Pulso Económico
La Reforma Impositiva
Por Jonathan Heath
Desde hace varios años se ha manejado la necesidad de una reforma fiscal integral. Tanto el gobierno y los empresarios, como los partidos políticos han promovido la necesidad de modificar el sistema actual para hacerlo más acorde a las necesidades del país.
El problema empieza al no existir similitud en cuanto a objetivos en general y a políticas específicas. Queda claro que todos quieren algo distinto y por lo tanto podemos anticipar un debate muy acalorado en la Cámara de Diputados cuando se presente la propuesta del gobierno, en septiembre de este año.
El sector empresarial pide un sistema fiscal que funcione básicamente para promover la actividad económica. ¿Qué significa esto? Primeramente, tasas relativamente bajas para que el empresario pueda recibir un retorno más elevado sobre su inversión. De esta forma tendrá el incentivo para invertir más. Segundo, que la reinversión de utilidades esté exenta de impuestos. Tercero, toda una serie de deducibilidades para encauzar ciertas acciones, como la creación de empleos. Cuarto, que se simplifique al máximo el pago de impuestos para reducir el costo administrativo de cumplir con las obligaciones.
El gobierno quiere realizar una reforma para incrementar sus ingresos. Dado que las tasas impositivas son bajas y existen muchas exenciones, la recaudación como proporción del PIB es sumamente baja. Y como quiere mantener finanzas públicas sanas, debe ajustar el gasto al ingreso. Por lo mismo, para ejercer más gasto y atender las necesidades de la nación, el gobierno depende en exceso de otros tipos de ingresos, como los derechos por exportación de petróleo e impuestos con poco sentido común, como el de los automóviles nuevos.
Por ejemplo, el gobierno quiere eliminar las exenciones del IVA en medicinas y alimentos, mientras que los empresarios quieren disminuir la tasa general. Es decir, cada quien quiere moverse exactamente en la dirección contraria. Sin embargo, en medio de la discusión está el problema de fondo, que es el de la marcada evasión fiscal. Si todos pagaran sus impuestos tal y como deberían, el gobierno podría incrementar sustancialmente la recaudación, disminuir su dependencia sobre recursos petroleros, simplificar los trámites y hasta disminuir aún más las tasas.
Para disminuir la evasión, el sector empresarial propone simplificar lo más posible el sistema tributario y reducir las tasas. De esta manera se estimula más la actividad económica y se hace más fácil cumplir. Al mismo tiempo, se propone una reducción en el gasto superfluo que realiza el gobierno para disminuir sus necesidades de ingresos.
La evasión de impuestos es un problema bien estudiado a escala internacional. Es un problema que sufren en diferentes grados todos los países del mundo. Por ejemplo, el Journal of Economic Literature acaba de publicar un análisis titulado “Tax Compliance” (Cumplimiento Impositivo) en el que hace una revisión exhaustiva de 128 artículos sobre el tema. El estudio analiza a fondo el problema de la evasión: aspectos de medición, incentivos, cuestionamientos morales, estrategias de auditoria, instituciones, características demográficas, castigos y complejidades. De entrada menciona dos aspectos fundamentales que nos afecta hoy: el hecho de que la evasión va ser mayor ante una estructura jurídica débil, y el problema de lo que nosotros llamamos terrorismo fiscal.
Una de las formas para disminuir la evasión de impuestos es a través de una actitud firme del gobierno para encontrar y castigar a los que no cumplen cabalmente con sus obligaciones. Sin embargo, casi todas las medidas que ha utilizado el gobierno mexicano han sido muy criticadas, por ejemplo, el impuesto sobre el activo, la imposición de máquinas registradoras y el incremento en auditorías por parte de Hacienda. Queda claro que mientras el sector empresarial reconoce que la evasión de impuestos es sumamente elevada, no están a favor de medidas coercitivas para combatirla.
Sin embargo, la evasión tan elevada de impuestos en México tiene sus raíces históricas. El gobierno tiene un récord muy amplio de desperdicio, cohecho y corrupción, combinados con crisis recurrentes que terminan por disminuir el poder adquisitivo de la mayoría de la población. Como consecuencia, muchos mexicanos no quieren pagar sus impuestos, independientemente del nivel de las tasas impositivas o de la simplificación de los tramites.
Más bien, es el gobierno el que tiene que convencer a los ciudadanos de que el gasto público es para el bien de la mayoría, que sirve para combatir la pobreza, incrementar el nivel educativo del pueblo, expandir la infraestructura y mantener la seguridad pública. Necesitamos tener confianza en nuestras instituciones. ¿Con qué autoridad moral nos dice el gobierno que debemos cumplir como buenos ciudadanos?
Hoy tenemos los fraudes bancarios como recordatorio de
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