jueves, 28 de septiembre de 2000

El Equipo Económico de Fox

 

Pulso Económico


El Equipo Económico de Fox


Por: Jonathan Heath®


A raíz de los comentarios de Rudiger Dornbusch acerca de la falta de equipo de Vicente Fox, se han despertado dudas en torno a la experiencia y capacidad técnica de las personas que integrarán el próximo gabinete.

El fin de semana pasado, Dornbusch comentó que “México tiene ahora un nuevo Presidente que no tiene idea, no tiene equipo y no tiene un Congreso que controlar”.  Esta frase ha suscitado una gran cantidad de críticas y comentarios, tanto a favor como en contra del economista de la Universidad conocida como MIT.

La interpretación de lo dicho es relativamente sencilla para los que conocen a Dornbusch y su estilo.  Dado que no conoce personalmente a los que están colaborando con Fox, el Presidente Electo no tiene equipo.  Dado que no ha acudido a Dornbusch a pedirle consejos, Fox no tiene ideas.

La reacción óptima a esta declaración hubiera sido ignorarla.  Sin embargo, los medios le dieron vuelo y prácticamente todos los editorialistas, columnistas, comentaristas y analistas han vertido su opinión al respecto.  No es coincidencia que varios periódicos publicaran ayer en primera plana el posible gabinete de Fox.  Para asegurar que siguiera vivo el asunto, el locutor de radio Pedro Ferriz, habló a Boston, Massachussets, donde radica el controvertido profesor para que profundizara en sus comentarios.

Dornbusch dijo que “no hemos realmente sabido qué tipo de gente está colaborando con Fox.  El equipo no ha tenido experiencia ni nacional ni internacional.  Tiene que conseguirse algunos más adultos.  A lo mejor tiene que ir a la comunidad internacional para que unos líderes importantes lo asesoren.  Menos cardenistas y más gente crecida en su equipo es lo que le hace falta”.

En vez de descontar inmediatamente lo dicho por provenir de Dornbusch, vamos a analizarlo para ver si sus comentarios tienen sentido o no.  Lo primero es si conocemos realmente o no al tipo de gente que colabora con Fox.  Dado que Dornbusch es economista y habla de los problemas económicos, podemos suponer que se refiere al equipo económico en especial.

Habría que empezar con Eduardo Sojo Aldape.  El es un economista que empezó su carrera en la Secretaría de Programación y Presupuesto hace ya casi veinte años cuando salió del Tecnológico de Monterrey, junto con su compañero de generación, Tomás Yarrington, actual Gobernador de Tamaulipas.  Ha colaborado con Rogelio Montemayor y Carlos Jarque en el gobierno, donde no solamente adquirió bastante experiencia, sino fama como un economista sólido y una reputación intachable.  Ambos opinan muy bien de Eduardo Sojo.

Estudió con Lawrence Klein, premio Nobel de Economía, en la Universidad de Pennsylvania.  Sin embargo, la relación no se limitó a sus clases, sino que además fue su director de tesis y llegaron a escribir varios artículos juntos.  No hay la menor duda de que Klein avalaría ampliamente la capacidad de Sojo y opina muy diferente a Rudiger Dornbusch.  Por cierto, hay que decir que Dornbusch no solamente no ha ganado el Premio Nobel, sino que además ni siquiera ha sido candidato.

El otro colaborador es Luis Ernesto Derbez.  Antes de regresar a México hace ya unos tres o cuatro años, Derbez trabajó en el ámbito internacional, negociando con distintos gobiernos en varias partes del mundo.  Decir que no tiene experiencia internacional alguien que trabajó en el Banco Mundial por más de quince años, es francamente una muestra de ignorancia.  Igual que con Sojo, los que conocen a Derbez de tiempo atrás hablan muy bien de él, de su trato y su preparación.

El decir que estos señores no son muy adultos también es una exageración.  Sin saber sus edades, Derbez ha de tener alrededor de 50, mientras que Sojo tiene más de 40 años.  Ambos acumulan más años de experiencia que la gran mayoría de los funcionarios actuales de la Secretaría de Hacienda.  Posiblemente Dornbusch se refiere a que no tienen la experiencia o la reputación de quien fue su alumno, Pedro Aspe.  Sin embargo, cuando le dieron el nombramiento de Secretario a Aspe, éste tenía menos años de experiencia y únicamente había trabajado unos dos o tres años en el INEGI.  En ese momento, nadie sabía bien quien era, dado que su reputación la obtuvo después.

Posiblemente a los ojos de Dornbusch, Derbez no es un economista tan sólido como Pedro Aspe.  Sin embargo, es mucho más economista que José Angel Gurría, cuya experiencia anterior era en el ámbito de las relaciones internacionales y renegociaciones de deuda.  Además, Derbez se propone conservar a la mayoría del equipo actual de Hacienda (suponiendo que él es el bueno), incluyendo gente como Carlos García Moreno, el Director General de Crédito.


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martes, 26 de septiembre de 2000

La Dolarización

 

Pulso Económico


La Dolarización


Por: Jonathan Heath®


Rudiger Dornbusch, el reconocido y controvertido economista de MIT, volvió a sus andanzas al criticar a Vicente Fox por carecer de ideas y de equipo.  También reiteró su propuesta de dolarizar la economía mexicana como solución a todos nuestros problemas.

Dornbusch ha encontrado que hacer declaraciones controversiales es un vehículo ideal para incrementar su popularidad y aumentar las conferencias que pueda dar.  Con el tiempo su estrategia le ha traído mayores ingresos, pero ha perdido la seriedad que en un momento dado lo caracterizaba.  Hace diez años era reconocido por la mayoría de los economistas académicos.  No obstante, su afán por llamar la atención a través de críticas no tan merecidas, ha llevado a que cada vez son menos los que lo respetan.

En Praga dijo que “México tiene ahora un nuevo Presidente que no tiene idea, no tiene equipo y no tiene un Congreso que controlar”.  En sí, es una critica a la ligera que no merece mucha consideración, pero que refleja las ganas de herir.  A través de la última década ha realizado un sinnúmero de declaraciones similares, siempre con la idea de generar polémica.

Sabiendo que México se ha integrado mucho más a Estados Unidos a raíz del Tratado de Libre Comercio, Dornbusch dijo que “no podría encontrarse un mejor candidato que México” para dolarizar su economía.  El tema de la dolarización se volvió controversial a partir de la devaluación del peso a fines de 1994, cuando muchos economistas proponían diferentes propuestas para estabilizar al país.  Desde entonces, Dornbusch declaró que la dolarización o la implantación de un Consejo Monetario sería deseable para México, ya que permitiría tener tasas de interés similares a las de Estados Unidos.

Sin embargo, la idea nunca prosperó ya que la realidad resultó mucho más complicada.  Por ejemplo, habría que considerar los aspectos políticos como el nacionalismo, para no caer en conflictos de tal proporción como sucede actualmente en Ecuador.  Las protestas en ese país han sido tan violentas que casi provocan una guerra civil.

En sí, la propuesta no ha resultado tan benéfica como se había prometido en los países que intentaron alguna variación.  Por ejemplo, Argentina introdujo su “plan de convertibilidad” en 1991 y a la fecha sus tasas de interés se parecen mucho más a las de México que a las de Estados Unidos.  Hasta la fecha sigue en una recesión y no tiene la flexibilidad necesaria para buscar una salida.

La propuesta específica de dolarizar nuestra economía es para lograr la estabilidad macroeconómica y facilitar las transacciones comerciales con Estados Unidos.  Sin embargo, parece una propuesta demasiado drástica para reducir nuestra inflación, que ya alcanzó 9 por ciento y sigue a la baja.  Tampoco queda claro que nuestras tasas de interés bajarían mucho, ya que el capital sigue siendo un bien escaso en México.  No se ve cómo la dolarización aumentaría el ahorro interno en la proporción necesaria.

El dinero es utilizado como unidad de medida, depósito de valor y medio de intercambio.  Cuando un país tiene una inflación elevada, devaluaciones recurrentes y falta de credibilidad en las políticas de su gobierno, la gente empieza a sustituir la moneda local por una moneda extranjera, como el dólar, como unidad de medida y depósito de valor.  Cuando la gente piensa que puede venir una devaluación, existe una fuga de capitales hacia el dólar, ya que lo prefieren como depósito de valor.  La utilización del dólar como unidad de medida también la hemos visto en México al observar que muchos precios y contratos están estipulados en dólares.  Sin embargo, estas transacciones se llevan a cabo en pesos aunque sea al tipo de cambio del día de la operación.

Por lo mismo, habría que separar claramente lo que es el proceso de dolarización, que involucra el uso del dólar como unidad de medida y depósito de valor, a lo que es la sustitución de la moneda (currency substitution), que ya involucra utilizar el dólar como medio de intercambio.  Lo primero, es un proceso inevitable que se intensifica con la inestabilidad y últimamente, con la mayor integración comercial con Estados Unidos.  Lo segundo, únicamente se podría dar a través de una instrumentación formal y legal.  Aunque coloquialmente nos referimos a esto último como “dolarización”, en la literatura académica se le conoce más bien como sustitución de moneda.

Existen muchos problemas por resolver y costos por asumir al sustituir formalmente el uso del peso por el del dólar.  En situaciones extremas, como las que existieron en Argentina a principio de los noventa o en Ecuador el año pasado, los beneficios de la estabilización que traería dicha medida son visiblemente superiores a los costos.  Sin embargo, en situaciones como la que se encuentra México no queda muy claro que los beneficios superen los costos.  Entre los costos más importantes a considerar están los relacionados con la falta de flexibilidad que resultaría de no tener una política monetaria propia.

Cuando una economía sufre un shock, ya sea interno o externo, siempre existe la necesidad de ajustar ciertas variables.  Al no tener el control sobre ciertos factores, el conjunto de variables que se pueden ajustar se limitan a unos cuantos, que muchas veces no son tan fáciles de controlar.  Por ejemplo, en Argentina se ha tenido que recurrir a disminuciones en los salarios nominales, lo cual no es contemplado por la legislación laboral mexicana.  ¿Qué hubiera hecho Argentina en la actualidad si tuviera nuestra legislación laboral?

Para que la sustitución de moneda funcione adecuadamente, tendríamos primero que reformar muchos aspectos de la economía mexicana, empezando por el marco laboral.  Para que fuera un éxito, sería recomendable negociar con Estados Unidos un acuerdo laboral, similar al que pactaron los integrantes de la Comunidad Europea antes de unificar su moneda.  Por lo mismo, antes de proponer dicha medida, habría que estudiar la factibilidad política de lograr estos acuerdos.  Si no podemos llegar a un consenso sobre la reforma fiscal que tanta falta hace, ¿será posible reformar nuestra legislación laboral y llegar a un acuerdo con Estados Unidos?

Posiblemente sea algo que nos conviene en un futuro.  Sin embargo, por lo pronto tenemos otras prioridades.


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jueves, 21 de septiembre de 2000

Las Elecciones de Estados Unidos

 

Pulso Económico


Las Elecciones de Estados Unidos


Por: Jonathan Heath®


A pesar de las interminables discusiones sobre una gran gama de temas, las elecciones presidenciales en Estados Unidos casi siempre se han decidido en función de la marcha de la actividad económica.  Por lo mismo, debería ganar Al Gore.

Las elecciones para presidente en Estados Unidos se llevarán a cabo el martes 7 de noviembre.  Las encuestas muestran muy poca diferencia entre el candidato republicano, George W. Bush, y el candidato demócrata, Al Gore.  Hace varios meses Bush llevaba una delantera muy clara.  Sin embargo, después de la convención nacional del Partido Demócrata, Gore ha repuntado y ahora tiene una ligera ventaja.

Muchos analistas políticos opinan que para México habrá muy poca diferencia quien resulte ganador.  Ambos han mostrado un cierto interés en mejorar las relaciones con nosotros, pero realmente no ha sido tema de importancia en sus campañas.  No nos debería sorprender, ya que la mayoría de los electores norteamericanos están más interesados en los temas propios de su país.  Sin embargo, lo que sorprende es que tampoco habrá mucha diferencia para la economía estadounidense quien resulte ganador.

En un estudio realizado por la empresa consultora WEFA, cuyo origen viene de la escuela de negocios de Wharton de la Universidad de Pennsylvania, se llega a la conclusión que el crecimiento económico, el desempleo, la inflación y la deuda pública serán prácticamente iguales en los siguientes años, sea quien sea el ganador en las elecciones presidenciales.  El economista Michael Donnelly tomó los detalles de las propuestas de ambos candidatos y alimentó su modelo econométrico para obtener proyecciones de aquí al 2010.  A pesar de que sí existen diferencias de fondo entre las dos, el impacto macroeconómico de sus propuestas no difiere.

Por ejemplo, el crecimiento económico promedio de 2001-2010 bajo una administración de Bush será de 2.9%, comparado con Gore de 2.8%.  También existe una diferencia casi imperceptible en la inflación, ya que con Bush será 2.8% y con Gore será 2.7%.  Las mismas diferencias marginales se encuentran en otras variables, como el desempleo y las tasas de interés.  Esta conclusión refuerza la tesis de los analistas políticos mexicanos que habían opinado que para México era indistinto quien ganara estas elecciones.

Posiblemente podría existir una diferencia entre los dos en cuanto a su visión sobre el comercio exterior, lo cual habría que tomar en cuenta dada la importancia que reviste para nuestro crecimiento.  Sin embargo, ambos candidatos han ofrecido palabras que sugieren que lo apoyarían.  Por ejemplo, Gore dijo que “la globalización no es buena o mala; es una realidad con la cual tenemos que vivir.  Dado que el 96 por ciento de los consumidores viven fuera de nuestras fronteras, tenemos que seguir comerciando con el resto del mundo”.  Bush reconoce su importancia al decir que “la etapa de la prosperidad de hoy empezó en los ochenta con la apertura al comercio global”.

Otro aspecto interesante del modelo de WEFA es que no solamente proyecta la evolución probable de la economía de Estados Unidos bajo los dos candidatos, sino que pronostica quién será el ganador.  Donnelly pronostica el porcentaje de votos que obtendrá el partido que se encuentra en el poder en el momento de las elecciones, utilizando datos del crecimiento del PIB de los últimos cuatro trimestres y del desempleo promedio del año.  Le agrega una ligera ventaja al partido en el poder y llega a la conclusión de que ganará Al Gore con 56 por ciento del voto popular.

El modelo de WEFA ha pronosticado correctamente casi todas las elecciones presidenciales de Estados Unidos desde 1956.  La única excepción fue 1968 cuando ganó Richard Nixon y el modelo pronosticaba una victoria para Hubert Humphrey del Partido Demócrata.  En esa ocasión participó un candidato independiente, George Wallace, quien obtuvo 14 por ciento del voto popular, lo suficiente para quitarle la victoria a Humphrey por un escaso margen.  Wallace era miembro del partido demócrata.

Uno de los temas de mayor debate en Estados Unidos es sobre el uso que se le podría dar al superávit que tienen en el presupuesto público.  Al Gore propone reducir los impuestos por un total de 500 mil millones de dólares e incrementar el gasto en los rubros de educación, salud y protección al medio ambiente.  Ha prometido que su reducción de impuestos será diferente a las anteriores, ya que serán recortes dirigidos a ciertos segmentos de la población y a personas que cumplen con ciertos requisitos.  Aun así, Donnelly dice que de cumplir con todo lo que ha prometido, Gore llevaría al país de nuevo a un déficit público elevado de 2.2 millones de millones de dólares.  Afortunadamente, se piensa que no será el caso y que se ajustará a la realidad.


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martes, 19 de septiembre de 2000

Ahorro y Consumo

 

Pulso Económico


Ahorro y Consumo


Por: Jonathan Heath®


En el segundo trimestre del año, el consumo privado creció 9.7 por ciento.  Esta cifra no solamente representa la tasa de crecimiento más elevada desde hace varias décadas, sino que además supera al crecimiento del PIB y de la inversión privada.  Sin embargo, lo más sorprendente es que ante estas circunstancias, no se observó gran deterioro en el ahorro.

La semana pasada el INEGI dio a conocer que la tasa de crecimiento del consumo privado del segundo trimestre fue de 9.7 por ciento, la más elevada en las últimas décadas.  Esta tasa no solamente superó al crecimiento del PIB, que fue 7.6 por ciento, sino también a la inversión privada, que aumentó 9.5 por ciento.  Obviamente es una noticia positiva que la población consuma más, especialmente después de la debacle de 1995, cuando llegó a caer 11.8 por ciento.

No obstante, cuando el consumo crece más que el PIB es muy probable que el ahorro interno esté disminuyendo.  Decimos “probable” porque no es necesariamente el caso.  Pero sabemos que en el ámbito familiar, el ingreso disponible se consume o se ahorra.  Sin embargo, la contabilidad nacional es mucho más complicada y existen varios factores que influyen en el proceso del ahorro nacional.  En los últimos dos años el ahorro interno bruto (como proporción del PIB) ha decrecido y todo indicaba que nos estábamos alejando de las metas del gobierno para este año.

En 1997 el ahorro interno bruto llegó a su punto máximo para un año, 24.1 por ciento del PIB.  A nivel trimestral, observó su máximo el primer trimestre de ese año al registrar un asombroso nivel de 28.6 por ciento del PIB.  Sin embargo, a partir de entonces ha disminuido sustancialmente y llegó a 18.5 por ciento en el último trimestre del año pasado.  Ahora que hemos visto tasas de crecimiento del consumo privado muy elevadas en los dos trimestres de este año, es lógico esperar que el ahorro interno haya disminuido aún más.

Sin embargo, sorprendentemente no es el caso.  Las cifras dadas a conocer por el INEGI muestran que el ahorro interno bruto se mantuvo constante con relación al PIB en el segundo trimestre con respecto al anterior, en 22.0 por ciento.  Esto representa una mejoría de 1.7 puntos porcentuales sobre el promedio del año pasado y se acerca bastante a 22.2 por ciento, la meta del Programa Nacional del Financiamiento del Desarrollo (Pronafide) para este año.  Si realizamos la comparación con el mismo periodo del año pasado, el aumento en el ahorro interno bruto es de 0.7 por ciento.

Cuando habíamos examinado estas cifras con más detalle para el primer trimestre, encontramos noticias positivas en el hecho de que el ahorro total bruto había aumentado de 23.2 por ciento en el primer trimestre del año pasado a 25.0 por ciento en el primer trimestre de 2000.  Sin embargo, ahora vemos que esta cifra disminuye ligeramente a 24.6 por ciento del PIB en el segundo trimestre.  No obstante, sigue representando una mejoría con respecto al mismo periodo del año pasado, que fue 23.8 por ciento del PIB.

Al separar el ahorro entre interno y externo, en el primer trimestre vimos que el aumento se explicó por la combinación de una mejoría en el ahorro interno y una disminución en el ahorro externo.  Ahora en el segundo trimestre, encontramos que la ligera disminución del ahorro bruto total obedece completamente a una disminución del ahorro externo, que por definición es el déficit en la cuenta corriente de la balanza de pagos.  Este registró 3.1 por ciento del PIB en el primer trimestre y 2.6 por ciento en el segundo.  Sin embargo, al comparar las cifras con el mismo periodo del año pasado, mientras que el ahorro externo disminuyó ligeramente en el primer trimestre de este año, registró una pequeña disminución, de 2.4 a 2.6 por ciento en el segundo.  De todas formas, es una buena noticia ya que sigue contenido el ahorro externo a una cifra muy manejable, a pesar de la recuperación en la actividad económica y la fortaleza del tipo de cambio.

Otro aspecto importante de estos números es el papel que juega el cambio de inventarios.  Cuando examinamos las cifras del primer trimestre encontramos que el aumento del ahorro interno se explicaba completamente por una recuperación en los inventarios, que pasaron a 5.0 por ciento del PIB de 2.6 por ciento a principios del año pasado.  De hecho, al restar el cambio de inventarios al ahorro interno bruto, habíamos encontrado que el ahorro neto de inventarios disminuyó ligeramente, de 17.3 por ciento en el primer trimestre de 1999 a 17.0 por ciento en 2000.  Por lo mismo, al observar que el ahorro interno se mantuvo igual en el segundo trimestre, lo primero que sospechamos es que hubo de nuevo un aumento en los inventarios y una disminución en el ahorro interno neto.

Al comparar las cifras del segundo trimestre con el mismo periodo del año pasado, observamos que efectivamente los inventarios aumentan 1.0 por ciento del PIB, mientras que el ahorro interno neto de inventarios disminuye 0.4 por ciento.  Al comparar con el trimestre anterior hubo una pequeña mejoría, que se debe fundamentalmente al ciclo estacional, ya que casi siempre se ha observado que la acumulación de inventarios es mayor en el primer trimestre del año.  En este sentido, los inventarios disminuyeron de 5.0 por ciento a 4.1 por ciento del PIB, mientras que el ahorro interno neto de inventarios aumentó de 17.0 por ciento del PIB en el primer trimestre a 17.9 por ciento en el segundo.

En sí es una buena noticia para la economía mexicana, especialmente en el contexto del debate sobre el supuesto sobrecalentamiento de la economía mexicana.  A pesar del aumento extraordinario en el consumo, no existe mayor deterioro en el ahorro.  El ahorro actual no es la cifra más elevada, ya que hemos visto por lo menos cuatro trimestres con una relación mayor en lo que va del sexenio.  Tampoco significa una mejoría al mismo trimestre del año pasado (18.3 por ciento del PIB).  Sin embargo, rompe una tendencia a la baja que se maneja desde mediados del año pasado, que de continuar hubiera representado un peligro para el crecimiento a más largo plazo.



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jueves, 14 de septiembre de 2000

Las Promesas de Fox

 

Pulso Económico


Las Promesas de Fox


Por: Jonathan Heath


El Presidente Electo ganó la contienda electoral el pasado 2 de julio sobre la base de muchas promesas que tuvieron eco en la población.  Nos prometió crecimiento, empleo, estabilidad, equidad, educación y una eficaz lucha contra la pobreza y la corrupción.  Para  cumplirlas, será clave la designación del Secretario de Hacienda, quien será el encargado directo de instrumentar la política idónea.

Vicente Fox ha insistido en numerosas ocasiones que no es un neoliberal.  Aunque reconoce las virtudes del mercado, también sabe sus limitaciones.  Al autodefinirse en el juego de la geometría política, se puso un 4.5 en una escala de 0 a 10, donde 0 sería la extrema izquierda y 10 la extrema derecha, en alusión a que se consideraba de centro izquierda.  En este contexto ha prometido una política industrial comprometida con la pequeña y mediana empresas, una lucha frontal contra la pobreza y un aumento en el gasto público en los rubros de educación y salud.

También ha prometido generar empleos más allá de lo visto en el pasado.  El Presidente Ernesto Zedillo ha logrado crear más de 800 mil empleos en el último año y reducir la tasa de desempleo abierto a su nivel más bajo en su historia.  No obstante, Vicente Fox ha ofrecido mucho más, al comprometerse con la creación de un millón 350 mil empleos formales cada año.  Según sus promesas, ampliamente confirmadas por su equipo de transición, lo logrará a través de un crecimiento sostenido, sustentable y equitativo.  Buscará incrementar la competitividad y eficiencia del aparato productivo, aumentar el ahorro interno, ampliar la infraestructura pública e incorporar a la pequeña y mediana empresas a los beneficios de la apertura comercial.  Todo esto, dentro del marco de finanzas públicas sanas.

Queda claro que no será tarea fácil.  Para esto será indispensable tener un equipo sólido de colaboradores, frescos e inteligentes, con ideas innovadoras y comprometidos con los objetivos planteados por Fox.  Será central la figura del Secretario de Hacienda, quien será el encargado directo de instrumentar la política idónea y de comandar a este brillante equipo.  Por lo menos, esto es lo que esperamos.

De antemano ya podemos describir el perfil del próximo Secretario de Hacienda.  Tiene que ser una persona verdaderamente comprometida con la lucha contra la pobreza y no otro tecnócrata neoliberal que crea que la pobreza se puede resolver a través de la oferta y la demanda.  Tiene que ser alguien que entienda bien el problema del desempleo en nuestro país y que no lo descarte diciendo que es un mito genial.

Para concretar la reforma fiscal, tiene que ser una persona humilde y capaz de cabildear, negociar y dialogar abiertamente con el Congreso y con los distintos grupos de presión.  Necesita saber escuchar con la idea de incorporar las inquietudes de la población a la política económica.  No puede ser alguien que de antemano crea tener todas las respuestas.  Sobre todo no puede ser arrogante.

No solamente tiene que buscar fórmulas para equilibrar el presupuesto y obtener un superávit público a partir del tercer o cuarto año de gobierno, sino que tiene que hacerlo con total transparencia, sin manipulación de cifras y sin querer eliminar conceptos de los requisitos financieros del sector público para cumplir sus metas.  Tiene que ser alguien incapaz de hipotecar al país con Tesobonos, que llevaron a millones de mexicanos a la miseria hace seis años.

Finalmente, tiene que ser una persona honesta, abierta y transparente.  Su designación tiene que quedar libre de cualquier bagaje del pasado.  No podemos darnos el lujo de un Secretario comprado por un empresario rico que hizo aportaciones financieras a la campaña presidencial.

¿Quién tiene este perfil?  Seguramente los buscadores de talento que contrató Vicente Fox ya tienen una terna lista para la elección final.  No obstante, resulta sumamente inquietante el rumor de que Fox considera como candidato para el puesto al rey de los Tesobonos, el que cree que el desempleo es un mito genial, quien manipuló las finanzas públicas para aparentar que eran sanas, el campeón de la arrogancia, el primer tecnócrata neoliberal del Salinismo.

Si este rumor negro resulta certero, entonces se confirma que Fox olvida rápidamente la historia de México.  Resultaría insignificante no recordar el año en que se expropió el petróleo, si ni siquiera recuerda los acontecimientos de 1994.  Peor aun, sin haber empezado su sexenio, ya quedaría marcado como otro Presidente mentiroso, que nos engaño diciendo que realmente le preocupaba la pobreza y que nos ofrecía un cambio de fondo.

Sin embargo, esperaríamos que este rumor es simplemente un mito genial y vamos a tener un Secretario de Hacienda capaz, a la altura correcta para enfrentar nuestros retos.



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martes, 12 de septiembre de 2000

El Debate sobre la Paridad

 

Pulso Económico


El Debate sobre la Paridad


Por: Jonathan Heath


En el ámbito macroeconómico la valuación del tipo de cambio que resulte de la interacción de la oferta y la demanda es la correcta.  Hasta aquí tiene razón el gobierno.  Sin embargo, a nivel microeconómico surgen muchos problemas, que pueden llevar a cambios fundamentales en nuestra economía.

El debate sobre la valuación correcta del tipo de cambio se ha enfocado a si existe o no una supuesta sobrevaluación.  Los que creen que sí, aplican la teoría de la paridad del poder adquisitivo y argumentan que el tipo de cambio debe reflejar el diferencial de inflación entre México y Estados Unidos.  Dado que la moneda no se ha movido a la par que este diferencial, existe una sobrevaluación.  Las consecuencias son que las empresas están perdiendo su competitividad para exportar y las importaciones se vuelven más baratas, lo cual lleva a un crecimiento en el déficit externo.  La conclusión es que tarde o temprano va a existir una depreciación sustancial, que puede ser abrupta y traumática.  Por lo mismo, el gobierno debería de aplicar una política económica para corregir el tipo de cambio y evitar un ajuste sorpresivo.

El gobierno argumenta que en el corto plazo la valuación del tipo de cambio es la correcta, ya que la determina el mercado.  Si en un futuro las condiciones cambian, la misma flexibilidad del régimen de flotación permitirá que el tipo de cambio se ajuste en forma correspondiente.  Por lo mismo, no hay nada que hacer más que asegurar que existe la flexibilidad necesaria.

En principio, el debate lo tienen ganado el gobierno y el Banco de México.  Por cada empresa que se queja de una pérdida de competitividad, existe otra que todavía exporta con mucho éxito y a la que inclusive le conviene una moneda fuerte.  Difícilmente se podría explicar el hecho de que las exportaciones no petroleras crecen a casi 20 por ciento anual y que entran al país más de 3 mil millones de dólares en inversión extranjera directa cada trimestre, si el tipo de cambio estuviera exageradamente sobrevaluado.  Más bien, existen muchas empresas que ven oportunidades de negocios al tipo de cambio actual y por lo mismo, existen amplios flujos de capital hacia el país.

Sin embargo, el debate se ha quedado en el plano macroeconómico en el que la lógica favorece al gobierno.  Pero esto no significa que la apreciación de la moneda sea irrelevante.  Tiene muchas implicaciones a nivel microeconómico que habría que considerar, ya que de sostenerse la tendencia actual, se dará una transformación industrial de fondo.  En especial, debería tomar nota el equipo económico del Presidente entrante, ya que ha hablado de aplicar una política industrial más participativa y dirigida a apoyar los sectores más rezagados y marginados.

De entrada, existe una relación directa entre el valor del tipo de cambio y los salarios.  Una moneda fuerte favorece el poder adquisitivo de los salarios, mientras que una depreciación lo perjudica.  Casi siempre los que recomiendan una depreciación inducida para evitar una supuesta sobrevaluación son los empresarios, que buscan salarios más bajos para poder competir mejor en el exterior.  Sin lugar a dudas, uno de los factores más importantes en la explicación del abatimiento inflacionario de los últimos dos años y de la reciente recuperación de los salarios reales, es el comportamiento del tipo de cambio.  De inducir una depreciación, se volvería más difícil el abatimiento de la inflación y perjudicaría el poder adquisitivo de la clase obrera.

Sin embargo, el ajuste en el nivel general de precios y salarios no es parejo.  Esto significa que aunque la apreciación del tipo de cambio puede incrementar el costo laboral, la reducción generalizada en la inflación puede beneficiar a ciertas empresas.  También puede suceder al revés, es decir, el aumento en el costo de los insumos internos puede ser de mayor perjuicio que el aumento en el costo de la mano de obra.  Al final de cuentas, depende del sector y de la empresa, y de donde provienen sus insumos.

Para algunas empresas, la apreciación no les afecta ya que la mayoría de sus insumos son importados.  Sin embargo, aun en este caso puede ser que ciertas empresas pierdan, dependiendo de los costos de transporte.  Por ejemplo, puede ser que una empresa mexicana que utiliza insumos importados, compita con otra empresa extranjera cuyo domicilio es muy cercano al origen de sus insumos.  Por lo mismo, compite con una empresa que casi no tiene costos de transporte.

En este sentido, puede ser que se mantenga el equilibrio macroeconómico con la apreciación de la moneda, al compensar más importaciones con mayores flujos de capital.  No obstante, con el tiempo muchas empresas cambiarán de insumos producidos internamente a insumos importados.  Esto favorece al desarrollo de la industria de la maquila de exportación y perjudica el desarrollo de una industria de exportación con mayor valor agregado.

Sin lugar a dudas, el tipo de cambio real, es decir, el nivel competitivo del tipo de cambio, no es constante a través del tiempo.  Al observar su comportamiento en una gráfica podemos constatar que casi nunca se han presentado periodos de estabilidad, sino más bien casi siempre aumenta o disminuye.  Entre el pico y el valor más bajo encontramos una variación de alrededor de 200 por ciento.  Es casi imposible que una empresa pueda planear a largo plazo si enfrenta este tipo de variaciones en sus costos.  Esto significa que empresas que pudieran ser sumamente eficientes en ciertos periodos, se vuelven totalmente inoperantes con el tiempo.  Por más que se le diga al empresario que tiene que ser más competitivo a través de factores distintos al tipo de cambio, difícilmente puede superar una variación tan amplia en sus costos.

Por lo mismo, mientras que la apreciación de la moneda puede ser justificada en el ámbito macroeconómico, siempre va a causar estragos en el plano microeconómico.  Si no resulta eficiente pedir modificaciones en la política cambiaria para evitar este tipo de problemas, por lo menos el gobierno debería de tomar más conciencia de las implicaciones microeconómicas y tener una política industrial que responda a este tipo de realidades.



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jueves, 7 de septiembre de 2000

La Paridad y el Mercado

 Pulso Económico


La Paridad y el Mercado


Por: Jonathan Heath


Reforma revivió ayer el debate sobre los peligros de un peso fuerte, al comparar las opiniones de empresarios con analistas.  Los que defienden la apreciación dicen que es resultado de la libre interacción de las fuerzas del mercado.  Por lo mismo, lo que deberíamos cuestionar es la certeza del mercado.

En el transcurso de los últimos cinco años, en este espacio hemos señalado las severas limitaciones de la teoría de la paridad del poder adquisitivo, que supuestamente calcula el nivel de sub o sobrevaluación del peso.  A pesar de sus múltiples fallas e inmensa subjetividad, es utilizado aún por muchos analistas.  Por ejemplo, ayer se publicó una gráfica que estima que el peso esta sobrevaluado 33.2 por ciento, al utilizar a 1996 como año de referencia.

Pensar que 1996 es buen año no solamente es totalmente subjetivo, sino además difícil de defender.  De entrada fue un año todavía con mucha inflación y alta volatilidad en el tipo de cambio.  No sólo fue un momento de alta inestabilidad sino además el comienzo de una frágil recuperación de la recesión del año anterior.  Si pensamos que el tipo de cambio estuvo bien valuado en esa ocasión, significa que únicamente hemos tenido una valuación correcta (o subvaluación) en los momentos de las peores crisis.  ¿Quiere decir que necesitamos vivir en una crisis para tener la valuación adecuada de nuestra moneda?

Este es justamente uno de los problemas de la utilización del diferencial de inflación entre México y el exterior para calcular el tipo de cambio supuestamente correcto.  No importa qué año se tome como base, va a ser altamente criticable.  La razón es que el tipo de cambio real, ya descontado la inflación, tiene una elevada variación a través del tiempo.

Sin embargo, a pesar de sus múltiples deficiencias, los analistas lo utilizan para justificar su creencia de que el tipo de cambio está desalineado, es decir, sobrevaluado.  Por lo mismo, es necesario que el gobierno instrumente algún tipo de política para inducir una depreciación.

El otro lado del debate dice que ante la imposibilidad de calcular con certeza el tipo de cambio correcto, dejemos la tarea al mercado.  Si el régimen cambiario es de una flotación libre, el precio del dólar va a ser el que determine la interacción entre la oferta y la demanda.  Si el tipo de cambio se aprecia, es que existe más oferta que demanda.  Mientras exista esta forma de determinar la paridad, no puede estar mal valuada.

Los que están a favor de la paridad del poder adquisitivo alegan que el mercado está equivocado, ya que el aumento en los costos que significa la inflación, no se está incorporando en el precio.  El resultado es que las empresas pierden competitividad y se dificulta la tarea de exportar.  Al mismo tiempo, las importaciones se hacen más baratas y crean una competencia desleal a los productos manufacturados en el país.

Los que favorecen al mercado alegan que en la medida en que los empresarios dejan de exportar, el tipo de cambio se deprecia.  Sin embargo, por lo pronto no ha ocurrido, signo de que el tipo de cambio no esta mal valuado.  Si las circunstancias cambian, la flexibilidad del régimen cambiario permitirá las correcciones necesarias.

En medio del debate, el punto más flaco es la debilidad de la teoría de la paridad de poder adquisitivo.  Por lo mismo, las autoridades han sostenido que lo mejor que se puede hacer es simplemente dejar que el mercado funcione sin interferencias.  Sin embargo, lo que faltaría preguntar es ¿realmente funciona bien el mercado?  Puede ser que a la larga el mercado encuentre su equilibrio, pero no es muy eficiente en el corto plazo.

Es evidente que la apreciación del tipo de cambio afecta en forma importante a muchos exportadores.  Como ejemplo, podemos ver la industria nacional de los neumáticos que está a punto de desaparecer con el cierre de la planta de Michelín el mes pasado y la inminente amenaza de la planta de Euzkadi en Guadalajara.  No obstante, sobran ejemplos de empresas que están golpeadas por la apreciación del tipo de cambio.

Sin embargo, por cada ejemplo negativo, existe otro positivo, de empresas que siguen exportando y que todavía ven mucho futuro en el país.  Difícilmente estaríamos observando 6.7 mil millones de dólares de inversión extranjera directa en la primera mitad del año si no existiera el panorama de negocios exitosos.  Por una razón u otra existe una gran oferta de divisas en el país.  El problema de los empresarios es que no pueden ver la totalidad del mercado, sino únicamente su industria.  Al ver que tienen problemas con la apreciación cambiaria, automáticamente piensan que todos han de enfrentar la misma situación.

En el ámbito macroeconómico, es decir, a través de agregar todos los mercados, la valuación del tipo de cambio que resulte de la interacción de la oferta y la demanda es la correcta.  Hasta aquí tiene razón el gobierno.  Sin embargo, a nivel microeconómico surgen muchos problemas, que pueden llevar a cambios fundamentales en nuestra economía.  De estos hablaremos el martes próximo.


Sugerencias y comentarios al email: heath@infosel.net.mx


martes, 5 de septiembre de 2000

La Deuda Cancelada

 

Pulso Económico


La Deuda Cancelada


Por: Jonathan Heath


El 31 de agosto se liquidó la totalidad de los adeudos que teníamos con el FMI por alrededor de tres mil millones de dólares, tal y como se había anunciado el pasado 10 de julio.  La medida fue criticada por diputados del PRD, quienes en vez de aplaudir el hecho, demuestran de nuevo su confusión ideológica.

La izquierda critica el papel del FMI y las políticas draconianas que impone como condición para conceder préstamos a los países necesitados.  ¿Cómo es posible condicionar préstamos a que el gobierno imponga una austeridad que significa posponer la atención a la población marginada?  ¿Cómo justificar recortes al gasto social para asegurar los pagos a las instituciones financieras internacionales?  No cabe en la lógica de la izquierda poner primero los compromisos con los ricos y sacrificar el bienestar de los pobres.

La izquierda ha sostenido que los préstamos condicionados del FMI atentan contra la soberanía y humillan a los gobiernos.  La deuda con este organismo es un recuerdo constante de que nuestro campo de acción está limitado.  Es una obligación impuesta desde fuera, que dicta la privatización, mayor apertura y demás políticas neoliberales.  Por lo mismo, la cancelación total de estos pasivos y la liberación de nuestra política económica debería ser motivo de celebración de la izquierda mexicana.

Sin embargo, no es así.  Al conocer la noticia, surgió la crítica de un grupo de diputados del PRD, que quiere llamar a cuentas a José Angel Gurría.  Argumenta que la ley del presupuesto establece que los excedentes petroleros se deben aplicar primero a las partidas que habían sufrido recortes.  ¿Cómo es posible desviar recursos que podrían destinarse al combate a la pobreza para liquidar una deuda con el FMI?

Más que el reflejo de una preocupación genuina, esta critica demuestra la ignorancia de los diputados sobre la materia financiera.  De entrada, los recursos que se utilizaron para liquidar esta deuda no son propiedad del gobierno federal ni implicó uso alguno del presupuesto de la Federación.  Las finanzas públicas quedaron intactas, ya que se trata de la deuda del Banco de México, organismo autónomo y de naturaleza distinta a la del gobierno.  El Banco Central utilizó recursos provenientes de las reservas internacionales, que es parte del respaldo de la masa monetaria del país.

El gobierno federal tiene grandes compromisos de gasto, que son financiados a través de los ingresos tributarios y otras fuentes de recursos como los derechos de exportación de petróleo.  El gasto que no alcanza a cubrir representa el déficit público y es financiado a través de préstamos y emisión de bonos.  La ley prohíbe al gobierno obtener financiamiento a través del Banco de México, ya que sus recursos tienen una naturaleza muy distinta.

El Banco de México emite los billetes y moneda para facilitar las transacciones diarias.  Sin embargo, no puede emitir cualquier cantidad, ya que los excesos producen inflación.  Por lo mismo, tiene que cuidar que la masa monetaria tenga un respaldo y que su manejo sea el adecuado.  Parte del respaldo consiste precisamente en las reservas internacionales.

Cuando el gobierno recibe los recursos del exterior por la exportación de petróleo, le vende los dólares obtenidos al Banco de México a cambio de pesos.  Estos pesos constituyen ingresos del gobierno y son utilizados para financiar su gasto.  A su vez, los dólares que obtiene el Banco Central constituyen parte de su reserva y funcionan como respaldo de los pesos en circulación.  En tiempos de crisis, cuando se presenta una fuga de capital, disminuyen las reservas internacionales y por lo tanto, existe menos respaldo de la masa monetaria del país.  En estas instancias, el FMI otorga préstamos directos al Banco Central para que no se agoten sus reservas.  Estos préstamos de divisas no son recursos para el gobierno federal, sino sirven únicamente para propósitos del Banco de México.  Si en un momento dado el gobierno requiere realizar pagos al exterior, acude al Banco de México para que le venda las divisas necesarias.  En otras palabras, son cuentas totalmente separadas y para funciones diferentes.

Todos los bancos centrales tienen necesidad de contar con reservas internacionales, que constituyen un respaldo fundamental del dinero en circulación.  Sin embargo, cuando el FMI le presta divisas a los bancos centrales, no lo consideran como parte de su reserva neta.  Más bien es una reserva bruta que tiene como contrapartida un pasivo con el FMI.  Por lo mismo, el Banco de México mantiene dos diferentes definiciones de reservas: sus reservas netas, que constituyen la totalidad de las divisas menos las obligaciones de corto plazo; y los activos internacionales netos, que concuerdan con la definición del FMI al no incluir los pasivos con este organismo.

Esto significa que de acuerdo a la definición propia del Banco de México (las reservas internacionales netas), las reservas disminuyen en tres mil millones de dólares.  Sin embargo, de acuerdo a la definición del FMI (los activos internacionales netos), las reservas quedan inalteradas.  Simplemente el Banco de México traslada dólares de su cuenta en Nueva York a la cuenta del FMI, cancelando el pasivo que existía.

Las reservas internacionales no constituyen patrimonio del gobierno federal, ni están disponibles para su uso.  Si el gobierno federal requiere divisas, tiene que entregar la cantidad equivalente de pesos al Banco de México para que éste le venda los dólares.  Por lo mismo, la critica de los diputados del PRD simplemente no cabe.

Todos los préstamos del FMI son a los bancos centrales, ya que la naturaleza del préstamo es para respaldar las reservas internacionales y evitar una crisis en la balanza de pagos.  Sin embargo, cuando se otorga ese préstamo, siempre se suscribe un convenio que compromete la política macroeconómica, tanto del Gobierno Federal como del Banco Central, ya que el FMI lo considera necesario para evitar una crisis externa.  El resultado es que queda limitado el campo de acción tanto del gobierno como de las autoridades monetarias.  Ahora, con la cancelación total de esta deuda, nuestro gobierno tendrá una mayor libertad para instrumentar una política económica diferente.  ¿No es esto lo que siempre ha pedido la izquierda en nuestro país?


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