lunes, 2 de marzo de 1998

El Ahorro y las Afores

 

Pulso Económico


El Ahorro y las Afores


Por: Jonathan Heath


El nuevo sistema de 

pensiones empieza finalmente a tomar forma a través de las administradoras de fondos de retiro.  Todo indica que realmente debería estimularse el ahorro a largo plazo.

Uno de los problemas estructurales más importantes del país es la propensión al ahorro tan reducido que existe.  Si queremos crecer en forma sostenida, necesitamos inversión para poder ampliar nuestra capacidad productiva.  Dado que la contrapartida de la inversión es el ahorro, esto significa que necesitamos un mayor

 nivel de ahorro.  Sin embargo, dado que el ahorro interno no alcanza para sostener el crecimiento económico que queremos, especialmente para generar la cantidad de empleos que necesitamos, tenemos que recurrir al ahorro externo.
Esta dependencia del ahorro externo es la que nos fuerza a tener déficits elevados en la cuenta corriente de la balanza de pagos.  Por lo mismo, resulta casi imposible tener un crecimiento sostenible sin que vaya acompañado de un déficit creciente.  En este sentido, un déficit elevado se puede interpretar como signo de éxito de la economía.  En la medida en que se tiene confianza y se presentan oportunidades de negocios, vendrán a nuestro país mayores flujos de capital.  Estos producirán mayores negocios, más crecimiento económico y un déficit más elevado en la cuenta corriente, todo como resultado de un círculo virtuoso.
El problema resulta de la vulnerabilidad que representa este déficit a los shocks tanto internos como externos.  Aunque esta fragilidad es menor si los flujos que provienen del exterior son de inversión extranjera directa en vez de inversión en portafolio de corto plazo, no es una condición suficiente para protegernos de un embate del exterior.  Por lo mismo, hemos estado sometidos a un ciclo continuo de shocks y crisis devaluatorias que han producido un desgaste mayor sobre la población.
Consciente de este problema, el Presidente Zedillo introdujo la reforma al Seguro Social y el nuevo sistema de retiro que busca fomentar el ahorro interno en nuestro país.  No ha sido una reforma fácil de digerir por mucha gente, dado que parece ser que el Estado toma una actitud de desentendimiento al reducir su papel como benefactor de las clases desprotegidas y deja un aspecto esencial de la seguridad social a las fuerzas del mercado.
En general, se han suscitado más preguntas que respuestas a este sistema.  Dada su complejidad, no resulta fácil entender su funcionamiento y el desenlace final.  ¿Tendremos una pensión digna cuando nos jubilemos?
Ahora que el nuevo sistema de pensiones empieza a tomar forma a través de las Administradores de Fondos para el Retiro (Afores), surgen de nuevo muchas de estas inquietudes.  Hace un par de semanas, el Senador José Angel Conchello (PAN), sembró algunas dudas temibles al dar a conocer un estudio actuarial que concluía que el jubilado podría terminar con una pensión realmente pequeña, la cual no podría alcanzar para un retiro digno.
Estos estudios son de vital importancia.  Resulta indispensable calcular el monto de nuestras pensiones para saber bien no solamente si vale la pena el nuevo sistema, sino también cuáles son los parámetros principales que lo determinarán.  En principio, debería de ser un sistema que premia el ahorro y el trabajo.  En otras palabras, debe fomentar el ahorro a largo plazo de tal manera que el trabajador tenga un incentivo mayor al participar en este programa, junto con un premio o reconocimiento a un número mayor de años de trabajo.
Afortunadamente, un análisis más profundo de este tipo de estudios brinda resultados realmente positivos.  Sin lugar a dudas es un sistema que premia el trabajo.  Entre más años trabaja uno aportando a su cuenta individual, se incrementa el ingreso vitalicio.  Tal y como debería de funcionar, la renta que uno recibirá al jubilarse se incrementa en forma geométrica con un mayor número de años de cotizaciones.  Por ejemplo, bajo un escenario intermedio, si una persona trabaja por 25 años, podría retirarse percibiendo el 46 por ciento del salario que tiene en ese momento.  Realmente no es un monto grande dado que 25 años no son muchos para la vida útil de un trabajador.  Pero si esta persona labora 5 años más, ya podrá percibir el 62 por ciento de su salario; es decir, cinco años más le darán 16 puntos porcentuales adicionales.  Si trabaja otros 5 años, podrá incrementar su ingreso al 74 por ciento, lo cual es un porcentaje bastante digno y comparable a nivel mundial.  Sin embargo, si decide trabajar por un total de 40 años, podrá retirarse con el 91 por ciento de su sueldo.
El escenario anterior es bajo el supuesto de que su Afore le pueda dar un rendimiento anual promedio de 7 por ciento en términos reales.  Sin embargo, no tenemos por qué pensar que el rendimiento se limitara a este número.  Si las Afores le pudieran brindar un punto porcentual adicional, es decir, un 8 por ciento, esta persona podría jubilarse con verdadero júbilo, ya que 40 años de trabajo le reconocerían una renta mensual del 123 por ciento de su ingreso al momento de su retiro.  Si esta persona empieza a trabajar a los 20 años y se jubila a los 65 años de edad, sus 45 años de trabajo serán recompensados con una renta del 151 por ciento de su ingreso.
Una preocupación adicional que debería de tener el trabajador es sobre el poder adquisitivo del salario que uno va a tener a la hora de su retiro.  Si tomamos los últimos 20 años de experiencia como algo que pudiera pasar en el futuro, esta preocupación podría ser inclusive más importante que el rendimiento mismo de las cuentas individuales.  Simplemente con reconocer que un salario mínimo tiene hoy en día alrededor de 22 por ciento del poder adquisitivo de un salario mínimo legal de hace 20 años, ¿de qué le servirá a un trabajador recibir el 100 por ciento de un salario que tiene una quinta parte del poder adquisitivo de cuando empezó a cotizar?
El nuevo sistema de pensiones ofrece una protección intrínseca al trabajador en este sentido.  Si alteramos el escenario anterior, que supone un salario real constante a través del tiempo, a un deterioro anual constante del 0.5% real, resulta que el trabajador recibirá un ingreso mayor que le compensará el efecto nocivo de la inflación.
En este sentido, el examen final del sistema es muy halagador.  Recompensa el ahorro y el trabajo constante, mientras que ayudará a aumentar el ahorro interno.  Justo lo que necesitamos.

Comentarios, observaciones y críticas constructivas: Email: heath@infosel.net.mx


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