jueves, 25 de febrero de 1999

El Debate Sobre el Sector Eléctrico

 

Pulso Económico


El Debate Sobre el Sector Eléctrico


Por: Jonathan Heath©


El Presidente de la República ha propuesto reformar la Constitución a fin de que los particulares puedan invertir en la generación, distribución y comercialización de energía eléctrica.  Subrayó que una reforma de esta naturaleza se debe hacer muy cuidadosamente, sin apresuramientos que pudiesen afectar negativamente sus beneficios y su transparencia.

La reforma del sector eléctrico es de las más importantes del sexenio.  Por lo mismo, el llamado del Presidente Zedillo a un examen abierto y objetivo es fundamental.  El pide que antes de aceptar o rechazar la propuesta, se analicen las razones que la sustentan, y se debata con civilidad, respeto, sin prejuicios ni dogmas.

El llamado a un debate nacional es atinado.  La reforma es muy profunda y abarca un área sensible en nuestra historia y economía.  Esto significa que cualquier cambio que se realice, tiene que ser con sumo cuidado y sin apresuramientos.  Sin embargo, el examen abierto y objetivo del tema, sin prejuicios ni dogmas, funciona en los dos sentidos.  Por un lado tenemos claramente el dogma del neoliberalismo que nos dice que hay que privatizarlo todo.  Por el otro lado, tenemos el síndrome de fatiga de las reformas, que consiste en la percepción pública de que se han realizado demasiados cambios y a un ritmo desmesurado.  Esto ha resultado en un cuestionamiento de la sociedad sobre la verdadera necesidad de seguir adelante con más reformas neoliberales.

Si vamos a realizar este debate con toda la seriedad que merece, lo tenemos que iniciar con mente abierta, es decir, no tener de entrada la respuesta, sino irla formando al analizar pros y contras.  No obstante, el Ejecutivo comenzó mal ya que arranca con la propuesta de reforma constitucional sobre la mesa antes de escuchar los distintos puntos de vista de la sociedad.  La respuesta inmediata de la oposición fue igual de negativa, ya que lanzó el no definitivo sin haber escuchado ni estudiado la propuesta del Ejecutivo.  ¿Cómo podemos pretender un debate serio si de entrada queda claro que el único objetivo es convencer al otro de que se posee la verdad absoluta?

De entrada ya es un debate amañado.  Las partes nos quieren convencer de su verdad.  No quieren escuchar nuestra opinión si no coincide con la suya.  Sin embargo, nos merecemos más que eso.  Por lo mismo, necesitamos definir los puntos principales a discusión y analizar uno por uno, exponiendo los dos puntos de vista.

El primer punto es si realmente habrá o no una brecha entre la demanda y la oferta de energía eléctrica dentro de algunos años.  Por un lado, el gobierno pinta un escenario de desastre nacional si no realizamos una cuantiosa inversión en el sector.  La oposición lo acusa de realizar una campaña de intimidación para justificar la privatización del sector.

El segundo punto involucra las distintas opciones para allegarse los recursos necesarios.  Estas pueden ser a través de inversión pública, como se hace en la actualidad o abriendo el sector a la inversión privada, incluyendo la extranjera.  También cabe en la discusión si se quiere mantener el monopolio público, convertirlo en monopolio privado o extender el mercado para involucrar una mayor competencia.  La competencia podría o no incluir la desincorporación de las paraestatales actuales.  En este punto habría que añadir a la discusión la supuesta liberación de recursos públicos para el gasto social.

El tercer punto abarca la modificación misma de la Constitución.  Hemos reformado la Constitución cerca de 500 veces en un poco más de 80 años.  El Artículo 27 se ha reformado por lo menos 16 veces y el Artículo 28 otras 4.  ¿Queremos modificarla de nuevo?  ¿Es necesario?  Ante tanto cambio queda claro que no sabemos bien lo que queremos como nación.  Ante cualquier pretexto o cambio sexenal, ajustamos la Constitución a las inquietudes del momento.  ¿Es correcto?  ¿No valdría la pena convocar a una asamblea constituyente y empezar de nuevo?

En adición a estos puntos existen muchas preguntas que hay que contestar.  ¿Cómo podemos asegurar la calidad, seguridad y bajo costo del suministro eléctrico?  ¿Cuál será el efecto sobre el mercado laboral?  ¿Cómo evitar los errores de las privatizaciones pasadas?  ¿Cuál es y debería de ser el papel del Estado en la rectoría del sector eléctrico?

Hasta ahora el debate se ha polarizado entre los eternos defensores del intervencionismo estatal y los extremistas neoliberales que no ven más allá del mercado como solución a todos los problemas del país.  Es hora de que nos involucremos los demás.  A fin de cuentas la decisión debería ser de la mayoría porque al final de cuentas queremos ser una democracia.


Comentarios, observaciones y críticas constructivas al Email: heath@infosel.net.mx


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