Pulso Económico
El Siempre Controversial Dornbusch
Por: Jonathan Heath®
Sin lugar a dudas, cada vez que habla o escribe el Profesor Rudiger Dornbusch, del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), crea controversia. Parte es su carácter. Le gusta hacer comentarios pícaros que llamen la atención. Le encanta crear polémica aunque quizás le fascina más la idea de tener en jaque a los funcionarios del Banco de México. Sin embargo, no nos vayamos con la finta. El señor no es ningún tonto y sabe bien lo que dice. Lo podemos criticar de exagerado, de provocador y quizás de alarmista. Pero no de inconsistente ni de ignorante.
Su último chiste es un artículo escrito por él, publicado en el Businees Week de esta semana. Advierte que de no cambiar la política monetaria y cambiaria pudiéramos llegar a tener otro desastre en algún momento en el futuro. Alega que el Banco de México está conduciendo su política monetaria de tal forma que el tipo de cambio no se deprecia lo suficiente para así atraer más capital foráneo en inducir la inflación a la baja.
Al cuestionar el razonamiento de las autoridades monetarias que parece tratan de evitar mantener la competitividad del peso, Dornbusch menciona cuatro razones: un tipo de cambio sobrevaluado atrae capital del exterior; ayuda a disminuir los costos de los insumos importados parra inducir la inflación a la baja; y permite un saneamiento más rápido de la banca a través de tasas nominales inferiores. Mientras los costos de un tipo de cambio subvaluado se sienten inmediatamente (más inflación y menores salarios), los costos de una sobrevaluación se permean poco a poco, brindando al gobierno un periodo de alivio que bien necesita. El problema es que el tiempo comprado después resulta muy caro dado que en la mayoría de los casos termina en una crisis devaluatoria.
Podemos no estar de acuerdo con Dornbusch. Sin embargo, su razonamiento tiene pies y cabeza, es decir tiene su lógica. No lo podemos descartar diciendo que fue en el pasado un destacado economista y ahora ya está “chocheando”. El Profesor sigue siendo un brillante y connotado economista. No esta solo en sus ideas y pensamientos va que otros economistas igual de destacados han hecho afirmaciones parecidas, como Jeffrey Sachs y Paul Krugman.
Cuando Dornbusch habla, debemos escuchar. Antes de tratar de ser entendidos, primero debemos entender. En lo personal no estoy de acuerdo con Dornbusch, pero no lo descalifico como un gran economista. A veces parece que su ego es más grande que su intelecto, pero debemos admitir que eso es común en mucha gente. No debemos cuestionar la lógica de Dornbusch, si no más bien que si lo que el está observando es realidad.
La discusión se debe centrar sobre las intenciones de la política monetaria del Banco de México. Dornbusch alega que las autoridades monetarias están controlando la liquidez de la economía, apretando más de lo necesario para que las tasas de interés sean muy atractivas al exterior. Esto provoca suficiente capital (oferta de dólares) para que el tipo de cambio no tenga que moverse. El problema es que la inflación hace necesaria una cierta depreciación de la moneda que no es permitida a través de esta política. Con el tiempo, se va acumulando la presión en contra del peso y el resultado será un ajuste desastroso. Si las intenciones del Banco de México son las que piensa Dornbusch, entonces el Profesor tiene toda la razón.
Lo que nos debemos preguntar es ¿cuáles son las intenciones del Banco de México? Es aquí donde creo que Dornbusch está equivocado y no en su lógica. El Banco de México ha conducido una política monetaria que ha inducido a la baja las tasas de interés. La tasa promedio del año pasado fue 48.48 por ciento en comparación con el 341.97 por ciento este año. Más aún, la política permitió que la tasa de Cetes a 28 días llegara, en promedio, a 23.9 por ciento durante el mes de septiembre, lo que arroja una tasa real de 3.3 por ciento. Esta es una tasa real baja y no elevada. La tasa real promedio del año es de 6.1 por ciento, que en comparación con muchos países, no es tan elevada.
El problema resultaría si el Banco de México tratara de evitar los ajustes eventuales en el tipo de cambio, como el que sucedió hace unas semanas. Pero no fue así. El propio Banco admite que fue un ajuste necesario y hasta sano. Debemos recordar que el nivel promedio del tipo de cambio durante 1995 fue 6.497 pesos por dólar, comparado con 7.568 (a octubre) este año. Esto representa una depreciación del 16.5 por ciento. Dado que el tipo de cambio es ahora más elevado, el promedio final del año estará cerca de 7.62, lo cual es una depreciación de 17.3 por ciento. Si tomamos como referencia los últimos dos años, la depreciación ha sido 117.5 por ciento contra una inflación acumulada de 85.2 por ciento. Esto es una depreciación real, es decir por arriba de la inflación, de 14.3 por ciento.
Hasta ahora todo parece indicar que el Banco de México está conduciendo una política monetaria adecuada, en especial en función de las circunstancias actuales. Sin embargo, la inquietud de Dornbusch es muy válida. Se ha observado un sesgo hacia una política de sobrevaluación muy marcada durante las últimas dos décadas. Debemos estar encima de los números y de los acontecimientos, vigilando y asegurando que no vayamos a terminar en otra situación desastrosa. Es en este sentido que la crítica de Dornbusch es bienvenida. Sus observaciones amargas y tantas veces venenosas son mejores que una ausencia de críticas y puras afirmaciones obsecuentes y victoriosas.
Debemos recordar el chiste sobre el cambio de la bandera. Dice que se quiere cambiar al águila porque ya no es representativa del pueblo mexicano. En su lugar se quiere poner una foca, dado que es el único animal que se parece al mexicano: aun con el agua hasta el cuello, sigue aplaudiendo.
No debemos ser focas. La crítica es buena, aun cuando no estemos de acuerdo.