martes, 12 de septiembre de 2000

El Debate sobre la Paridad

 

Pulso Económico


El Debate sobre la Paridad


Por: Jonathan Heath


En el ámbito macroeconómico la valuación del tipo de cambio que resulte de la interacción de la oferta y la demanda es la correcta.  Hasta aquí tiene razón el gobierno.  Sin embargo, a nivel microeconómico surgen muchos problemas, que pueden llevar a cambios fundamentales en nuestra economía.

El debate sobre la valuación correcta del tipo de cambio se ha enfocado a si existe o no una supuesta sobrevaluación.  Los que creen que sí, aplican la teoría de la paridad del poder adquisitivo y argumentan que el tipo de cambio debe reflejar el diferencial de inflación entre México y Estados Unidos.  Dado que la moneda no se ha movido a la par que este diferencial, existe una sobrevaluación.  Las consecuencias son que las empresas están perdiendo su competitividad para exportar y las importaciones se vuelven más baratas, lo cual lleva a un crecimiento en el déficit externo.  La conclusión es que tarde o temprano va a existir una depreciación sustancial, que puede ser abrupta y traumática.  Por lo mismo, el gobierno debería de aplicar una política económica para corregir el tipo de cambio y evitar un ajuste sorpresivo.

El gobierno argumenta que en el corto plazo la valuación del tipo de cambio es la correcta, ya que la determina el mercado.  Si en un futuro las condiciones cambian, la misma flexibilidad del régimen de flotación permitirá que el tipo de cambio se ajuste en forma correspondiente.  Por lo mismo, no hay nada que hacer más que asegurar que existe la flexibilidad necesaria.

En principio, el debate lo tienen ganado el gobierno y el Banco de México.  Por cada empresa que se queja de una pérdida de competitividad, existe otra que todavía exporta con mucho éxito y a la que inclusive le conviene una moneda fuerte.  Difícilmente se podría explicar el hecho de que las exportaciones no petroleras crecen a casi 20 por ciento anual y que entran al país más de 3 mil millones de dólares en inversión extranjera directa cada trimestre, si el tipo de cambio estuviera exageradamente sobrevaluado.  Más bien, existen muchas empresas que ven oportunidades de negocios al tipo de cambio actual y por lo mismo, existen amplios flujos de capital hacia el país.

Sin embargo, el debate se ha quedado en el plano macroeconómico en el que la lógica favorece al gobierno.  Pero esto no significa que la apreciación de la moneda sea irrelevante.  Tiene muchas implicaciones a nivel microeconómico que habría que considerar, ya que de sostenerse la tendencia actual, se dará una transformación industrial de fondo.  En especial, debería tomar nota el equipo económico del Presidente entrante, ya que ha hablado de aplicar una política industrial más participativa y dirigida a apoyar los sectores más rezagados y marginados.

De entrada, existe una relación directa entre el valor del tipo de cambio y los salarios.  Una moneda fuerte favorece el poder adquisitivo de los salarios, mientras que una depreciación lo perjudica.  Casi siempre los que recomiendan una depreciación inducida para evitar una supuesta sobrevaluación son los empresarios, que buscan salarios más bajos para poder competir mejor en el exterior.  Sin lugar a dudas, uno de los factores más importantes en la explicación del abatimiento inflacionario de los últimos dos años y de la reciente recuperación de los salarios reales, es el comportamiento del tipo de cambio.  De inducir una depreciación, se volvería más difícil el abatimiento de la inflación y perjudicaría el poder adquisitivo de la clase obrera.

Sin embargo, el ajuste en el nivel general de precios y salarios no es parejo.  Esto significa que aunque la apreciación del tipo de cambio puede incrementar el costo laboral, la reducción generalizada en la inflación puede beneficiar a ciertas empresas.  También puede suceder al revés, es decir, el aumento en el costo de los insumos internos puede ser de mayor perjuicio que el aumento en el costo de la mano de obra.  Al final de cuentas, depende del sector y de la empresa, y de donde provienen sus insumos.

Para algunas empresas, la apreciación no les afecta ya que la mayoría de sus insumos son importados.  Sin embargo, aun en este caso puede ser que ciertas empresas pierdan, dependiendo de los costos de transporte.  Por ejemplo, puede ser que una empresa mexicana que utiliza insumos importados, compita con otra empresa extranjera cuyo domicilio es muy cercano al origen de sus insumos.  Por lo mismo, compite con una empresa que casi no tiene costos de transporte.

En este sentido, puede ser que se mantenga el equilibrio macroeconómico con la apreciación de la moneda, al compensar más importaciones con mayores flujos de capital.  No obstante, con el tiempo muchas empresas cambiarán de insumos producidos internamente a insumos importados.  Esto favorece al desarrollo de la industria de la maquila de exportación y perjudica el desarrollo de una industria de exportación con mayor valor agregado.

Sin lugar a dudas, el tipo de cambio real, es decir, el nivel competitivo del tipo de cambio, no es constante a través del tiempo.  Al observar su comportamiento en una gráfica podemos constatar que casi nunca se han presentado periodos de estabilidad, sino más bien casi siempre aumenta o disminuye.  Entre el pico y el valor más bajo encontramos una variación de alrededor de 200 por ciento.  Es casi imposible que una empresa pueda planear a largo plazo si enfrenta este tipo de variaciones en sus costos.  Esto significa que empresas que pudieran ser sumamente eficientes en ciertos periodos, se vuelven totalmente inoperantes con el tiempo.  Por más que se le diga al empresario que tiene que ser más competitivo a través de factores distintos al tipo de cambio, difícilmente puede superar una variación tan amplia en sus costos.

Por lo mismo, mientras que la apreciación de la moneda puede ser justificada en el ámbito macroeconómico, siempre va a causar estragos en el plano microeconómico.  Si no resulta eficiente pedir modificaciones en la política cambiaria para evitar este tipo de problemas, por lo menos el gobierno debería de tomar más conciencia de las implicaciones microeconómicas y tener una política industrial que responda a este tipo de realidades.



Sugerencias y comentarios al email: heath@infosel.net.mx


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