jueves, 27 de mayo de 1999

El Tipo de Cambio

 

Pulso Económico


El Tipo de Cambio


Por: Jonathan Heath


El tipo de cambio pasó por una etapa prolongada de apreciación que obedeció a la mejoría en la balanza comercial y al incremento en los flujos de capital del exterior.  Sin embargo, ahora que la desaceleración de la actividad económica tocó fondo en el primer trimestre y se observa una recuperación en la demanda de importaciones, es buen momento para una corrección moderada.

El martes pasado el precio del dólar interbancario subió 2.3 por ciento, llegando a 9.63 pesos en su cotización de cierre.  Con relación a su precio más bajo, el 3 de mayo, el aumento fue de 3.8 por ciento.  Sin embargo, todavía se encuentra 2.8 por ciento por debajo de su precio del 31 de diciembre del año pasado, de 9.908 pesos por dólar.  Después de cuatro meses y medio de apreciación en el tipo de cambio, se observa una corrección que para muchos era esperada.

Según los operadores del mercado de cambios, la depreciación del peso mexicano fue parte del ajuste observado en la mayoría de los países latinoamericanos, motivado ahora por dudas alrededor del sostenimiento del plan de convertibilidad argentino y un nuevo escándalo político en Brasil.  La semana pasada, el prestigiado periódico londinense Financial Times publicó una nota y un editorial con relación a los comentarios vertidos por Domingo Cavallo, que ahora recomendaba la sustitución del consejo monetario argentino por una flotación de su moneda.  Aunque después lo negó y ahora sostiene que el consejo monetario debería conservarse, el daño está hecho.

El problema es que Argentina no tiene una política monetaria independiente que pueda utilizar para acomodar los shocks del exterior o para ayudar a corregir un desequilibrio en su balanza de pagos.  Esto significa que necesariamente tiene que sufrir una recesión para disminuir su déficit comercial.  Sin embargo, los últimos datos revelan que Argentina vive una recesión significativa y no se ha visto una corrección en el déficit externo.  La declaración de Cavallo ha hecho que los inversionistas estén más conscientes de estos problemas y retiren sus capitales del país, complicando aún más la situación.

En medio de este ambiente de incertidumbre, ahora resulta que el Presidente brasileño Henrique Cardoso está metido en un conflicto de intereses al otorgar información privilegiada a empresas durante la privatización de Telebras.  Brasil venía haciendo milagros en cuanto a su recuperación después de la devaluación del real en enero pasado.  Este escándalo simplemente viene a recordar a los inversionistas la situación precaria que todavía existe en el país más grande de América Latina.

Estas noticias no deberían impactar tanto a México ya que estamos más ligados a la economía norteamericana y nuestros fundamentos económicos se encuentran muy sólidos.  Sin embargo, estos acontecimientos coincidieron con la divulgación de los datos preliminares de la balanza comercial de abril.  Dado que la desaceleración tocó fondo en el primer trimestre, la actividad económica ha empezado a adquirir fuerza de nuevo, lo cual viene a incrementar la demanda de importaciones.  Viendo hacia adelante, es claro que el déficit de la balanza comercial deberá presentar un deterioro paulatino, lo cual hará que se incremente la demanda de dólares.  Ante esta situación, los inversionistas se adelantan y han decidido comprar dólares ahora (o posponer su venta de dólares para después), lo cual ha provocado la depreciación del peso que se ha observado en estos días.

Los datos de importación señalan en forma muy clara la recuperación.  Primeramente habíamos observado que por primera vez desde enero de 1996 la importación de bienes de capital había disminuido en diciembre y enero.  Este fue un reflejo de la disminución en la inversión que se observó en el primer trimestre del año.  Sin embargo, a partir de febrero hay incrementos positivos, lo cual indica que la inversión privada empezará a crecer de nuevo.

Lo mismo observamos en cuanto a la importación de bienes de consumo, aunque con un pequeño rezago.  Después de cuatro meses de caídas, la compra externa de bienes de consumo aumentó 6.8 por ciento en el mes de abril, lo cual puede ser interpretado como una recuperación en las ventas al consumidor en un futuro cercano.  Existen otros datos que ayudan a afirmar esta perspectiva, como el incremento en las ventas al menudeo en los establecimientos comerciales.

Esto significa que el ajuste que acabamos de observar en el tipo de cambio es positivo.  Deberá a ayudar a contener la demanda de importaciones para evitar un deterioro demasiado rápido en la balanza comercial y al mismo tiempo, no es lo suficientemente elevado como para volver a ejercer presiones inflacionarias.


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martes, 25 de mayo de 1999

La Inflación

 

Pulso Económico


La Inflación


Por: Jonathan Heath


El Banco de México dio a conocer ayer la inflación de la primera quincena de mayo, que resultó ser la más baja desde hace casi cuatro años y medio.  Con esta noticia se consolida la tendencia descendente que se vio interrumpida hace un año.

El nivel más bajo de inflación que hemos observado en los últimos 26 años se dio en la primera quincena de septiembre de 1994, cuando el incremento de precios con respecto a la misma quincena del año anterior llegó a 6.72 por ciento.  A partir de ese momento, la inflación empezó una tendencia al alza que duró 31 quincenas hasta llegar a 53.1 por ciento en la segunda de diciembre de 1995.  En el transcurso de los últimos tres años y medio se ha buscado abatir de nuevo la inflación.  Sin embargo, los esfuerzos se vieron interrumpidos el año pasado, cuando después de 57 quincenas la inflación tocó fondo en la primera de mayo al registrar 14.96 por ciento.  De nuevo empezó a incrementarse hasta llegar a 19.04 por ciento en la segunda quincena de enero de este año.

A pesar de los últimos esfuerzos, todavía no se ha podido disminuir lo suficiente la inflación como para regresarla a los niveles observados de hace un año.  Con todo y la noticia enormemente grata de la inflación quincenal de 0.24 por ciento, la variación más baja desde la segunda quincena de 1994, la inflación con respecto a la misma quincena del año pasado es de 18.08 por ciento.  Aunque habría que admitir que vamos por el camino correcto, ya que la inflación acumulada en las primeras nueve quincenas del año es de 5.83 por ciento, que se compara favorablemente con la del mismo periodo del año pasado que fue 6.36 por ciento.

Queda claro que el resultado de esta quincena va a provocar ajustes a la baja en las expectativas de inflación para el año.  Antes de conocer la cifra, el consenso entre los analistas era de 15.1 por ciento para el fin de año (según la encuesta del Banco de México).  Ahora seguramente se esperará una cifra cerca de 14.5 por ciento o menos, con esperanzas de una corrección adicional en lo que avanza el año, siempre y cuando no se den sorpresas como en otras ocasiones.

Apenas en enero de este año, el consenso era de 16.5 por ciento para el año, mientras que nadie le daba credibilidad a la meta oficial de 13.0 por ciento.  Inclusive, había los casos extremos como el de Lehman Brothers, que pronosticaba una inflación de 22.0 por ciento para este año.  Con los resultados positivos de los últimos meses, influenciado por la baja en los precios de frutas, legumbres, electricidad y gas doméstico, se hace cada vez más creíble la meta oficial.  Puede ser que no se llegue a cumplir cabalmente, pero no debería de sorprender que quedara por debajo de 14 por ciento en la ausencia de shocks importantes como los del año pasado.

Sin embargo, no solamente son las bajas en algunos precios lo que explica la tendencia descendente.  Juega un papel primordial la apreciación del tipo de cambio, dado que el precio del dólar ha disminuido más de 6 por ciento en lo que va del año.  Siendo un país con una alta cantidad de importaciones (alrededor de 30 por ciento del PIB), el hecho de que disminuyan los precios de todo lo que importamos debe tener un peso muy importante.

El éxito relativo que empieza a tener la lucha contra la inflación se debe en muy buena parte a la política monetaria del Banco de México.  Gracias a que las autoridades monetarias no han aflojado el paso y han sostenido en forma consistente una política restrictiva en el transcurso de los últimos 10 meses, vemos que el incremento en los precios está cediendo.

Esto ha contribuido a que las tasas de interés bajen significativamente, de un promedio cercano a 35 por ciento al final del año pasado, a niveles por debajo de 20 por ciento desde fines del mes pasado.  Al mismo tiempo, la actividad económica empieza a reponerse después de tocar fondo en el primer trimestre, al responder a las tasas menores y a los flujos de capital del exterior.  No hay duda que la reactivación económica se debe en parte muy importante a la baja en la inflación.  Si la política monetaria no se hubiera sostenido, las expectativas de inflación no se hubieran ajustado a la baja y la economía no estaría volviendo a tomar vuelo.

Por lo mismo, las autoridades monetarias tienen que seguir el rumbo actual sin ceder ante las presiones políticas que piden que se termine la política de cortos.  Los que piden que se elimine el corto para que las tasas de interés bajen más rápido y así se estimule la actividad económica, no empiezan a entender cómo funciona el mecanismo de la política actual.  De hacerles caso, la relajación de la política monetaria mandaría la señal de haber terminado los esfuerzos por abatir la inflación.  Después de cierto tiempo, esto haría que subieran las tasas de interés al volverse a ajustar al alza las expectativas de inflación.  De hecho, uno de los factores que subrayan la inercia en la inflación actual son los incrementos programados por parte del gobierno en el precio de la gasolina.

Sin embargo, existe otra razón todavía de mayor peso para no aflojar el paso en estos momentos.  Una parte importante del éxito se debe a la apreciación del tipo de cambio.  Al bajar la inflación y las tasas, la actividad económica vuelve a tomar fuerza.  Esto a su vez hará que aumente la demanda de importaciones, ejerciendo más presión sobre el déficit de la balanza comercial e incrementando la demanda por divisas.  Por lo mismo, habrá un momento en que el mercado mismo empiece a depreciar el tipo de cambio.  Esto empezará a ejercer de nuevo presiones sobre la inflación.  Si se relaja la postura monetaria actual, el proceso se acelera y terminará por incrementar aun más la inflación.

Las buenas noticias de inflación para esta quincena están muy influenciadas por la baja en el precio del gas doméstico.  Sin embargo, esta baja no se dará todas las quincenas, sino más bien es un ajuste de una vez por todas.  Esto significa que dentro de un mes la inflación será más elevada, simplemente porque no estará sesgada a la baja por una disminución extraordinaria.  Por lo mismo, no podemos cantar victoria en una carrera que todavía no termina y en la que además falta mucho.


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jueves, 20 de mayo de 1999

¿Somos un País Muy Endeudado?

 

Pulso Económico


¿Somos un País Muy Endeudado?


Por: Jonathan Heath


Algunos funcionarios públicos han dicho que la deuda externa mexicana no es muy elevada y que se compara favorablemente con los países de la OCDE.  Sin embargo, nuestra historia está íntimamente ligada a su evolución y las numerosas crisis se han agudizado por el endeudamiento excesivo.  ¿Tiene algún fundamento lo que dice el gobierno?

En agosto de 1982, el gobierno mexicano notificó que no podía seguir cubriendo el servicio de la deuda externa.  Este hecho fue el inicio de la crisis financiera internacional, que duró toda la década pasada.  En ese momento, la deuda externa representaba 364.1 por ciento de las exportaciones de bienes, lo cual nos clasificaba como país severamente endeudado.  En los años siguientes nuestra deuda aumentó, complicándose aún más nuestra situación.  Las autoridades hacendarias tuvieron que renegociar cuatro veces entre 1983 y 1989 los términos de la deuda, mientras que se establecieron nueve arreglos multilaterales con la banca comercial para aliviar su carga.

Sin embargo, la historia de nuestra deuda externa no se inició en ese momento.  Cuando México se declara República independiente en 1823 ya tenía problemas.  Entre 1827 y 1946 tuvimos más de 20 suspensiones de pago y renegociaciones de deuda.  El único periodo en nuestra historia en que no hemos padecido una carga mayor fue entre 1942 y principios de los setenta.  Ya para entonces, nuestro gobierno había abusado de nuevo del endeudamiento y se iniciaba la etapa moderna de los problemas.

Queda claro que en el transcurso de la década pasada nos clasificaban como un país severamente endeudado.  El Banco Mundial establece varios parámetros para clasificar a los países y uno de los más importantes es la relación de la deuda externa a exportaciones totales.  Si esta relación rebasa 220 por ciento, se dice que el país está “severamente” endeudado.  Entre 1982 y 1988 el promedio para México fue de 280.1 por ciento.

A raíz de la renegociación de 1989 bajo el marco del Plan Brady, México logró una quita importante de la deuda, justamente para revertir la transferencia neta de recursos al exterior que imposibilitaba el crecimiento sostenido.  Ese año fue histórico para México ya que la categoría de ser un país severamente endeudado cambio a “moderadamente” endeudado.  En ese año, la relación de deuda a exportaciones bajó a 197.7 por ciento.  Sin embargo, estuvimos a punto de regresar a la clasificación anterior en 1993, cuando de nuevo subió la relación a 220.0 por ciento.  Podríamos decir que fue otro foco rojo que alertaba la posibilidad de una nueva crisis de fin de sexenio.

A partir de este sexenio, el gobierno ha realizado un gran esfuerzo en cuanto al manejo de la deuda externa.  Ha buscado extender el perfil de amortizaciones para reducir la carga de la deuda en el corto plazo.  Ha contratado deuda nueva bajo mejores condiciones para liquidar deuda anterior.  Al mismo tiempo, ha puesto empeño en que la deuda externa no vaya a aumentar en un monto mayor al crecimiento del PIB, para que la relación de deuda externa total al PIB disminuya con el tiempo.

Como resultado de estos esfuerzos, de nuevo estamos marcando un momento histórico.  Según el Banco Mundial, la siguiente categoría de un país “menos endeudado” se logra cuando la relación de deuda a exportaciones sea menor a 132 por ciento.  El año pasado, el Banco Mundial todavía nos catalogaba como un país moderadamente endeudado, basándose en datos hasta 1996.  Sin embargo, en su nueva publicación anual de deuda de este año, con datos ya de 1997, estamos clasificados oficialmente como un país menos endeudado.  El crecimiento de nuestras exportaciones, que ha sido importante a raíz de la apertura comercial, nos ha llevado a tener una relación de 113.8 por ciento a partir de 1997.

Existe un parámetro adicional de clasificación, que es la relación de deuda a PIB.  En el transcurso de los últimos 10 años hemos tenido un promedio por debajo de 40%.  El Banco Mundial establece el umbral de 48 por ciento para distinguir las clasificaciones de moderado a menos endeudado, por lo que no representa una carga en nuestro caso.

El Banco Mundial también clasifica a los países por el tamaño de su PIB per cápita.  Dado que el de nosotros es superior a 3,126 dólares (y menor a 9,655 dólares) nos clasifica como un país de ingreso medio-alto, al igual que Argentina, Brasil y Chile.  Argentina y Brasil están clasificados como países severamente endeudados.  Chile está clasificado como país moderadamente endeudado.  México es el único país de América Latina, con ingresos per cápita superiores a 3,126 dólares que está clasificado como menos endeudado.


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martes, 18 de mayo de 1999

El CCE y la Política Monetaria

 

Pulso Económico


El CCE y la Política Monetaria


Por: Jonathan Heath


En las últimas semanas, justo cuando se aproxima el proceso de sucesión del Presidente del CCE, Carlos Gómez y Gómez de la Asociación de Banqueros de México, ha ofrecido una opinión diametralmente opuesta a la de Eduardo Bours sobre la importancia de la Política Monetaria.  En estos momentos cruciales para el país, sería muy positivo tener a un líder empresarial que entienda cómo funciona la política económica.

El mes pasado, el Presidente del Consejo Coordinador Empresarial (CCE) sorprendió a la comunidad con una declaración francamente preocupante.  Dijo que era tiempo de que el Banco de México pusiera fin a su política monetaria restrictiva, justo cuando existe amplia evidencia de que está funcionando.  No importa que las tasas de interés estén bajando, las expectativas de inflación disminuyen y las perspectivas de crecimiento para la segunda mitad del año han mejorado.  Afortunadamente sus palabras no tuvieron eco, ya que la mayoría de los líderes empresariales entienden bien que en estos momentos las autoridades monetarias no se pueden dar el lujo de mandar señales expansionistas.

Hace poco, el presidente de la Asociación de Banqueros de México (ABM), dejó bien claro su posición de que “la política monetaria del país no debe aflojar hasta en tanto la inflación no alcance proporciones cercanas a un dígito”.  No solamente dijo que habría que “aceptar mantener el corto”, sin que además “nos casamos con el”.  Implícitamente dijo que no habría que hacerle caso a las recomendaciones del CCE, ya que sería como regresar a las políticas populistas que buscan mejorar el ambiente económico en el corto plazo para asegurar las elecciones, pero a un costo mayor en el mediano plazo.

Tanto Gómez y Gómez, como Claudio X. González, son los candidatos más viables para suceder a Eduardo Bours frente al CCE.  Queda claro que ambos entienden bien cómo funciona la política monetaria y que no podemos darnos el lujo de iniciar una política expansionista tan cerca de las elecciones y en el último año del sexenio.  Por lo mismo, debemos ver con buenos ojos el cambio de mando en el CCE, ya que esperaríamos que cualquiera de los dos corregiría de inmediato la postura actual.

En el transcurso de los últimos meses, el CCE ha impulsado políticas monetarias mucho más restrictivas e inflexibles como la dolarización de la economía mexicana.  Sin embargo, al mismo tiempo y en forma contradictoria, piden una relajación de la política monetaria actual.  La dolarización de la economía o la instalación de un Consejo Monetario (caja de convertibilidad) implicaría la introducción de una política mucho más restrictiva que la actual y reduciría a las autoridades monetarias la posibilidad de relajar su postura.  Es totalmente inconsistente estar a favor de la dolarización y al mismo tiempo pedir una relajación de la política actual.

Cuando se escuchó por primera vez esta declaración del Presidente del CCE, se interpretó como una posición personal, ya que no se esperaría que sus asesores del CEESP recomendarían semejante postura.  El Centro de Estudios Económicos del Sector Privado (CEESP) fue creado para defender la libertad económica de los empresarios y promulgar las políticas de mercado.  Ha sido el brazo asesor en cuanto a las posiciones económicas del CCE en representación del sector privado.

Influenciado por su fundador, Don Gastón Azcarraga, llegó a establecer una reputación sólida en la época de Luis Echeverría, cuando defendió sus principios ante las políticas populistas del momento.  Sin embargo, posteriormente cayó en el juego político y olvidó su objetivo original.  Su punto más obscuro fue cuando Manuel Ramírez lo convirtió en un simple repetidor de cifras, época que terminó con su escandaloso asesinato.  Posteriormente lo levantó de nuevo el economista Oscar Vera, quien volvió a inyectarle dinamismo y análisis serio.  Desgraciadamente, el CEESP perdió un líder valioso cuando Vera decidió incorporarse a una institución financiera como su economista en jefe.

Los últimos años han sido difíciles para el CEESP, que ha estado buscando establecer de nuevo una buena reputación.  Ha tenido que apoyar a una diversidad de líderes empresariales, acostumbrados a dar declaraciones “de banqueta”, que muchas veces terminan en afirmaciones vacías, sin sentido lógico.  Recordemos a José Madariaga, que en marzo de 1996 dijo que la crisis bancaria terminaría cuando la economía se recuperara, ya que los problemas se debían simplemente a la falta de crecimiento económico.  En abril de ese mismo año, Hector Larios dijo que la inflación era un mal menor necesario y que el gasto deficitario era positivo.  También podemos recordar a Eugenio Clariond, cuando en mayo de 1997 dijo que la política monetaria había sido nefasta para el país y el Banco de México era burocrático y caprichoso.

En el transcurso del último año, el gobierno ha puesto un énfasis especial en los fundamentos económicos para minimizar la vulnerabilidad al llegar al último año del sexenio.  También ha reconocido la importancia de mandar las señas correctas en el sentido de que no va a instrumentar una política fiscal o monetaria con fines electorales.  Por lo mismo, las autoridades monetarias saben que el peor momento para aflojar su política sería en estos momentos.  Es del interés del sector empresarial que se mantenga la consistencia y que se eviten modificaciones que busquen estimular la actividad económica en forma temporal.

Aquí juegan un papel primordial el CEESP y el CCE, que necesitan apoyar una política dirigida a evitar una nueva crisis.  En este sentido, uno de las primeras acciones que necesitará emprender el nuevo presidente del CCE a su llegada el mes entrante será la corrección de la postura anterior.  Si la posición era del presidente, simplemente podrá repetir su postura a favor de la política monetaria actual.  Sin embargo, si la posición fue con base en la recomendación del CEESP, tendrá que llevar a cabo algunos cambios importantes para asegurar la calidad de la asesoría.


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jueves, 13 de mayo de 1999

La Triste Perspectiva de la Banca

 

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La Triste Perspectiva de la Banca


Por: Jonathan Heath


El gobierno se esforzado para mejorar los fundamentos económicos y minimizar los impactos negativos de una potencial crisis sexenal en el año 2000.  Sin embargo, todavía quedan áreas sumamente débiles que falta sanear.  El más vulnerable sigue siendo nuestro sistema bancario.

Las perspectivas económicas han cambiado en los últimos meses a raíz de la mejoría notable en el entorno externo.  La mayor disponibilidad de recursos externos y la continuidad de la expansión norteamericana significa que la desaceleración actual debe disiparse pronto.  Esta recuperación debería traducirse en mayor actividad económica a partir de la segunda mitad del año.  Aunque lo más seguro es que no alcancemos el mismo crecimiento de 5.6 por ciento que promediamos en los últimos tres años, tampoco deberíamos observar resultados muy por debajo de esta media.  Por lo pronto, se ve muy probable que el crecimiento económico del periodo 1996-1999 alcance 5.0 por ciento o más.

Habría que señalar que la mejoría no ha sido homogénea para todos los sectores, regiones o tamaños de empresas.  Algunos como el de la industria metálica básica y los relacionados con maquinaria y equipo han crecido muy por arriba de la media, mientras que otros como el de la minería y la producción de madera han jalado el promedio hacia abajo.  Mientras que en el centro y sur es más difícil encontrar trabajo, en el norte del país la producción se encuentra limitada por falta de mano de obra.  A las empresas grandes, especialmente las relacionadas con la industria de la exportación, les ha ido más que bien, mientras que las empresas pequeñas y medianas han batallado mucho más para salir adelante.

Aun así, la última vez que experimentamos un crecimiento promedio de 5.0 por ciento en un periodo de cuatro años fue hace más de veinte años.  Lo sorprendente es que en esta ocasión lo hemos hecho sin el apoyo del crédito bancario.  Según los datos del Banco de México, el crédito total canalizado a los sectores no bancarios por la banca comercial ha disminuido 38.9 por ciento en términos reales desde diciembre de 1994 a marzo de este año.  En cambio, según cifras del INEGI, la inversión total en maquinaria y equipo ha aumentado 46.6 por ciento en términos reales de diciembre 1994 a diciembre 1998.  ¿Cómo podemos explicar un crecimiento de 46.6 por ciento en la inversión al mismo tiempo en que el crédito disminuyó 38.9 por ciento?

Para empezar, la mayor parte del crecimiento económico en este periodo se explica por las exportaciones y la inversión privada.  Al mismo tiempo, la mayor parte de la inversión fue destinada a incrementar la capacidad instalada del sector exportador.  La mayoría de las empresas exportadoras son multinacionales, que son las que traen la inversión extranjera directa al país, o bien, empresas mexicanas grandes con acceso al crédito externo.

A raíz de la crisis bancaria, que se agudizó en 1995, muchas empresas pequeñas y medianas se vieron forzadas a dejar de pagar sus créditos a los bancos.  Al percatarse de que las leyes protegían más a los deudores que a los acreedores, la cartera vencida de la banca empezó a crecer a pasos agigantados.  Este hecho fue el equivalente a que estas empresas hubieran recibido un crédito virtual, ya que al dejar de cumplir con sus obligaciones, tuvieron un aumento en su liquidez.  Después de cierto tiempo, estas empresas empezaron a recuperarse y a generar utilidades.  Sin embargo, ya no había razón para reestructurar sus créditos con los bancos y optaron por reinvertir sus utilidades para seguir creciendo.

Otro grupo de empresas ha buscado fuentes alternativas de financiamiento, ya sea a través de proveedores o de empresas asociadas.  Cuando la banca nacionalizada se dedicó a financiar al gobierno durante la década pasada, apareció la “banca paralela” en las Casas de Bolsa.  De igual manera, al no encontrar el crédito en la banca comercial, seguramente se empezarán a desarrollar fuentes alternativas.  Por lo mismo, es posible pensar seguir creciendo por unos años más sin una banca comercial saneada.

No obstante, sería medio ingenuo pensar que ya no necesitamos a la banca.  Los procesos actuales son parches que podrán sustituir al crédito tradicional en forma temporal.  Pero más allá de un par de años, habría que admitir que las perspectivas de crecimiento empezarán a sufrir si no recuperamos a la banca.  Desgraciadamente, no se ve un futuro promisorio para este sector por lo menos durante los siguientes cinco años.  Peor aún, si nuestros legisladores no establecen una reforma jurídica de fondo para nuestro sistema financiero, con un mayor respeto a los derechos de propiedad y la procuración misma de justicia, simplemente no habrá una recuperación.


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martes, 11 de mayo de 1999

Equidad y Reforma Fiscal

 

Pulso Económico


Equidad y Reforma Fiscal


Por: Jonathan Heath


Se ha discutido mucho sobre la importancia de la reforma fiscal.  Sin embargo, no solamente faltan los consensos necesarios, sino que además no se ha enfocado el debate en los puntos más importantes.  Sin lugar a dudas, es mucho más efectivo el gasto público como herramientas que las políticas impositivas.

Las perspectivas de la economía mexicana son más optimistas a raíz del mejoramiento del entorno externo.  Ahora se observa una recuperación en los precios de exportación de petróleo.  El mercado internacional de capitales se ha fortalecido, después de su contracción a mediados del año pasado.  También se percibe que el dinamismo de la economía norteamericana se mantiene, siendo que hace poco los analistas hablaban de su desaceleración.  Esto significa que estaremos en mejores condiciones para enfrentar el último año del sexenio, por más que repiten los funcionarios que no habrá una crisis, sabemos que tenemos que estar preparados para lo peor.

No obstante las mejorías, existen dos áreas en que no ha existido avance alguno y que representan debilidades importantes.  Estas son el sistema bancario y la estructura fiscal.  Por más que se ha comentado acerca de la importancia de una reforma fiscal, no han existido los consensos para impulsar los cambios necesarios.  Por lo mismo, tenemos una estructura tributaria muy débil, con una dependencia importante en recursos petroleros y una relación de ingresos a PIB muy baja.  Esto representa un punto de vulnerabilidad que se necesita corregir.

El punto de vista del sector empresarial es que necesitamos un sistema fiscal que incentive la inversión y que promueve la actividad económica.  Sin embargo, este es un punto de vista parcial, ya que se limita al México moderno.  Es una manera de asegurar el máximo crecimiento de las empresas globalizadoras, pero deja fuera al otro México, donde está la mayoría de la población y la pobreza extrema.

El punto de vista del gobierno es el de recaudar lo máximo posible para atender tantas necesidades básicas de infraestructura y de gasto social.  Sin embargo, su sesgo recaudador inhibe la creación de empleos y crea distorsiones que promueven la ineficiencia.  Al mismo tiempo, su manejo del gasto se percibe como arbitrario, despilfarrador y corrupto.  Resulta difícil convencer a la población de que pague más impuestos, si está convencido que sus recursos simplemente van ir a los bolsillos de los políticos.

El tiempo nos a dado dos lecciones importantes.  Primeramente, se ha visto que el mercado es el mecanismo más eficiente para distribuir y asignar bienes y servicios dentro de una economía.  El tratar de ignorar o contradecir las fuerzas del mercado casi siempre sale contraproducente.  Sin embargo, la segunda lección es que no se resuelven los grandes desequilibrios e inquietudes sociales vía el mercado.  En otras palabras, no se puede pensar que el mercado va a resolver el problema de la pobreza o la distribución del ingreso.

Cualquier intento de reforma fiscal tiene que tomar en cuenta las dos lecciones.  Necesitamos más recursos públicos para atender las necesidades sociales, pero no podemos ignorar las fuerzas del mercado.  Podríamos pensar que esto significa que se debería de buscar un sistema que recauda lo máximo posible sujeto a la restricción de no crear distorsiones perversas.  Sin embargo,  la respuesta no está del lado de los ingresos sino más bien del lado del gasto.

La política fiscal es el instrumento más efectivo para redistribuir el ingreso y contribuir a una mayor equidad.  Sin embargo, el efecto redistribuyo de las políticas impositivas, especialmente en el contexto de una economía abierta, es muy pequeño.  Y son muchos estudios que terminan por concluir que el sistema impositivo de un país debería de tener una cobertura amplia, eficiente, fácilmente administrado, con tasas moderadamente marginales.  Entre más sencillo sea, mejor.

Donde existen las mejores oportunidades para redistribuir el ingreso es en el lado del gasto público. La vinculación entre una distribución equitativa del ingreso y el gasto social es muy sólida, especialmente en los campos de sabiduría y educación.  Esto significa que necesitamos primeramente maximizar el monto del gasto social y después asegurar que ese gasto se haga en  la mejor forma posible.  Existe mucho más campo para combatir la pobreza a través de un sistema impositivo con tasas marginales muy progresivas.

Por lo mismo, no debemos enfocar la reforma fiscal hacia un sistema impositivo con incentivos marcados.  Necesitamos un sistema que sea lo más simple posible y fácil de recaudar.  Esto significa unificar las diferentes tasas del IVA y eliminar concesiones especiales.  Significar  ampliar la base de cobertura lo más que se pueda.

Existen muchos estudios que demuestren que el gasto en salud básica y educación primaria es mucho más efectivo en ayudar a combatir la pobreza que el gasto en educación superior o en hospitales especializados.  En otras palabras, aunque podemos determinar que es una prioridad social incrementar sustancialmente el gasto en educación, no podemos simplemente aumentar el rubro en general.  Existe una diferencia enorme al aplicar el gasto educativo en sus diferentes áreas.

Si nuestra prioridad es combatir la pobreza y mejorar la distribución del ingreso, tenemos que enfocar más gasto en el ámbito de educación primaria y secundaria.  No queda tan claro que el gasto público en educación superior sea la mejor manera de eliminar la pobreza extrema.  Su efecto sobre la distribución del ingreso es marginal.  Esto significa que si nos enfrentamos a recursos escasos, tenemos que tener bien claro no solamente cuales son nuestras prioridades, sino también donde sería más efectivo.

Al final de cuentas, la parte más importante de la reforma es la que menos se ha discutido y es con relación a cómo mejorar la cantidad y calidad del gasto social.  Para esto se necesita una mayor transparencia en la información y un sistema de rendición de cuentas.  No solamente necesitamos determinar democráticamente cómo se va a distribuir el gasto con base a las prioridades que dicta la sociedad, sino que necesitamos formas públicas y abiertas para auditar a los responsables de ejecutarlo.


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jueves, 6 de mayo de 1999

El Respeto al Derecho Ajeno

 

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El Respeto al Derecho Ajeno


Por: Jonathan Heath


En todas nuestra escuelas primarias se enseña la famosa frase de Benito Juárez: “el respeto al derecho ajeno es la paz”.  Esa frase, de hace 130 años, debería ser la base de la educación y la manera de vivir en nuestra sociedad.  Desgraciadamente, lo aprendimos sin reflexionar su significado.  Hoy vivimos en una comunidad que carece del más mínimo respeto a los derechos de los demás.

En enero pasado, un grupo de activistas norteamericanos, interesado en proteger los derechos humanos y el medio ambiente, presentaron una demanda civil contra de 18 empresas fabricantes de ropa, por abusos y maltrato a sus empleados.  Según los acusadores, las empresas The Gap, Tommy Hilfiger, J.C. Penny, Walmart y Sears, han abierto fábricas en las Islas Mariana, un protectorado de los Estados Unidos en el Pacífico del Sur, para producir ropa con mano de obra explotada.  Los obreros son en su mayoría mujeres asiáticas que trabajan 12 horas al día y siete días a la semana, sin pago de horas extras.  Viven en condiciones infrahumanas y carecen de un servicio sanitario básico.

En adición a esta demanda, la empresa The Gap, conocida mundialmente por su ropa moderna, enfrenta protestas por una supuesta destrucción de áreas boscosas en Mendocino County en California.  Los dueños de la empresa, la familia Fisher, compraron el año pasado 230 mil acres a Louisiana Pacific y ahora enfrentan acusaciones por destruir criaderos de salmón coho, que es una especie en extinción, y por destruir los famosos bosques de secuoya de California.

Todo esto lo conocí la semana pasada en un viaje a Nueva York con mi hija de quince años.  Afuera de una de las tiendas más grandes de The Gap, en plena Quinta Avenida, había un grupo de personas que manifestando su inconformidad.  Al pasar por la calle, nos entregaron un par de hojas con sus acusaciones, el razonamiento y las posibles acciones que uno podía tomar si se convencía de las supuestas injusticias.

Llamó mi atención, no la protesta en sí o la preocupación por los derechos humanos en la isla de Saipan.  Podría presumir de estar muy al tanto del problema del salmón coho por un trabajo escolar sobre especies en extinción que había realizado mi hija hace poco.  También podría haber sido porque The Gap es su tienda favorita.  Pero no, no fue por ninguna de estas razones.

La manifestación estaba organizada directamente frente a la entrada de la tienda.  La policía había colocado unas vallas de madera delimitando el área en la que se podían mover.  Estaban a la vista del público sus pancartas y entregaban a las personas que pasaban, y lo querían, un escrito que explicaba con detalle su protesta.  Sin lugar a dudas, se respetaba su derecho a protestar y manifestarse públicamente.

Al mismo tiempo, al dejar un espacio amplio sobre la banqueta entre los manifestantes y la puerta, cualquier persona podía caminar de un lado a otro, ya sea para entrar a la tienda o simplemente para ir al otro lado.  Los manifestantes no estaban gritando, no forzaban sus escritos a las personas que pasaban, ni impedían su entrada a la tienda.  Después de aceptar el escrito, entramos a la tienda sin que nadie nos reclamara ni pidiera que no lo hiciéramos.  De esta manera, se respetaban los derechos de las personas que caminaban por la calle a no ser acosadas, pero también a informarse si así lo querían.

Dado que la entrada a la tienda estaba libre, cualquier persona podía entrar a realizar sus compras.  Adentro había una gran cantidad de clientes, realizando en forma normal sus compras.  Al salir, nadie nos reclamó por haber entrado ni por haber realizado una compra.  De esta manera, los derechos de la propia tienda se respetaban.  Al mismo tiempo, como todos entendían las reglas, únicamente había un par de policías vigilando.

Justamente esto fue lo que me llamó la atención.  Cómo una sociedad civilizada puede funcionar aun cuando existan diferencias importantes de opinión y de interpretación de las leyes, siempre y cuando exista el respeto al derecho ajeno.  En los últimos años han aumentado aquí las marchas, protestas y manifestaciones como respuesta de una sociedad frustrada que siente que las autoridades no escuchan ni actúan.  Sin embargo, en la mayoría de los casos se ha perdido el respeto ajeno y a los manifestantes no les importa la consecuencia de sus acciones.  Hemos llegado al extremo de que un grupo pequeño de personas, protestando algo casi irrelevante, bloquea el Periférico sin consecuencia alguna.  Las autoridades se sienten incompetentes y no encuentran solución.

Cómo me gustaría que Cuauhtémoc Cárdenas hubiera estado con nosotros en ese momento.


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martes, 4 de mayo de 1999

¿Hasta dónde llegará el Tipo de Cambio?

 

Pulso Económico


¿Hasta dónde llegará el Tipo de Cambio?


Por: Jonathan Heath


Hace un mes, cuando el tipo de cambio se había apreciado a niveles por debajo de 9.50 pesos, mucha gente empezaba a inquietarse.  Un mes después sigue la misma tendencia y ahora se encuentra por debajo de 9.30 pesos por dólar.  ¿Hasta dónde llegará el tipo de cambio?

El tipo de cambio de 10.63 pesos, que se observó el jueves 14 de enero, reflejaba una sobrerreacción ante los sucesos del momento.  Por lo mismo, la apreciación que siguió fue un proceso normal de ajuste en los mercados.  Sin embargo, la semana pasada llegó a estar por debajo de 9.30 pesos, lo cual representa una recuperación de 15 por ciento en poco más de tres meses.  Uno pensaría en una sobre corrección en la dirección contraria.

La tasa de inflación esperada para abril de 0.9 por ciento implica que el tipo de cambio real esta alrededor de 13 por ciento menos competitivo en comparación al que existía en 1990.  En palabras más mundanas, existe una sobrevaluación de aproximadamente 13 por ciento del tipo de cambio, suponiendo que 1990 sea el año correcto de referencia.  Muchas veces se ha comentado que realmente no existe un año “correcto”, ya que la economía ha cambiado en forma sustancial en la última década y no podemos presumir que el tipo de cambio real de equilibrio (lo que algunas personas llaman el teórico) sea constante a través del tiempo.

Pero independientemente de todas las deficiencias que le podamos encontrar a este cálculo simplista o forma de enfocar la problemática cambiaria, debemos admitir que es el que la mayoría de la gente utiliza.  En este sentido, no importa que la medida sea equivocada o engañosa, ya que es la percepción de la gente lo que termina por mover al mercado y no el cálculo “correcto”.  Si la mayoría de la gente piensa que el tipo de cambio esta sobrevaluado, independientemente de lo que puedan argumentar los economistas, es como si lo fuera y por lo mismo, es probable que tarde o temprano habrá una nueva corrección.

Sabemos bien lo que nos pasa cuando se percibe que la moneda se encuentra sobrevaluada.  La gente empieza a ponerse nerviosa y manifiesta sus dudas.  ¿Hasta dónde llegará el tipo de cambio antes de que se presente algún ajuste?  ¿Deberíamos preocuparnos?  ¿Por qué no hace nada el Banco de México para evitar una apreciación real de la que después nos arrepentiremos?

En el contexto actual del régimen de flotación, la tarea de ajuste del tipo de cambio no debería ser del Banco de México, sino del mercado, es decir, del público en general a través de sus preferencias por la compra y venta del dólar.  Hasta ahora el nerviosismo se ha manifestado únicamente a través de la expresión de dudas.  Si el público estuviera realmente preocupado ante la eventualidad de un ajuste, debería incrementar su demanda de dólares.  En ese momento el tipo de cambio empezaría a corregirse.  Sin embargo, no ha sido el caso.  Más bien la oferta, a través de una menor demanda de importaciones y una mayor entrada de capitales, ha sido consistentemente mayor a la demanda, por lo que el tipo de cambio sigue apreciándose.

Por lo pronto, las autoridades monetarias no parecen estar preocupadas por una excesiva apreciación.  Para ellos, una corrección inducida sería prematura a estas alturas.  Todavía está muy fresca la discusión sobre la dolarización para sustituir a una política monetaria que no estaba funcionando.  Las criticas sobre la falta de credibilidad estaban en su apogeo apenas hace unos tres meses.  Queda claro que el Banco Central está disfrutando de la baja en las expectativas de inflación y la disminución en las tasas de interés.  Poco a poco, su credibilidad está retornando y cierra la brecha con su meta de inflación.  La postura actual de la Junta de Gobierno es que si la política funciona, no hay que tratar de componerla.

Una opción sería incrementar el monto de la subasta de opciones de venta de divisas al Banco de México, o bien, realizar la subasta adicional que venían haciendo unos años atrás en el caso de que el 80 por ciento o más de las opciones se ejerzan antes de mediados del mes.  Esto le permitiría acumular más reservas de divisas sin influir de inmediato en el tipo de cambio, pero ir retirando algo de la demanda excesiva del mercado.  Seguramente el incremento en las reservas sería un signo adicional de confianza, pero se estaría manifestando una clara preocupación por el tipo de cambio actual.

En este sentido, el Banco Central no quiere mandar ninguna señal que se pudiera interpretar como una relajación en la postura monetaria.  Lo que quiere reforzar es su señal de firmeza.  Por lo mismo, no va a modificar la política actual hasta que las expectativas coincidan con la meta actual.  Además, ante la proximidad de las campañas presidenciales y las mismas elecciones del año entrante, el Banco va ir adoptando una postura conservadora cada vez más.

Esto significa que por lo pronto la responsabilidad de una corrección eventual es del mercado y que no debemos esperar que las autoridades monetarias lo hagan.  Si existe una verdadera preocupación por la apreciación actual, simplemente habría que manifestarlo a través de la compra de dólares.  Con el paso del tiempo, deberíamos observar cómo el mercado se va ir poniendo más nervioso y buscará algún motivo para justificar su ajuste.

¿Cuál podría ser el motivo?  Podría ser un dato menos favorable de lo anticipado, por ejemplo, el déficit de la balanza comercial o un ajuste a la baja en la Bolsa de Nueva York.  Podría ser el cálculo de la paridad del poder adquisitivo que indicara una sobrevaluación creciente.  Entre más tiempo va pasando, casi cualquier noticia podría servir como pretexto.

Lo ideal sería que los ajustes fueran pequeños y seguidos ya que entre más tiempo transcurra se puede anticipar un eventual ajuste todavía mayor.  Lo más seguro es que el patrón observado durante la mayor parte de 1996 y 1997 sea el que vuelva a dominar.  Este es parecido a unos escalones chuecos, es decir, periodos de apreciación lenta interrumpidos de vez en cuando por un incremento repentino.


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