jueves, 25 de febrero de 1999

El Debate Sobre el Sector Eléctrico

 

Pulso Económico


El Debate Sobre el Sector Eléctrico


Por: Jonathan Heath©


El Presidente de la República ha propuesto reformar la Constitución a fin de que los particulares puedan invertir en la generación, distribución y comercialización de energía eléctrica.  Subrayó que una reforma de esta naturaleza se debe hacer muy cuidadosamente, sin apresuramientos que pudiesen afectar negativamente sus beneficios y su transparencia.

La reforma del sector eléctrico es de las más importantes del sexenio.  Por lo mismo, el llamado del Presidente Zedillo a un examen abierto y objetivo es fundamental.  El pide que antes de aceptar o rechazar la propuesta, se analicen las razones que la sustentan, y se debata con civilidad, respeto, sin prejuicios ni dogmas.

El llamado a un debate nacional es atinado.  La reforma es muy profunda y abarca un área sensible en nuestra historia y economía.  Esto significa que cualquier cambio que se realice, tiene que ser con sumo cuidado y sin apresuramientos.  Sin embargo, el examen abierto y objetivo del tema, sin prejuicios ni dogmas, funciona en los dos sentidos.  Por un lado tenemos claramente el dogma del neoliberalismo que nos dice que hay que privatizarlo todo.  Por el otro lado, tenemos el síndrome de fatiga de las reformas, que consiste en la percepción pública de que se han realizado demasiados cambios y a un ritmo desmesurado.  Esto ha resultado en un cuestionamiento de la sociedad sobre la verdadera necesidad de seguir adelante con más reformas neoliberales.

Si vamos a realizar este debate con toda la seriedad que merece, lo tenemos que iniciar con mente abierta, es decir, no tener de entrada la respuesta, sino irla formando al analizar pros y contras.  No obstante, el Ejecutivo comenzó mal ya que arranca con la propuesta de reforma constitucional sobre la mesa antes de escuchar los distintos puntos de vista de la sociedad.  La respuesta inmediata de la oposición fue igual de negativa, ya que lanzó el no definitivo sin haber escuchado ni estudiado la propuesta del Ejecutivo.  ¿Cómo podemos pretender un debate serio si de entrada queda claro que el único objetivo es convencer al otro de que se posee la verdad absoluta?

De entrada ya es un debate amañado.  Las partes nos quieren convencer de su verdad.  No quieren escuchar nuestra opinión si no coincide con la suya.  Sin embargo, nos merecemos más que eso.  Por lo mismo, necesitamos definir los puntos principales a discusión y analizar uno por uno, exponiendo los dos puntos de vista.

El primer punto es si realmente habrá o no una brecha entre la demanda y la oferta de energía eléctrica dentro de algunos años.  Por un lado, el gobierno pinta un escenario de desastre nacional si no realizamos una cuantiosa inversión en el sector.  La oposición lo acusa de realizar una campaña de intimidación para justificar la privatización del sector.

El segundo punto involucra las distintas opciones para allegarse los recursos necesarios.  Estas pueden ser a través de inversión pública, como se hace en la actualidad o abriendo el sector a la inversión privada, incluyendo la extranjera.  También cabe en la discusión si se quiere mantener el monopolio público, convertirlo en monopolio privado o extender el mercado para involucrar una mayor competencia.  La competencia podría o no incluir la desincorporación de las paraestatales actuales.  En este punto habría que añadir a la discusión la supuesta liberación de recursos públicos para el gasto social.

El tercer punto abarca la modificación misma de la Constitución.  Hemos reformado la Constitución cerca de 500 veces en un poco más de 80 años.  El Artículo 27 se ha reformado por lo menos 16 veces y el Artículo 28 otras 4.  ¿Queremos modificarla de nuevo?  ¿Es necesario?  Ante tanto cambio queda claro que no sabemos bien lo que queremos como nación.  Ante cualquier pretexto o cambio sexenal, ajustamos la Constitución a las inquietudes del momento.  ¿Es correcto?  ¿No valdría la pena convocar a una asamblea constituyente y empezar de nuevo?

En adición a estos puntos existen muchas preguntas que hay que contestar.  ¿Cómo podemos asegurar la calidad, seguridad y bajo costo del suministro eléctrico?  ¿Cuál será el efecto sobre el mercado laboral?  ¿Cómo evitar los errores de las privatizaciones pasadas?  ¿Cuál es y debería de ser el papel del Estado en la rectoría del sector eléctrico?

Hasta ahora el debate se ha polarizado entre los eternos defensores del intervencionismo estatal y los extremistas neoliberales que no ven más allá del mercado como solución a todos los problemas del país.  Es hora de que nos involucremos los demás.  A fin de cuentas la decisión debería ser de la mayoría porque al final de cuentas queremos ser una democracia.


Comentarios, observaciones y críticas constructivas al Email: heath@infosel.net.mx


El Debate Sobre el Sector Eléctrico

 

Pulso Económico


El Debate Sobre el Sector Eléctrico


Por: Jonathan Heath©


El Presidente de la República ha propuesto reformar la Constitución a fin de que los particulares puedan invertir en la generación, distribución y comercialización de energía eléctrica.  Subrayó que una reforma de esta naturaleza se debe hacer muy cuidadosamente, sin apresuramientos que pudiesen afectar negativamente sus beneficios y su transparencia.

La reforma del sector eléctrico es de las más importantes del sexenio.  Por lo mismo, el llamado del Presidente Zedillo a un examen abierto y objetivo es fundamental.  El pide que antes de aceptar o rechazar la propuesta, se analicen las razones que la sustentan, y se debata con civilidad, respeto, sin prejuicios ni dogmas.

El llamado a un debate nacional es atinado.  La reforma es muy profunda y abarca un área sensible en nuestra historia y economía.  Esto significa que cualquier cambio que se realice, tiene que ser con sumo cuidado y sin apresuramientos.  Sin embargo, el examen abierto y objetivo del tema, sin prejuicios ni dogmas, funciona en los dos sentidos.  Por un lado tenemos claramente el dogma del neoliberalismo que nos dice que hay que privatizarlo todo.  Por el otro lado, tenemos el síndrome de fatiga de las reformas, que consiste en la percepción pública de que se han realizado demasiados cambios y a un ritmo desmesurado.  Esto ha resultado en un cuestionamiento de la sociedad sobre la verdadera necesidad de seguir adelante con más reformas neoliberales.

Si vamos a realizar este debate con toda la seriedad que merece, lo tenemos que iniciar con mente abierta, es decir, no tener de entrada la respuesta, sino irla formando al analizar pros y contras.  No obstante, el Ejecutivo comenzó mal ya que arranca con la propuesta de reforma constitucional sobre la mesa antes de escuchar los distintos puntos de vista de la sociedad.  La respuesta inmediata de la oposición fue igual de negativa, ya que lanzó el no definitivo sin haber escuchado ni estudiado la propuesta del Ejecutivo.  ¿Cómo podemos pretender un debate serio si de entrada queda claro que el único objetivo es convencer al otro de que se posee la verdad absoluta?

De entrada ya es un debate amañado.  Las partes nos quieren convencer de su verdad.  No quieren escuchar nuestra opinión si no coincide con la suya.  Sin embargo, nos merecemos más que eso.  Por lo mismo, necesitamos definir los puntos principales a discusión y analizar uno por uno, exponiendo los dos puntos de vista.

El primer punto es si realmente habrá o no una brecha entre la demanda y la oferta de energía eléctrica dentro de algunos años.  Por un lado, el gobierno pinta un escenario de desastre nacional si no realizamos una cuantiosa inversión en el sector.  La oposición lo acusa de realizar una campaña de intimidación para justificar la privatización del sector.

El segundo punto involucra las distintas opciones para allegarse los recursos necesarios.  Estas pueden ser a través de inversión pública, como se hace en la actualidad o abriendo el sector a la inversión privada, incluyendo la extranjera.  También cabe en la discusión si se quiere mantener el monopolio público, convertirlo en monopolio privado o extender el mercado para involucrar una mayor competencia.  La competencia podría o no incluir la desincorporación de las paraestatales actuales.  En este punto habría que añadir a la discusión la supuesta liberación de recursos públicos para el gasto social.

El tercer punto abarca la modificación misma de la Constitución.  Hemos reformado la Constitución cerca de 500 veces en un poco más de 80 años.  El Artículo 27 se ha reformado por lo menos 16 veces y el Artículo 28 otras 4.  ¿Queremos modificarla de nuevo?  ¿Es necesario?  Ante tanto cambio queda claro que no sabemos bien lo que queremos como nación.  Ante cualquier pretexto o cambio sexenal, ajustamos la Constitución a las inquietudes del momento.  ¿Es correcto?  ¿No valdría la pena convocar a una asamblea constituyente y empezar de nuevo?

En adición a estos puntos existen muchas preguntas que hay que contestar.  ¿Cómo podemos asegurar la calidad, seguridad y bajo costo del suministro eléctrico?  ¿Cuál será el efecto sobre el mercado laboral?  ¿Cómo evitar los errores de las privatizaciones pasadas?  ¿Cuál es y debería de ser el papel del Estado en la rectoría del sector eléctrico?

Hasta ahora el debate se ha polarizado entre los eternos defensores del intervencionismo estatal y los extremistas neoliberales que no ven más allá del mercado como solución a todos los problemas del país.  Es hora de que nos involucremos los demás.  A fin de cuentas la decisión debería ser de la mayoría porque al final de cuentas queremos ser una democracia.


Comentarios, observaciones y críticas constructivas al Email: heath@infosel.net.mx


martes, 23 de febrero de 1999

La Ibero: Humanismo vs. Progreso

 

Pulso Económico


La Ibero: Humanismo vs. Progreso


Por: Jonathan Heath


Aunque la huelga en la Ibero tiene toda la traza de una disputa laboral cotidiana, adquiere una dimensión adicional dado que involucra a los Jesuitas, que se ha distinguido por su humanismo.  Más que un conflicto laboral, pone en evidencia muchos de los puntos que están en juego en el debate nacional sobre la política de Estado.

Empieza a surgir evidencia de que la huelga de la Universidad Iberoamericana podría estar ya por concluir.  No queda claro cómo quedarán los distintos puntos que están a discusión, pero la última noticia es que estaban negociando el monto del aumento salarial.  No obstante, varios de los temas que salieron de este conflicto laboral son de discusión más profunda.

Desde la óptica del rector, estaban a discusión tres puntos fundamentales.  El primero era concentrar los intereses académicos en las decisiones de contratación, promoción y permanencia de los profesores, en búsqueda de la excelencia académica.  Parece ser que la Universidad está plagada de profesores que le restan nivel a la institución, que no tienen interés en actualizarse y que son ineficientes.  Sin embargo, en la actualidad no los pueden correr porque los protege el sindicato.

En tiempos de competencia, las universidades necesitan tener los mejores profesores posibles.  La rectoría está consciente del problema porque hoy tienen 650 alumnos menos que el año pasado.  Para resolver parte del problema, empezaron a relajar los requisitos de admisión.  Sin embargo, en la medida en que aparecen más universidades con colegiaturas accesibles, las de mayor prestigio tienen que responder con los mejores profesores, es decir, tienen que justificar su superioridad.

Por otro lado, los sindicatos están defendiendo sus plazas y buscan que ningún empleado pierda su trabajo.  Sin embargo, los malos profesores se escudan bajo el techo del sindicato en vez de protegerse a través de la actualización de sus estudios y la mejoría constante de su trabajo.  Esto lleva al segundo punto bajo discusión, que es definir cuáles son los puestos que tienen que ser de confianza.  La Universidad busca que todos los puestos académicos pasen a ser de confianza, ya que éste es el meollo de la excelencia que pregona la institución.

El tercer punto (el menos importante), es el de los servicios de vigilancia y estacionamiento, servicios que no son académicos.  La Universidad busca una mayor flexibilidad para reubicar sus trabajadores donde más convenga.  Parte del problema es que muchos estudiantes se han quejado de la seguridad en el estacionamiento.  Parece ser que varios trabajadores están bajo sospecha de estar coludidos en actividades que le restan seguridad al estacionamiento, pero están bajo la protección del sindicato.  Obviamente, la rectoría busca solucionar el problema a través de la reubicación del personal y de la contratación de un servicio profesional especializado.

El sindicato está en lo suyo.  Primeramente busca defender sus derechos adquiridos.  No quiere ceder lo que le ha costado tiempo y trabajo conseguir a través de los años.  Segundo, su mismo contrato dice que todos estos puntos ni siquiera debería de estar bajo discusión.  Este año toca revisión salarial únicamente.  Por lo mismo, el sindicato tiene razón en no querer ceder ni un solo punto y concentrar la discusión exclusivamente en el monto del aumento salarial.

Hasta aquí parece ser una disputa laboral común y corriente.  Todos los problemas mencionados son los típicos de cualquier empresa cuando se enfrenta a su sindicato.  Podríamos cambiar los nombres de ciertos puntos y le quedaría a la gran mayoría de las huelgas que hemos visto en otros momentos.  Por ejemplo, en vez del personal de vigilancia y estacionamiento, podría ser el de los choferes de los camiones de reparto de mercancía.  En vez de los profesores de tiempo, podrían ser los operadores encargados de las máquinas.  La verdad es que no importa, los temas de fondo son los mismos.

¿Entonces que hace especial esta huelga?

La Universidad Iberoamericana se ha caracterizado por su humanismo cristiano que han enfatizado los jesuitas que controlan la institución.  Primero, ha buscado ser una universidad mucho más abierta en la discusión de los problemas económicos, sociales y políticos del país.  Esto contrasta enormemente con otras universidades privadas controladas por otras agrupaciones religiosas, que francamente dejan mucho que desear.  Aquí se busca avanzar en las ideas a través del dialogo y el debate abierto.  La forma de mejorar la sociedad es a través de propuestas de alta calidad, discutidas en un ambiente de libertad.

Segundo, esta universidad ha encabezado una lucha en contra del neoliberalismo, ya que lo considera como una corriente que acepta indiscriminadamente la disciplina del mercado, sin dialogar con el pueblo y que promulga vivir como extranjero en su propio país.  Ha sido notoria su lucha en contra de la pobreza y a favor de los intereses de los desprotegidos.

Mucha gente le ha dado importancia a esta huelga porque creen que existe una hipocresía por parte del rector.  Al defender el progreso y modernización de la Universidad, se está volteando en contra de las propias ideas que por décadas ha defendido la Compañía de Jesús.  El que hasta hace poco era el gran crítico del neoliberalismo, ahora por intereses propios es su gran defensor.  Sin embargo, esta no es la situación.

La rectoría tiene razón en todos los puntos que están bajo discusión.  El sindicato tiene razón en defender lo suyo, ya que esta es la lógica de su existencia.  No hay ninguna contradicción y mucho menos hipocresía por parte del rector Enrique González Torres.  Más bien lo que estamos viendo en esta disputa es un reflejo fiel de lo que está en el fondo del supuesto debate nacional sobre la política de Estado.

Queremos mantener nuestra conciencia social y preocupación por la pobreza.  Nos interesa el humanismo como base de nuestra sociedad.  No podemos abstraernos de la realidad de un mundo mucho más global y competido.  Debemos luchar por la excelencia en todos los aspectos.  Necesitamos calidad y una mayor riqueza de ideas.  Todo es necesario.  Sin embargo, ¿cómo podemos conciliar tantos aspectos en una sola propuesta?


Comentarios, observaciones y críticas constructivas al Email: heath@infosel.net.mx


jueves, 18 de febrero de 1999

La Inflación Subyacente

 

Pulso Económico


La Inflación Subyacente


Por: Jonathan Heath


En varios países del mundo se ha establecido un 

mecanismo especial para medir el desempeño del Banco Central.  Esto es la inflación subyacente, es decir, la que resulte sin tomar en cuenta el efecto de los precios administrados por el gobierno.  En nuestro caso, en vez de una inflación al alza, este indicador señala que la inflación se ha estancado.
A pesar de los esfuerzos de comunicación del Banco de México, un gran número de analistas, periodistas y comentaristas no han sabido interpretar correctamente la política monetaria actual.  Por ejemplo, la última medida de las autoridades monetarias, de incrementar el monto que los bancos deberán depositar en el Banco Central, fue interpretado como una medida adicional de restricción monetaria.  En consecuencia, algunos esperaban que las tasas de interés deberían incrementarse como resultado de la supuesta disminución en la liquidez.  Cuando se dio la noticia de que las tasas no solamente disminuyeron, sino que la baja fue sustancial, varios escribieron que era una clara señal de que la política monetaria no estaba funcionando.
Según esta línea de razonamiento, el Banco de México está frustrado con esta baja en las tasas, dado que hubo un aumento en la liquidez a pesar de los últimos esfuerzos de retirar más dinero de circulación.  Ciertamente las autoridades monetarias han de estar frustradas, pero más bien con su política de comunicación que ha resultado en una interpretación tan errónea de los acontecimientos.  Sin embargo, la falla resulta más bien de una falta de atención a las explicaciones ofrecidas, dado que a veces el Banco de México parece disco rayado en sus discursos.
Primeramente, la última medida no implica en ningún caso una modificación en la liquidez de la economía.  Como se ha explicado numerosas veces, el Banco de México regresa al mercado el mismo monto obtenido a través de los depósitos especiales vía una subasta en el mercado abierto.  Por lo mismo, esta medida no tiene porque afectar directamente las tasas de interés.  Más bien, ayuda a las autoridades monetarias a ejercer una política monetaria más efectiva.
Segundo, la baja en las tasas de interés no implica en ningún momento que la política monetaria del Banco Central no esté funcionando.  Tampoco podemos afirmar que un aumento en las tasas de interés es la intención del Banco.  La mejor señal de que la política de los “cortos” está funcionando es precisamente una baja eventual en las tasas.  Tenemos que recordar que uno de los componentes más importantes en la tasa de interés son las expectativas inflacionarias.  Cuando se aplica el corto, la primera reacción es un incremento en las tasas, ya que los bancos perciben que en un momento dado les puede faltar liquidez.  Sin embargo, la señal que manda es de una mayor disciplina monetaria, lo cual hace pensar que la inflación pudiera ser menor a lo que se esperaba.  Esta modificación en las expectativas es lo que hace disminuir las tasas.  La baja de tres puntos porcentuales en la tasa de los Cetes a 28 días es resultado directo de un ajuste en las expectativas de inflación, lo que es señal inequívoca de que la política monetaria está funcionando.
La mayoría de las personas que siguen la política monetaria y los resultados en cuanto a tasas e inflación, utilizan el Indice Nacional de Precios al Consumidor como el principal para medir el desempeño del Banco Central.  Sin embargo, varios países han adoptado formalmente un tipo de subíndice que excluye los precios administrados oficialmente, para obtener un mejor indicador de la inflación latente que produce la economía.  El Banco de México utiliza internamente un índice similar, que denomina la “inflación subyacente”.  Aunque existe una referencia en su Programa Monetario para 1999, no es un índice que publica regularmente y por lo tanto, no podemos utilizarlo para realizar un seguimiento cercano.
Sin embargo, si utilizáramos esta medida encontraríamos que la inflación subyacente de la economía, es decir la inflación enraizada, no ha aumentado como lo muestra el índice general, sino más bien se ha estancado alrededor de 15 por ciento.  Esto significa que el aumento observado en las expectativas de inflación entre septiembre y diciembre del año pasado, fueron algo exagerados.  Esto a su vez provocó un sobreajuste en las tasas de interés.  Si tuviéramos el resultado de este subíndice al mes de enero, seguramente indicaría una inflación similar a la de diciembre de 1998 o inclusive ligeramente inferior.
Por lo mismo, sería recomendable que las autoridades monetarias publicaran oportunamente este índice, junto con los resultados de la inflación general, quincena por quincena.  De esta manera tendríamos un elemento más para juzgar el desempeño de la política monetaria.

Comentarios, observaciones y críticas constructivas al Email: heath@infosel.net.mx


martes, 16 de febrero de 1999

El Consenso Contra la Inflación

 

Pulso Económico


El Consenso Contra la Inflación


Por: Jonathan Heath


El Banco de México hace un llamado a la sociedad para construir un consenso a favor de la estabilidad.  Sin embargo, mientras algunos argumentan que ya existe, otros no están convencidos de la necesidad de abatir la inflación.

Ha quedado claro que una buena parte de la sociedad está molesta por la tendencia alcista en la inflación de los últimos ocho meses.  No solamente hemos padecido una serie de shocks del exterior que han repercutido en el nivel de precios, sino que hemos visto que la política monetaria actual no es tan efectiva para contrarrestar estos efectos nocivos.  Las mismas autoridades monetarias, conscientes de esta situación, buscan mejorar la efectividad de su política.  Sin embargo, en vías de mientras la sociedad ha perdido la confianza en la habilidad del Banco de México para abatir la inflación.

La Junta de Gobierno del Banco Central reconoce que el repunte de la inflación registrado a partir de mayo del año pasado, es inconveniente y riesgoso.  Por lo mismo, reitera su intención de revertir esta tendencia y hace un llamado a la sociedad para que lo respalde.  Para combatir efectivamente la inflación, se necesita mayor credibilidad en las políticas del Banco de México.  Sin embargo, para lograr la credibilidad se necesita primero bajar la inflación.  Todo apunta a que estamos en un círculo vicioso que es necesario romper antes de obtener los resultados anhelados.

Uno de los puntos centrales es la falta de consenso para efectivamente abatir la inflación.  Debemos reconocer que este esfuerzo conlleva un costo que, en la medida en que se intensifica la lucha, se traduce en ventas decepcionantes, acumulación de inventarios, sobreproducción, reducción de utilidades y contracción del empleo.  En otras palabras, entre más rápido se trata de erradicar la inflación, más probable es que entremos a una recesión.  Hemos visto que la presión social para evitar este tipo de costos es muy elevada.  Por lo mismo, el Banco Central hace un llamado para encontrar el “costo aceptable” que como sociedad estaríamos dispuestos a pagar.

Sin embargo, no todos están de acuerdo con el Banco de México en que hace falta buscar este consenso.  Por ejemplo, la Dirección de Estudios Económicos de Bancomer hace una censura devastadora del programa monetario, criticando de pies a cabeza todo lo que presentaron las autoridades monetarias hace unas semanas.  Dice que insistir en la necesidad de un consenso social en favor de la estabilidad es un error de diagnóstico, ya que es difícil imaginar que la sociedad se oponga a este beneficio.  En otras palabras, da por hecho que existe el consenso y que las autoridades monetarias no se han dado cuenta por no saber cómo diagnosticar correctamente a la sociedad mexicana.

La evidencia apunta más a favor del Banco de México y en contra de Bancomer.  Simplemente nos podemos referir a las declaraciones del Presidente de la Canaco del DF, José Antonio Fernández, que dio a conocer Reforma el miércoles pasado.  Dijo en conferencia de prensa que “el Gobierno no debe frenar el crecimiento de la economía en aras de abatir la inflación y defender su meta”.  Esta declaración no viene de cualquier persona, sino del representante máximo del comercio establecido del Distrito Federal.  Es testimonio vivo de que hoy no existe un verdadero consenso para abatir la inflación.  En el momento en que se empieza a apretar la política monetaria, surgen protestas y reclamaciones de muchos segmentos de la sociedad.

La Dirección de Estudios Económicos de Bancomer lanza una crítica feroz, difícil de entender, contra el Banco de México.  A pesar de las dificultades políticas que enfrentan las autoridades monetarias, se les critica de falta de urgencia, de carecer de una clara aversión a la inflación y de no reconocer lo que han hecho mal en el pasado.  Sin embargo, en la lectura del programa monetario se encuentra claramente una aversión a la inflación y un llamado a la sociedad de unirse a ella.  Reconocen los aspectos en los que se han quedado cortos e inclusive comparten la misma frustración que hemos señalado por la obtención de malos resultados.

La Junta de Gobierno del Banco de México hace bien en intensificar sus esfuerzos de comunicación en busca de un mayor consenso para abatir la inflación.  Es una obligación de toda la sociedad entender a fondo no solamente la necesidad de eliminar la inflación, sino también el costo que pudiera implicar.  De esta manera podemos establecer el “costo aceptable” que estaremos dispuestos a asumir como sociedad para erradicar este mal.

Sin embargo, dentro de este esfuerzo tenemos que distinguir entre críticas constructivas y ataques personales.  Lo primero es para mejorar a través de una participación activa en la búsqueda de la solución.  Lo segundo es más bien un retroceso.  El ataque de Bancomer es evidentemente personal, ya que proviene de quien ocupa actualmente el cargo que hasta hace poco tenía uno de los Subgobernadores del Banco de México.  Parece ser un esfuerzo para descalificar a una persona con un alto reconocimiento técnico y moral para justificar su permanencia en el puesto.  Más que utilizar la importancia de abatir la inflación como pretexto para avanzar en nuestras agendas personales, debemos unir fuerzas.

No deberían de quedar dudas acerca de los efectos nocivos que trae la inflación.  El incremento continuo de los precios causa inequidad e ineficiencia.  Incide en forma negativa sobre los salarios reales, el crecimiento de la economía y la generación de empleos.  Posiblemente lo más lastimoso de todo es el efecto que tiene sobre la distribución del ingreso.

También debemos reconocer que la lucha en contra de este mal conlleva un costo que muchos segmentos de la sociedad no están dispuestos a asumir.  Por lo mismo, no existe el consenso social necesario y esto lo convierte en un problema político.  Sin embargo, en la medida en que podamos convencer a la sociedad que sería un costo de una vez por todas para obtener un beneficio permanente, podremos emprender el esfuerzo.


Comentarios, observaciones y críticas constructivas al Email: heath@infosel.net.mx


jueves, 11 de febrero de 1999

La Inflación, Compromiso de Todos

 

Pulso Económico


La Inflación, Compromiso de Todos


Por: Jonathan Heath

El Banco de México anunció que en el mes de enero, la inflación de los últimos 12 meses llegó a 19 por ciento.  Con este dato ya son 8 meses consecutivos con inflación al alza.  Aunque el Banco de México insiste en su meta de 13 por ciento, el público no ha modificado su expectativa de una inflación creciente.
En mayo del año pasado la inflación anual llegó a 14.97 por ciento, la más baja que se ha observado desde principios de 1995.  Sin embargo, a partir de ese momento empezamos a sufrir una tendencia al alza que, con los últimos datos dados a conocer, ya lleva 8 meses consecutivos.  Si utilizamos la inflación quincenal con respecto al mismo periodo del año anterior para realizar los cálculos, con la inflación de la última mitad de enero son 17 quincenas al hilo con inflación creciente.
Si tomamos en cuenta que la inflación afecta más a los que menos tienen, el incremento es todavía peor.  La tasa de inflación de la canasta básica lleva 6 meses consecutivos con una tasa mensual superior a la anterior.  Esto no solamente sugiere una inflación creciente sino además que se está acelerando.  Las expectativas de inflación de la gente se forman al observar el pasado.  Muchos simplemente extrapolan la experiencia reciente, lo que significa que la mayoría del público piensa que la inflación será mayor este año que el pasado.
Esto lo podemos observar en la actitud de muchos empresarios.  Por ejemplo, está a punto de levantarse la huelga de más de dos mil trabajadores de las tres plantas de la empresa automotriz DINA luego de aceptar un incremento salarial compuesto de 22 por ciento.  Este aumento es muy superior a la meta oficial del 13 por ciento y rebasa los posibles incrementos en la productividad de la empresa.  Aumentos salariales de esta magnitud no solamente alimentan las expectativas de inflación, sino que además contribuyen a que éstas se hagan realidad.  El resultado es que ya existen algunas proyecciones de inflación de 22 por ciento para este año, como es el caso de la institución financiera Lehman Brothers.
Si el Banco de México persigue una política monetaria restrictiva que busca atenuar la inflación, habrá muchas empresas (como DINA) que enfrentarán una situación difícil.  No es recomendable que una empresa incremente sus costos en momentos de una desaceleración económica, especialmente en un mercado sumamente competido.  Sin embargo, tampoco podemos esperar que el Banco Central empiece a relajar su política para que empresas como DINA puedan acomodar sus incrementos salariales.  Al final de cuentas, los perjudicados seríamos todos, al enfrentar una inflación mayor y una pérdida en nuestro poder adquisitivo.
Por lo mismo, el Secretario de Hacienda, José Angel Gurría, hizo un llamado a las empresas para moderar sus incrementos salariales.  En la medida en que no se acepten demandas salariales excesivas, podremos acercarnos a la meta de inflación.  También se evitarán problemas de costos al interior de las empresas, que pudieran verse seriamente afectadas al permitir aumentos salariales excesivos.  No cabe duda que la moderación salarial será una parte clave de la lucha antiinflacionaria este año.
Desafortunadamente, el problema no es tan simple.  Tenemos dos décadas tratando de aplicar una política de moderación salarial para abatir la inflación.  Por ejemplo, sistemáticamente, desde hace más de 15 años se ha otorgado a los salarios mínimos un aumento por debajo de la inflación.  Sin embargo, no la hemos podido erradicar.  ¿Cómo convencer a los trabajadores que deben aceptar un aumento salarial menor una vez más, cuando queda claro que su sacrificio no ha resultado?
A pesar de toda la evidencia en contra, sí existe un periodo en el que no hubo un deterioro en el poder adquisitivo.  Esto fue entre 1993 y 1994, cuando los aumentos en los salarios mínimos fueron similares a la inflación.  También fue en los dos años en que la inflación fue de un solo dígito.  Esto sugiere que la mejor forma de evitar una pérdida en el poder adquisitivo no es a través de un aumento salarial mayor, sino de una inflación menor.
El problema radica en que durante las últimas dos décadas el esfuerzo por abatir la inflación ha sido demasiado tibio.  A pesar de todos los esfuerzos del gobierno de Salinas, no pudimos obtener una tasa baja sostenible a través del tiempo.  Esto ha resultado en grandes sacrificios sin los beneficios obvios de una economía con estabilidad de precios.  Ya es tiempo que como sociedad nos comprometamos de una vez por todas a erradicar la inflación.  Hay que aplicar una política en la que el costo se pague en una sola exhibición con un beneficio claro al final.

Comentarios, observaciones y críticas constructivas al Email: heath@infosel.net.mx


martes, 9 de febrero de 1999

La Importancia del Bono Global

 

Pulso Económico


La Importancia del Bono Global


Por: Jonathan Heath


El viernes pasado se dio a conocer que el Gobierno Federal había emitido un Bono Global por un monto de mil millones de dólares.  A pesar de que se han realizado muchas colocaciones internacionales similares, est

á reviste una importancia singular.  En buena medida significa que la comunidad financiera internacional reconoce que México es diferente que Brasil.
El año pasado se caracterizó por un gran número de crisis económicas en diversas partes del mundo.  La recesión de Japón, el derrumbe financiero de Rusia y el efecto domino que arrasó a la mayoría de los países asiáticos, fue apenas el comienzo de una situación caótica mundial.  Se confirmó que la globalización se manifiesta principalmente a través del contagio de los problemas de una región a otra.  No solamente observamos cómo éste llegó a Brasil, forzando el abandono de su régimen cambiario, sino que también produjo problemas en Venezuela, Colombia, Argentina y Chile.  Finalmente, la volatilidad financiera que hemos observado en nuestro país y la desaceleración de la actividad económica son productos de este mismo fenómeno.
No obstante, muchos de los problemas no son simplemente producto de un contagio.  En el caso de Asia, la mayoría de los países afectados tenían un sistema bancario endeble.  Rusia no tenía una estructura productiva en pie y presentaba problemas múltiples en todos lados.  Brasil tiene sus finanzas públicas muy desequilibradas y una carga excesiva de su deuda interna.  Por lo mismo, son países muy vulnerables por méritos propios.
Existe otro grupo de países que han estado muy golpeados por la situación mundial, pero que no necesariamente tienen problemas internos del mismo calibre.  Aquí podemos situar a Chile que actualmente esta entrando a una recesión.  Este país ha sido el más exitoso de toda América Latina en los últimos quince años.  Ha logrado un crecimiento sostenido, una baja lenta pero continua en la inflación y una estabilidad envidiable.  Sin embargo, su alta dependencia de un solo producto de exportación resultó ser su talón de Aquiles.  El desplome internacional del precio del cobre ha provocado una situación difícil por primera vez en mucho tiempo.
Otro ejemplo es Argentina.  Al implantar una regla de convertibilidad en sustitución de las política monetaria y cambiaria, no tiene muchos instrumentos disponibles para contrarrestar los shocks del exterior.  Esto ha significado un alza en sus tasas de interés y una recesión casi automática.  Sin embargo, ha logrado evitar el regreso de la inestabilidad en términos de inflación y movimiento cambiario.  Los esfuerzos de saneamiento de sus finanzas públicas le dado mayor fortaleza a su Consejo Monetario.
México se sitúa en este grupo, en el sentido de que la desaceleración que vivimos viene fundamentalmente del exterior.  La recuperación sostenida de los últimos años ha sido resultado de aplicar los ajustes necesarios de buscar protegernos de nuestra propia vulnerabilidad.  Al igual que en Chile, hemos sido víctima del desplome en los precios internacionales de los bienes altamente comerciables.  Sin embargo, el gobierno ha respondido con una política fiscal mesurada que ha permitido evitar los grandes desequilibrios macroeconómicos.  Aunque nuestra transición hacia un nuevo sistema político no nos ha permitido realizar la reforma fiscal necesaria, hemos sostenido una disciplina fiscal adecuada.
Existe una clara diferenciación entre estos dos grupos; los que han caído víctimas de sus propios problemas internos a través de una mayor vigilancia mundial y los que han sufrido un contagio por asociación regional.  Los que se encuentran en el primer grupo no tienen a quien culpar más que a ellos mismos.  Sin embargo, los países del segundo grupo se encuentran ciertamente frustrados, ya que la disciplina ha mostrado ser insuficiente.
En el caso específico de México, nos hemos enfrentado a un incremento importante en la tasa de interés, que no solamente ha limitado las oportunidades de inversión, sino que ha hecho resurgir los problemas de endeudamiento de las familias y las empresas.  Al mismo tiempo, hemos sido víctimas de una sequía notoria en los mercados financieros internacionales.  Ha disminuido la inversión extranjera directa y no hemos podido colocar deuda en el exterior con la misma facilidad que en años pasados.  Esto ha hecho disminuir la inversión y el consumo, que muy pronto va a afectar la generación de empleos.  Sin lugar a dudas, la variable más importante para el desempeño futuro de nuestra economía es la recuperación de los mercados financieros internacionales.
Por lo mismo, la exitosa colocación del Bono Global es un signo alentador.  Primero, el interés por parte de los inversionistas institucionales norteamericanos y europeos podría significar una recuperación, aunque sea moderada, del mercado financiero internacional.  De ser cierto, no se dará la dificultad prevista por muchos analistas de financiar el déficit externo y la desaceleración económica podría resultar menor de lo que inicialmente se pensaba.
Segundo, significa que finalmente los inversionistas internacionales sí están conscientes de la diferencia entre el primero y segundo grupos que señalamos anteriormente.  Es lógico que disminuyen los flujos de capital a Brasil si este país tiene problemas fiscales que finalmente hace resaltar un riesgo mayor.  Sin embargo, México ha aplicado una disciplina fiscal y monetaria que no ha sido fácil e inclusive ha producido problemas políticos a poca distancia de las elecciones presidenciales.  Castigar a México por los problemas de Brasil es un mensaje equivocado.  Si es cierto que México tiene mucho mejores fundamentos que otros países, entonces merecemos un trato distinto.
Debemos reconocer que este bono global es apenas un primer paso.  No significa un pase automático a todas nuestras necesidades de financiamiento.  Sin embargo, significa que el gobierno ha hecho un buen trabajo de convencimiento con la comunidad internacional.  Significa que los esfuerzos por mantener la disciplina macroeconómica son importantes.  Es una señal confortante en un momento difícil.

Comentarios, observaciones y críticas constructivas al Email: heath@infosel.net.mx


jueves, 4 de febrero de 1999

La Energía Eléctrica

 

Pulso Económico


La Energía Eléctrica


Por: Jonathan Heath©


Nuestro Presidente ofrece a la nación un examen abierto y objetivo de su propuesta para abrir el sector eléctrico a la inversión privada.  La oposición argumenta que no es necesario.  ¿Será realmente cierto?

La noche del martes pasado, el Presidente Zedillo dirigió un mensaje a la nación en el que propuso una reforma a la Constitución, que abra la posibilidad de que los particulares puedan invertir en la generación, distribución y comercialización de energía eléctrica.  Lo sé porque lo leí al día siguiente en Reforma.

Dicen que el discurso estuvo muy bien, interesante, emotivo y balanceado.  Sin embargo, no tuve la oportunidad de escucharlo.  No porque no estuviera en mi casa en la noche; llegué a tiempo.  No porque no supiera que iba dar el mensaje.  Rumbo a mi casa, escuché en el radio que se esperaba un mensaje del presidente.  Tampoco fue por falta de interés, ya que de inmediato tomé nota mental de sintonizar el canal correspondiente en la televisión.  Desafortunadamente, no pude escuchar al Presidente…porque se fue la luz en mi colonia.

No obstante, al día siguiente me levanté temprano para leer la noticia en el periódico.  Inclusive, terminé por levantarme antes de lo que acostumbro porque mi reloj despertador se acelera cuando tiene que trabajar con pilas.  Dado que no hubo electricidad por más de cuatro horas, mi reloj tuvo tiempo de sobra para adelantarse y me despertó con 25 minutos de anticipación.

No crean que estoy a disgusto con mi despertador.  Al final de cuentas, me despierta a tiempo o más temprano y así estoy seguro de no llegar tarde a ninguna cita.  Es una mejoría notable sobre mi despertador anterior, que terminé regalando.  Lo había comprado hace quince años cuando acepté un trabajo en Estados Unidos.  Durante los cinco años que estuve viviendo allá, siempre funcionó muy bien.  Es más, en ninguna ocasión me falló.  Sin embargo, cuando regresé a México empezaron sus problemas.  Dos o tres veces a la semana me despertaba a todas horas de la madrugada.  Pero lo que me despertaba no era el sonido de la alarma, sino el destello de los números digitales que se encendían y apagaban en mi cara, lo cual siempre pasaba cuando se iba a luz.  Al poco tiempo me rendí y compré uno nuevo que funciona con pilas en el caso (muy probable) de que falle la luz.

Al final de cuentas, me ayuda el hecho de que mi despertador trabaje más acelerado cuando no hay corriente.  Los 25 minutos los pude utilizar para poner a tiempo todos los relojes digitales de casa, que irremediablemente empiezan a parpadear cuando se corta la electricidad.  Es una rutina muy conocida.  Empiezo con los relojes de la cafetera y del microondas en la cocina.  Después sigo con la video, el estéreo y el reloj del escritorio.  Si me alcanza el tiempo, pongo el de la televisión, aunque admito que ya me di por vencido y casi siempre lo dejo parpadeando en las doce horas.

Finalmente terminé y me puse a leer el periódico.  Tomé nota de lo que dijo el Presidente en cuanto a que el abasto de electricidad es indispensable para el buen funcionamiento de la economía nacional y para la vida diaria de todas las personas.  En eso me acordé de las múltiples veces que toda la oficina se salía a la banqueta a platicar, ya que se paralizaba el trabajo por completo en los momentos en que no había electricidad.  También me acordé de la semana pasada cuando me dormí a las 8 de la noche, ya que no podía ver la tele, escuchar el radio o leer un libro.  Inclusive, hasta la plática se hace más difícil cuando no se pueden ver las caras de las personas.

Seguí leyendo la parte del mensaje que dice que en la actualidad, 95 por ciento de la población disfrutamos del servicio eléctrico, lo cual es un avance importante que se ha dado en las últimas décadas, aunque se necesitan 250 mil millones de pesos en inversiones para modernizar y ampliar el servicio.  Me acordé de cifras similares que se daban acerca del servicio telefónico.  En el momento en que se privatizó Telmex hubo muchas personas que cuestionaron la necesidad.  No obstante, me acuerdo muy bien que mi suegra esperó 12 años para que le dieran una línea de teléfono que había solicitado a principios de los ochenta.  Apenas hace unos años, solicité una línea y la obtuve en 48 horas (y hasta digital).

Si la apertura de la industria eléctrica hacia la inversión privada significa poder vivir en un país en donde no se nos corta la luz a cada rato, me parece sensacional.  El Presidente nos pide que realicemos un examen abierto y objetivo del tema.  Que se debata sin prejuicios ni dogmas.  Secundo su propuesta, pero propongo que lo hagamos durante el día.  Por lo menos tendremos la luz natural para que no se interrumpa la discusión.


Comentarios, observaciones y críticas constructivas al Email: heath@infosel.net.mx


martes, 2 de febrero de 1999

La Macroeconomía y la Crisis

 

Pulso Económico


La Macroeconomía y la Crisis

Por: Jonathan Heath

La mayoría de los indicadores que midieron el desempeño macroeconómico de 1998 reflejaron un buen año.  Sin embargo, la población en general hab

ló de una crisis económica vista a través del manejo diario de su vida.  ¿Cómo se puede explicar esta aparente contradicción?
El año de 1997 fue uno de los mejores que hemos visto en décadas, en términos de su desempeño macroeconómico.  La tasa de crecimiento fue la más elevada de los últimos 16 años.  La inversión privada creció a la tasa más alta desde que se llevan estadísticas sobre su trayectoria.  Los déficits fiscal y externo fueron moderados.  La entrada de inversión extranjera directa, rompió todos los récords.  El Banco de México pudo acumular más de 10 mil millones de dólares en reservas después de saldar la totalidad de la deuda que teníamos con Estados Unidos a raíz del préstamo de emergencia de 1995.  La creación de empleos en el sector formal rebasó 800 mil y hacía finales del año había una recuperación incipiente en el salario manufacturero real.
Este comportamiento fue muy oportuno, ya que ayudó a que nuestros puntos de mayor vulnerabilidad se fueran saneando.  A fines de 1997 estábamos en una situación casi ideal (dentro de lo que cabe) para enfrentarnos a un shock del exterior.  Sin embargo, en 1998 no nos enfrentamos a un shock, sino a múltiples shocks que llegaron a producir una situación sumamente difícil para la economía mexicana.  El precio del petróleo, la recesión de Japón, los efectos nocivos del Niño, la crisis asiática, el derrumbe ruso y el escollo brasileño, se presentaron en el espacio de un año para poner realmente a prueba nuestra solidez.
Si examinamos los indicadores que midieron el desempeño macroeconómico de 1998, deberíamos llegar a la conclusión de que fue un buen año.  El crecimiento económico esperado (todavía no disponemos de los números finales) debería ser el cuarto más elevado de 1982 a la fecha.  Unicamente 1990, 1996 y 1997 fueron mejores.  Las cifras del IMSS indican la creación de casi un millón de empleos, por encima de 1997.  La producción industrial real aumentó 6.4 por ciento durante los primeros once meses del año.  Los salarios crecieron por arriba de la inflación en la manufactura, los establecimientos comerciales, la industria maquiladora y la construcción.
Como resultado de la recuperación en el empleo, el aumento real de los salarios y la demanda reprimida de años anteriores, las ventas al consumidor fueron un elemento muy dinámico durante la mayor parte del año.  Dado que el consumo privado creció sistemáticamente por arriba del PIB, el ahorro interno (como proporción del PIB) disminuyó por primera vez en los últimos 4 años.
El año pasado se caracterizó por una dicotomía entre el sector real y los mercados financieros.  Mientras que la parte productiva del país sostenía una buena parte de la inercia del año anterior, los indicadores financieros (tipo de cambio, bolsa y tasas de interés) reflejaban la volatilidad de los mercados internacionales, sacudidos por los múltiples shocks externos.  Aunque el alza en las tasas de interés y la disminución en los flujos de capital del exterior han inducido una desaceleración en la economía hacia fines del año pasado, deberíamos estar orgullosos del desempeño de la macroeconomía, más aún, si comparamos nuestra economía con la de mayoría de los países.
Si todo esto es cierto, ¿por qué la mayoría de la población sigue hablando de la crisis?  Existen múltiples explicaciones, como pude constatar el viernes pasado con mis compañeros de generación de la carrera de economía en un reencuentro después de más de 20 años.  Uno alegaba que mientras siga la inflación muy por arriba de la de nuestros socios comerciales, se mantendrá la sensación de crisis.  La inflación no solamente representa una merma continua del poder adquisitivo, sino que distorsiona la asignación de recursos, empeora la distribución del ingreso y obstaculiza el ambiente propicio para el buen desempeño de los negocios.  Podrá existir crecimiento, pero se dará en forma compleja y forzada, lo cual dificulta la vida económica.
Otro compañero argumentaba razones más políticas que económicas.  Decía que existe una falta visible de liderazgo en el país, que crea un ambiente de incertidumbre.  Mientras éste no se resuelva, la gente seguirá hablando de crisis.  Los números económicos podrán mejorar en forma todavía superior a lo visto en los últimos años, pero carecemos de rumbo, de proyecto nacional y no sabemos a dónde vamos.  Aunque el PIB sube, las familias carecen de seguridad pública, enfrentan deudas enormes y sufren para salir adelante.  Sienten que los políticos están preocupados por temas ajenos a sus problemas y no ven un panorama seguro.
Al final de cuentas, queda claro que la relación entre el desempeño macroeconómico y el sentir general de la nación es distante.  A la gran mayoría les importa muy poco los números macro, dado que no les dicen absolutamente nada.  Queda claro que no podemos ignorar la situación macroeconómica.  La presencia de desequilibrios macro son garantía de una crisis severa.  Sin embargo, cuando un funcionario público presume de los buenos números para dar cuentas de sus acciones, parece distante y desconectado de la realidad.
Aunque los economistas hablemos reiteradamente del crecimiento del PIB, del déficit público, de la cuenta corriente y otros indicadores de nuestra macroeconomía, tenemos que aceptar que son otros los términos que maneja la población.  En este sentido, los economistas tenemos mala fama.  Primero, porque nos escudamos detrás de tecnicismos que únicamente funciona como barrera en la comunicación.  Segundo, porque queremos reducir la situación económica familiar, sumamente compleja, a unas cuantas variables.  Tercero, hablamos de promedios que en muchas ocasiones están sesgados por el buen desempeño de unos cuantos.  Cuarto, se nos olvida que existen muchos Méxicos y no uno solo.  Hablamos orgullosamente del México moderno, que exporta, que produce empleos y que va viento en popa hacia el siglo veintiuno.  Sin embargo, todavía existen millones de mexicanos que no han podido salir del siglo diecinueve.

Comentarios, observaciones y críticas constructivas al Email: heath@infosel.net.mx


La Marcha de la Economía

  Pulso Económico La Marcha de la Economía Por: Jonathan Heath ® Las autoridades monetarias han manifestado su preocupación por los efectos ...