jueves, 19 de marzo de 1998

El Debate Sobre el Banco Central

 

Pulso Económico

El Debate Sobre el Banco Central


Por: Jonathan Heath


Es positivo el debate sobre el papel del Banco de México en la economía después de la iniciativa presidencial de otorgarle mayor autonomía y la responsabilidad de la política cambiaria.  Sin embargo, nos encontramos otra vez con un diálogo de sordos.

La facción perredista de la Cámara de Diputados organizó en días pasados un coloquio sobre la función de la banca central en México, en anticipación a la iniciativa de ley que permitirá que el Banco de México asuma la responsabilidad de la política cambiaria.  La idea es muy positiva ya que es una decisión importante con muchas implicaciones para la conducción de la política económica del país.

Es lamentable que no fuera el propio Banco de México el que organizara el coloquio.  Esto hubiera mostrado mayor apertura y madurez de una sociedad que busca el camino para hacerse más democrática.  Ya estamos dejando atrás los tiempos en que el Ejecutivo simplemente presentaba las iniciativas de ley que quisiera, sin consideración de la opinión de la sociedad, para ser aprobadas al vapor por un Congreso mezquino que carecía de sentido.  Es tiempo de llevar a cabo el debate que pidió el Presidente en su Tercer Informe, el año pasado.

Los diputados del PRD vieron la oportunidad de llenar un vacío, de iniciar el diálogo y de examinar a fondo la función del Banco Central antes de discutir formalmente la iniciativa de ley en la Cámara.  En este sentido, tenemos que aplaudir su esfuerzo.  Desafortunadamente, los organizadores cayeron en el mismo error.  En vez de tener un debate serio y abierto con la participación de diferentes opiniones, se dedicaron a invitar únicamente a personas con ideas afines y dejaron fuera a los funcionarios del Banco, a los académicos de corriente distinta al PRD y a todos los que pudieron ofrecer opiniones distintas.

En vez de un debate abierto, lo que tuvieron fue un monólogo excluyente.  En vez de un debate serio, fue una discusión interna del partido, con disfraz democrático.  Por un lado, tenemos a un grupo de legisladores que critican sin escuchar razón.  Pero por el otro lado, tenemos personas que contraatacan sin meditar la crítica, como lo ejemplifica José Manuel Suárez Mier en el periódico El Economista.

Uno de los reclamos del PRD y de otros partidos de oposición ha sido la necesidad de una real división de poderes.  El Ejecutivo tiene demasiado poder vis-a-vis el legislativo y la sociedad no tiene suficientes mecanismos para poder acotar y controlarlo.  En este sentido, se reclama la necesidad de una mayor responsabilidad en las decisiones de política económica.

La autonomía del Banco Central viene a jugar precisamente esta función.  La idea de otorgarle cierta independencia es para contrarrestar el poder tan aplastante que tiene el Ejecutivo.  Sin embargo, esto no significa minimizar responsabilidades.  Al contrario, se le dan todos los instrumentos necesarios y se le exigen resultados.  En este sentido, sería interesante analizar la experiencia de Nueva Zelanda, que obliga al gobernador de su Banca Central a renunciar si no cumple sus metas.

Resulta importante poner a la gente idónea en los puestos correspondientes.  Por ejemplo, se necesita una persona con una preocupación profunda por los problemas sociales del país para Secretario de Desarrollo Social.  Sería una gran equivocación poner a una persona cuya ideología dominante sea que las fuerzas del mercado puedan resolverlo todo.

En el mismo sentido, sería una equivocación otorgarle al Banco de México el papel de desarrollo social o de política fiscal que no le corresponden.  Las autoridades pueden contribuir a una mayor justicia social a través de un ambiente de estabilidad económica.  De ahí en adelante, ya le toca al Gobierno Federal propiciar el desarrollo adecuado, mejorar la distribución del ingreso e impulsar el crecimiento económico.

Durante el coloquio se dijo que la política económica se maneja en donde se controla el dinero y que por lo tanto, el Banco de México estaría absorbiendo la función central de la política económica del país.  Sin embargo, no debemos confundir entre los verdaderos recursos de la nación, que controla la Secretaría de Hacienda bajo las premisas autorizadas por el Congreso (es decir, los impuestos, los ingresos no tributarios y la política de endeudamiento) y los medios de pago que se utilizan simplemente para hacer más eficientes las transacciones de la economía.

Otro punto que vale comentar es la percepción de que al incorporar la política cambiaria al Banco Central, se subordina toda la política económica a disminuir la inflación.  Según esto, no se debe permitir que el Banco de México, que tiene objetivos diferentes a los del resto de la sociedad, sea autónomo, sino más bien se deben controlar los flujos de capital y reducir las presiones sobre la cuenta corriente.  Esto es una falacia, dado que el banco no tiene objetivos diferentes, sino que atiende a un reclamo generalizado de evitar las devaluaciones recurrentes y abatir la inflación.  Al final de cuentas, para poder realizar adecuadamente esta tarea, se necesita la combinación de las políticas monetaria y cambiaria.  Lo demás es demagogia pura.


Comentarios, observaciones y críticas constructivas: Email: heath@infosel.net.mx


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