Pulso Económico
Cruzando el Río
Por: Jonathan Heath
Hace tiempo existía una isla en donde una tribu vivía muy feliz. Había mucha fruta para comer y el tiempo pasaba sin mayores sobresaltos. Cada año se volvía a sembrar y a consechara con mucho éxito.
Sin embargo, después de mucho tiempo de cosechar año tras año, la tierra se fue gastando. Esto hacía que cada vez se cosechara menos. A través del tiempo, empezó a escasear la fruta y cada año que pasaba, la gente tenía más hambre.
Viendo esta situación, el líder de la tribu decidió que había que cruzar el canal para llegar al otro lado, donde había una tierra mucho más fértil. Convenció a un grupo de gente que habría que meterse al agua y nadar al otro lado. Como se sabía que otras tribus en distintas tierras vivían muy bien, no fue difícil l proceso de convencimiento. Se podía ver lo verde y próspero de la tierra del otro lado.
De inmediato y sin pensarle mucho, la gente se medió al agua y empezaron a nadar al otro lado. Llegaba gente de distintas tierras para aplaudir la decisión y animarles a seguir nadando. Pensando ya en el momento en que iban a estar del otro lado, los que estaban nadando iban soñando en sus nuevas tierras y la cantidad de fruta que iban a tener.
No obstante, pasaba el tiempo y los nadadores seguían y seguían. Después de mucho tiempo se empezaron a cansar, y se dieron cuenta de que el canal era mucho más amplio de lo que habían imaginado. De aquí empezaron las críticas. Algunos alegaban que nunca deberían de haber cruzado el río. Otros decían que había que nadar más rápido para llegar cuanto antes. Algunos inclusive sostenían que ni siquiera valía la pena llegar al otro lado.
Con el tiempo aumentaban las discusiones y los alegatos. Entre los que decían que nunca se debería de haber intentado cruzar el canal, hubo quienes empezaron a sugerir que era mejor regresar. Sin embargo, para estas alturas ya se habían nadado más de la mitad del camino.
En cada ocasión, el líder recordaba lo verde que estaba del otro lado y les decía que los esfuerzos de nadar se iban a recompensar con creces. También argumentaba que no había nada a que regresar y que otras tribus de otras islas habían hecho lo mismo.
Al rato surgió un líder de la oposición que empezó a organizar protestas y a recordarles a todos que varios ya se habían ahogado. De seguir nadando todos iban a terminar ahogados y por lo tanto, de nada servía seguir adelante. Como resultado, las discusiones subieron de tono, mientras que todos vociferaban sus opiniones.
Unos trataban de examinar diferentes caminos que se pudieran haber tomado. Otros hablaban de la existencia de otras tierras. Algunos insistían en que había que regresar a la isla. Unos de plano simplemente decían que habría que dejar de nadar. Todos tenían sus opiniones. Pero la crítica que cada vez se escuchaba más y más, era sobre la tierra del otro lado. Unos decían que ni siquiera era verde ni fértil. Otros hablaban de que había otras tierras mejores. Algunos sostenían que la isla de donde venían era la más verde de todas.
Sin embargo, a la mayoría se le olvidaba que ya se había nadado mucho más de la mitad del camino, lo que hacía que el regreso fuera mucho más difícil. El dejar de nadar era una sentencia de muerte. También había que recordar que se había abandonado la isla porque ya no alcanzaba la fruta. La conclusión era irremediable: había que seguir nadando hacia el otro lado hasta alcanzar tierra.
Entre tanta discusión y críticas, muy pocos aportaban soluciones viables. Casi nadie discutía sobre lo más importante: cómo hacer que la natación fuera más fácil, menos laboriosa y que no se cansaran. Mientras que unos hablaban de cómo se vivía en los viejos tiempos en la isla, otros hablaban de cómo todos iban a vivir mejor estando del otro lado. Pero muy pocos se dedicaban a buscar mejores técnicas de natación y respiración.
Al final de cuentas, lo que quedó claro es que ya no había otro camino más que seguir adelante. Todas las propuestas alternativas ya no eran viables. Sin embargo, fue evidente que el líder siempre pensó en la vida futura del otro lado y nunca se imaginó que era más importante pensar en cómo cruzar el canal, que la llegada en sí misma al otro lado.
Si consideramos lo anterior como una parábola, se debe deducir una enseñanza o verdad importante. Abandonamos el modelo de desarrollo anterior porque ya no funcionaba. Iniciamos la transición hacia otro modelo, que la mayoría llama neoliberal, porque promete una mejor vida. Sin embargo, todavía no tenemos un modelo neoliberal, sino más bien estamos en la transición. Mucha gente critica el modelo y dice que no funciona. Pero no podemos saber si funciona o no porque ni siquiera lo hemos implantado.
Lo que no ha gustado es más bien la transición. Sin embargo, estando a más de la mitad del camino, ya no vale la pena pensar en regresar, ni tampoco podemos dejar de seguir avanzando. En vez de añorar el modelo anterior y criticar el modelo que todavía no tenemos, deberías de pensar en cómo lidiar con los problemas específicos de la transición.
Al final de cuentas, queda muy claro que el error más grande de la administración anterior, que buscó el nuevo modelo con tanta insistencia, fue haber ignorado o subestimado los problemas específicos de la transición. Como he dicho una y tantas veces, cuando un país va de una economía pre-reformista a una post-reformista, es más importante pensar en la transición en sí que en el producto final,
En otras palabras, sería tonto tratar de regresar. Sería peor dejar de nada, El único camino es perseverar aun en medio de todas las dificultades.
Comentarios, observaciones y críticas al Email: heath@infosel.net.mx
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