Pulso Económico
¿Podremos Crecer Todavía?
Por: Jonathan Heath©
A pesar de un recorte de 0.7 por ciento del PIB en el gasto público, el gobierno mantiene su meta de crecimiento económico de 5 por ciento para el año. Sin embargo, los analistas privados están reduciendo sus pronósticos hasta en un punto porcentual.
Las últimas semanas han sido de mucha tensión para la economía mexicana. Primero, había mucha discusión sobre los efectos rezgados de la crisis asiática, que pudieran disminuir la competitividad de nuestras exportaciones. Después vimos que la caída de los precios internacionales del petróleo estaba llegando mucho más allá de lo previsto por las autoridades. Esta incertidumbre dificultaba la tarea del gobierno en términos del gastos que debería de ejercer, ya que los ingresos petroleros son una de las más importantes fuentes de recursos públicos. Finalmente, a través de la ayuda concertada de nuestras propias autoridades, se llegó a un acuerdo internacional para estabilizar los precios del petróleo. Con mayor certidumbre, el gobierno finalmente calculó que el precio promedio para el año podría estar alrededor de 12.50 dólares por baril y recortó el presupuesto en 9 mil millones de pesos adicionales.
Este monto, aunado al recorte anterior, significa una reducción de 27 mil millones de pesos con respecto al monto originalmente propuesto al Congreso en noviembre del año pasado. Algunos analistas han dicho que si el gobierno gasta 0.7 por ciento menos deberíamos descontar eses mismo monto del crecimiento económico esperado para el año. De esta forma, si se estimaba originalmente un crecimiento de 5.2 por ciento, ahora deberíamos esperar 4.5 por ciento. Sin embargo, las cuentas nacionales no funcionan en forma tan simple.
Para empezar, el gasto gubernamental que registran las finanzas públicas no es el mismo que se contabiliza en las cuentas nacionales de las que se deriva el crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB). El PIB es un concepto de valor agregado, mientras que el gasto público es un concepto de valor bruto. Por lo mismo, una reducción de 0.7 por ciento en el valor bruto no significa automáticamente un recorte de la misma magnitud en el valor agregado. Inclusive, el gobierno ha escogido los recortes de tal forma que se minimice su impacto sobre la economía.
De la misma forma, las exportaciones se registran en pesos reales, es decir, en términos de volumen después de haber quitado el efecto de los precios. Esto significa que las cuentas nacionales registrarán el volumen de las exportaciones petroleras, que no va a ser inferior al del año pasado, a diferencia de las cuentas de la balanza de pagos que registran el valor en dólares.
Obviamente habrá menos recursos disponibles en la economía este año y por lo mismo, se tendrá que sentir algún efecto. Sin embargo, lo que nos deberíamos de cuestionar es si va a cambiar o no el dinamismo de la economía y por lo tanto, si habrá o no menos posibilidades de crecimiento.
El primer factor es el gasto gubernamental. El año pasado, el consumo público aumentó 1.8 por ciento y la inversión pública 4.3 por ciento en términos reales y fueron los factores menos dinámicos. Ahora, el gobierno va a absorber la totalidad del impacto de la caída en los precios del petróleo y reduce dinamismo en una parte de la economía que hasta ahora no ha sido parte de la explicación del crecimiento económico.
Hasta ahora el factor más dinámico ha sido la inversión privada, que creció 25.7 por ciento el año pasado, sin contar una reposición muy importante en los inventarios de las empresas. Una buena parte de éstas fueron financiadas por una entrada de 12.1 mil millones de dólares en inversión extranjera directa. Desde hace tres años el gobierno les ha preguntado a las empresas multinacionales el monto esperado de sus inversiones. En 1997, estas empresas dijeron que invertirían alrededor de 7 mil millones de dólares y terminaron por invertir un poco más de 9 mil millones. Ahora este año han dicho que tienen proyectos concretos que totalizan 10.4 mil millones de dólares, por lo que es de esperar que la inversión extranjera directa podrá mantener su dinamismo durante 1998.
Hasta hace quince años, la inversión extranjera directa que entraba al país iba dirigida fundamentalmente al mercado interno. Sin embargo, a raíz de la apertura ha existido un cambio cualitativo en esta inversión, dado que ahora va dirigida a ampliar la base exportadora de la industria nacional. Este cambio es primordial para la economía mexicana ya que significa que ahora tenemos una mayor capacidad para generar nuestras propias divisas.
Por lo mismo, mayor inversión privada se traduce en una ampliación de nuestra base exportadora. Esto significa que deberíamos poder mantener una tasa de crecimiento significativa en las exportaciones no petroleras, que también ha sido hasta ahora uno de los factores más dinámicos de la economía.
Durante los últimos dos años, hemos observado una recuperación importante en el empleo. El sector manufacturero ha registrado un crecimiento de alrededor de 5 por ciento anual en el número de personas empleadas. El número de personas que cotizan en el Seguro Social, indicativo del empleo en el sector formal, ha crecido cerca de 8 por ciento durante el último año. Al mismo tiempo existe una demanda rezagada de bienes que mucha gene no ha podido satisfacer por falta de recursos económicos. En el momento en que reciban un aumento en su poder adquisitivo, empezarán a resarcir el consumo que no pudieron realizar durante los últimos años.
Por primera vez en mucho tiempo, se han empezado a registrar aumentos salariales en términos reales, es decir, por arriba de la inflación. Este aumento en el poder adquisitivo empezará a alimentar el consumo en áreas que no habían tenido mucho dinamismo desde la recesión de 1995.
Todo esto significa que no se altera significativamente el dinamismo de la economía. El gasto de gobierno se reducirá, mientras que el consumo privado deberá aumentar. Esto significa que todavía es factible la meta de 5 por ciento para este año. Más bien nuestras preocupaciones se deberían de enfocar en evitar una disminución del ahorro interno ante la recuperación del consumo y en evitar que el déficit en la cuenta corriente se acelere demasiado.
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