Pulso Económico
La Energía Eléctrica
Por: Jonathan Heath©
Nuestro Presidente ofrece a la nación un examen abierto y objetivo de su propuesta para abrir el sector eléctrico a la inversión privada. La oposición argumenta que no es necesario. ¿Será realmente cierto?
La noche del martes pasado, el Presidente Zedillo dirigió un mensaje a la nación en el que propuso una reforma a la Constitución, que abra la posibilidad de que los particulares puedan invertir en la generación, distribución y comercialización de energía eléctrica. Lo sé porque lo leí al día siguiente en Reforma.
Dicen que el discurso estuvo muy bien, interesante, emotivo y balanceado. Sin embargo, no tuve la oportunidad de escucharlo. No porque no estuviera en mi casa en la noche; llegué a tiempo. No porque no supiera que iba dar el mensaje. Rumbo a mi casa, escuché en el radio que se esperaba un mensaje del presidente. Tampoco fue por falta de interés, ya que de inmediato tomé nota mental de sintonizar el canal correspondiente en la televisión. Desafortunadamente, no pude escuchar al Presidente…porque se fue la luz en mi colonia.
No obstante, al día siguiente me levanté temprano para leer la noticia en el periódico. Inclusive, terminé por levantarme antes de lo que acostumbro porque mi reloj despertador se acelera cuando tiene que trabajar con pilas. Dado que no hubo electricidad por más de cuatro horas, mi reloj tuvo tiempo de sobra para adelantarse y me despertó con 25 minutos de anticipación.
No crean que estoy a disgusto con mi despertador. Al final de cuentas, me despierta a tiempo o más temprano y así estoy seguro de no llegar tarde a ninguna cita. Es una mejoría notable sobre mi despertador anterior, que terminé regalando. Lo había comprado hace quince años cuando acepté un trabajo en Estados Unidos. Durante los cinco años que estuve viviendo allá, siempre funcionó muy bien. Es más, en ninguna ocasión me falló. Sin embargo, cuando regresé a México empezaron sus problemas. Dos o tres veces a la semana me despertaba a todas horas de la madrugada. Pero lo que me despertaba no era el sonido de la alarma, sino el destello de los números digitales que se encendían y apagaban en mi cara, lo cual siempre pasaba cuando se iba a luz. Al poco tiempo me rendí y compré uno nuevo que funciona con pilas en el caso (muy probable) de que falle la luz.
Al final de cuentas, me ayuda el hecho de que mi despertador trabaje más acelerado cuando no hay corriente. Los 25 minutos los pude utilizar para poner a tiempo todos los relojes digitales de casa, que irremediablemente empiezan a parpadear cuando se corta la electricidad. Es una rutina muy conocida. Empiezo con los relojes de la cafetera y del microondas en la cocina. Después sigo con la video, el estéreo y el reloj del escritorio. Si me alcanza el tiempo, pongo el de la televisión, aunque admito que ya me di por vencido y casi siempre lo dejo parpadeando en las doce horas.
Finalmente terminé y me puse a leer el periódico. Tomé nota de lo que dijo el Presidente en cuanto a que el abasto de electricidad es indispensable para el buen funcionamiento de la economía nacional y para la vida diaria de todas las personas. En eso me acordé de las múltiples veces que toda la oficina se salía a la banqueta a platicar, ya que se paralizaba el trabajo por completo en los momentos en que no había electricidad. También me acordé de la semana pasada cuando me dormí a las 8 de la noche, ya que no podía ver la tele, escuchar el radio o leer un libro. Inclusive, hasta la plática se hace más difícil cuando no se pueden ver las caras de las personas.
Seguí leyendo la parte del mensaje que dice que en la actualidad, 95 por ciento de la población disfrutamos del servicio eléctrico, lo cual es un avance importante que se ha dado en las últimas décadas, aunque se necesitan 250 mil millones de pesos en inversiones para modernizar y ampliar el servicio. Me acordé de cifras similares que se daban acerca del servicio telefónico. En el momento en que se privatizó Telmex hubo muchas personas que cuestionaron la necesidad. No obstante, me acuerdo muy bien que mi suegra esperó 12 años para que le dieran una línea de teléfono que había solicitado a principios de los ochenta. Apenas hace unos años, solicité una línea y la obtuve en 48 horas (y hasta digital).
Si la apertura de la industria eléctrica hacia la inversión privada significa poder vivir en un país en donde no se nos corta la luz a cada rato, me parece sensacional. El Presidente nos pide que realicemos un examen abierto y objetivo del tema. Que se debata sin prejuicios ni dogmas. Secundo su propuesta, pero propongo que lo hagamos durante el día. Por lo menos tendremos la luz natural para que no se interrumpa la discusión.
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