martes, 28 de julio de 1998

La Reforma Impositiva

 

Pulso Económico


La Reforma Impositiva

Por Jonathan Heath


Desde hace varios años se ha manejado la necesidad de una reforma fiscal integral.  Tanto el gobierno y los empresarios, como los partidos políticos han promovido la necesidad de modificar el sistema actual para hacerlo más acorde a las necesidades del país.

El problema empieza al no existir similitud en cuanto a objetivos en general y a políticas específicas.  Queda claro que todos quieren algo distinto y por lo tanto podemos anticipar un debate muy acalorado en la Cámara de Diputados cuando se presente la propuesta del gobierno, en septiembre de este año.

El sector empresarial pide un sistema fiscal que funcione básicamente para promover la actividad económica.  ¿Qué significa esto?  Primeramente, tasas relativamente bajas para que el empresario pueda recibir un retorno más elevado sobre su inversión.  De esta forma tendrá el incentivo para invertir más.  Segundo, que la reinversión de utilidades esté exenta de impuestos.  Tercero, toda una serie de deducibilidades para encauzar ciertas acciones, como la creación de empleos.  Cuarto, que se simplifique al máximo el pago de impuestos para reducir el costo administrativo de cumplir con las obligaciones.

El gobierno quiere realizar una reforma para incrementar sus ingresos.  Dado que las tasas impositivas son bajas y existen muchas exenciones, la recaudación como proporción del PIB es sumamente baja.  Y como quiere mantener finanzas públicas sanas, debe ajustar el gasto al ingreso.  Por lo mismo, para ejercer más gasto y atender las necesidades de la nación, el gobierno depende en exceso de otros tipos de ingresos, como los derechos por exportación de petróleo e impuestos con poco sentido común, como el de los automóviles nuevos.

Por ejemplo, el gobierno quiere eliminar las exenciones del IVA en medicinas y alimentos, mientras que los empresarios quieren disminuir la tasa general.  Es decir, cada quien quiere moverse exactamente en la dirección contraria.  Sin embargo, en medio de la discusión está el problema de fondo, que es el de la marcada evasión fiscal.  Si todos pagaran sus impuestos tal y como deberían, el gobierno podría incrementar sustancialmente la recaudación, disminuir su dependencia sobre recursos petroleros, simplificar los trámites y hasta disminuir aún más las tasas.

Para disminuir la evasión, el sector empresarial propone simplificar lo más posible el sistema tributario y reducir las tasas.  De esta manera se estimula más la actividad económica y se hace más fácil cumplir.  Al mismo tiempo, se propone una reducción en el gasto superfluo que realiza el gobierno para disminuir sus necesidades de ingresos.

La evasión de impuestos es un problema bien estudiado a escala internacional.  Es un problema que sufren en diferentes grados todos los países del mundo.  Por ejemplo, el Journal of Economic Literature acaba de publicar un análisis titulado “Tax Compliance” (Cumplimiento Impositivo) en el que hace una revisión exhaustiva de 128 artículos sobre el tema.  El estudio analiza a fondo el problema de la evasión: aspectos de medición, incentivos, cuestionamientos morales, estrategias de auditoria, instituciones, características demográficas, castigos y complejidades.  De entrada menciona dos aspectos fundamentales que nos afecta hoy: el hecho de que la evasión va ser mayor ante una estructura jurídica débil, y el problema de lo que nosotros llamamos terrorismo fiscal.

Una de las formas para disminuir la evasión de impuestos es a través de una actitud firme del gobierno para encontrar y castigar a los que no cumplen cabalmente con sus obligaciones.  Sin embargo, casi todas las medidas que ha utilizado el gobierno mexicano han sido muy criticadas, por ejemplo, el impuesto sobre el activo, la imposición de máquinas registradoras y el incremento en auditorías por parte de Hacienda.  Queda claro que mientras el sector empresarial reconoce que la evasión de impuestos es sumamente elevada, no están a favor de medidas coercitivas para combatirla.

Sin embargo, la evasión tan elevada de impuestos en México tiene sus raíces históricas.  El gobierno tiene un récord muy amplio de desperdicio, cohecho y corrupción, combinados con crisis recurrentes que terminan por disminuir el poder adquisitivo de la mayoría de la población.  Como consecuencia, muchos mexicanos no quieren pagar sus impuestos, independientemente del nivel de las tasas impositivas o de la simplificación de los tramites.

Más bien, es el gobierno el que tiene que convencer a los ciudadanos de que el gasto público es para el bien de la mayoría, que sirve para combatir la pobreza, incrementar el nivel educativo del pueblo, expandir la infraestructura y mantener la seguridad pública.  Necesitamos tener confianza en nuestras instituciones.  ¿Con qué autoridad moral nos dice el gobierno que debemos cumplir como buenos ciudadanos?

Hoy tenemos los fraudes bancarios como recordatorio de 


La Reforma Impositiva

 

Pulso Económico


La Reforma Impositiva



Por: Jonathan Heath©


Desde hace varios años se ha manejado la necesidad de una reforma fiscal integral.  Tanto el gobierno y los empresarios, como los partidos políticos han promovido la necesidad de modificar el sistema actual para hacerlo más acorde a las necesidades del país.

El problema empieza al no existir similitud en cuanto a objetivos en general y a políticas específicas.  Queda claro que todos quieren algo distinto y por lo tanto podemos anticipar un debate muy acalorado en la Cámara de Diputados cuando se presente la propuesta del gobierno, en septiembre de este año.

El sector empresarial pide un sistema fiscal que funcione básicamente para promover la actividad económica.  ¿Qué significa esto?  Primeramente, tasas relativamente bajas para que el empresario pueda recibir un retorno más elevado sobre su inversión.  De esta forma tendrá el incentivo para invertir más.  Segundo, que la reinversión de utilidades esté exenta de impuestos.  Tercero, toda una serie de deducibilidades para encauzar ciertas acciones, como la creación de empleos.  Cuarto, que se simplifique al máximo el pago de impuestos para reducir el costo administrativo de cumplir con las obligaciones.

El gobierno quiere realizar una reforma para incrementar sus ingresos.  Dado que las tasas impositivas son bajas y existen muchas exenciones, la recaudación como proporción del PIB es sumamente baja.  Y como quiere mantener finanzas públicas sanas, debe ajustar el gasto al ingreso.  Por lo mismo, para ejercer más gasto y atender las necesidades de la nación, el gobierno depende en exceso de otros tipos de ingresos, como los derechos por exportación de petróleo e impuestos con poco sentido común, como el de los automóviles nuevos.

Por ejemplo, el gobierno quiere eliminar las exenciones del IVA en medicinas y alimentos, mientras que los empresarios quieren disminuir la tasa general.  Es decir, cada quien quiere moverse exactamente en la dirección contraria.  Sin embargo, en medio de la discusión está el problema de fondo, que es el de la marcada evasión fiscal.  Si todos pagaran sus impuestos tal y como deberían, el gobierno podría incrementar sustancialmente la recaudación, disminuir su dependencia sobre recursos petroleros, simplificar los trámites y hasta disminuir aún más las tasas.

Para disminuir la evasión, el sector empresarial propone simplificar lo más posible el sistema tributario y reducir las tasas.  De esta manera se estimula más la actividad económica y se hace más fácil cumplir.  Al mismo tiempo, repropone una reducción en el gasto superfluo que realiza el gobierno para disminuir sus necesidades de ingresos.

La evasión de impuestos es un problema bien estudiado a escala internacional.  Es un problema que sufren en diferentes grados todos los países del mundo.  Por ejemplo, el Journal of Economic Literature acaba de publicar un análisis titulado “Tax Compliance”(Cumplimiento Impositivo) en el que hace una revisión exhaustiva de 128 artículos sobre el tema.  El estudio analiza a fondo el problema de la evasión: aspectos de medición, incentivos, cuestionamientos morales, estrategias de auditoria, instituciones, características demográficas, castigos y complejidades.  De entrada menciona dos aspectos fundamentales que nos afecta hoy: el hecho de que la evasión va a ser mayor ante una estructura jurídica débil, y el problema de lo que nosotros llamamos terrorismo fiscal.

Una de las formas para disminuir la evasión de impuestos es a través de una actitud firme del gobierno para encontrar y castigar a los que no cumplen cabalmente con sus obligaciones.  Sin embargo, casi todas las medidas que ha utilizado el gobierno mexicano han sido muy criticadas, por ejemplo, el impuesto sobre el activo, la imposición de máquinas registradoras y el incremento en auditorias por parte de Hacienda.  Queda claro que mientras el sector empresarial reconoce la evasión de impuestos es sumamente elevada, no están a favor de medidas coercitivas para combatirlas.

Sin embargo, la evasión tan elevada de impuestos en México tiene sus raíces históricas.  El gobierno tiene un récord muy amplio de desperdicio, cohecho y corrupción, combinados con crisis recurrentes que terminan por disminuir el poder adquisitivo de la mayoría de la población.  Como consecuencia, muchos mexicanos no quieren pagar sus impuestos, independendientemente del nivel de las tasas impositivas o de la simplificación de los trámites.

Más bien, es el gobierno el que tiene que convencer a los ciudadanos de que el gasto público es para el bien de la mayoría que sirve para combatir la pobreza, incrementar el nivel educativo del pueblo, expandir la infraestructura y mantener la seguridad pública.  Necesitamos tener confianza en nuestras instituciones.  ¡Con qué autoridad moral nos dice el gobierno que debemos cumplir como buenos ciudadanos?

Hoy tenemos los fraudes bancarios como recordatorio de la complicidad de algunos banqueros y algunos funcionarios públicos.  Nos da miedo salir a la calle por la falta de seguridad pública.  Tenemos problemas estructurales impresionantes, que en muy buena media están relacionados con el nivel educativo tan bajo.  La pobreza aumenta en términos relativos y absolutos.  El gobierno dice que puede resolver los problemas con más recursos.  No obstante, la mayoría de la población no quiere entregarle más dinero por falta de confianza y credibilidad.

Una buena parte del problema es que tenemos una estructura jurídica casi inoperante.  No solamente leyes obsoletas y débiles, sino que además dependemos de un sistema que no funciona.  Es un sistema que permite la impunidad, da trato distinto según el nivel de ingresos y de amistades.  Es incapaz de castigar a las personas que hoy están claramente identificadas como culpables de la crisis bancaria.  No permite esclarecer crímenes como los asesinatos políticos que hemos sufrido.  No asegura los derechos de propiedad de las personas, las empresas y las instituciones.  ¿De qué va a servir una reforma fiscal sin antes haber reconstruido nuestro sistema jurídico?


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martes, 14 de julio de 1998

La Siguiente Amenaza

 

Pulso Económico


La Siguiente Amenaza

Por Jonathan Heath


La semana pasada se anunciaron los ajustes al presupuesto correspondientes al tercer recorte. Durante el fin de semana, el FMI avanzó en las negociaciones con el gobierno de Rusia para armar un paquete de ayuda financiera superior a 20 mil millones de dólares Sin embargo, todavía no se terminan los riegos externos.
Según los expertos del mercado petrolero, el exceso global de 

oferta continuará por lo menos durante los siguientes dos años. A pesar de los recortes  acordados por los países de la OPEP, será muy difícil eliminar en su totalidad la brecha existente entre la demanda y la oferta de petróleo. Por lo mismo, los tres recortes que hemos observado en el presupuesto del gobierno deberán mantenerse en lo que resta del sexenio.
Esto significa que el Presidente Zedillo no tendrá mucho campo de acción en los últimos dos años, en los que tendrá que acomodar sin muchos recursos las necesidades de la nación, evitar una crisis en la balanza de pagos y convencer a la población de que el PRI todavía se merece la presidencia en el año 2000. Si ya se aprecia un debilitamiento de la presidencia ante los cambios democráticos que se están dando, ahora la situación económica amenaza con complicar aún más el manejo del país.
El gobierno escogió reducir el supuesto clave del presupuesto, del precio promedio del petróleo para el año, de nuevo en un dólar para situarlo en 11.50 dólares por barril. Sin embargo, no queda claro que será suficiente para evitar un cuarto recorte, ya que implica una recuperación importante en el precio en la segunda mitad del año, que a estas alturas simplemente no se ve.
Primero, los recortes acordados por los países de la OPEP no eliminan el exceso de oferta en los mercados mundiales. Segundo, no se ha visto mucha disciplina entre los miembros para cumplir sus compromisos. Tercero, la crisis asiática y la recesión japonesa han reducido aún más la demanda mundial, y ejercido más presión en la baja de los precios. Por lo mismo, a estas alturas se ve difícil que el precio se pueda recuperar de tal forma que alcance un promedio de 11.50 dólares para el año.
La baja en los precios del petróleo es parte de un problema mayor que está afectando a la economía mundial, el debilitamiento generalizado en los precios de los bienes conocidos como “commodities”. Estos son los bienes que no contienen manufactura y que se comercializan intensamente en los mercados internacionales, como por ejemplo, cobre, madera, carbón, lana y petróleo. En conjunto, los precios de estos bienes han disminuido en más de 10 por ciento en lo que va del año.
El cobre a perjudicado a Chile y Zambia; la lana a Australia; la madera a Canadá y Nueva Zelanda y así sucesivamente. Este ciclo de precios deprimidos se ha traducido en pérdidas de miles de millones de dólares para los países exportadores. Algunos, como nueva Zelanda, viven en gran medida de las exportaciones de commodities. La baja en los precios de madera, pescado, frutas , legumbres y lana , amenaza con producir una recesión en ese país.
Se estima que la culpa de la baja en los precios de los commodities viene de la crisis asiática. Al entrar en problemas, la mayoría de los países de la región disminuyeron su consumo de estos bienes, creando exceso de oferta en los mercados internacionales. Junto con otros fenómenos como “El Niño”, ha aumentado la vulnerabilidad de los países latinoamericanos y en virtualmente todos los casos, se experimentan un deterioro en sus cuentas corrientes. México no ha sido la excepción.
Sin embargo, no solamente perdura el problema del precio del petróleo. La situación en Rusia todavía no se resuelve y sigue amenazando a los mercados emergentes. México no se salvaría de un ajuste cambiario importante y de una gran volatilidad en los mercados financieros ante la eventualidad de una agravamiento de la crisis rusa.
Existe una preocupación de que una devaluación del rublo aumentaría la inflación, desestabilizaría el poder del Primer Ministro Kiriyenko y de su equipo de pro-reformistas,, terminando así con el gobierno del Presidente Yeltsín. Se  piensa que de devaluarse el rublo, los chinos tendrían que ajustar su moneda para evitar una perdida en su competitividad. Habría de nuevo una corrida de capital hacia los países que no representan riesgo (como Estados Unidos) y todos los países emergentes resentirán una mayor turbulencia.

El problema de Rusia es más complicado que un simple paquete de 20 mil millones de dólares. Las divisas son necesarias para reponer sus reservas internacionales y cumplir con sus compromisos de corto plazo. Rusia necesita reestructurar su deuda externa hacia un perfil de amortización de mayor plazo, reformar su sistema impositivó y recortar el gasto público. Ni el FMI ni el banco mundial quieren comprometer recursos si el gobierno ruso no se compromete seriamente con un programa coherente, profundo  y creíble de reformas económicas.

Sin embargo, las recetas del FMI casi siempre involucran un ajuste en el tipo de cambio, junto con una reducción en la demanda agregada, para conocer las presiones en la balanza de pagos. Muchos especialistas sostienen que será casi imposible resolver el problema ruso sin un ajuste importante en el rublo, por lo que de armar un paquete de ayuda financiera, no queda claro que será suficiente  para contener las repercusiones sobre los demás países emergentes. Esto significa que en lo particular, México todavía está expuesto a un nuevo shock del exterior.

Hasta ahora llevamos un recorte en el gasto público equivalente a casi 4 mil millones de dólares. Ya todos  esperamos una desaceleración en la economía dentro de los siguientes meses. Todavía  tenemos elecciones para gobernador en 7 estados más. Se discutirán en el congreso la reforma impositiva, el presupuesto de 1999 y el casi Fobaproa. No hay dudas de que la segunda mitad del año será interesante.


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jueves, 9 de julio de 1998

¿En qué Deberíamos Ahorrar?

 

Pulso Económico


¿En qué Deberíamos Ahorrar?

Por Jonathan Heath


Hasta hace poco la gran mayoría de la población no tenía acceso al ahorro financiero bien remunerado.  Por lo mismo, el ahorro familiar se canalizaba a fuentes distintas del sistema bancario.

Hace algunos días me encontré con un amigo de la infancia a quien no había visto en mucho tiempo.  Fuimos al tomar un café y a platicar sobre lo que había sido de nuestras vidas durante los últimos 30 años.  Después de informarle que era economista y que me dedicaba a estudiar las perspectivas de la economía mexicana, me contó de su vida.  Resultó que, al igual que muchos mexicanos, había trabajado bastantes años para comprar una casa modesta y no tenía más patrimonio ahorrado para su retiro.  Lo poco que ahorraba no le daba un buen rendimiento y siempre terminaba perdiendo todo al final de cada sexenio con las tradicionales devaluaciones.

La pregunta natural a un economista fue si habría otra devaluación como las de antes y qué recomendaba para invertir para que se pudiera proteger de la inflación.  Lo que buscaba, como todos, es algo que le pudiera ayudar para su eventual retiro.  Sin pensar mucho, le respondí que la mejor opción hoy en día era el ahorro voluntario a través de las Afores.

Le sorprendió  sobremanera mi respuesta dado que de todas las opciones posibles, era la que menos había considerado.  Inclusive, me dijo que ni siquiera había escogido una Afore y que su cuenta lo tenía en la cuenta concentradora del Banco de México.  Por lo mismo, procedí a explicarle por qué.

Para la gran mayoría de las personas, los rendimientos bancarios que pueden obtener son sumamente bajos.  Todas estas cuentas que oímos anunciar como la Maxicuenta, el Libretón y la Cuenta Fantástica, son productos que casi estafan al público en general por las tasas tan reducidas que ofrecen, siempre por debajo de la inflación.  Los buenos rendimientos están reservados a las grandes empresas y a las personas de altos ingresos, que por lo regular representan un porcentaje muy pequeño de la población.  Los bancos no están dispuestos a ofrecer una tasa de interés más elevada a una persona que, cuando mucho puede ahorrar uno o dos mil pesos al mes.

Sin embargo, las Afores vienen a romper con este esquema.  A través del nuevo Sistema de Ahorro para el Retiro, ya sea voluntario o de aportaciones regulares, toda la población tiene acceso al mismo tipo de inversiones que hasta hace poco estaba reservado para los de muy altos ingresos.  Mi recomendación es que se aprovechen  las aportaciones voluntarias para ahorrar un monto fijo mensual. Es una forma de acceder al ahorro de alto rendimiento independientemente del volumen de inversión, ya que no existen montos mínimos ni máximos.

Existen muchas ventajas adicionales al rendimiento.  Para empezar, este ahorro está libre de impuestos, es decir, no paga IVA ni ISR.  Estas aportaciones se manejan en forma separada (una subcuenta diferente) de las aportaciones regulares, dado que se pueden retirar cada 6 meses.  Aunque la idea es ahorrar para el retiro, es dinero que está disponible para una emergencia.  Inclusive, muchas Afores no cobran comisión por este concepto.

El ahorro para el retiro es un ahorro a muy largo plazo, posiblemente 30, 40 años o más.  Por lo mismo, es totalmente irrelevante el rendimiento de muy corto plazo como la supuesta minusvalía que se reportó hace algunos días.  Simplemente se ha comprobado que a la larga no existe mejor forma de ahorrar.  Es más, cuando las Afores empiecen a ofrecer alternativas de inversión en Bolsa, habría que aprovechar para diversificar y aumentar aún más el rendimiento.

La Bolsa representa riesgo para los inversionistas que buscan ganancias rápidas y por lo mismo, están constantemente vendiendo y comprando.  Sin embargo, está comprobado que el mejor rendimiento a través del tiempo (a largo plazo) es la Bolsa.  La semana pasada se reportó que el rendimiento acumulado de la Bolsa en los últimos 13 años es de 2,300 por ciento, a pesar de devaluaciones, cracks y crisis.  En un futuro cercano se van a permitir Siefores que ofrezcan rendimientos todavía más elevados con inversiones bursátiles.

El primer paso es determinar cuánto es lo que uno puede disponer mensualmente para ahorrar voluntariamente.  Aunque sean 500, mil o 2 mil pesos al mes, el chiste es la constancia.  Posteriormente, se debería escoger la proporción que se va a depositar en cada tipo de Siefore; yo recomendaría una proporción mayor en la de alto rendimiento.  Después, se debe uno hacer de la idea que es una inversión a muy largo plazo y por lo mismo, lo que importa es el rendimiento a través del tiempo.

Afortunadamente, el público en general ya tiene acceso al ahorro de alto rendimiento.


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martes, 7 de julio de 1998

La Doble Crisis

 

Pulso Económico


La Doble Crisis

Por Jonathan Heath


Se ha comprobado que la liberación financiera provoca la crisis bancaria, que a su vez provoca la crisis externa.  ¿Por qué no nos dijeron esto hace 10 años?

A raíz de las crisis bancaria y de balanza de pagos de 1994en México, se desataron una gran cantidad de investigaciones sobre la materia.  Muchos estudios se dedicaron a analizar las causas de las crisis, mientras que otros buscaron establecer indicadores de avance para anticipar una nueva.  Ahora que muchos de los países asiáticos experimentan problemas, tanto en sus sistemas bancarios como en sus balanzas de pagos, estos estudios se han intensificado.

Una línea de investigación es la de analizar la relación entre las dos crisis, es decir, entre los problemas bancario y de balanza de pagos.  Al contemplar la experiencia de alrededor de 20 países en Asia, Europa, América Latina y Medio Oriente, entre 1970 y 1995, se encuentra que han existido más de 70 crisis en sus balanzas de pagos.  Al mismo tiempo, se encuentra que estos mismos países sufrieron 25 crisis bancarias.

Al examinar más de cerca estas experiencias, se encuentra que durante la década de los 70 hubo 25 crisis de balanza de pagos, y, apenas  3 crisis bancarias  A partir de los 80 se mantiene más o menos la misma proporción de crisis de balanza de pagos, mientras que el número de crisis bancarias se cuadruplica.  La explicación de la relativa ausencia de crisis bancarias en los 70 se debe a la mayor supervisión bancaria que existía en ese periodo.  La liberación financiera empieza a dominar a partir de los 80 y con ella se experimenta cierto relajamiento en la regulación y supervisión.

También se encuentra que en más de la mitad de los casos de una crisis bancaria, hubo una crisis en la balanza de pagos dentro de los siguientes tres años.  En una cuarta parte de los casos, hubo una crisis en la moneda del país en menos de un año.  Sin embargo, son pocos los casos en que se da primero una crisis externa y después la crisis bancaria.  La evidencia apunta a que un sistema bancario en problemas reduce el margen de maniobra del Banco Central  para defender su moneda.

En el caso específico de México, las autoridades monetarias no quisieron aumentar demasiado las tasas de interés en 1994 dada la fragilidad de los bancos.  Sin embargo, esta acción complicó la situación de la balanza de pagos y eventualmente se tuvo que devaluar la moneda.  Esta situación no fue exclusiva de nuestro país, sino más bien un patrón que se puede observar en muchos países que experimentaron crisis externas.

Otra conclusión importante es la relación entre crisis bancarias y liberación financiera.  En 18 de las 25 crisis bancarias, se encuentra que el sector financiero había experimentado una liberación.  La evidencia sugiere que las dobles crisis pueden tener orígenes comunes en la desregulación del sistema financiero y los “booms” de crédito que, en la mayoría de los casos, procede.  Se ha encontrado que es el aumento en el crédito del sistema bancario al sector privado el que termina financiando un boom de importaciones y un deterioro en la cuenta corriente, que siempre se observa antes de una crisis de la moneda.

Aunque que la liberación financiera no ayuda mucho para predecir crisis externas, es muy significativa para proyectar la probabilidad de una crisis bancaria.  Esto significa que si un país decide liberar su sistema financiero como lo hizo México hace menos de diez años, es altamente probable que tenga una crisis bancaria.  Una liberación debe de venir acompañada de un marco regulatorio bien elaborado y una supervisión muy estrecha.

Lo interesante de estos estudios es que no fueron elaborados por partidos políticos de oposición o instituciones académicas de izquierda.  Estas son las conclusiones del Fondo Monetario Internacional y de la Reserva Federal de Estados Unidos.   Son las conclusiones de las mismas instituciones que hace diez años estaban presionando a la mayoría de los países emergentes para llevar acabo las reformas estructurales y las liberaciones comercial y financiera.  Sin embargo, en ese momento nunca nos dijeron que habría que tener cuidado con los efectos secundarios.

Cada vez se está llegando a un consenso acerca de las causas de la doble crisis que padecimos.  Existían problemas estructurales de fondo que no permitían que la economía fuera capaz de generar sus propias divisas.  Había ineficiencias que llevaban a un mal uso de los recursos.  Para solucionar problemas se utilizaba una política de déficit público recurrente, que terminaba por complicar la situación y producir problemas adicionales. Para corregir esto a fondo, se decidió acudir a las recomendaciones de la comunidad internacional y se llevaron a cabo reformas estructurales de liberación, desregulación y privatización.

El saneamiento de las finanzas públicas liberó una gran cantidad de recursos bancarios.  Esto se dio en un contexto de liberación financiera que eliminó el encaje legal y los cajones selectivos de crédito.  Se llevó a cabo la privatización bancaria y se vendieron los bancos a personas sin experiencia ni capacidad técnica.  Por lo mismo, hubo un boom de crédito en un contexto de baja supervisión y liberación comercial, que condujo a un incremento importante en la cartera vencida.

El gobierno había utilizado la política cambiaria para abatir rápidamente la inflación.  Sin embargo, ésta reducía el control que se podía ejercer sobre la política monetaria.  Como resultado de varios shocks (tanto internos como externos) en la economía, las autoridades monetarias encontraron que su política era incapaz de mantener el tipo de cambio dentro de sus bandas de intervención sin perjudicar la situación de los bancos.  Al final de cuentas, terminaron por provocar las dos crisis.

Puede ser que una economía que utiliza los mecanismos de mercado sea más eficiente que otra que los ignora.  Sin embargo, la transición de una a otra es sumamente compleja y problemática en su propio derecho.


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jueves, 2 de julio de 1998

El Banco de México

 

Pulso Económico


El Banco de México

Por Jonathan Heath


Existen todavía muchas dudas acerca del papel del Banco de México cuatro años después de su autonomía.  A raíz de la devaluación de 1994, la recesión de 1995 y la crisis bancaria de los últimos años, se han cuestionado a fondo su liderazgo, sus decisiones de política económica y su propia independencia.

Cuando el Ejecutivo presentó al Congreso de la Unión la iniciativa de reforma constitucional para dotar de autonomía al Banco de México en mayo de 1993, tenía mucho sentido.  Para esas fechas ya se había logrado reducir la inflación a un solo dígito por primera vez en 20 años y la economía presentaba un aparente equilibrio macroeconómico.  Se habían realizado una gran variedad de cambios estructurales en el país con miras a proporcionar a la economía la habilidad de generar sus propias divisas y por lo mismo, reducir su dependencia de la deuda externa.

Fundamentalmente a través de la apertura comercial y el saneamiento de las finanzas públicas, el gobierno buscaba preparar el camino para un crecimiento sostenido con estabilidad.  Para cimentar estos cambios, se negoció el TLC, se ingresó a la OCDE y se dotó de autonomía al Banco Central, entre otras cosas.

La iniciativa de ley, presentada al Congreso en noviembre de 1993, tomó en cuenta las experiencias de los bancos centrales a escala mundial.  En años anteriores, muchos países decidieron otorgarle una función independiente a su banco central para evitar en el futuro las amargas experiencias inflacionarias del pasado.  Se consideró lo que se había hecho en países como Chile y Nueva Zelanda, las reformas introducidas en Argentina, Colombia y Uruguay, la constitución del Banco Central Europeo (aprobada en Maastricht en diciembre de 1991) y las experiencias de Alemania, Canadá y los Estados Unidos.

Por ejemplo, se tomaron en cuenta casi todas las recomendaciones incluidas en el estudio titulado “Principios Generales de la Independencia del Banco Central”, escrito por Andrés Bianchi, ex-presidente del Banco Central de Chile.  Este estudio publicado por el CEMLA en 1993, abarca conceptos, objetivos y justificación; analiza a fondo los requisitos, la coordinación de la política económica, las responsabilidades, la estructura y las funciones de sus órganos de gobierno.  Al final de cuentas, la Ley Orgánica del Banco de México resultó estar a la altura de los últimos estudios sobre la materia y a la vanguardia del pensamiento económico sobre el tema.

Cuando la ley afirmó a su debido tiempo que las decisiones fundamentales de política cambiaria corresponderían en última instancia al Gobierno Federal, fue porque así es en casi todos los países del mundo.  En la actualidad, las únicas excepciones son Chile y parcialmente Nueva Zelanda; en ambos casos ha funcionado muy bien.

Desgraciadamente, la autonomía del Banco coincidió con el asesinato de Colosio y otros acontecimientos importantes que desde su inicio pusieron la independencia en tela de juicio.  Al mismo tiempo, nadie se imaginó que ya estaban las raíces de la crisis bancaria.  La nueva era de la autonomía del Banco Central empezó con todo en contra.  Se desataron la recesión y crisis financiera de 1995 antes de cumplir los nueve meses.  En el transcurso de los siguientes años se descubrió que la crisis bancaria era de una magnitud mil veces mayor a lo esperado.

No hay duda de que se requiere una mayor supervisión y regulación del sistema bancario mexicano.  Sin embargo, muchos analistas están proponiendo rehacer al Banco de México, cuestionando de nuevo los aspectos básicos de su autonomía.  ¿Es real o de palabra?  ¿Está amarrado o realmente puede actuar libremente?  ¿Es el adecuado el Gobernador actual?

Sin embargo, antes de tratar de responder a estas preguntas, debemos reconocer que los intereses involucrados son políticos.  La autonomía del Banco y su Ley Orgánica están bien fundamentadas.  En estos momentos es muy prematuro proponer cambios profundos al Banco dado que todavía no le hemos dado oportunidad suficiente para comprobar que la autonomía actual funciona.  Ni siguiera le hemos aplicado la prueba del sexenio.

Los cinco miembros de la Junta de Gobierno son personas sumamente competentes, bien preparados en la materia y altamente profesionales.  Difícilmente podríamos encontrar mejor capacitados para ese trabajo.  Podría ser que algunos de ellos no concuerden con nuestra forma de pensar o ideología.  Sin embargo, sería absurdo pensar en cambios a estas alturas.

Por lo pronto, se merecen el beneficio de la duda.  El juicio actual lo deberíamos proponer para el año 2001, pasado ya el cambio de sexenio.


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La Marcha de la Economía

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