radica en la naturaleza de la noticia o factor que motivó el movimiento.  En la mayoría de los casos observamos fluctuaciones diarias como resultado de operaciones que no son exactamente iguales todos los días.  Por ejemplo, puede ser que una empresa como Cemex o Alfa decida acudir al mercado para comprar una gran cantidad de dólares para realizar un pago especial al exterior.  Resulta que este tipo de operaciones no es tan común y por lo mismo, existe un exceso de demanda que se refleja en el tipo de cambio.  Sin embargo, ya terminada la operación desaparece la demanda excesiva y el tipo de cambio vuelve a bajar.

Los ajustes permanentes tienen que ver más con la tendencia de las operaciones a través del tiempo.  Si existe un aumento sostenible en la actividad económica que requiere un número mayor de importaciones o bien, una desaceleración en la economía norteamericana que reduce la demanda de nuestras exportaciones, deberíamos observar un aumento permanente en el tipo de cambio.  Sin embargo, estas modificaciones en las tendencias suelen inducir cambios graduales en el precio del dólar y no necesariamente movimientos abruptos.

Los ajustes permanentes y abruptos en el tipo de cambio suelen estar relacionados con los flujos de capital.  Aunque existe constancia en ciertos flujos de capital, como por ejemplo, en la inversión extranjera directa, en general no son operaciones que tengan la misma estabilidad que el comercio exterior de bienes y servicios.  Sin embargo, una salida de capital de inversión extranjera no necesariamente debe considerarse como permanente, ya que podría regresar después de despejarse las dudas.  Esto fue lo que pasó en 1998.  Es muy factible que esté ocurriendo ahora.  Si fuera el caso, esto significaría que el tipo de cambio debería volver a apreciarse pronto.



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jueves, 8 de junio de 2000

¿La Misma Historia?

 

Pulso Económico


¿La Misma Historia?


Por: Jonathan Heath®


La preocupación de inversionistas extranjeros de un incremento en el gasto público con fines políticos motivó el martes pasado un ajuste brusco en el tipo de cambio. Mientras que el Presidente Zedillo rechaza la existencia de un gasto electorero y José Angel Gurría presenta un optimismo casi desbordado, Guillermo Ortiz advierte que existen riesgos internos ante un entorno difícil.  ¿Quién tiene razón?

Las cifras presentadas en la publicación del Sistema de Información Hacendaria, “Estadísticas Oportunas de Finanzas Públicas y Deuda Pública”, señalan que el gasto de capital del Gobierno Federal aumentó 63.8 por ciento en términos reales (81.0 por ciento nominal) en el primer trimestre de 2000 con respecto al mismo periodo del año pasado.  Esta es la tasa de crecimiento más elevada en la inversión pública para cualquier trimestre de todo el sexenio de Ernesto Zedillo.  Aunque habría que esperar el reporte del INEGI el 14 de junio para conocer la magnitud de los diversos motores de crecimiento, esta cifra sugiere que el componente más dinámico de la economía en la actualidad es el gasto público.

La última vez que se observó un crecimiento tan elevado fue justamente en el primer trimestre de 1994, cuando Carlos Salinas aceleró el gasto público para inducir una recuperación en la actividad económica antes de las elecciones.  La inversión pública aumentó 116.5 por ciento en términos reales, que combinado con el enorme incremento en el crédito canalizado a través de la Banca de Desarrollo en el segundo trimestre, puso en tela de juicio la política económica de Salinas como responsable de la debacle que se presentó a fin de ese año.

El incremento de 63.8 por ciento del primer trimestre se explica en parte porque se compara con el año pasado, en el cual hubo una disminución en el gasto público.  Habría que tomar en cuenta que fue cuando la desaceleración tocó fondo y todavía existía una gran preocupación por los ingresos del petróleo.  Sin embargo, aun así parece difícil justificar este monto y la coincidencia con el calendario electoral.

El Presidente Zedillo negó que el gobierno esté ejerciendo el gasto de manera irresponsable y afirmó que la economía no corre peligro de sobrecalentamiento.  Igualmente, Gurría presumió ante ejecutivos de finanzas en Monterrey, la fortaleza de los fundamentos económicos y la aplicación de una política fiscal responsable.  Es bien conocido que el objetivo primordial de esta administración es evitar una crisis económica y lograr una transición ordenada al final del sexenio.  Por lo mismo, se ha puesto mucha atención en las finanzas y el manejo de la deuda pública.

No obstante, Ortiz en su calidad de Gobernador de un Banco Central autónomo, nos presenta otra imagen de la situación económica.  En parte porque estará todavía en funciones hasta mediados del sexenio entrante, Ortiz admite que sí existen riesgos de un posible sobrecalentamiento y que por lo mismo, mantendrá la restricción monetaria.  Le preocupa el futuro de los precios del petróleo y la probable desaceleración de la economía norteamericana.  Cualquiera de estos factores podría inducir un mayor déficit externo y a su vez incrementar la vulnerabilidad de la economía.  No tiene duda de que el Banco de México responde a estos riesgos con una postura restrictiva, pero le gustaría que la política fiscal fuera mucho más prudente en estos momentos.

El Presidente Zedillo dijo que “hay motivos de preocupación cuando sube la inflación, pero los precios aquí están cayendo”.  Sin embargo, las expectativas de inflación para el segundo semestre de este año ya no son de una disminución, pues los factores que ayudaron a bajar la inflación en el transcurso del último año han sido temporales.  En contraste, Ortiz enfatiza que la inflación se encuentra todavía elevada y no es compatible con una tasa de 2 a 3 por ciento para 2003.

Debemos considerar que las declaraciones de Gurría y Zedillo son de funcionarios públicos interesados en quedar bien ante un público que va a ejercer su voto dentro de tres semanas.  La mayor parte del dinamismo económico del primer trimestre proviene de la recuperación del consumo privado, que a su vez se sustenta en más empleo y mejoras salariales.  El incremento en el gasto público está respaldado por un aumento en la recaudación y por lo mismo, no debe ejercer presiones sobre el déficit público.  Aunque permanecen dudas y riesgos, habría que admitir que los fundamentos económicos están hoy en mucho mejores condiciones que hace seis años.

En cambio, Ortiz está viendo mucho más allá de la sucesión presidencial.  Desde ahora, busca evitar o por lo menos minimizar los riesgos que pudieran causar problemas dentro de uno o dos años.


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martes, 6 de junio de 2000

El Circulante Monetario

 

Pulso Económico


El Circulante Monetario


Por: Jonathan Heath®


En forma gradual, el Banco de México ha abandonado la utilización de los agregados monetarios como pieza central de su política monetaria, para adoptar la “inflación por objetivos” (inflation targeting).  A pesar de que las razones del cambio han sido explicadas una y otra vez, muchos analistas siguen sin entender y advierten como un peligro el crecimiento del medio circulante.

A partir de 1995, el Banco de México anunció que su política monetaria utilizaría la base monetaria como su ancla principal para el combate a la inflación, ya que estimaba que existía una relación relativamente estable entre este agregado monetario y la inflación.  Al año siguiente, confiado en que era la forma más eficaz de llevar a cabo su política, divulgó su pronóstico diario de la base monetaria para todo el año para que los analistas pudieran realizar el seguimiento de lo mismo.  La idea era mostrar que la proyección era consistente con las metas de inflación y crecimiento económico.

Si en un momento dado hubiera una desviación importante entre su pronóstico y el monto observado de la base monetaria, el Banco de México se comprometía a analizarlo para ver si no era un primer indicio de posibles presiones inflacionarias.  Sin embargo, un crecimiento de la base por arriba de lo esperado no se podría interpretar automáticamente como algo que produciría inflación, ya que habría que estudiar su origen.  Podría ser que la desviación obedeciera a un error de pronóstico debido a que los supuestos de su modelo estaban equivocados, como por ejemplo, el del crecimiento económico.  También podría ser que hubiera un incremento en la demanda de dinero por razones exógenas, es decir, por motivos no capturados por el modelo de proyección.

Con el paso del tiempo, el Banco de México tuvo que admitir que la relación entre la base monetaria y la inflación no era lo suficientemente estable como para que se utilizara como pieza central de su política.  Por lo mismo, fue restándole énfasis a la base monetaria y poco a poco la sustituyó por un conjunto de indicadores que trataban de anticipar las presiones inflacionarias.  Desde hace varios años se ha puesto mayor importancia a la inflación subyacente, a las expectativas de inflación, a los aumentos salariales y a la productividad, al igual que otras variables relacionadas con la actividad económica.

La razón principal es que la demanda de dinero cambia ante diferentes niveles de inflación de tal manera que es muy difícil su pronóstico ante un proceso de desinflación.  En otras palabras, las autoridades monetarias no pueden anticipar adecuadamente cuánto dinero en efectivo va a requerir el público al reducirse la inflación.  En 1997 y 1998 el Banco pensó que el público iba a demandar más dinero ya que la inflación iba a la baja, pero resultó que todavía no estaba dispuesto a mantener mayores saldos de efectivo.  Posteriormente, el año pasado se estimaba que el público no aumentaría mucho su demanda, cuando en realidad resultó lo contrario.

El Banco de México se compromete a surtir al mercado la cantidad de dinero que se demande diariamente.  De esta manera, por lo menos a priori, se asegura de no incrementar intencionalmente la oferta de dinero.  Las presiones inflacionarias surgen cuando la oferta de dinero crece por arriba de la demanda.  El Banco puede calcular la demanda diaria con mucha precisión para asegurar enviar al mercado la cantidad correcta.  Si en un momento dado existe una desviación, ésta se corrige al día siguiente.  Por lo mismo, podemos estar seguros de que no hay una brecha entre la oferta y la demanda.

El problema surge cuando el Banco quiere pronosticar la demanda de dinero con mucha anticipación, tal y como lo ha estado haciendo a principios de año cuando publica lo que estima será la demanda para todos los días del año.  Esta proyección ha mostrado ser poco confiable y contiene un elevado margen de error.  Por lo mismo, las autoridades monetarias tuvieron una gran discusión interna acerca de la conveniencia de seguirlo publicando.  Al final de cuentas, decidieron darlo a conocer este año por ser año de elecciones, ya que se podría prestar a malas interpretaciones.  Es casi un hecho que se dejará de publicar a partir del próximo.

En lo que va del año la base monetaria ha crecido aproximadamente 16 por ciento en términos reales, es decir, por arriba de la inflación.  Si tomamos en cuenta que la actividad económica del primer trimestre aumentó 7.9 por ciento, entonces la oferta monetaria ha crecido más de 7 por ciento por arriba de la actividad económica, lo cual es como 2 por ciento más de lo que anticipaba el Banco a principios de año.  Sin embargo, para decir que este crecimiento podría generar presiones inflacionarias, tendría que ser un aumento no demandado en la oferta, es decir, que el Banco Central estuviera incrementando la oferta por arriba de lo que quiere el público.  Por la manera en que opera la política monetaria, este exceso se detectaría de inmediato ya que los bancos estarían regresando los excesos al Banco de México.  Dado que esto no está pasando, podríamos concluir que la oferta de dinero ha crecido porque existe una demanda correspondiente.

Aun así podrían existir presiones sobre el nivel de precios, pero no por una acción deliberada del Banco Central de aumentar la base monetaria.  Más bien, el público podría estar demandando más dinero como resultado de que los salarios han crecido más que la productividad en los últimos meses.  Esto significa que las autoridades monetarias deberían aumentar su sesgo restrictivo vía el corto tal y como lo han hecho, pero no significa que se debería (o que se pueda) disminuir directamente la oferta de dinero.

Es importante entender bien cómo funciona la política monetaria antes de recomendar una reducción del medio circulante.  Por ejemplo, Francisco Ávila Heredia, Presidente Nacional del IMEF, ha insistido mucho en que el Banco de México administre una reducción en el circulante para asegurar un mayor control sobre la inflación.  Sin embargo, creemos que simplemente está mal asesorado ya que el problema del crecimiento de la base monetaria es más complejo de lo que sugiere su recomendación.


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jueves, 1 de junio de 2000

Los Candidatos y la Banca

 

Pulso Económico


Los Candidatos y la Banca


Por: Jonathan Heath


Este es el octavo de una serie de artículos en los que se analiza el pensamiento de los candidatos viables a la presidencia.  En esta ocasión veremos el tema de la banca.

Al examinar el estado de la economía mexicana cinco años después de la crisis de 1995, encontramos que muchas cosas han mejorado.  La excepción más notable es sin duda el sistema bancario.  El crédito sigue en picada y en su lugar ha aparecido un mercado paralelo.  Hoy la mayoría de las empresas consiguen financiamiento a través de sus proveedores, en el extranjero o mediante otros mecanismos ajenos a la banca.  Fobaproa y el IPAB fueron los escándalos del sexenio, que mostraron al gobierno arrogante, ignorante e incompetente.  El legado es un cúmulo de deuda, cartera vencida y una cultura de no-pago, que seguramente perdurará por muchos años más.

Por lo mismo, este tema es muy relevante para el próximo presidente.  No solamente tendrá que consolidar la aún incipiente recuperación del sistema en su conjunto, sino además buscar fórmulas para contrarrestar la imagen inmensamente negativa que se ha forjado en este sexenio.  Hoy en día, los bancos mexicanos aparentan ser ineficientes, al igual que aliados de un gobierno plagado de prácticas corruptas.

Para Vicente Fox, el sistema bancario quedó destrozado, al igual que el resto de la economía, por aquel golpe fenomenal de diciembre de 1994 provocado por las políticas erróneas que siguió el gobierno de Salinas en su última etapa y las equivocadas políticas al inicio del gobierno de Ernesto Zedillo.  La crisis económica del momento puso en jaque a la banca mexicana.  Sin embargo, también habría que considerar la situación precaria que existía antes de la crisis, que provenía primero de la nacionalización y después de su privatización.

Fox ve el problema principalmente en la cartera vencida, que se atribuye por un lado a una cultura de no-pago.  Hay quienes se escudan atrás de este fenómeno para no pagar, pero también hay muchos mexicanos imposibilitados para hacerlo como consecuencia de las políticas del gobierno actual.  Sin embargo, no queda más que rescatar a la banca, promover y fomentar que se capitalice dentro y fuera del país, e instrumentar medidas que creen los incentivos suficientes para volver a tener una banca eficiente y competitiva a nivel mundial.

En adición al saneamiento de la banca misma, Fox ha insistido en promover otras figuras de ahorro y crédito, como las cajas de ahorro, las uniones de crédito, la banca social y la banca de micro crédito.  El micro negocio representa un tipo de riesgo distinto al que enfrentan los bancos con empresas de mayor tamaño.  Esto significa que aun saneados no podrían atender las necesidades de los micro negocios.  El apoyo especial a este tipo de negocios ayudará a crear más empleos y a evitar el deterioro de la distribución del ingreso.  Si se promueve en el centro y sur del país, también ayudará a resolver las discrepancias regionales.

Cuauhtémoc Cárdenas ve que se ha hecho depender mucho a la banca de sus utilidades, de su recuperación y de los instrumentos del gobierno.  Los papeles del gobierno son un porcentaje muy alto de la utilidad de la banca, lo que propicia que dependa de ellos.  La banca está hoy escasa de capital, lo busca en el exterior y no emplea bien los recursos en las funciones que tradicionalmente venía cumpliendo.  Actualmente el gobierno vuelve a tener bancos como propiedad y no ha logrado que cumplan su función.  Por lo mismo, habría que fusionarlos y venderlos al sector privado.

Para Cárdenas los avales y las garantías que está pidiendo un banco para otorgar un crédito a un mortal común van más allá de lo razonable.  Se le piden tantas garantías que prácticamente hace imposible recibir un crédito, pero al mismo tiempo faltan seguridad jurídica.  Cuauhtémoc Cárdenas piensa que la miscelánea de garantías debe enfocarse a proteger a todos, esto es a la institución misma, la banca, al deudor y al ahorrador.  No se debe poner a unos por encima de otros, sino simplemente buscar garantías parejas para las tres partes.

Vicente Fox ve la respuesta en la capitalización del sistema bancario.  Sin embargo, existe muy poca inversión interna nacional, por la descapitalización que provocó la crisis de 1995 y por el nivel tan bajo del ahorro interno.  Las empresas están apalancadas y las personas están endeudadas.  Por lo mismo, es necesario recurrir al exterior, a buscar inversión para capitalizar a la banca.

En las respuestas específicas a la situación de los bancos, queda muy claro que Fox domina más el tema en comparación con Cárdenas.  En este sentido, aquí resultaría más importante conocer a las personas que asesorarían al candidato de la Alianza por México y lo apoyarían en su gabinete.



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La Marcha de la Economía

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