martes, 19 de diciembre de 2000

La Marcha de la Economía

 

Pulso Económico


La Marcha de la Economía


Por: Jonathan Heath®


Las autoridades monetarias han manifestado su preocupación por los efectos nocivos de una economía que crece demasiado rápido desde hace nueve meses.  En consecuencia, han incrementado seis veces en el transcurso del año su postura restrictiva de la política monetaria.  Sin embargo, la actividad económica sigue creciendo con gran dinamismo sin mostrar signos de una desaceleración.

El 15 de noviembre pasado, el INEGI reportó que el Producto Interno Bruto (PIB) del tercer trimestre había aumentado 7.0 por ciento con respecto al mismo trimestre del año anterior.  Dado que el primer y segundo trimestres habían crecido a tasas de 7.9 y 7.6 por ciento respectivamente, este dato fue interpretado como el comienzo de una desaceleración.  La mayoría de los analistas preveían que el cuarto trimestre crecería a una tasa sensiblemente menor, ya que la política restrictiva del Banco de México y el menor gasto público posterior a las elecciones, marcarían la pauta para que la actividad económica fuera creciendo a tasas menores.  Inclusive, hasta hace poco el consenso de los analistas encuestados por el Banco Central era que la economía crecería 6.8 por ciento en el año, lo que implica que el cuatro trimestre avanzaría únicamente 4.7 por ciento.

Sin embargo, la información acumulada en el transcurso de las últimas cinco semanas apunta en otra dirección.  Ya con el detalle que ofrece la desagregación por el lado de la demanda, encontramos que no hubo una incipiente desaceleración en el tercer trimestre, sino que inclusive se aceleró aún más la marcha de la economía.  Los pocos datos que tenemos disponibles para el cuarto trimestre, sugieren que sigue con la misma fortaleza.

El gobierno utilizó un supuesto de 7.1 por ciento de crecimiento para este año en la elaboración del presupuesto para el 2001, lo que implica un crecimiento de 5.9 por ciento para el cuarto trimestre.  Sin embargo, es muy probable que las ventas navideñas este año sean muy elevadas, ya que la masa salarial ha registrado un crecimiento importante, tanto por una mayor generación de empleo como por el aumento en los salarios reales.  De ser así, no nos debería sorprender que el cuarto trimestre crezca cerca de 7 por ciento e inclusive más, lo que significaría un aumento en el PIB entre 7.3 y 7.5 por ciento para el año.

Mientras que el PIB creció 7.0 por ciento en el tercer trimestre, menos que el 7.6 por ciento del trimestre anterior, la oferta agregada aumentó 11.4 por ciento, ligeramente superior al crecimiento observado en el segundo trimestre (11.2 por ciento).  La oferta agregada es la suma del PIB y de las importaciones.  La diferencia radica precisamente en que el aumento en las importaciones fue superior al crecimiento del trimestre anterior.

Por el lado de la demanda, podemos observar que todos los componentes crecieron más en el tercer trimestre que en el segundo.  El consumo privado aumentó 10.2 por ciento, más que el 9.7 por ciento observado en el segundo trimestre.  Este ritmo de crecimiento es mayor al observado en los mejores años del boom petrolero.  El dinamismo de este componente se refleja en el hecho de que su tasa de crecimiento ha sido superior al inmediato anterior por siete trimestres consecutivos.

Sin embargo, la aceleración no se limita únicamente al consumo privado.  El consumo del gobierno aumentó 6.0 por ciento, más que el 4.9 por ciento del trimestre anterior.  La inversión fija bruta creció 11.1 por ciento, mayor al 10.5 por ciento del segundo trimestre.  Las exportaciones registraron una tasa de crecimiento de 17.2 por ciento, superior al anterior de 15.9 por ciento.  Los componentes más importantes (consumo, inversión y exportaciones) crecieron todos a tasas de dos dígitos.  Sin lugar a dudas, el dinamismo es homogéneo.

Toda la información del inicio del cuarto trimestre con que contamos hasta la fecha, indica que el ritmo de crecimiento sigue igual.  La semana pasada, el INEGI reportó que la actividad industrial en octubre creció 7.3 por ciento, casi un punto porcentual más que en el mes de septiembre.  Anteriormente vimos que la tasa de desempleo para el mismo mes registró la tasa más baja en su historia.  Las importaciones crecieron a la tasa más elevada de los últimos cinco meses.  Por último, el nuevo Sistema de Indicadores Compuestos señala que no hay desaceleración a la vista.

¿Qué es lo que ha motivado la fortaleza con que se ha dado el crecimiento?  Los dos factores principales son la demanda elevada de nuestras exportaciones como consecuencia de la expansión norteamericana y el consumo privado que se ha visto alimentado por la expansión de la masa salarial.  En las últimas semanas, varios indicadores de la actividad económica de Estados Unidos sugieren que ya empezó a desacelerarse en forma muy clara.  Esto significa que deberíamos sentir en los próximos meses una disminución en el ritmo de crecimiento de nuestras exportaciones.

No obstante, la desaceleración en el consumo no parece estar a vuelta de la esquina.  Dado que se ha generado bastante empleo a través de los últimos años, la tasa de desempleo registra un nivel difícil de superar.  Esto se ha traducido en problemas en la disponibilidad de mano de obra calificada y la variable de ajuste ahora es el salario real.  Por lo mismo, son mucho más mexicanos que antes los que tienen trabajo y han recibido un aumento en su poder adquisitivo.  Muchos no tuvieron la oportunidad de aumentar su gasto por muchos años y acumularon los deseos de comprar muchas cosas.  Esta es la primera vez en mucho tiempo que han sentido que ahora sí pueden adquirir más bienes y servicios.  Dado que la producción nacional no satisface esta demanda, va a continuar el crecimiento de las importaciones por un rato más.

En el corto plazo, que podrían ser los siguientes dos o tres trimestres, vamos a observar que las exportaciones disminuyen mientras que las importaciones siguen creciendo a tasas más elevadas.  Parte de la disminución de las exportaciones significa por sí misma una reducción en las importaciones, ya que nuestras exportaciones contienen un alto contenido de insumos importados.  Sin embargo, no será suficiente para evitar un aumento importante en el déficit comercial en los siguientes meses.


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jueves, 14 de diciembre de 2000

Indicadores Adelantados

 

Pulso Económico


Indicadores Adelantados


Por: Jonathan Heath®


El INEGI dio a conocer su Sistema de Indicadores Compuestos, que consiste en dos índices: el Coincidente y el Adelantado.  Con esta información mensual, tendremos más elementos para anticipar el rumbo de la economía y para analizar los ciclos económicos del país.

El INEGI dará a conocer mensualmente dos indicadores compuestos, el Coincidente y el Adelantado, que nos ayudará a anticipar los puntos de inflexión en los ciclos económicos de nuestro país.  Los ciclos económicos son los incrementos y disminuciones recurrentes en la actividad económica general, reflejado en producción, empleo, utilidades y precios.  Están asociados a las sociedades en que estos elementos se determinan principalmente a través de un sistema de mercado y son un reflejo de la inhabilidad del mercado para acomodar sin problemas factores como nuevas tecnologías, competencia, productos, riesgos y shocks externos.

Los ciclos no tienen un comportamiento periódico similar, sino que cada uno tiene sus propias características en cuando a duración y profundidad.  Sin embargo, cada ciclo tiene su pico y su punto más bajo y pasa por distintas fases conocidas como recesión, recuperación y expansión.  Además, pueden llegar a tener fases adicionales de contracción y depresión.

En Estados Unidos, las fechas exactas del inicio y terminación de cada una de estas fases las determina un comité de economistas bajo el auspicio del National Bureau of Economic Research (NBER), a través de la evaluación de un amplio número de indicadores económicos.  En principio, aunque no exactamente, estas fechas coinciden con los picos y puntos bajos del Indicador “Coincidente”.

En México no contábamos con estos indicadores compuestos y no existía un marco de referencia formal para establecer las fechas de nuestros propios ciclos.  En la mayoría de los casos, utilizábamos la definición popular de una recesión, que consiste en por lo menos dos trimestres consecutivos de crecimiento negativo del PIB.  Sin embargo, esta aproximación no puede apuntar un mes específico y no toma en cuenta un conjunto más amplio de indicadores como es el caso en Estados Unidos.

La razón por la cual se asemeja mucho el Indicador Coincidente con las fechas que establece el NBER, es que los dos toman en cuenta básicamente el mismo conjunto de indicadores compuestos.  El nuevo Indicador Compuesto Coincidente del INEGI incorpora el PIB mensual, la actividad industrial, el número de asegurados permanentes del IMSS, las ventas al menudeo, los salarios de la industria maquiladora de exportación y la tasa de ocupación parcial y desocupación.  A través de este indicador podemos establecer las fechas de los ciclos económicos de 1980 a la fecha.

De entrada, el indicador establece cuatro recesiones: mayo 1982 a mayo 1983; septiembre 1985 a octubre 1986; octubre 1992 a noviembre 1993; y noviembre 1994 a julio 1995.  Anteriormente, no considerábamos la tercera (de 1993) como recesión, sino únicamente como un periodo de desaceleración.

La fase de recuperación empieza al terminar la recesión y dura hasta que el índice vuelve al nivel del pico anterior.  A partir de ese momento da inicio la fase de expansión.  De esta manera, se inició una fase de recuperación a partir de diciembre 1993, que nunca llegó a convertirse en expansión, ya que llegó la recesión en noviembre 1994 antes de que el índice llegara al pico observado en octubre 1992.  Por lo mismo, no fue hasta agosto 1997 que inicia la fase actual de expansión.  Esto significa que nos encontramos en la fase de expansión del ciclo actual, que arrancó en octubre 1992.

Si analizamos el segundo indicador compuesto “adelantado”, podemos observar que anticipó adecuadamente tres recesiones con un promedio de siete meses de aviso, mientras que en una ocasión, no dio señales suficientemente claras.  Sin embargo, en dos ocasiones dio señales falsas al anticipar una recesión que nunca cuajó.  Por lo mismo, podemos concluir que aunque será una ayuda en nuestro análisis de la economía, no lo podemos considerar como un indicador adelantado infalible.


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martes, 12 de diciembre de 2000

¿Mensajes Subliminales?

 

Pulso Económico


¿Mensajes Subliminales?


Por: Jonathan Heath®


El marco macroeconómico de los Criterios Generales de Política Económica que acompaña la Iniciativa de Ley de ingresos y el Proyecto de Presupuesto de Egresos de la Federación correspondientes al año 2001, tiene varias inconsistencias que vale la pena analizar.

La semana pasada, el Poder Ejecutivo entregó al Honorable Congreso de la Unión el paquete completo de presupuesto, que consiste en la iniciativa de Ley de Ingresos, tres iniciativas de decretos que reforman, adicionan y derogan diversas disposiciones tanto fiscales como de las leyes aduanera y Federal de Derechos, el proyecto de Presupuesto de Egresos y los Criterios Generales de Política Económica correspondientes al año 2001.  Este último contiene el marco macroeconómico que sustenta los supuestos implícitos en el presupuesto.

El día que se entregó el paquete (5 de diciembre), el tipo de cambio promedio del año era 9.4594 pesos por dólar, faltando 17 días hábiles para terminar el año.  Si suponemos que el tipo de cambio se queda en 9.42 pesos promedio entre el 6 y el 19 de diciembre, el promedio habrá sido (hasta esa fecha) 9.4578, restando tan solo 7 días para concluir el año.  El tipo de cambio promedio del año que supone el gobierno para el año es de 9.5 pesos.  Para que se cumpla este supuesto, el tipo de cambio tendría que promediar 10.975 pesos en los últimos 7 días del año.  Esto implica una devaluación de 16.4 por ciento.  ¿Será un mensaje subliminal?

Aun suponiendo que no nos esperamos hasta el 20 de diciembre, sino que a partir de mañana se ajusta el tipo de cambio lo suficiente para cumplir con esta proyección, el peso tendría que amanecer mañana a 10.327, lo que implica una devaluación de 9.5 por ciento.  Obviamente con cada día que pasa cerca de los niveles actuales, mayor tendrá que ser la devaluación al final del año.  ¿Cuál fue el razonamiento del equipo que trabajó en el presupuesto?

Por más que le busquemos una fecha en la cual la depreciación implícita era razonable, queda claro que el gobierno pensaba que ésta sería importante en los últimos meses del año.  Si suponemos que el tipo de cambio promediara 9.5 pesos a partir del primero de agosto (cuando estaba en 9.344), no se llega a 9.5 como promedio para todo el año.  Una hipótesis es que fue un supuesto que se elaboró hace varios meses y por algún descuido no se revisó, sabiendo que existía la información necesaria.  En otras palabras, no tenemos por qué pensar que el gobierno espera una devaluación, sino que simplemente no le puso el cuidado necesario para aproximar un número más razonable.

En principio, este es un error muy pequeño, que no implica algún daño perceptible para la elaboración del presupuesto.  Sin embargo, sí es señal de cierta ligereza con que está elaborado.  Si no le ponen la atención debida a algo tan evidente, ¿qué errores contendrá lo demás?

Otro punto controversial en el marco macroeconómico es el que corresponde al tamaño del déficit en la cuenta corriente, tanto para este año como para el año entrante.  La estimación de cierre de este año es de 18,959 millones de dólares, que corresponde a 3.3 por ciento del PIB.  El gobierno ya sabía que el promedio de los primeros tres trimestres del año fue de 2.8 por ciento del PIB y que el déficit comercial de octubre fue de 814.3 millones de dólares.  Para cumplir con la proyección, se estima que el último trimestre tendrá un déficit de 6.9 mil millones de dólares, equivalente a 4.6 por ciento del PIB.  Esto implica que el déficit de la balanza comercial tendrá básicamente que duplicarse en los dos últimos meses del año, es decir, registrar un déficit mensual de casi 1.6 mil millones de dólares.  Otra vez, ¿ve el gobierno algo que no vemos los demás?

A pesar del número tan abultado, habría que admitir que por lo menos sí es posible que se dé.  Sin embargo, el número que resulta mucho más difícil de aceptar es el déficit externo de 3.8 por ciento del PIB para el año próximo.  Muchos analistas han comentado que les parece excesivo ante los esfuerzos por desacelerar la economía.  Sin embargo, el problema es el contrario, ya que conlleva algunos supuestos sumamente difíciles de aceptar.

La proyección del déficit externo es la que resulte de los crecimientos de 12.5 y 10.5 por ciento en las exportaciones e importaciones, respectivamente.  Esto implica una respuesta de las exportaciones ante el crecimiento económico (lo que los economistas llamamos elasticidad) de 4.2 veces el crecimiento de Estados Unidos, cuando el promedio histórico es aproximadamente de 2.8.  Aunque ha variado mucho a través de los años, los únicos en que tuvo tal grado de respuesta fueron 1995 y 1996, como consecuencia de una devaluación enorme.

La lógica es que nuestras exportaciones crezcan únicamente 8.4 por ciento el año entrante.  ¿Esperará el gobierno semejante devaluación el año entrante?  No parece ser el caso, ya que sus propios números indican un tipo de cambio promedio de 10.10 pesos el año entrante.  ¿Cuál es la razón que permite un crecimiento tan elevado de nuestras exportaciones?  La respuesta de tan importante pregunta no está contemplada en el documento de Criterios.

Semejante problema lo encontramos en el crecimiento de las importaciones, que supone una respuesta (elasticidad) de 2.3 veces el crecimiento del PIB, cuando la elasticidad histórica es de alrededor de 3.4.  ¿Cuál es la razón que supone el gobierno para que mágicamente las importaciones crezcan únicamente 10.5 por ciento el año entrante?  La lógica es que experimentemos un crecimiento en las importaciones de alrededor de 15.3 por ciento.

Supongamos que el año entrante se cumplen los supuestos de crecimiento, tanto de Estados Unidos como de México.  También pensemos que nuestras exportaciones e importaciones crecen según las elasticidades históricas.  De suceder, estaremos enfrentando un déficit externo mucho más grande que lo que espera el gobierno.  En vez de 3.8 por ciento del PIB, podría ser inclusive superior a 5 por ciento del PIB.

Esto implica una economía mucho más vulnerable que lo que proyecta el gobierno.  También significa que necesitaremos una cantidad mucho más grande de financiamiento externo, que de no darse, vendría un ajuste mayor en el tipo de cambio, con lo cual no cumpliríamos la meta de inflación.  La otra posibilidad es que se aplica una política económica mucho más restrictiva y habrá menos crecimiento.  ¿Cuál será?


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jueves, 7 de diciembre de 2000

La Secretaría de Economía

 

Pulso Económico


La Secretaría de Economía


Por: Jonathan Heath®


El gobierno del Presidente Vicente Fox decidió cambiar el nombre de la Secretaría de Comercio y Fomento Industrial (SECOFI) por el de la Secretaría de Economía, para resaltar los cambios que va a realizar esta institución.  Sin embargo, no queda tan claro qué es lo que va a cambiar.

En su discurso de toma de posesión, Vicente Fox nos volvió a decir que impulsará a las pequeñas empresas, fomentará la competitividad e impulsará una mayor desregulación.  Según esto, la apertura comercial ha traído muchos beneficios, pero únicamente a ciertos segmentos de la población.  Ahora se trata de extenderlos al resto de la economía.  Por lo mismo, a partir de este sexenio tendremos una política industrial activa orientada a mejorar el entorno favorable para la operación de las empresas.

Algunas de las políticas que se quieren implantar son una desregulación efectiva, la promoción de un marco de competencia justa, un esfuerzo de promoción de la inversión extranjera y el impulso a la competitividad de las empresas de menor tamaño.  La idea es restablecer las cadenas de producción que se desarticularon como consecuencia de la apertura comercial, para que las empresas pequeñas se reintegren y operen al tu por tu en un marco competitivo.  Las propuestas suenan muy lógicas y apuntan hacia una renovación total de lo que era antes la SECOFI.  ¿Será?

Para corroborar que efectivamente las ideas van a revolucionar a la nueva Secretaría de Economía, cabe preguntar ¿qué era lo que hacía antes la SECOFI?  Esta pregunta es obligada, ya que si se descubre algo bueno que haya hecho, habría que conservarlo y posiblemente continuar por el mismo camino.  Sería bastante pedante pensar que en el transcurso del sexenio anterior se hizo absolutamente nada y asumir una actitud de “quítense porque ya llegó el que sí sabe”.  Por lo mismo, nos pusimos a leer el resumen informativo que emitieron los funcionarios salientes para enterarnos de qué fue lo que hicieron.

Según el reporte, hubo dos líneas principales de acción.  La primera fue la creación de un entorno favorable para la operación de las empresas, a través de una mejoría regulatoria, la apertura de mercados externos (incluyendo el impulso de la inversión extranjera) y la promoción de un marco de competencia justa.  La segunda fue la promoción de la competitividad de las empresas de menor tamaño.  Como que suena familiar.

La primera reacción es que el discurso del nuevo gobierno parece limitarse al descubrimiento del hilo negro.  Todas las ideas “nuevas” que se promueven, son un refrito de lo mismo que presume haber hecho la SECOFI.  Pudiera ser que Herminio Blanco tenía buenas ideas, ¿pero no pudo concretarlas en resultados palpables?  De ser cierto, únicamente se dedicaron a gastar su presupuesto sin integrar a las empresas de menor tamaño.  Ahora Luis Ernesto Derbez viene a hacer lo que en el sexenio pasado no se pudo.

Para aclarar estas dudas seguimos leyendo el reporte, para ver cuáles fueron los resultados.  Según esto, se realizó un esfuerzo de desregulación a través de “la revisión, mejora o eliminación de disposiciones normativas”, junto con “la revisión, simplificación y eliminación de los trámites federales vigentes”.  Esto significa que la SECOFI se puso a coordinar con otras secretarías de Estado una reducción en el número de trámites burocráticos vigentes.

En un principio se contabilizaron 2,135 trámites entre once secretarías; la más burocrática era la Secretaría de Comunicaciones y Transportes con 953.  Se llegaron a acuerdos para eliminar 954 trámites y hubo un avance de 96 por ciento.  El resultado fue una nada despreciable disminución de 45 por ciento de los trámites existentes.

El reporte también menciona la elaboración de una buena cantidad de reformas a disposiciones legislativas y administrativas para subsanar vacíos jurídicos y crear condiciones propicias para el correcto funcionamiento de los mercados.  Enseguida pone una lista de leyes y códigos afectados, que van desde el Código de Comercio hasta la Ley Federal de Protección al Consumidor.

En materia de promoción de la inversión extranjera, se presume haber logrado acceso preferencial a 28 mercados que conforman una región de 850 millones de consumidores, que entre otros beneficios ha permitido triplicar la inversión extranjera directa (casi 78 mil millones de dólares) respecto a los seis años anteriores.  Continua el reporte con un detalle de programas y esfuerzos dirigidos a satisfacer las dos líneas de acción mencionadas.

A través de esta lectura llegamos a la conclusión de que el sexenio pasado la SECOFI realizó un pésimo esfuerzo de comunicación, ya que todos compramos la idea de que Fox iba a empezar casi de cero.  Ahora, más que hacer cosas novedosas, habría que asegurar que no se pierda lo alcanzado y que más bien, continúen con la idea de que todo se puede mejorar.


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martes, 5 de diciembre de 2000

¿Cambio con o sin Cambio?

 

Pulso Económico


¿Cambio con o sin Cambio?


Por: Jonathan Heath®


El Presidente Vicente Fox ha prometido ortodoxia en el manejo de las finanzas públicas y la estabilidad macroeconómica y heterodoxia en la búsqueda de la equidad y la construcción del progreso.  Sin embargo, hay quienes dudan que sea conciliable una política social más generosa con la idolatría de las variables macroeconómicas.

A pesar de ser el Presidente del país, Ernesto Zedillo nunca destacó como político.  Tuvo logros políticos, como la reforma electoral de 1996 y la transición pacífica de una administración a otra.  Seguramente se le acreditará como el que consolidó la apertura democrática en el país al permitir la alternancia en el poder.  No obstante, como Presidente fue más bien un buen economista.

Ahora sí llega al poder un verdadero político.  Vicente Fox será administrador de empresas y tendrá experiencia empresarial que seguramente utilizará en el manejo de la presidencia.  Sin embargo, destaca mucho más su manejo político que su visión de negocios.  Su discurso de toma de posesión fue un ejemplo extraordinario de esta habilidad.  Como buen político, supo decir lo que la mayoría quería escuchar.  Pareció tener una respuesta para cada inquietud.  Tal como deber hacer un político, terminó por elevar el optimismo y la esperanza de la nación.  Rompió formas y demostró un estilo muy distinto de gobernar, que únicamente no le gustó al 6 por ciento de la población (según una encuesta de Reforma).

Si analizamos el discurso de Fox, toma muchas posturas que tendríamos que identificar de izquierda.  Pone mucho énfasis en la equidad, la distribución del ingreso y la reducción de la pobreza.  Dejó bien claro que no privatizará PEMEX y la CFE.  Se comprometió con la educación laica y gratuita, inclusive para las universidades públicas.  Dijo que no dejará al individuo solo, dando a entender que el mercado no puede solucionar todos los problemas.  Aseguró que su gobierno será para las mayorías y no para las élites como fue en el pasado.  Seguramente hubo más que un miembro del ala tradicional del PAN que brincó al oír estas propuestas.

Resulta interesante la reacción del PRD, que no puede concebir que un Presidente emanado de un partido de derecha adopte como propios los principios de la izquierda.  Actúa como si tuviera un monopolio ideológico, que significa que únicamente las propuestas para lograr una mayor equidad son válidas si provienen de la izquierda.  Si Fox promete velar por los intereses de los pobres, seguramente es un engaño, ya que no es consistente con el discurso tradicional de la derecha.  Por ejemplo, Andrés Manuel López Obrador dijo que con su opción política, tiene todo el camino por delante debido a que ahora México tiene en la Presidencia un gobierno conservador, claramente identificado con la derecha, sin matices y sin tapujos.

También llama la atención la reclamación de algunos Diputados del PRI, que exigen que se repita la ceremonia de rendición de protesta.  Fox amplió el texto de la protesta que establece el Artículo 87 constitucional al incluir la frase “por los pobres y marginados de este país”.  No obstante, el enojo del PRI parece radicar más bien en que Fox toma como propio el compromiso de velar por los pobres y los marginados.  El PRI quiere reclamar la propiedad intelectual de la idea, ya que José López Portillo les pidió perdón hace 24 años en su discurso de toma de posesión.

Sin embargo, tampoco podemos argumentar que el discurso fue eminentemente de izquierda.  Habló de iniciar una segunda desregulación para incrementar la competitividad de las empresas.  Su reforma fiscal propone eliminar las exenciones del IVA y asegurar el equilibrio en las finanzas públicas.  Reitera la importancia de abatir la inflación y mantener el régimen cambiario de flotación.

Pero independientemente de lo anterior, lo que más asegura cierta continuación de las políticas del pasado es la designación de Francisco Gil Díaz en la Secretaría de Hacienda.  Significa que no desestima la importancia de las variables macroeconómicas y los grandes esfuerzos por estabilizar al país.  Ahora Gil Díaz confirma que no habrá golpes de timón con los nombramientos que hace en las diversas subsecretarías.  Para la Subsecretaría del Ramo, está Agustín Carstens, quien era hasta la semana pasada el representante de México ante el Fondo Monetario Internacional en Washington.  Era considerado como protegido de Miguel Mancera y por lo mismo, llevaba una de las carreras ascendentes más rápidas en el Banco de México.  Es un brillante economista de corte totalmente neoliberal.

En la Subsecretaría de Egresos ha puesto a Carlos Hurtado, quien fungía como Jefe de Asesores de Ernesto Zedillo.  Él, que manejará el presupuesto de egresos de la nación y por lo tanto, será responsable de plasmar las prioridades del gasto de Fox en las finanzas públicas, proviene del proyecto Solidaridad de Carlos Salinas.  También es un economista brillante y de corte neoliberal.

Lo que plantea Fox difícilmente se puede catalogar como algo “claramente identificado” con la derecha o la izquierda.  Simplemente no proviene de la geometría política, sino nace del pragmatismo puro.  Existen ideas tanto de un lado del espectro como del otro, pero que sin importar su origen, forman el conjunto de las ideas propuestas.  Parece que tenemos un Presidente que sabe escuchar tanto los problemas como las posibles soluciones y ha escogido lo que puede funcionar, sin importar autoría alguna.  En este sentido, su propuesta se parece mucho más a lo que pretendía ser la tercera vía europea.

Los partidos políticos han manifestado sus molestias en buena medida por esta falta de pureza ideológica de la plataforma de Fox.  ¿Cómo puede funcionar una política social más generosa, que efectivamente busca la justicia social, en un marco de finanzas públicas sanas?  ¿Cómo se atreve a proponer una desregulación y al mismo tiempo, una lucha frontal contra la pobreza?

Hasta ahora todo apunta a que el discurso de Fox es popular, más no populista.  Sin lugar a dudas, experimenta con nuevos paradigmas, que de funcionar no solamente marcarán nuevas pautas, sino que además servirán de base para que todos los partidos políticos reconsideren sus propuestas y posiciones ideológicas.  Definitivamente representa el cambio, pero todavía no sabemos si es un cambio con o sin cambios.


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jueves, 30 de noviembre de 2000

¿Nuevo Corto en Puerta?

 

Pulso Económico


¿Nuevo Corto en Puerta?


Por: Jonathan Heath®


El Banco de México ha aumentado el corto seis veces en el transcurso del año para tratar de desacelerar la actividad económica.  No obstante, el dinamismo no parece ceder y se habla de la necesidad de otro apretón.  Pero hay quien insiste en que no funciona el corto, que es necesario un instrumento monetario más efectivo y una mayor restricción fiscal.

Desde abril, el Banco de México ha advertido sobre los peligros de crecer a un ritmo demasiado elevado, ya que tarde o temprano van a surgir mayores presiones inflacionarias y una aceleración del déficit comercial.  El aumento de los salarios reales, la baja en el desempleo abierto, el ritmo de crecimiento del consumo y el incremento de las importaciones de bienes de consumo, han confirmado las sospechas del Banco Central.  Como consecuencia, las autoridades monetarias han apretado la política monetaria, para tratar de enfriar la actividad económica.

Originalmente se esperaba que el crecimiento del PIB disminuyera por debajo de 6.0 por ciento en el tercer trimestre.  Sin embargo, el INEGI reportó un aumento de 7.0 por ciento, lo cual refleja una desaceleración casi imperceptible.  Dada la evidencia de mayores presiones inflacionarias en los últimos meses, el Banco de México aumentó el monto del corto en octubre y en noviembre, en busca de una mayor desaceleración.  No obstante, los primeros datos disponibles para el cuarto trimestre sugieren que la actividad económica mantiene inalterado su ritmo de expansión.

Si analizamos la tendencia del indicador global de la actividad económica mensual (IGAE), podemos observar una desaceleración marginal que empieza en mayo, pero que parece interrumpirse a partir de agosto.  Desafortunadamente, el INEGI ha rehusado reportar el IGAE de septiembre, lo cual deja un boquete importante en la información.  Sin embargo, una interpolación simple de los datos parece sugerir que el IGAE aumentó alrededor de 7.4 por ciento en el mes, que de ser cierto significa que se confirma el cambio de tendencia de agosto, por lo cual se desvanece la anhelada desaceleración.

El viernes pasado, la ANTAD reportó que las ventas en tiendas departamentales en octubre crecieron 9 por ciento con respecto al mismo mes del año pasado.  Sin embargo, al ajustar por fines de semana (cuando aumentan las compras) y otros factores estacionales, resulta que las ventas de octubre son muy parecidas a las de septiembre y superiores al promedio observado en la primera mitad del año.  Como consecuencia de más empleo y mejores salarios, los comerciantes han percibido un aumento en el poder adquisitivo de la población y esperan un muy buen cierre de año.

La AMIA informó que la producción total de vehículos aumentó 50 por ciento en octubre con relación al año pasado, en lo que parece ser un adelanto en la producción de vehículos para exportación.  Los expertos de la industria esperan que las ventas se mantengan al mismo ritmo en el último trimestre del año, por lo que no se espera una desaceleración de este sector.

El INEGI anunció que la tasa de desempleo abierto en octubre fue de 1.97 por ciento, la más baja en la historia del indicador.  Para el mismo mes, el IMSS comunicó que el número de trabajadores con cobertura aumentó 5.3 por ciento.  Esto significa que el empleo sigue en aumento, lo cual sugiere que el consumo privado mantendrá su ritmo.

La información preliminar de la balanza comercial de octubre señala que las importaciones de bienes de consumo crecieron 35.9 por ciento, ligeramente superior al 34.7 por ciento del mes anterior.  Igual a los datos anteriores, esta cifra confirma que la demanda agregada en octubre no presenta signo alguno de desaceleración.

Los datos de inflación de las últimas tres quincenas han sido mayores a lo que se esperaba, lo cual ha afectado negativamente las expectativas para los siguientes meses.  La inflación anual de la primera quincena de noviembre (con respecto a la misma quincena del año anterior) fue de 8.92 por ciento, superior a la de la última quincena de septiembre (8.75 por ciento), que fue el punto más bajo de la inflación en lo que va del año.  De confirmarse el aumento de 33 por ciento en el precio del Metro en diciembre, podríamos esperar que la inflación de diciembre también será mayor a la del año pasado.

Todos estos datos han hecho pensar a mucha gente que es posible que el Banco de México anuncie otro aumento en el corto antes de terminar el año.  Sin embargo, habría que considerar que el efecto del corto sobre la actividad económica no es inmediato, sino que actúa con rezago.  Intuitivamente, podríamos pensar que el efecto se empieza (apenas) a sentir a partir de tres meses, pero su efecto total tardará de un año y hasta posiblemente año y medio.  Esto significa que el impacto más importante de los seis cortos de este año se podrán sentir hasta el segundo trimestre del año entrante.


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martes, 28 de noviembre de 2000

José Angel Gurría Treviño

 

Pulso Económico


José Angel Gurría Treviño


Por: Jonathan Heath®


La trayectoria profesional del Secretario de Hacienda y Crédito Público ha sido siempre en el sector público.  De los últimos 23 años, 20 han sido en la propia Secretaría y 17 específicamente en el ámbito de financiamiento externo.  Por lo mismo, será su orgullo terminar el sexenio y posiblemente su carrera pública con las mejores cifras de deuda externa de las últimas tres décadas.

José Angel Gurría mostró su interés en el tema de la deuda externa desde su tesis de licenciatura hace casi 30 años.  Al concluir sus estudios de posgrado en las Universidades de Leeds, Harvard y Southern California, se incorporó a la Secretaría de Hacienda como Subdirector de Deuda Pública.  Sin brincar algún escalón, ocupó la Dirección de Financiamiento Externo, la Dirección General de Crédito Público y la Subsecretaría de Asuntos Financieros Internacionales, hasta que en 1995 fue nombrado Secretario de Relaciones Exteriores.  Llegó a ocupar este puesto precisamente por su larga experiencia en relaciones internacionales, aunque siempre en la negociación de la deuda pública mexicana.

Una de las razones de regresarlo a la Secretaría de Hacienda en 1998, ya como titular, fue precisamente su habilidad como negociador.  Como la reforma fiscal era una de las prioridades, se pensó que sería la persona adecuada para pactar un acuerdo con el Congreso de la Unión, que a partir de entonces inició su vida como ente autónomo del Poder Ejecutivo.  Sin embargo, su llegada coincidió con la controversial iniciativa de convertir la deuda contingente de Fobaproa en deuda pública formal y se enfrascó en una batalla política compleja que estableció una relación difícil con los legisladores.  Se dio cuenta que enfrentar a los diputados era mucho más difícil que negociar con los banqueros del mundo los términos de la deuda pública externa, superior a 80 mil millones de dólares.

El resultado fue que no pudo ni siquiera presentar una propuesta de reforma para el sistema tributario y lo dejó como una de los pendientes más apremiantes para el nuevo gobierno de Fox.  Ahora la tarea quedará en las manos de uno de los mejores economistas del país, con una fama intachable de rectitud y experto en materia de finanzas públicas, pero con menos experiencia en el difícil arte de la negociación.

Ante el fracaso de la reforma fiscal, Gurría decidió dedicarse a lo que más sabía: manejar la deuda externa.  Sus primeros años en la Secretaría de Hacienda coincidieron con el boom petrolero y se dedicó a viajar por todo el mundo contratando deuda a lo loco.  Después, cuando México inició la crisis financiera internacional en 1982, estuvo involucrado en todas las renegociaciones de la deuda externa mexicana.  Su larga trayectoria y experiencia le enseñaron que la carga excesiva de la deuda externa era uno de los cuellos de botella más importantes para el crecimiento económico y un verdadero punto vulnerable para la estabilidad.

Aunque el esfuerzo se inició con Guillermo Ortiz al frente de la Secretaría, Gurría continuó la tarea de reestructurar la deuda externa, para extender el perfil de amortización y reducir los pagos de interés al exterior.  De ser un país “severamente endeudado” en la década de los ochenta, México pasó a ser un país “menos endeudado” bajo la clasificación del Banco Mundial, en el transcurso de este sexenio.  Después de ser el deudor más importante del FMI al principio de 1995, terminamos este sexenio sin deberle un solo centavo.

La Secretaría de Hacienda no se ha quedado silenciosa ante este logro.  En desplegados pagados en los principales periódicos del país, está cacareando el hecho de que la deuda externa como proporción del PIB se encuentra en el nivel más bajo en casi 30 años y como porcentaje de las exportaciones, es la más baja de la historia moderna.  La deuda pública externa de corto plazo es casi ocho veces menor a los vencimientos en moneda extranjera que tuvieron que ser refinanciados durante 1995.

Esta noticia no es trivial.  Nuestra historia ha sido una de problemas continuos en materia de deuda externa desde la fundación de la República Mexicana hace 177 años.  Nuestras posibilidades de crecimiento están íntimamente ligadas a la carga de la deuda externa.  Todas nuestras crisis han estallado como resultado de los desequilibrios presentados en la balanza de pagos al exterior.  Cuando se nos ha negado el acceso al financiamiento del exterior, hemos dejado de crecer.  El único periodo de crecimiento económico extendido (40 años), coincidió con el único periodo en que no teníamos una carga de deuda externa.  El hecho de que iniciamos el próximo sexenio con una carga menor de deuda externa y un buen perfil de vencimientos a través del tiempo, augura buenos tiempos.

No cabe duda de que la situación de las variables macroeconómicas que entregará José Angel Gurría a su sucesor, Francisco Gil Díaz, es la mejor de los últimos cinco sexenios.  Aunque queda mucho por hacer, han mejorado la transparencia y el buen manejo de las finanzas públicas.  A pesar de la tragedia de la deuda interna heredada de la crisis bancaria, su plazo promedio de vigencia se ha ampliado significativamente.  La empresa calificadora Moody’s ha reconocido estos esfuerzos a través del “grado de inversión” que otorgó a México a principios de año.  Todo esto significa que Gil Díaz podrá iniciar su tarea de emprender una reforma tributaria a fondo sin preocuparse demasiado por la fragilidad económica del país.

Gurría no ha sido un Secretario sin controversias.  Aunque legalmente defendible, es moralmente reprochable el hecho de que cobre una pensión de Nafin después de un breve periodo de trabajo en esa institución.  Deja sin tocar la putrefacción de las aduanas, mientras que el SAT es posiblemente una de las instituciones más corruptas del gobierno.  No pudo lograr el consenso mínimo para entablar la reforma tributaria y deja las finanzas públicas altamente dependientes de los vaivenes del mercado petrolero.

A pesar de lo anterior, el desempeño de Gurría frente a la Secretaría de Hacienda no es mala.  Habría que reconocer que es una de las dependencias públicas más complejas y difíciles de manejar.  El jueves entrante termina una carrera destacada de 20 años en él, por lo que habría que felicitarlo.


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