jueves, 27 de julio de 2000

Alimentos y Medicinas

 

Pulso Económico


Alimentos y Medicinas


Por: Jonathan Heath


El martes pasado se desató una controversia que ocupó ayer la mayoría de los encabezados de los periódicos: el equipo de Fox contempla eliminar las exenciones del IVA en alimentos y medicinas.  ¿Cómo se puede justificar dicha medida?

El Impuesto al Valor Agregado (IVA) es un impuesto sobre el consumo y por lo mismo, no discrimina entre los diferentes segmentos de la población.  El que consume paga el impuesto, independientemente de su nivel de ingreso o de cualquier otra característica.  A este tipo de impuestos se les refiere como indirectos, ya que no son impuestos sobre el ingreso.  En cambio, los impuestos directos son los que van directamente sobre el nivel de ingresos de la familia o de la empresa.

En el caso de los impuestos indirectos, una persona los paga únicamente al consumir un producto o servicio, independientemente de su ingreso o riqueza.  En el caso de los impuestos directos, se paga en proporción al ingreso o riqueza, ya sea que se consuma o no.

Existen dos escuelas de pensamiento acerca de cuál de los dos impuestos es mejor.  La primera, que favorece los impuestos directos, argumenta que es más equitativo para la sociedad gravar el ingreso ya que quien gana más paga más, mientras que el que tiene menores ingresos es favorecido con una carga menor.  Esta noción se puede fortalecer al crear un esquema progresivo que incrementa la tasa impositiva a la par que el ingreso, de tal forma que no solamente paga más el que tiene más ingreso, sino que además se le obliga a pagar proporcionalmente una cantidad mayor.

En adición a un esquema progresivo, se pueden otorgar tasas impositivas negativas a los ingresos menores, de tal forma que las personas que ganan un salario bajo reciben un subsidio directo para complementar su ingreso.  Este esquema existe en nuestro país para los que ganan cuatro salarios mínimos o menos, siempre y cuando trabajen en una empresa formal que paga impuestos y otorga a sus empleados todos los beneficios que marca la ley.  Por tener este carácter progresivo, favorece el criterio de equidad y por lo mismo, es preferido por la izquierda.

Aunque suena muy sensato este impuesto, tiene su lado negativo.  Si una persona o empresa sabe que cada vez que le suben el sueldo o que genere más utilidades va a tener que pagar todavía más impuestos, tiene menos incentivo para trabajar o generar más utilidades.  Al final de cuentas se castiga a una empresa que invierte y no se estimula el crecimiento económico, lo cual va en contra de la creación de empleos.  Por tener este carácter de “ineficiencia económica” no es un impuesto popular entre la derecha.

La otra escuela, que favorece los impuestos indirectos, sostiene que los impuestos funcionan como un castigo, por lo que habría que tener cuidado del concepto que se quiere gravar.  Si uno grava el ingreso, está castigando la eficiencia, la productividad y el crecimiento económico, conceptos que más bien se quieren estimular.  En cambio, un impuesto al consumo favorece el ahorro y es la base de un crecimiento sostenido y sustentable a través del tiempo.  Al mismo tiempo, no crea tantas distorsiones en el mercado y por lo mismo, es un impuesto preferido por la derecha.

La parte negativa de este impuesto es que tiene un carácter regresivo, es decir, al no discriminar entre los distintos niveles de ingreso, termina por castigar más a los de ingresos inferiores.  Esto ha llevado que en algunos países se incorporen exenciones sobre ciertos productos considerados básicos para la población más desprotegida, como es nuestro caso en torno a los alimentos y las medicinas.

El IVA es de los impuestos más fáciles de cobrar y de administrar, por lo que tiene un carácter altamente recaudatorio.  Dado que se traslada el impuesto en cada etapa de producción, se crea un incentivo para cobrar el impuesto.  Sin embargo, al introducir las exenciones se rompen estos principios y se pierde la capacidad recaudatoria al permitir la posibilidad de la evasión.  Al mismo, tiempo, aumenta el costo de administrar el impuesto y se crean distorsiones en el mercado.  Esta es la razón principal por la cual se propone eliminar las exenciones.

En el pasado dominaba la popularidad de los impuestos directos, como el Impuesto Sobre la Renta (ISR), que se veía como un instrumento para mejorar la distribución del ingreso.  Sin embargo, con el paso del tiempo se ha comprobado que las distorsiones que crea no son deseables y se observa una tendencia para enfatizar impuestos como el IVA.

La propuesta de eliminar las exenciones es para incrementar la recaudación, eliminar las distorsiones y favorecer el ahorro.  ¿Pero qué pasa con la equidad?  La idea es utilizar la política de ingresos para favorecer la recaudación y la política de gasto para enfatizar la equidad.


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martes, 25 de julio de 2000

Ahorro y Consumo

 

Pulso Económico


Ahorro y Consumo


Por: Jonathan Heath®



El gobierno de Ernesto Zedillo argumentó siempre que una de las razones de la debacle de 1995 fue la insuficiencia del ahorro interno, que había disminuido peligrosamente ante el aumento tan pronunciado del consumo privado.  Este año el consumo está creciendo a tasas muy superiores a las de hace seis años.  ¿Qué pasó con el ahorro interno?

La semana pasada, el INEGI dio a conocer los detalles de las cuentas nacionales del tercer trimestre del año, con lo cual se puede calcular la relación del ahorro interno al PIB.  En un trimestre en el cual el consumo privado creció 10.2 por ciento, una de las tasas más elevadas de los últimos 20 años, es lógico preocuparse por el nivel del ahorro interno en la economía.  Todavía queda muy fresco el recuerdo de 1a primera mitad de la década de los noventa, cuando el crecimiento del consumo fue a través de una disminución importante en el ahorro.

Muchas familias decidieron comprar casas, automóviles y artículos de consumo a través del crédito, ya que los bancos recién privatizados querían poner a trabajar sus recursos.  El aumento desproporcionado del ahorro externo y la reducción de las necesidades de financiamiento del sector público, ocasionaron un incremento significativo en la disponibilidad de fondos prestables.  Al mismo tiempo, la apertura comercial abrió la gama de productos disponibles al consumidor.  Por primera vez, podíamos comprar bienes que antes no estaban a nuestro alcance.  La consecuencia lógica fue un crecimiento importante en el consumo, que por ser financiado principalmente a través del crédito, trajo consigo una disminución significativa en el ahorro interno.  Como proporción del PIB, el ahorro interno bruto llegó a 12.6 por ciento en el tercer trimestre de 1993, un nivel tan bajo que no se había observado desde 1960.

Como uno de los puntos centrales de su estrategia para financiar el desarrollo a mediano plazo, el gobierno de Zedillo propuso incrementar el ahorro interno.  En el Programa Nacional de Financiamiento para el Desarrollo (Pronafide), se planteó la meta de elevar el ahorro a 22.2 por ciento del PIB para 2000, lo cual en su momento parecía bastante ambicioso.  Sin embargo, los datos del tercer trimestre de este año ya lo ubican en 22.4 por ciento, con lo cual el promedio de los primeros tres trimestres llega a 22.1 por ciento.

Dada la importancia de formar una base de ahorro más sólida y de mayor plazo en el país, Zedillo empujó la reforma del Seguro Social y la creación del nuevo sistema de ahorro para el retiro (SAR).  En 1994 el total del ahorro invertido en el SAR representaba 1.6 por ciento del PIB.  Para el tercer trimestre de este año, el SAR llegó a 6.4 por ciento del PIB a través de un crecimiento real promedio anual de 28.9 por ciento en el transcurso de los últimos seis años.  Aunque el Pronafide no estableció meta para el SAR, estas cifras representan un avance sólido.

La diferencia fundamental de los últimos años, que han visto un aumento en el ahorro interno, contra la primera mitad de los noventa, que se caracterizó por su disminución, radica en varios puntos.  Primero, no hubo disponibilidad de crédito en la segunda mitad de los noventa, por lo que cualquier aumento en el consumo tenía que ser financiado a través del ingreso presente.  Segundo, ha existido un crecimiento sostenido en los últimos cinco años (5.5 por ciento promedio anual) que ha sido superior al observado en el sexenio de Carlos Salinas (3.9 por ciento).  Esto ha permitido un aumento en el ingreso disponible de las familias.  Tercero, no ha existido la misma disponibilidad de financiamiento del exterior que existió hace más de seis años.  El ahorro externo representó 2.8 por ciento del PIB en los primeros tres trimestres de este año, a diferencia del 7.0 por ciento en 1994.

En aquel momento, el ahorro externo funcionó como un sustituto del ahorro interno y financió gran parte del consumo.  Ahora los dos han funcionado como complementos y el consumo se ha financiado a través de una expansión del ingreso disponible.  Dado que tanto el ahorro como el consumo han aumentado, las familias han dedicado parte de su ingreso al consumo y parte al ahorro, tal y como debería ser.

Las cuentas nacionales incluyen los cambios en inventarios de las empresas como parte del ahorro interno.  Sin embargo, los inventarios sufren mucha variabilidad que tiene que ver con decisiones ajenas al proceso de ahorro.  Además, su calculo adolece de problemas técnicos en el cómputo de sus precios.  Por lo mismo, conviene analizar el ahorro interno neto de inventarios para tener una idea más clara de su comportamiento medular.  Esta parte del ahorro, como porcentaje del PIB, aumentó a 18.6 por ciento en el tercer trimestre, de 16.8 y 18.0 por ciento en el primer y segundo trimestres, respectivamente.


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El Informe Sobre la Inflación

 

Pulso Económico


El Informe Sobre la Inflación


Por: Jonathan Heath


El Banco de México dará a conocer hoy su segundo informe trimestral sobre la inflación en el periodo abril-junio.  A pesar de que persisten signos de presiones inflacionarias, los resultados hasta la fecha son positivos.

Con el dato de 0.21%  de la primera quincena de julio dado a conocer ayer, la inflación con respecto a la misma quincena del año pasado disminuye a 9.19%.  Como consecuencia, es muy probable que la inflación del mes se sitúe entre 0.41 y 0.43 por ciento, para llevar el crecimiento de los precios en los últimos doce meses a 9.15 por ciento.  Con este resultado ya son 18 meses consecutivos que hemos visto una disminución en la inflación.

Aunque todavía queda mucho trecho para abatir la inflación y alcanzar los niveles que registran nuestros principales socios comerciales, los resultados no son despreciables.  Junto con la inflación en mayo (0.37 por ciento), ésta será la segunda vez en el año que se observa una tasa de 0.42 por ciento o menos.  La última vez que vimos este fenómeno fue en 1972, hace ya 28 años.

La tasa tan reducida de mayo fue claramente explicada por la entrada en vigor de las tarifas eléctricas de verano, que jaló hacia abajo el promedio.  No hubo ningún otro subíndice que tuviera una variación cercana al de vivienda, que considera los gastos en renta, electricidad, gas y teléfono.  Inclusive, en la primera quincena hubo tres subíndices con variaciones alrededor de tres veces el promedio del periodo.

En cambio, no existe una explicación tan clara para la inflación de la primera quincena de julio.  En este caso, hubo dos subíndices (alimentos y ropa) con variaciones prácticamente de cero y otro (muebles) con apenas 0.08 por ciento de incremento.  En la lista que presenta el Banco de México con los productos con precios a la baja, casi todos son alimentos.  El hecho de que no domine un solo precio es confortante, ya que significa que el abatimiento de la inflación es un fenómeno generalizado y por lo tanto, más sustentable.

La inflación subyacente se define como la parte que mejor representa la tendencia de mediano plazo, ya que omite aquellos elementos del índice general que se caracterizan por su alta volatilidad.  Si analizamos los subíndices de precios que presenta el Banco de México en torno a la inflación subyacente, encontramos que los precios que más han aumentado en el año son los administrados y concertados.  Esto significa que el gobierno federal es la entidad que más ha contribuido a la inflación.  Por ejemplo, el precio de la gasolina aumenta cada mes a una tasa anualizada de 10 por ciento, lo cual jala hacia arriba el promedio y además actúa como elemento inercial que impide que la inflación baje más rápidamente.  Mientras que al mes de junio la inflación general fue de 9.41 por ciento, la inflación de los precios administrados y concertados fue de 12.54 por ciento.

Los factores que más han contribuido a explicar la disminución en la inflación en lo que va del año, son la estabilidad del tipo de cambio y la disminución en los precios de frutas y legumbres, que no son necesariamente factores recurrentes.  En el mes de junio se observó una variación mayor en el tipo de cambio y un aumento elevado en los precios de las frutas y legumbres, por lo que se esperaban dificultades posteriores para mantener la inflación en descenso.  Este fenómeno se pudo observar a través de la diferencia entre la inflación general y la inflación subyacente, ya que la subyacente permanecía por arriba de la general.  Esto significa que las presiones inflacionarias de mediano plazo son mayores a lo que sugiere la inflación general.

No obstante, este fenómeno cambió a partir del junio.  Por primera vez desde principios del año pasado, la inflación subyacente de los últimos 12 meses es ligeramente menor a la inflación general.  Al desaparecer la diferencia entre estos dos índices, se desvanecen los factores especiales que llevan a una baja temporal en la inflación, que pudiera revertirse posteriormente.

La inflación se puede dividir en dos grandes rubros, cada uno con una explicación diferente: el de los bienes comerciables y el de los bienes (servicios) no comerciables.  El primer rubro se explica fundamentalmente por las variaciones en el tipo de cambio, mientras que el segundo rubro se explica por las presiones salariales y las expectativas de inflación, es decir, la inflación esperada.  Entre estos dos encontramos números significativamente diferentes.  Mientras que la estabilidad cambiaria ha ayudado a que la inflación de los bienes comerciables se sitúe en 7.61 por ciento (de junio a junio), la inflación de los no comerciables es de 11.55 por ciento.  En el caso de este último, la mayor inflación se explica por los incrementos salariales observados en lo que va del año.

Dado que la estabilidad cambiaria se ha mantenido, podemos esperar que los bienes comerciables continúen con menos presiones.  De igual manera, dado que los últimos indicadores económicos del INEGI señalan que los aumentos salariales siguen elevados, es de esperarse que la mayor presión inflacionaria vendrá de los bienes no comerciables.  Esto se confirma en el último boletín de prensa del Banco de México que señala que los rubros de mayor inflación son los de vivienda, salud, transporte y otros servicios, todos catalogados como no comerciables.

A pesar de que permanecen presiones inflacionarias en la economía, con el paso de cada mes parece posible que este año terminemos con una tasa de inflación menor.  En lo que va del año, la inflación ha disminuido de 12.32 a 9.15 por ciento, un poco más de tres puntos porcentuales en siete meses.  A estas alturas parece factible esperar que la inflación pudiera disminuir otro medio punto porcentual en los siguientes cinco meses, para terminar el año por debajo del 9 por ciento.

El reto principal de la segunda mitad del año va a ser sostener la tendencia a la baja en la inflación y evitar que se estanque.  Guillermo Ortiz habló de una meta revisada (no oficial) de inflación para fin de año de 9.1 por ciento.  Sin embargo, de ser este el caso significaría que ya no habrá más progreso en el abatimiento inflacionario en los siguientes meses.  ¿No sería mejor marcar una meta más ambiciosa, como de 8.5 por ciento?


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jueves, 20 de julio de 2000

El Crecimiento de 7 por Ciento

 

Pulso Económico


El Crecimiento de 7 por Ciento


Por: Jonathan Heath


Una de las promesas centrales de Vicente Fox en su campaña fue alcanzar un crecimiento económico de 7 por ciento promedio hacia el final de su sexenio.  ¿Cuál es su estrategia para conseguirlo?  ¿Es factible?

Para crecer es esencial la inversión.  Según la contabilidad nacional la inversión es igual al ahorro.  Esto significa que si queremos crecer, se necesita inversión y si queremos inversión, se necesita ahorro.  Por lo mismo, el secreto de llegar a tener un crecimiento sostenible y sustentable tiene que estar ligado a la posibilidad de incrementar el ahorro.

Uno de los componentes importantes del ahorro interno del país es el ahorro público, que además está completamente en las manos de las autoridades.  El ahorro público está relacionado directamente con el presupuesto y un superávit público sugiere un mayor ahorro.  Sin embargo, ahorro público no es igual a un superávit público.  Mientras que el déficit (o superávit) público es igual a la diferencia entre los ingresos y los gastos totales del gobierno, el ahorro público se asemeja a la diferencia entre los ingresos totales y el gasto corriente del gobierno.  Esto significa que para incrementar el ahorro público, se pueden aumentar los ingresos o reducir el gasto corriente del gobierno.

La propuesta de Fox contempla medidas para ambas cosas, es decir, para incrementar los ingresos del sector público y para disminuir el gasto corriente.  Para incrementar los ingresos se propone llevar a cabo una reforma fiscal integral, que contemple una simplificación de los regímenes de impuestos y una modernización tributaria.  La idea es contar con las medidas necesarias para incrementar la recaudación en aproximadamente 6 puntos porcentuales del PIB, lo cual nos situaría en el promedio de recaudación de la mayoría de los países de América latina.

De ser exitosa la propuesta, se aumentaría el ahorro público en forma sustancial y se obtendrían los recursos que Fox propone gastar en apoyar la educación y la salud, combatir la pobreza y en la política industrial.  Sin embargo, esta es una reforma que no depende singularmente de Fox o de su equipo de colaboradores.  Depende principalmente del Congreso de la Unión, donde ningún partido tiene mayoría.  Por lo mismo, van a ser esenciales los esfuerzos de cabildeo y conciliación de intereses.

El problema es que aunque se llegara a aprobar la reforma, podría ser una versión muy diluida que no diera los resultados esperados.  Pero aun en el caso de que se aprobara tal y como se propone, no queda tan claro que se podrán obtener los recursos estimados.

En adición a la reforma fiscal, el virtual gobierno electo propone estímulos adicionales al ahorro, que en su conjunto esperan que lleve el ahorro interno a un rango de 22 a 25 por ciento del PIB y al ahorro total de la economía a 25-29 por ciento del PIB.  Al examinar el pasado, parece que la relación de inversión a crecimiento ha sido de cinco a uno, lo cual significa que un ahorro de 25 por ciento del PIB se traduciría en un crecimiento de 5 por ciento.  Si el gobierno entrante logra incrementar el ahorro total a 28-29 por ciento del PIB, podríamos observar crecimiento cercano al 6 por ciento.

Sin embargo, se prevé que se puede mejorar la relación de inversión a crecimiento a través de un mejoramiento en la competitividad y en la productividad.  Si esta relación se pudiera reducir a cuatro a uno, un ahorro total de 28% del PIB podría resultar en un crecimiento de 7 por ciento.  ¿Qué medidas propone para incrementar la competitividad?

De entrada se propone mejorar los servicios públicos, reanudar las reformas en sectores claves de la economía, instrumentar políticas de capacitación laboral e impulsar a la pequeña y mediana industrias.  Parte de este esfuerzo es el Programa de Calidad Total que se quiere llevar a cabo en todos los ámbitos del gobierno.

Habrá que examinar a fondo las calificaciones de los foros internacionales que examinan la competencia de los países, los cuales nos colocan bastante mal.  Sin embargo, existe un sinnúmero de criterios que se podrán tomar en cuenta para diseñar más políticas.  Uno de tantos criterios es el nivel de corrupción que existe en el país.  Será clave reducir la corrupción y la impunidad, y al mismo tiempo, reducir los tramites burocráticos.  También será necesario estimular el desarrollo y adaptación de nuevas tecnologías.

¿Serán suficientes estas medidas?  De entrada no queda tan claro.  Se requiere una transformación a fondo del gobierno, lo cual únicamente es posible rompiendo inercias.  Obviamente tiene que ayudar el hecho de que el PRI deje el gobierno por primera vez en más de 70 años.  Sin embargo, se va a necesitar mucho más que el cambio por si solo.  Se va a necesitar muchas políticas innovadoras y el deseo por parte de la mayoría de la población en cumplirlas.


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martes, 18 de julio de 2000

¿A Quiénes les Damos las Gracias?

 

Pulso Económico


¿A Quiénes les Damos las Gracias?


Por: Jonathan Heath


Casi todo México celebra los comicios del pasado 2 de julio, por su limpieza, la civilidad mostrada y el resultado.  Aunque el cambio nos pertenece a todos, hubo ciertas personas que jugaron un papel clave en este evento histórico.

Ahora que por fin se acabó el monopolio de la Presidencia, muchos han querido colgarse la medalla al mérito.  En estas dos semanas, hemos oído mencionar a Vicente Fox, Cuauhtémoc Cárdenas, Porfirio Muñoz Ledo y hasta a Ernesto Zedillo.  ¿Pero realmente quiénes son los que la merecen?  De una forma u otra, fueron muchos los que participaron en esta batalla y la lista es larga.

Muchos definen las elecciones de 1988 como el momento crítico, cuando las corrientes opositoras empezaron a tomar fuerza.  Antes de ese momento había oposición, pero se encontraba aislada, fragmentada y hasta confundida en cuanto a cómo organizarse.  Sin embargo, la crisis económica-financiera de 1982 y el estancamiento consecuente que perduró casi toda la década, fue uno de los elementos catalizadores.  México no había sufrido una recesión en casi cinco décadas hasta que los errores de la política económica de López Portillo llevaron al país al desastre.

Fue tan grave y profunda la crisis de los ochenta, que el equipo de economistas que colaboró con Miguel de la Madrid no encontró la forma de resucitar la economía.  El resultado fue una década perdida en términos de crecimiento económico y retroceso profundo en el poder adquisitivo de la mayoría de la población.

Hasta entonces el sistema político había funcionado muy bien.  De una forma u otra, el crecimiento daba algo para todos y el PRI sabía cómo repartir los beneficios entre la élite.  Sin embargo, la crisis de los ochenta empezó a resquebrajar al sistema y tuvo que modificar su modus operandi.  Muchos políticos quedaron fuera de la jugada ante los esfuerzos por reducir el tamaño del gobierno y terminaron por frustrarse.  Además veían el camino que tomaba el gobierno como equivocado.

Cuando finalmente el PRI se inclinó por Carlos Salinas, quien representaba la continuidad de la política económica iniciada con De la Madrid, se dio un éxodo de políticos del partido en el poder y se formó un frente común opositor, destacándose Cuauhtémoc Cárdenas y Porfirio Muñoz Ledo.  Después de las elecciones más fraudulentas en la historia del país, nació el PRD con el propósito fundamental de derrocar al PRI.

Sin embargo, el PRD no fue la única fuerza opositora de importancia que empezó a tomar fuerza hace doce años.  También había que recordar los esfuerzos de Manuel Clouthier, quien casi singularmente transformó al PAN de un partido de oposición contento con su mediocridad, a un partido mucho más activo en el cambio.  Entre otros méritos, Clouthier fue quien invitó a Vicente Fox a involucrarse en la lucha política.

Los eventos ocurridos en torno a las elecciones de 1988 fueron obscuros y vergonzosos.  No solamente el fraude preparado por el PRI y la famosa caída del sistema, sino además los arreglos postelectorales que permitieron a Salinas asumir el poder.  Quizá nunca sabremos la verdad.

El éxito inicial del sexenio de Salinas casi terminó con los esfuerzos de Cárdenas y Clouthier posteriores a las elecciones de 1988.  Parecía que Salinas había encontrado el camino de la reivindicación a través de las reformas estructurales y la apertura comercial.  Sin embargo, mientras que el PAN buscaba la gobernabilidad a través de las concertacesiones, el PRD presionó lo suficiente para lograr cuatro reformas electorales cuya suma dio un avance sólido hacia la equidad y limpieza electorales.

Al final de cuentas, siempre fueron las crisis financieras electorales las que revitalizaban las fuerzas opositoras cuando el PRI parecía remontarse y recobrar su fuerza.  De nuevo los múltiples errores de política económica del equipo de colaboradores de Salinas llevaron a la devaluación de 1994 y al surgimiento de Vicente Fox como vocero importante de la necesidad del cambio.

Sin embargo, la fórmula del PRI para atender las emergencias económicas siempre había funcionado.  En vez de corregir sus errores antes de las elecciones y sufrir las consecuencias en las urnas, prefería tapar los problemas con medidas temporales (como por ejemplo, los Tesobonos) hasta después de las elecciones.  De esta manera tenía seis años para reponer el daño antes de volver a tener una contienda electoral.  El gobierno de Zedillo logró sacar a la economía de la recesión de 1995 y produjo un crecimiento sostenido de 5 por ciento en los siguientes cinco años.  ¿Por qué falló esta vez?

Primeramente, la acumulación de tantas crisis a través de los años ayudó a incrementar el voto anti-PRI.  Segundo, cuando todavía estaba fresca la memoria de la debacle de 1995, en las elecciones de 1997 el PRI perdió alrededor de 12 puntos porcentuales con respecto a las elecciones anteriores.  Tercero, cuando la población empezaba a olvidarse de la recesión, el gobierno les dio Fobaproa para que recordaran la corrupción e ineptitud.

Cuarto, surgió un candidato fuerte con la visión suficiente para unificar el voto de la oposición.  En estas elecciones el PRI perdió un poco más de 2 puntos porcentuales del voto con respecto a 1997, lo que demuestra que realmente no aumentó mucho el voto anti-PRI en los últimos tres años.  Sin embargo, el PRD perdió casi 10 puntos dado que Vicente Fox los pudo convencer de ejercer el voto útil.

No hay duda de que fueron decisivos el carácter y perseverancia de Vicente Fox.  Inició su campaña con una mentalidad ganadora y convenció a la población que él era el indicado para iniciar el verdadero cambio.  Sin embargo, también hay que reconocer que Fox aprovechó el largo camino trazado por la oposición en el transcurso de los últimos doce años.  Fueron claves las reformas electorales que permitieron la cuidadanización del IFE como canal para minimizar las posibilidades del fraude.

Por último habría que reconocer la valentía de Ernesto Zedillo en poner por delante los intereses del país.  Parece poco, pero ha sido el único Presidente en mucho tiempo que entendió que la labor del Presidente es velar primero por la nación y todos los mexicanos, antes que por su partido.


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jueves, 13 de julio de 2000

¿Se Necesita más Blindaje?

 

Pulso Económico


¿Se Necesita más Blindaje?


Por: Jonathan Heath


El lunes pasado, la Secretaría de Hacienda anunció la extensión del Blindaje Financiero que se dio a conocer el año pasado.  Si es cierto que la economía está en muy buena forma, ¿para qué necesitamos el fortalecimiento financiero?

Según el Banco Mundial, México es un país “menos endeudado”, lo cual significa que el nivel de deuda externa es relativamente moderado para el tamaño de nuestra economía y exportaciones.  Si examinamos el perfil de amortización de nuestra deuda, es el más favorable que hemos tenido en las últimas tres décadas.  El tamaño del déficit de la cuenta corriente es muy manejable y financiado en su mayoría por flujos de inversión extranjera directa.  En general, los fundamentos macroeconómicos están en muy buenas condiciones.

Si este es el caso, ¿por qué necesitamos ampliar el Programa de Fortaleza Financiera?  ¿Acaso todavía existe el peligro de una crisis sexenal?

Hoy podemos afirmar con bastante seguridad que no existen las condiciones necesarias para generar una crisis financiera en nuestro país.  Los últimos grandes riesgos que quedaban estaban relacionados con el ambiente político y el entorno electoral, que ya parecen estar resueltos.  Aunque todavía quedan dudas acerca del desenvolvimiento de la economía norteamericana, esto representa un riesgo menor.  Podría ocasionar una desaceleración en la actividad económica, pero no sería suficiente como para generar una “crisis”.

No obstante, la política de blindaje no se limita a evitar una crisis financiera.  Más bien, es una política permanente de reestructuración de la deuda externa cuyo propósito es mejorar el perfil de amortización para evitar un abultamiento a corto plazo y aprovechar los posibles ahorros en su servicio.  Después de las experiencias de las crisis financieras recurrentes, las autoridades han aprendido la importancia de tener finanzas sanas y niveles manejables de deuda.  Esto incluye un servicio acorde a las posibilidades del país y una previsión ante cualquier contingencia o shock imprevisto del exterior.

El gobierno no puede jugarse un albur con el destino de la nación, como fue la emisión irresponsable de los Tesobonos en 1994.  En este sentido, podríamos decir que el programa actual es equivalente a un “anti-tesobono”, es decir, es un intento de reducir la deuda externa a corto plazo y asegurar que todos los vencimientos futuros estén asegurados.

La renovación y expansión de las líneas de crédito son acciones muy usuales y podríamos decir que casi automáticas.  El gobierno lo señala como parte de su programa continuo de fortalecimiento para que los mercados financieros estén seguros de que no habrá sorpresas en el futuro.  La reducción de la deuda externa mediante pre-pagos y el intercambio de deuda cara por deuda barata, es esencial para reducir la carga efectiva a través del tiempo.  Estas acciones no solamente fortalecen nuestra posición financiera con el exterior, sino que además le dan a los mercados la seguridad de que podremos lidiar con cualquier contingencia en el futuro.

Sin embargo, la decisión de pagar por completo la deuda con el FMI es de una naturaleza distinta.  En principio no conviene anticipar la amortización de esta deuda ya que sus condiciones son muy favorables para el país.  En este caso estamos liquidando una deuda “barata”.  Aquí la lógica es más bien sicológica, ya que será la primera vez en más de 20 años que no le vamos a deber dinero al FMI.

También es una forma de limpiar los compromisos del pasado para que el nuevo gobierno tenga mayor margen de maniobra y no esté atado a las obligaciones de los regímenes anteriores.  El gobierno actual esta minimizando la posibilidad de reclamos del gobierno entrante.  No solamente se va a heredar una economía sana, sino con menos deuda y obligaciones con el exterior.

Por último, representa la culminación de un gran esfuerzo del Presidente Zedillo por restablecer el orden financiero en nuestro país.  En su primer año de mandato, éramos el deudor más grande del FMI de todo el mundo.  Rompimos record en cuanto a la cantidad que debíamos a este organismo en toda su historia.  Cinco años después, en el último de Zedillo, eliminamos por completo esta deuda.

Los pre-pagos de deuda y la renovación de las líneas de crédito fueron preparados hace más de un mes.  Sin embargo, el gobierno decidió no anunciarlo antes para que no se interpretara como un truco electoral.  Enhorabuena.

Es importante reconocer la gran labor de la Secretaría de Hacienda en este rubro.  Ahora que Vicente Fox busca funcionarios profesionales, con talento, honestos y comprometidos con el futuro de nuestro país, haría bien en asegurar que el Director General de Crédito, Carlos García Moreno, repita en su puesto.


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martes, 4 de julio de 2000

Los Retos de la Democracia Difícil

 

Pulso Económico


Los Retos de la Democracia Difícil


Por: Jonathan Heath®


En palabras de Mario Vargas Llosa, hemos pasado de la dictadura perfecta a la democracia difícil.  Aunque el camino está lleno de esperanza y las expectativas podrán ser muy elevadas, los retos son muchos y de soluciones complejas.  Por lo mismo, habrá de proceder con mucha cautela.

Finalmente llegó y pasó el 3 de julio.  De todos los escenarios que habíamos trazado, resultó sorpresivamente el mejor.  No solamente se da por concluida la “dictadura perfecta” de 71 años (aunque la última década ya resultó bastante imperfecta), sino que además el resultado fue muy convincente.  Nadie pone en tela de juicio la victoria de Vicente Fox y los principales actores políticos lo reconocieron.  El punto culminante se dio después de las 11 de la noche del domingo, cuando el Presidente Zedillo dijo “saber que el próximo Presidente de la República será el licenciado Vicente Fox Quesada”.  En ese momento empezó la conciliación de nuestra democracia, aunque habría que admitir que será una “democracia difícil”, por lo menos en un principio.

Las elecciones del pasado domingo son apenas el primer paso de un largo camino.  En los siguientes meses y años habrá muchos problemas por enfrentar y resolver.  Uno de los aspectos más difíciles será la conciliación entre el deseo del cambio y la cordura.  Por un lado, la mayoría votó por el cambio y habría que hacerlo.  Si todo queda igual, el ambiente político-social se deteriorará vertiginosamente.  Por otro lado, cambios demasiado rápidos podrán crear incertidumbre y no ser absorbidos fácilmente.  Por lo mismo, uno de los desafíos más importantes será encontrar el balance.

De entrada, el primer reto se presenta en el transcurso de los siguientes meses.  Mucho se ha comentado sobre el largo periodo de los cinco meses entre las elecciones y la toma de posesión.  Es demasiado tiempo de reflexión para los burócratas priístas que ya no ven su futuro en el próximo sexenio.  Es sobrado el lapso para los funcionarios públicos que tienen mucho que esconder.  Demasiadas cosas pueden pasar.

Reviste mucha importancia que el Presidente se haya comprometido públicamente a una  “absoluta disposición” para colaborar en todos los aspectos de la transición presidencial.  Por lo pronto, la mayor prioridad es asegurar que se dé “con un México unido, en orden, trabajando y con una base muy sólida para emprender vigorosamente las tareas del desarrollo nacional de los próximos seis años”.  Sin embargo, el presidencialismo no es hoy lo que era antes.  El compromiso de Ernesto Zedillo es un excelente inicio pero no garantiza resultados.

La atención inmediata estará puesta en la conformación de las Cámaras de Senadores y Diputados, ya que jugarán un papel esencial en nuestra nueva democracia.  Hasta ahora parece que ningún partido tendrá mayoría absoluta en las dos, aunque el PAN tendrá la primera minoría en ambas.  Los números extraoficiales deberíamos conocerlos en uno o dos días.

De allí se concentrará la atención en el gabinete, que sabemos será plural e incluyente.  Algunos de los nombres mencionados son Jorge Castañeda, Porfirio Muñoz Ledo, Adolfo Aguilar Zinser, Luis Ernesto Derbez, Santiago Creel, Pedro Cerisola y Carlos Medina Plasencia.  Sin embargo, todos estos nombres son de colaboradores y representan la pluralidad prometida.  Más bien va a ser interesente ver quiénes del PRI y del PRD estarán invitados y a qué puestos.  También serán significativos los tiempos, es decir, la anticipación con que se anuncien los puestos y la forma en que se incorporan en la transición.

Por ejemplo, se podría pedir a José Angel Gurría que se quede al frente de Hacienda por el primer año y mandar a Luis Ernesto Derbez a ocupar la subsecretaría del ramo, o bien a alguno de mayor confianza de Vicente Fox a ocupar la Secretaría desde un inicio.  Pero para que se dé bien la transición sería interesante ver la llegada del nuevo subsecretario o secretario varios meses antes de la toma de posesión.  De esta forma se garantiza una transición más ordenada.

También será de interés la conformación del propio equipo de transición que seguramente se armará de inmediato.  Para cumplir con la promesa de Ernesto Zedillo de “una entrega transparente, pulcra y eficaz de la presente a la próxima administración” habrá que trabajar aprisa y con mucha coordinación.  Es casi un hecho que Porfirio Muñoz Ledo será el coordinador de estos esfuerzos.

En este periodo será necesario vigilar la entrega de los famosos bonos sexenales (si es que no se han entrego ya) y el cumplimiento irrestricto del presupuesto.  Seguramente habrá funcionarios que lo querrán cobrar hasta en especie.  Dado que hubo un adelanto del gasto público en la primera mitad del año, se tendrá que ejercer una mayor disciplina en esta segunda mitad.  La inflación se empieza a estancar, el déficit externo podría aumentar y el ahorro interno ha dejado de crecer.  De nuevo, el Presidente Zedillo se comprometió a cuidar “celosamente la buena marcha del país durante todo el tiempo que resta” de su mandato.  Excelente comienzo, pero ¿será suficiente?

La primera tarea que corresponderá conjuntamente a los equipos de Ernesto Zedillo y de Vicente Fox es la elaboración del presupuesto.  Seguramente el bono de legitimidad que recibe Fox a través de su victoria irrefutable ayudará a que se apruebe rápidamente.  Sin embargo, no se pueden dar el lujo de confiarse y habría que trabajar en él a través de un intenso cabildeo y negociación con los demás partidos.  Difícilmente podremos ver muchas de las promesas de campaña reflejadas de inmediato en el presupuesto de su primer año.

Un adelanto que inspiraría confianza y certidumbre en el rumbo de la siguiente administración es el Plan Nacional de Desarrollo.  El nuevo gobierno tendrá hasta fines de mayo del 2001 para su elaboración y entrega.  Sin embargo, si lo pudiera presentar al comienzo de su gobierno, tendríamos mayor conocimiento de las decisiones de política económica por venir.

En adelante existen muchas interrogantes y pocas respuestas.  En la medida en que Vicente Fox pueda ir resolviendo nuestras dudas, habrá menor incertidumbre y será más fácil la transición.


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