jueves, 28 de marzo de 1996

El Debate de la Política Monetaria y el Desempleo

 

Pulso Económico


El 

Debate de la Política Monetaria y el Desempleo

                                                                                                                                Por: Jonathan Heath

La semana pasada, el Presidente del Consejo Coordinador Empresarial (CCE), Héctor Larios Santilán, acusó al Banco de México de ser insensible a la situación actual.  Dijo que el banco “recorta y recorta la base monetaria, cree que el problema más importante es la inflación y no es así: lo más grave en estos momentos es le desempleo”.  Hace unos días, el Presidente de la Confederación de Cámaras Industriales (Concamín), Víctor Manuel Díaz Romero, dijo que la “restrictiva política monetaria contribuye al estancamiento de las ventas, el empleo y crecimiento de las empresas”.  Otros dirigentes empresariales, como Carlos Abascal Carranza (Coparmex), Germán González Quintero (Concanaco) y Carlos Gutiérrez (Canacintra) han vertido comentarios similares.  Como resultado, ha surgido el debate en torno a la política monetaria y el desempleo.

Cuando se otorgó la autonomía al Banco de México y se dejó claro a nivel constitucional que su objetivo único era la estabilidad de precios, se tomó en cuenta la experiencia mundial.  Se estudiaron los casos de Chile, Nueva Zelanda, Colombia, Venezuela, El Salvador, Uruguay, Argentina, el Banco Central Europeo, entre otros, que han fortalecido la autonomía de sus bancos centrales en los últimos años.  Se vio concretamente que había mejores resultados en aquellos países que manejan independientemente su política monetaria.  No solamente tienen menor  inflación, sino que el desempeño de su economía es superior al de los países que han tenido problemas crónicos de inflación.
En pocas palabras, la decisión de otorgarle autonomía al Banco Central y pedirle que se concentrara en un solo objetivo (abatir la inflación) no fue una decisión ligera ni sin fundamentos.  Fue basada en la experiencia internacional y en resultados demostrables.  Hoy en día, el Banco de México funciona como si el problema más importante fuera la inflación porque así lo estipula la Constitución y porque así lo requiere nuestro país.
Es un mito la tesis que maneja el Sr. Larios de que la política monetaria restrictiva es la causa fundamental del desempleo.  Desde 1990 hasta la fecha el Banco de México ha manejado diferentes variantes en su política.  En momentos, la política fue acomodaticia, en otros restrictiva y en otros neutral.  Sin embargo, el problema del desempleo ha crecido constantemente durante todo ese mismo periodo.  Las cifras oficiales del INEGI revelan que el número de empleados en el sector manufacturero ha mostrado una caída mes con mes, en forma ininterrumpida, durante los últimos seis años.  El sector empresarial ha estado disminuyendo su costo laboral desde hace mucho tiempo en busca de una mayor eficiencia y competitividad.  Esto no tiene nada que ver con la política monetaria, tiene que ver todo con la falta de capacidad empresarial para establecer a una planta productiva capaz de competir con el exterior.
¿Dónde estaban los líderes empresariales durante todos estos años?  En vez de estar buscando una mejor capacitación empresarial para entender y enfrentar los problemas específicos de la apertura, estaban entrampados en problemas menores y quizás sin mayores consecuencias.  El problema del empleo es un problema del sector real de la economía.  Tiene que ver con la capacidad empresarial.  Tiene que ver con la tecnología empleada.  Tiene ver con los salarios.  Tiene que ver con nuestra capacidad exportadora.  Tiene que ver con las decisiones de inversión.
El desempleo no aumentó el año pasado simplemente porque el Banco de México decidió arbitrariamente aplicar una política monetaria.  Primero, el desempleo empezó a aumentar mucho antes de la crisis devaluatoria.  La devaluación y la recesión vinieron a agravar la situación, pero no la crearon.  La falta de liquidez en la economía no fue una decisión del Banco de México.  La ausencia de entradas de capital durante los últimos 15 meses, se debe a las decisiones de miles de inversionistas que ya no veían que el retorno probable sobre su dinero compensaba el riesgo que estaban tomando.  Muchas de las salidas de capital que se han dado durante el último año han sido de miles de inversionistas mexicanos que han buscado una mayor protección de sus ahorros.
La tasa de interés no se puede bajar por decreto.  Es un precio que busca equilibrar la oferta de fondos prestables y la demanda por necesidades de inversión.  Si la tasa de interés baja (como piden los empresarios), la cantidad de dinero canalizado al ahorro va a bajar.  Entonces tendremos muy poco crédito para otorgar.
Una política dirigida a bajar las tasas de interés, como piden los líderes empresariales, fracasaría, dado que provocaría mayor inflación, haría escaso el crédito y provocaría distorsiones en la distribución de crédito.  Todos estos puntos causarían presiones para aumentar las tasas en vez de disminuirlas.
Lo que necesitamos hoy en día son mejores líderes empresariales.  Líderes que entiendan correctamente los problemas del país.  Líderes que puedan convencer a los demás empresarios que tienen que cambiar su mentalidad, su cultura empresarial, para adaptarse a la nueva globalización.  Líderes que puedan negociar efectivamente con el gobierno para pedir mejores apoyos e incentivos económicos.  Pero no necesitamos líderes que buscan culpar a los demás de sus propias limitaciones.
Vivimos hoy una revolución tecnológica que necesariamente hace que las fronteras se rompan.  La apertura económica llegó porque tenía que llegar tarde o temprano.  Es un hecho que tenemos que lidiar con ella.  El desempleo se ha agudizado en nuestro país como resultado de la transición económica de un país cerrado a una economía abierta.  Las soluciones se encuentran en la aceleración de la transición para poder generar empleos productivos dentro de un ambiente competitivo y eficiente, no se encuentran en relajar la política monetaria.
La solución no es sacarse culpables de la manga.

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jueves, 21 de marzo de 1996

Necesitamos Más Que Una Recuperación

 

Pulso Económico


Necesitamos Más Que Una Recuperación


Por: Jonathan Heath


Hacia fines de la semana pasada, el presidente de la Asociación de Banqueros de México (ABM), José Madariaga, dijo que la única y real solución a la crisis bancaria es el crecimiento de la economía.  Afirmó que mientras los resultados de la política económica no se transformen en una recuperación real del bienestar de la población, será difícil pensar que se ha encontrado una respuesta integral y de fondo a la situación.

Me llamó mucho la atención estas afirmaciones.  No porque el representante de los banqueros mostrara un interés más allá de los problemas bancarios y que se hubiera enfocado a buscar respuestas integrales.  En algún editorial leí que había sorprendido ente enfoque, dado que los banqueros pocas veces muestran un interés más allá de su propio negocio.  Sin embargo, más bien fue la tautología implícita lo que me cautivó.

En pocas palabras, Madariaga dice que si no hay una recuperación real del bienestar de la población, no se habrá encontrado una respuesta a la situación.  ¿Pero cuál es la situación?  A mí me parece que la situación es la caída real del bienestar de la población.  Entonces, lo que está diciendo es que no habrá una recuperación real del bienestar hasta que se dé una recuperación real del bienestar.  La otra interpretación es que la situación entendida por los banqueros sea diferente a la del resto de la población.

La otra afirmación que hace reflexionar, es que la única solución es el crecimiento de la economía. Aquí creo que tenemos que separar lo que es una condición necesaria y una suficiente.  Al afirmar que la única y real solución es la recuperación, parece que se está diciendo que la recuperación en sí es una condición suficiente.  Si este es el caso, entonces no se tiene que hacer nada más que buscar la recuperación.  Tal parece que hay signos de recuperación en ciertos sectores de la economía y para la segunda mitad del año, seguramente empezaremos a ver una mayor consolidación. Por lo tanto, como es condición suficiente, no hay nada más que hacer.  Con la recuperación la crisis bancaria esta resuelta.

Esta sobresimplificación de la crisis bancaria es de asustar, especialmente cuando lo dice el máximo representante de los banqueros mexicanos.  Todos estamos de acuerdo en que la recuperación es una condición necesaria, pera está lejos de ser  una condición suficiente.  Se necesita muichísimo más. La recuperación no es la única solución.

Para empezar, tenemos que recordar que la crisis bancaria actual no fue consecuencia de la crisis devaluatoria.  La crisis bancaria tiene sus orígenes mucho antes de la recesión actual. La devaluación y recesión vinieron a agravar la crisis bancaria (y muchas otras cosas), pero no fueron las causas.  Por lo mismo, cuando desaparezca la recesión no va a desaparecer la crisis bancaria.  La crisis bancaria va a desaparecer cuando desaparezca lo que originó el problema.

Cuando el Banco de México estaba meditando sobre qué acciones de política monetaria se deberían tomar en abril de 1994, una de sus consideraciones principales era el efecto que iba a tener sobre el sector bancario un aumento importante en las tasas de interés.  En ese momento ya eran muy evidentes los problemas de cartera vencida, descapitalización y mala administración. Además habían quienes señalaban la falta de regulación y supervisión.  Desde antes se había hecho notoria la falta de capacidad de los bancos para poder canalizar inteligentemente los recursos captados.

Si esperamos que la recuperación sea la única solución, estaremos ignorando la profundidad y complejidad de los problemas actuales que aquejan a nuestro sistema financiero. Un mayor crecimiento económico no va a corregir las malas decisiones de crédito que ya tomaron en el pasado.  Eso lo va a corregir una mejor administración y un sistema de asignación de crédito respaldado en un buen análisis de riesgo.

Para esto se tiene que continuar fortaleciendo la solvencia bancaria a través de mayor  capital.  Se tienen que corregir las deficiencias contables que permiten esconder los problemas de cartera vencida.  Se tiene que construir un sistema centralizado de historia crediticia. Se tiene que seguir con las reestructuraciones de adeudos, complementándolos inclusive con mayores quitas de capital.  Se tiene que avanzar mucho en las reformas para mejorar la regulación y supervisión bancaria. Se tiene que invertir más en la modernización de la tecnología bancaria.

Tenemos que hacernos a la idea de que la crisis bancaria va a estar presente todavía por mucho tiempo más. La recuperación económica es una condición necesaria para resolver muchos de los problemas existentes.  Pero así como la crisis bancaria estaba presente desde antes, va a seguir entre nosotros por u tiempo más después de que termine la recesión.  De hecho, el sistema bancario no será un factor determinante en la recuperación que viene.

En este sentido, tenemos que entender que la crisis bancaria actual es mucho más profunda y compleja.  Superar la situación actual tomará tiempo y tendrá que estar acompañada de muchas otras medidas tanto estructurales como coyunturales.  Lo demás son simplemente palabras.


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jueves, 14 de marzo de 1996

Cruzando el Río

 

Pulso Económico


Cruzando el Río


Por: Jonathan Heath


Hace tiempo existía una isla en donde una tribu vivía muy feliz.  Había mucha fruta para comer y el tiempo pasaba sin mayores sobresaltos.  Cada año se volvía a sembrar y a consechara con mucho éxito.

Sin embargo, después de mucho tiempo de cosechar año tras año, la tierra se fue gastando.  Esto hacía que cada vez se cosechara menos.  A través del tiempo, empezó a escasear la fruta y cada año que pasaba, la gente tenía más hambre.

Viendo esta situación, el líder de la tribu decidió que había que cruzar el canal para llegar al otro lado, donde había una tierra mucho más fértil.  Convenció a un grupo de gente que habría que meterse al agua y nadar al otro lado.  Como se sabía que otras tribus en distintas tierras vivían muy bien, no fue difícil l proceso de convencimiento.  Se podía ver lo verde y próspero de la tierra del otro lado.

De inmediato y sin pensarle mucho, la gente se medió al agua y empezaron a nadar al otro lado.  Llegaba gente de distintas tierras para aplaudir la decisión y animarles a seguir nadando.  Pensando ya en el momento en que iban a estar del otro lado, los que estaban nadando iban soñando en sus nuevas tierras y la cantidad de fruta que iban a tener.

No obstante, pasaba el tiempo y los nadadores seguían y seguían.  Después de mucho tiempo se empezaron a cansar, y se dieron cuenta de que el canal era mucho más amplio de lo que habían imaginado.  De aquí empezaron las críticas.  Algunos alegaban que nunca deberían de haber cruzado el río.  Otros decían que había que nadar más rápido para llegar cuanto antes.  Algunos inclusive sostenían que ni siquiera valía la pena llegar al otro lado.

Con el tiempo aumentaban las discusiones y los alegatos.  Entre los que decían que nunca se debería de haber intentado cruzar el canal, hubo quienes empezaron a sugerir que era mejor regresar. Sin embargo, para estas alturas ya se habían nadado más de la mitad del camino.

En cada ocasión, el líder recordaba lo verde que estaba del otro lado y les decía que los esfuerzos de nadar se iban a recompensar con creces.  También argumentaba que no había nada a que regresar y que otras tribus de otras islas habían hecho lo mismo.

Al rato surgió un líder de la oposición que empezó a organizar protestas y a recordarles a todos que varios ya se habían ahogado.  De seguir nadando todos iban a terminar ahogados y por lo tanto, de nada servía seguir adelante.  Como resultado, las discusiones subieron de tono, mientras que todos vociferaban sus opiniones.

Unos trataban de examinar diferentes caminos que se pudieran haber tomado.  Otros hablaban de la existencia de otras tierras.  Algunos insistían en que había que regresar a la isla. Unos de plano simplemente decían que habría que dejar de nadar.  Todos tenían sus opiniones.  Pero la crítica que cada vez se escuchaba más y más, era sobre la tierra del otro lado.  Unos decían que ni siquiera era verde ni fértil.  Otros hablaban de que había otras tierras mejores.  Algunos sostenían que la isla de donde venían era la más verde de todas.

Sin embargo, a la mayoría se le olvidaba que ya se había nadado mucho más de la mitad del camino, lo que hacía que el regreso fuera mucho más difícil.  El dejar de nadar era una sentencia de muerte.  También había que recordar que se había abandonado la isla porque ya no alcanzaba la fruta.  La conclusión era irremediable: había que seguir nadando hacia el otro lado hasta alcanzar tierra.

Entre tanta discusión y críticas, muy pocos aportaban soluciones viables.  Casi nadie discutía sobre lo más importante: cómo hacer que la natación fuera más fácil, menos laboriosa y que no se cansaran.  Mientras que unos hablaban de cómo se vivía en los viejos tiempos en la isla, otros hablaban de cómo todos iban a vivir mejor estando del otro lado.  Pero muy pocos se dedicaban a buscar mejores técnicas de natación y respiración.

Al final de cuentas, lo que quedó claro es que ya no había otro camino más que seguir adelante.  Todas las propuestas alternativas ya no eran viables.  Sin embargo, fue evidente que el líder siempre pensó en la vida futura del otro lado y nunca se imaginó que era más importante pensar en cómo cruzar el canal, que la llegada en sí misma al otro lado.

Si consideramos lo anterior como una parábola, se debe deducir una enseñanza o verdad importante.   Abandonamos el modelo de desarrollo anterior porque ya no funcionaba.  Iniciamos la transición hacia otro modelo, que la mayoría llama neoliberal, porque promete una mejor vida.  Sin embargo, todavía no tenemos un modelo neoliberal, sino más bien estamos en la transición.  Mucha gente critica el modelo y dice que no funciona. Pero no podemos saber si funciona o no porque ni siquiera lo hemos implantado.

Lo que no ha gustado es más bien la transición.  Sin embargo, estando a más de la mitad del camino, ya no vale la pena pensar en regresar, ni tampoco podemos dejar de seguir avanzando.  En vez de añorar el modelo anterior y criticar el modelo que todavía no tenemos, deberías de pensar en cómo lidiar con los problemas específicos de la transición.

Al final de cuentas, queda muy claro que el error más grande de la administración anterior, que buscó el nuevo modelo con tanta insistencia, fue haber ignorado o subestimado los problemas específicos de la transición.  Como he dicho una y tantas veces, cuando un país va de una economía pre-reformista a una post-reformista, es más importante pensar en la transición en sí que en el producto final,

En otras palabras, sería tonto tratar de regresar.  Sería peor dejar de nada,  El único camino es perseverar aun en medio de todas las dificultades.



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jueves, 7 de marzo de 1996

Las Cuentas Claras…

 Pulso Económico


Las Cuentas Claras…


Por: Jonathan Heath


Una de las múltiples hipótesis que se han dado para explicar la crisis devaluatoria, es que la política de divulgación de información pública era tardía, incompleta y sesgada.  Tardía, porque mucha de la información necesaria se daba a conocer con demasiado rezago.  Incompleta, porque no toda la información pertinente y necesaria se distribuía.  Sesgada, porque en el extranjero, hubo el sentimiento de que existía más y mejor información en México que en Nueva York.

Esta crítica es refutada por el Banco de México en un artículo reciente de Francisco Gil Díaz y Agustín Carstens.  Ellos alegan que la política de divulgación sobre reservas internacionales no se había modificado durante los últimos 50 años.  Otros indicadores, como la balanza comercial, se dan a conocer con más oportunidad que lo acostumbrado en países industrializados.  Por último, sostienen que es muy difícil pensar en la existencia de personas favorecidas con información asimétrica, dado que las compras de Tesobonos por extranjeros durante 1994, fueron precisamente para cubrirse ante la eventualidad de una devaluación.

Lo que alegan los funcionarios del Banco Central es válido.  Todos conocíamos las reglas de divulgación (que no nos gustaran es otra cosa).  Inclusive, existía la percepción, aquí en México, de que los funcionarios públicos mantenían mejor informados a los analistas extranjeros en comparación con los analistas mexicanos.  Cada rato iban el Secretario de Hacienda, algunos subsecretarios, directores del Banco de México y otros funcionarios públicos a Nueva York y otros lados para explicar lo que sucedía en México.  Los inversionistas extranjeros hacían llamadas y viajes constantes a México y tenían acceso a funcionarios de alto nivel que siempre los recibían.  Al mismo tiempo, frecuentemente había llamadas en conferencia (conference calls) con los altos funcionarios públicos mexicanos en Nueva York.

No obstante, la política de información asimétrica no es una percepción gratuita.  Resulta fácil llegar a la conclusión de que existían niveles de información desiguales en lugares diferentes, aun en el caso de que no fuera necesariamente cierto.  Tenemos que recordar la distinción entre percepción y realidad.  Muchas veces la percepción tiene un efecto más importante sobre los mercados financieros que la verdad.

Hoy en día, cuando se supone que el gobierno mexicano ha mejorado el flujo de información como compromiso y bajo la supervisión del FMI y el gobierno de los Estados Unidos, podemos observar información diferente en mercados diferentes.  Existe un ejemplo contundente: el de las metas de política económica acordadas el año pasado con el público mexicano y con el FMI.

Desde que el gobierno negoció las condiciones para el préstamo jumbo en febrero del año pasado y los compromisos adquiridos en la Alianza para la Recuperación Económica (ARE), ya había diferencias.  Las metas dadas a conocer al público en general eran diferentes que a las que el gobierno negoció con el FMI.  Sin embargo, el gobierno nunca nos informó sobre este hecho y siempre estuvo en plan de engaño.  Aquí, el gobierno nos dijo que existía un techo para la expansión del crédito interno neto por parte del Banco de México.  Sin embargo, este techo se negoció en forma diferente con el FMI y se mantuvo en secreto durante todo el año.

Dado que el techo para esta expansión que se dio a conocer aquí fue muy laxo, se pudo cumplir ampliamente.  En el documento elaborado por el Banco de México, enviado a nuestro Congreso y dado a conocer públicamente, se dice textualmente: “El Programa de política monetaria para 1995 también puede ser evaluado a la luz del cumplimiento con el límite establecido para el crédito interno neto.  El monto de éste se redujo sustancialmente desde principios del año y, en particular, a partir de mayo”.

Sin embargo, no hubo ese cumplimiento bajo los parámetros negociados con el FMI.  En la Carta de Intención, firmada por la Secretaría de Hacienda y el Banco de México en diciembre pasado, se admite este hecho textualmente en el segundo párrafo: “En estas circunstancias, y a pesar de que México ha fortalecido aún más sus políticas, podrían registrarse desviaciones respecto a las metas de reservas internacionales netas y de crédito interno neto del Banco de México para diciembre”.  De hecho, cuando se tenían las cifras finales del año, quedó claro ante el FMI que no hubo cumplimiento.

Para no divulgar este hecho, el gobierno se negó a dar a conocer al público el contenido exacto de esta Carta de Intención.  Aquí no se puede decir que esta ha sido una práctica que no se ha modificado durante los últimos 50 años.  Más bien, esta es la primera vez que el gobierno busca intencionalmente esconder el contenido de la carta.  Siempre se había publicado en forma completa.  En febrero del año pasado, se publicó la carta de intención original del programa y el complemento llamado el memorandum de políticas económicas.  La parte que siempre se ha mantenido oculta al público es el memorandum técnico, que contiene los números exactos para todos los techos, candados y metas, por trimestre.

¿Cómo pretende el gobierno restablecer la confianza del público cuando sigue ocultando lo que verdaderamente negoció?  ¿Cómo podemos tener la mínima dosis de credibildad en lo que dicen, cuando vemos que el cumplimiento de las metas es diferente para unos que para otros?  ¿Cómo podemos pensar que hoy no existen otras negociaciones o metas de las cuales no nos han informado?

Aunque debemos admitir que ha mejorado la política de divulgación, todavía le resta mucho al gobierno en cuanto al manejo de las cuentas claras.


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