jueves, 27 de abril de 2000

Los Candidatos y el Modelo Económico

 

Pulso Económico


Los Candidatos y el Modelo Económico


Por: Jonathan Heath®


Este es el primero de varios artículos, en los que se analiza el pensamiento de los candidatos acerca del modelo neoliberal y su aplicación en México.

Una de las constantes que hemos observado en el transcurso de los últimos seis años ha sido el ataque desmedido al modelo neoliberal que se empezó a aplicar en nuestro país a mediados de la década de los ochenta.  Se le ha culpado de todos los males posibles, incluyendo el incremento en la pobreza, el deterioro de la distribución del ingreso, la falta de empleo digno y de calidad, la merma en el poder adquisitivo y el crecimiento de la economía informal.  Pero también se le ha acusado de engendrar la inseguridad pública, el narcotráfico y el aumento en la corrupción.

Hemos escuchado criticas al modelo de todos los candidatos, aun aquellos que lo favorecen, ya que resulta importante dar la imagen de querer cambiar para mejorar. Muchas de estas críticas parecen bien merecidas, sin embargo, resulta que a veces la crítica no obedece para nada al tema. Por lo mismo, resulta importante saber si los candidatos entienden realmente lo que es el modelo y qué critican exactamente.  Se les preguntó qué entienden por neoliberalismo y qué representa específicamente.

Vicente Fox respondió que lo que él critica es la fe ciega en el mercado como promotor del desarrollo, como el instrumento para distribuir el ingreso, para generar la riqueza y optimizar los recursos.  Sin embargo, esto parece ser una exageración, ya que si bien el modelo liberal antepone al mercado como el instrumento ideal para resolver la mayoría de los problemas, únicamente los radicales de derecha lo profesan como fe ciega. En la gran mayoría de los países que pudiéramos describir como predominantemente neoliberales, no existe la aplicación de las fuerzas del mercado como solución a todo y menos existe una fe ciega.

Por ejemplo, podemos ver en países como Estados Unidos y Canadá, que aplican literalmente la doctrina liberal, que el gobierno asume bastantes funciones que se podrían dejar al mercado.  El sistema de seguridad social y los servicios de salud son completamente gratuitos en Canadá, mientras que en Estados Unidos existe un sistema en el cual el gobierno otorga un subsidio mensual a las familias que no consiguen trabajo (Welfare).  Difícilmente se puede argumentar que en México el gobierno ha aplicado ciegamente el mercado como mecanismo para resolver la promoción de desarrollo.  En el sexenio de Salinas se aplicó el impuesto negativo a los salarios más bajos y se impulsó el programa de solidaridad para resolver los problemas de distribución del ingreso.  En este sexenio se resolvió rescatar al sistema bancario y subsidiar a la pobreza extrema a través del programa Progresa.  Ninguna de estas acciones hubiera existido si se tuviera una fe ciega en el mercado.

Para Cuauhtémoc Cárdenas el neoliberalismo es un sistema político económico que pone el interés en que funcione el mercado como un fin en sí mismo y no como un medio para lograr el bienestar de toda la población.  Por ejemplo, él piensa que la privatización no debe ser cuestión ideológica, sino una de varias opciones para resolver un problema.  Sin embargo, el neoliberalismo busca privatizar como un fin y no como un medio para resolver un problema.  Busca privatizar por privatizar, sin pensar más allá en el cómo o en las consecuencias.  Cárdenas ve el proyecto neoliberal como un sistema que está supeditado a los intereses del extranjero y no necesariamente vela por los intereses de los mexicanos.

En respuesta a la pregunta directa, ninguno de los dos candidatos se pronuncia a favor de la privatización de PEMEX. Al comparar las respuestas de esta pregunta con varias acerca del tema de la privatización, uno parece intuir que Vicente Fox está a favor de la privatización desde un punto de vista ideológico, pero que ve que buena parte de la población se opondría.  Por lo mismo, como buen político se adapta a representar a la mayoría.  En cambio, Cuauhtémoc Cárdenas se opone más por una cuestión pragmática en que no ve que la privatización en sí solucionaría los problemas que él ve que tiene esta paraestatal.

Lo que ha fallado en la aplicación del modelo neoliberal, según Cárdenas, es que se ha organizado al mercado de exportación, olvidándose de lo que sucede internamente.  El no está en contra de mantener abiertos nuestros mercados, pero habría que hacerlo aprovechando las fuerzas mismas de la globalización para buscar beneficios para el país.

Fox ve la falla principal en la politización del modelo en el sentido que el gobierno ha utilizado al mercado para su propia conveniencia y no para la del país.  Más que un modelo neo-liberal, lo que ha aplicado el gobierno es un modelo PRI-liberal, en el cual el PRI ha prostituido y contaminado las ideas del mercado que pudieran ser atinadas.


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martes, 25 de abril de 2000

El Pensamiento de los Candidatos

 

Pulso Económico


El Pensamiento de los Candidatos


Por: Jonathan Heath®


Dado que ya falta poco para las elecciones en las siguientes semanas analizaremos el pensamiento de los candidatos a la Presidencia de la República.

Cuando depositemos nuestro voto en un poco más de dos meses, estaremos escogiendo a la persona que conducirá el destino económico del país en los próximos seis años. Hemos visto y escuchado propuestas, promesas, proyectos y promociones hasta el cansancio y todavía no queda del todo claro qué haría cada uno en caso de ganar. Parte del problema es que lo que se dice en la campaña es para conseguir votos y en la mayoría de los casos no es lo que vemos después de la toma de posesión.

No hace mucho tiempo que Luis Echeverría expresó que lo prometido era deuda y el país terminó perdidamente endeudado.  José López Portillo nos dijo que “ya pasó lo peor” cuando lo peor estaba por venir. Miguel de la Madrid nos ofreció la renovación moral, mientras que el Foro de Competencia de Suiza nos clasifica como uno de los países más corruptos del mundo. Carlos Salinas nos propuso el primer mundo y en cambio terminamos en la peor crisis económica de los últimos 70 años. Ernesto Zedillo se comprometió con el bienestar para la familia y el INEGI acaba de informar que la distribución del ingreso ha empeorado.

En la actualidad hemos escuchado diferentes propuestas de un mismo candidato en distintos foros.  Los emisarios del pasado hablan de cambio como si verdaderamente lo fueran a hacer. Los que han estado en más de una campaña presidencial, parecen ofrecer algo distinto en cada ocasión. ¿De qué se trata?

En estas elecciones tenemos una verdadera oportunidad para iniciar un cambio, para dejar atrás los gobiernos que nos han dado más crisis que bienestar.  ¿Pero cómo sabemos que lo que nos ofrecen no es simplemente una ilusión? ¿Por qué ahora y antes no?

Más que propuestas y promesas, lo que debemos entender es cómo piensa cada uno de los candidatos.  Si alguien es partidario del libre mercado, difícilmente emprenderá un cambio en el modelo económico, por más que sus promesas de campaña digan lo contrario.  Si uno está a favor de subsidios, precios controlados y la intervención cotidiana del gobierno en todos los aspectos de la economía, no podemos creer que está a favor del Tratado de Libre Comercio.

Para averiguar el pensamiento de cada uno, solicitamos una entrevista con los tres principales candidatos, para hacerles las mismas preguntas, alrededor de 30, sobre diversos temas relacionados con la economía. En ningún caso preguntamos propuestas específicas, metas exactas o políticas particulares, ya que éstas están al alcance de prácticamente todos. En la entrevista incluimos algunos casos hipotéticos para tratar de entender su manera de pensar y cómo podrían reaccionar a ciertas situaciones.

Las respuestas de Vicente Fox y de Cuauhtémoc Cárdenas fueron muy entusiastas, hecho que agradecemos en todo lo que vale.  Desgraciadamente, no fue el caso de Francisco Labastida.  Después de explicarle a su equipo con detalle lo que se pretendía, el candidato Labastida se rehusó a contestar, tal y como lo ha hecho en múltiples foros, por miedo a que se averigüe como piensa realmente.  Sin embargo, en vez de abandonar el proyecto, decidimos continuarlo con esa limitación, ya que conocemos que la promesa real de Francisco Labastida es más de lo mismo.  Al leer sus discursos, sus escritos y algunas entrevistas en medios, es evidente que mucho de lo que dice parece sacado del Plan Nacional de Desarrollo 1995-2000. También queda claro que su pensamiento es menos relevante que el de los otros dos candidatos, ya que lo que queremos la mayoría de los mexicanos es la alternancia en el poder, una democracia real, un cambio para mejorar.  Francisco Labastida y el PRI ofrecen el pasado y esto lo conocemos muy bien.

El voto del 2 de julio tiene que ser un voto informado.  A pesar de que tenemos cinco candidatos de oposición, no es práctico incluir el pensamiento de todos.  Tantas opiniones confunden en vez de aclarar.  Esto seguramente lo veremos en el debate de mañana.  Por lo mismo, nos concentraremos en los dos candidatos de oposición que tienen una verdadera oportunidad de ganar y contrastaremos sus respuestas con lo que han hecho los gobiernos priístas de los últimos 30 años.  No pretendemos faltar al respeto a los otros tres candidatos, pero simplemente debemos ser realistas.

El ejercicio pudiera semejarse al que hemos visto desde el pasado 6 de marzo en Televisa. Durante 15 semanas, esa televisora agrupó 15 temas de cinco preguntas cada uno y se los presentó a los seis candidatos.  Aunque el ejercicio es de lo más interesante, también es un proyecto muy ambicioso que abarca mucho.  Nuestro propósito es limitarnos al tema de la economía sin tocar otros asuntos que también son muy relevantes para el país.  A favor es que aquí analizaremos las contestaciones de cada uno y no nos limitaremos a simplemente reproducir sus respuestas.

Es importante subrayar que no nos podemos circunscribir a las consideraciones económicas para ejercer nuestro voto. En especial, el sistema político es igual o más importante y requiere cambios que lo sujeten mucho más a la rendición de cuentas. ¿Cómo es posible que el mismo régimen siga en el poder después de llevar a millones de personas inocentes, que no tienen vela en el entierro, a tantas crisis recurrentes? No hay duda de que quién juega albures con el destino de la nación debería responder por sus acciones. Un sistema político que únicamente exige esta responsabilidad en teoría pero rehúsa hacerla cumplir en la práctica, requiere cambios.

El contenido de las entrevistas abarca varios puntos: el neoliberalismo y el modelo económico ideal, la política fiscal, la política monetaria, el sistema bancario, la privatización, la apertura comercial, las reformas estructurales y la política económica en general.  Algunas preguntas son si está a favor o en contra de cierta propuesta.  En varios casos hay una pregunta sobre el mismo tema, pero planteada en una forma distinta, para medir la consistencia en el pensamiento.  Otras preguntas son sobre ciertas decisiones que seguramente tendrá que tomar el próximo Presidente en un momento dado.  Finalmente, otras tratan de establecer las prioridades de cada candidato.

Ojalá que sirvan para ayudar a decidir por quien votar.  Como siempre, estaremos atentos a sus sugerencias y comentarios al respecto.


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martes, 18 de abril de 2000

El Informe Trimestral Sobre la Inflación

 

Pulso Económico


El Informe Trimestral Sobre la Inflación


Por: Jonathan Heath®


El pasado 12 de abril, el Banco de México publicó su primer informe trimestral sobre la inflación, que representa un extraordinario avance en la comunicación y la transparencia de lo que es ante todo un bien público: la información.

Con el tiempo estamos avanzando en la transición anunciada hacia un esquema de objetivos de inflación.  Esta es una nueva forma de llevar a cabo la política monetaria, con base en una comunicación abierta y transparente de los elementos de juicio necesarios para evaluar las acciones de las autoridades monetarias.  Es un reconocimiento de que la información es un bien público e implica que nuestro Banco Central está dispuesto a la rendición de cuentas.  En este sentido, el nuevo Informe Trimestral Sobre la Inflación es un avance significativo e irreversible.

Desgraciadamente, el Banco decidió publicar también un resumen de cuatro hojas.  Esto significa que 99 por ciento de los interesados (cálculo propio) terminarán por leer únicamente el resumen y no el reporte completo.  Es un análisis excelente de la inflación, sus causas, los riesgos principales y sus perspectivas y vale la pena su lectura completa.

En el informe, el Banco advierte cuáles son los riesgos principales en el combate de la inflación.  Acepta que una parte significativa del abatimiento se ha dado a través de factores que pueden revertirse en un futuro.  Reconoce que su meta para este año no es necesariamente compatible con la de 2003 de alcanzar la inflación de los principales socios comerciales.  Anticipa que es muy probable que tenga que ampliar el sesgo restrictivo de la política monetaria y recomienda al gobierno federal la aplicación de una política fiscal más prudente.

¿Cuáles son los peligros principales que deberíamos entender?  El informe señala por lo menos ocho puntos que pudieran afectar negativamente la inflación.  Lo primero es el reconocimiento de que la inflación subyacente es mayor a la inflación general.  Esto significa que la reducción observada en la inflación en el transcurso de los últimos meses es debe más a fenómenos transitorios que no podrán repetirse en el futuro, digamos de “buena suerte”, que a un abatimiento permanente.  Por ejemplo, debemos esperar en los próximos meses incrementos en los precios de frutas, legumbres y verduras, que tendrán un efecto importante en la inflación.

Segundo, al reconocer que el factor principal que aún contribuye al descenso de la inflación es la estabilidad cambiaria, se advierte sobre el peligro de una ampliación del déficit de la balanza comercial, que eventualmente podría aumentar la dependencia respecto de la entrada de capitales de corto plazo.  Esto haría más vulnerable a la economía a movimientos bruscos en el tipo de cambio y pondría en riesgo la sostenibilidad del proceso de desinflación.

Tercero, existe el peligro de un sobrecalentamiento en la economía a través de un crecimiento acelerado de la demanda agregada.  El ajuste de la oferta agregada podrá darse a un paso más lento y conduciría a aumentos en los precios de los bienes no comerciables y al deterioro de las cuentas externas.  De este punto se derivan varios focos de peligro adicionales.

Cuarto, al observar que los aumentos salariales han superado los incrementos en la productividad, existe el peligro de que las revisiones contractuales podrían redituar en una mayor presión inflacionaria.  Quinto, se ha observado escasez de mano de obra calificada en algunas regiones del país, que pudiera representar una amenaza inflacionaria debido al rápido crecimiento del país.

Sexto, el dinamismo previsto de la demanda agregada podría estimular una aceleración en el consumo privado, disminuir el ahorro interno, ampliar el déficit comercial no petrolero y provocar un círculo vicioso de presión inflacionaria. También redituaría en una mayor vulnerabilidad a los shocks del exterior, que es el séptimo punto.  Una caída en el precio del petróleo, una perturbación de la oferta de financiamiento externo o una desaceleración de la economía de Estados Unidos, representan verdaderos flancos de vulnerabilidad.  Sin lugar a dudas, nos hemos visto beneficiados por un entorno externo favorable e inclusive por perturbaciones positivas del exterior, que bien pueden revertirse en cualquier momento.  Hoy ya lo estamos viviendo con la caída severa del mercado de valores de Nueva York.

Por último, en la medida en que la inflación disminuye, la relación entre el crecimiento de los agregados monetarios y los precios se vuelve más incierta.  Esto hace más difícil anticipar los efectos de un incremento en la base monetaria y separar correctamente lo que es un proceso adecuado de remonetización a lo que pudiera ser presión inflacionaria.

Resulta interesante que el Banco de México enfatice las expectativas del sector privado y utilice los pronósticos de los analistas consultores sin divulgar sus propias estimaciones.  Así como nosotros le proporcionamos al Banco nuestras proyecciones, sería muy saludable que el Banco diera a conocer mensualmente las suyas.

Un examen de las proyecciones reunidas a través de su encuesta mensual revela algo verdaderamente inusitado: la expectativa de inflación es menor a la meta oficial del 10 por ciento.  Sin embargo, no podemos interpretar esto como algo totalmente positivo, ya que se anticipa que el abatimiento del aumento de los precios es temporal y que el Banco se enfrenta a una inflación estancada en la segunda mitad del año.  Si bien la expectativa de inflación al cierre de junio es de 9.69 por ciento, la de fin de año es de 9.69 por ciento, lo que implica nulo avance a partir de julio.  Inclusive, la inflación esperada para 2001 de 8.76 por ciento nos dice que la política monetaria empezará a ser menos efectiva y quedará lejos de su meta.

Las autoridades monetarias están conscientes de que a pesar de los buenos resultados del último año, falta mucho todavía para abatir permanentemente la inflación.  Preocupados por la posible apreciación cambiaria que pudiera resultar de una política monetaria más restrictiva, se recomienda mayor coordinación con la política fiscal, que ayudaría a incrementar el ahorro interno y a controlar el crecimiento del consumo privado.


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jueves, 13 de abril de 2000

Elementos para una Política Alternativa

 

Pulso Económico


Elementos para una Política Alternativa


Por: Jonathan Heath


La Alianza por México prepara una propuesta de política económica alternativa para el desarrollo económico sustentable con equidad social.  ¿Qué elementos debería de contener?

Fui invitado al Foro Nacional del Nuevo Rumbo de la Nación para expresar mi opinión sobre una política económica alternativa.  Aprovecho este espacio para resumir mis comentarios vertidos en ese foro.

En el transcurso de la década de los sesenta, México tuvo un crecimiento económico superior al 6 por ciento promedio por año, con una inflación similar a la de Estados Unidos.  El tipo de cambio con relación al dólar era fijo y no presentaba signo alguno de sobrevaluación.  La razón principal eran las políticas prudentes, tanto monetaria como fiscal.  No teníamos una deuda externa elevada y nuestra balanza de pagos era totalmente manejable.  De una forma u otra, parecía que existían en esa época muchas de las condiciones que hoy anhelamos.

Sin embargo, a partir del sexenio de Luis Echeverría se abandonaron las políticas macroeconómicas prudentes y se buscó un desarrollo compartido.  Desgraciadamente, incurrimos en políticas de endeudamiento, tanto internas como externas, que simplemente no eran sostenibles.  En muchos aspectos hubo mejorías, pero no fue posible seguir por el mismo camino por los desequilibrios generados.

En retrospectiva, se cometieron muchos errores.  Pero esos errores no invalidan los objetivos perseguidos, es decir, la búsqueda de un desarrollo compartido.  Este objetivo no es muy diferente a lo que hoy llamamos un desarrollo económico sustentable con equidad social.

¿Por qué se abandonó la estabilidad económica de los sesenta?  Antes que nada habría que señalar que el abandono no fue a propósito, es decir, no se buscó abandonarlo, sino más bien transformar el desarrollo estabilizador en un desarrollo compartido, lo cual era totalmente válido.  Si examinamos la situación a fines de los sesenta, encontramos a un México con problemas importantes.  Una proporción muy elevada de la población vivía en condiciones de pobreza.  Existía una distribución muy inequitativa del ingreso.  Había situaciones que requerían de atención inmediata por parte del gobierno y que el sector privado, el mercado o la mano invisible no iban a arreglar.

Por lo mismo, se decidió que el único que podría asumir la responsabilidad era el gobierno.  No podíamos pensar en un gobierno pasivo, no involucrado en la solución.  Hoy podemos decir que la solución aplicada en ese momento no fue la adecuada.  Pero, repito eso no significa que los objetivos perseguidos no eran correctos.

Posteriormente, cuando la inestabilidad macroeconómica nos agobiaba, buscamos la estabilidad.  Hubo un momento, por allí de los ochenta, que parecía que era más importante abatir la inflación y estabilizar al país, que resolver los problemas más apremiantes de inequidad, de pobreza y de injusticia social.  Sin embargo, era virtualmente imposible resolver estos problemas en un ambiente de inestabilidad.

Unos recuerdan las lecciones de haber abandonado la estabilidad de los sesenta y dicen que jamás deberíamos olvidar la importancia de la disciplina fiscal y monetaria.  Otros dicen que las lecciones más importantes son las de los últimos dos sexenios, cuando se creó una confusión tremenda entre fines y medios, y se puso como fin llegar a una economía de mercado, ya que todo se resolvería automáticamente.

Hoy estamos ante una oportunidad que no se ha presentado desde hace mucho tiempo.  La economía está relativamente cerca de la estabilidad anhelada y la economía empieza a crecer de nuevo.  Parece ser un buen momento para establecer una política económica que realmente pueda combinar el desarrollo económico sustentable con equidad social.  Definitivamente no queremos una política que anteponga la importancia del mercado o que piense que el mercado puede solucionar los problemas de la pobreza o del rezago educativo.  Sin embargo, tampoco queremos una política económica que vuelva a crear inestabilidad, inflación, endeudamiento y demás problemas que pudieran surgir si ignoramos las fuerzas del mercado.

En otras palabras, para construir esta nueva política económica necesitamos recordar todas las lecciones del pasado y no nada más algunas.  No podemos ser selectivos.  Queda claro que el mercado no resuelve todo y que no podemos tener una política económica que piense lo contrario.  Sin embargo, es igual de absurdo pretender ignorar las fuerzas del mercado y pensar que la ley de la oferta y la demanda no existe.  Busquemos equilibrios.  Busquemos soluciones.  Dejemos de ser dogmáticos, tanto de un extremo como el otro.


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martes, 11 de abril de 2000

¿Hora de Comprar Dólares?

 

Pulso Económico


¿Hora de Comprar Dólares?


Por: Jonathan Heath


Oficialmente ya cruzamos el umbral de inflación de un solo dígito en la última quincena de marzo.  Sin embargo, el costo ha sido la apreciación real del tipo de cambio.  Esto ha producido un debate que va subiendo de tono y de intensidad.

Con la inflación de 0.22 por ciento de la segunda quincena de marzo, la inflación anual, medida con respecto a la misma quincena del año anterior, llegó a 9.97 por ciento. Esta no es la inflación de los últimos 12 meses que utiliza el índice mensual, sino más bien es la inflación de las últimas 24 quincenas, ya que utiliza el índice quincenal para su medición.  La diferencia es que el primero mide la inflación promedio del mes, mientras que el segundo se acerca más a una inflación de fin de periodo.  Sin embargo, sin abundar en los tecnicismos, ya podemos decir que hemos vuelto a cruzar el umbral de la inflación de un solo dígito después de 125 quincenas (62 meses y medio o si quieren, 5 años, dos meses y medio).

La última vez que observamos una inflación de un solo dígito, fue de la primera quincena de mayo de 1993 a la primera quincena de enero de 1995, es decir, el gusto nos duró 40 quincenas.  Para lograrlo, el Banco de México tuvo que aplicar una política que utilizaba el tipo de cambio como ancla.  De hecho vivimos una apreciación real constante a partir de 1988, cuando se fijó el tipo de cambio en el marco del famoso Pacto de Solidaridad.  No hay duda de que el factor principal que permitió el abatimiento de la inflación fue la apreciación constante de la moneda.

Hoy nos encontramos ante una situación similar.  Hay una baja considerable en la inflación gracias a la apreciación real del tipo de cambio, aunque la acumulada en los últimos años, es decir la pérdida de competitividad del tipo de cambio, todavía no nos regresa a la situación de 1994.  Sin embargo, no estamos lejos, ya que la competitividad del peso de hoy es similar al promedio observado en 1992. El momento de mayor fortaleza de nuestra moneda ocurrió apenas un año después, cuando el peso se apreció 5.6 por ciento más en el transcurso de 1993.

El gobierno ha puesto mucho empeño en convencer al público que las medidas tradicionales para calcular la supuesta sub o sobrevaluación del peso no son nada confiables y realmente no sirven para su propósito.  Según su argumento, un tipo de cambio determinado por un régimen de flotación es por definición de equilibrio.  Sin embargo, si examinamos la literatura académica encontramos que no existe un consenso sobre el tema.  Inclusive, se podría concluir que existe mucha evidencia en contra de esa opinión.

A raíz de la crisis mexicana de 1994, pero más aún después de las crisis asiáticas, los economistas académicos en las Universidades de Estados Unidos, el Fondo Monetario Internacional, la Reserva Federal y muchas otras instituciones, se dedicaron a realizar estudios sobre el tema.  Muchos se enfocaron a cómo anticipar el desplome de una moneda y a explicar la naturaleza de movimientos repentinos en los tipos de cambios.  No son pocos los estudios que concluyen que la sobrevaluación de la moneda es una de las variables más confiables para anticipar una crisis en el futuro.

No todos los estudios toman medidas tradicionales de sobrevaluación.  Para evitar el problema del año base, algunos simplemente toman la apreciación real acumulada de los últimos tres años.  Bajo esta definición, no hay duda de que seríamos un país con una moneda sobrevaluada.  Los estudios suelen abarcar múltiples crisis y países, y no se limitan a un solo país o experiencia.  Son estudios que no están enfocados a explicar o anticipar una crisis particular, sino que arman un marco conceptual general.

Resulta interesante que no es necesario observar un deterioro anterior en la cuenta corriente de la balanza de pagos, ni la existencia de volatilidad previa.  Es más, se ha encontrado que en el periodo anterior a una crisis es usual experimentar una sensación de calma y de relativo bienestar.  También se ha encontrado que el mercado no es bueno para pronosticar o anticipar crisis, es decir, las expectativas no funcionan como un indicador adelantado.  Más bien, son los cambios no anticipados en los fundamentos (shocks) lo que por lo general determinan las crisis.

Todo esto es interesante para el caso de México en la actualidad.  Si calculamos la apreciación real de la moneda en el transcurso de los últimos tres años, se concluye que el peso está sobrevaluado.  Las expectativas, es decir, el mercado, se encuentra en una cierta calma y no espera una situación de crisis.  No nos debería sorprender que se de un shock en el ambito político, al igual que el entorno externo.

Existen varias teorías para explicar las crisis.  La primera generación de estos modelos se basa en los fundamentos de la economía, con una tendencia que implica una inconsistencia con el tipo de cambio.  La devaluación ocurre cuando los especuladores pueden sacar provecho de un ataque (venta agresiva) contra la moneda.  La segunda generación de modelos estudia el papel de las expectativas autorrealizables. En este caso, la probabilidad de una crisis aumenta con la vulnerabilidad de la economía, es decir, cuando existe un deterioro en los fundamentos.

Al final de cuentas, todavía existe la posibilidad de una devaluación repentina del peso.  Dado que ha existido una apreciación real constante en el transcurso de los últimos años, se puede generar un ataque especulativo en contra del peso ante cualquier shock. Sí es cierto que difícilmente podríamos tener una crisis de la magnitud de 1994, pero eso no descarta un ajuste repentino con consecuencias en inflación y tasas de interés.

Si usted es adverso al riesgo y teme una crisis, hoy es buen momento para comprar dólares.  Posiblemente no pase nada y no ganará tanto como si se hubiera mantenido en pesos.  Sin embargo, así evitará el riesgo de un ajuste repentino y el trauma de perder de nuevo una parte importante de su capital.  Sin embargo, parece que todos están preocupados por la sobrevaluación pero nadie quiere ser el primero en moverse.  Lo que sí queda claro es que si decide comprar los dólares, por lo menos podrá dormir mejor.


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jueves, 6 de abril de 2000

La Guerra de las Calificadoras

 

Pulso Económico


La Guerra de las Calificadoras


Por: Jonathan Heath®


Las empresas calificadoras del riesgo país han intensificado su competencia a través de apreciaciones muy distintas de la situación actual en México.

Actualmente existen cinco empresas reconocidas que se dedican al negocio de calificar a países y empresas.  De las cinco, dos son las más grandes y las que gozan de mayor prestigio.  La primera es Standard & Poor’s, conocida por sus siglas como S&P, mientras que la segunda es Moody’s Investor Service, conocida simplemente como Moody’s.  Las dos siguientes, Fitch IBCA de Londres y Duff & Phelps (D&P) de Nueva York, anunciaron hace poco su fusión y todavía no queda claro cuál de las dos terminará por dominar.  La otra es Thompson Financial Bankwatch, de Canadá, conocida como Bankwatch.  Aunque es la menos acreditada, parece que su especialización es la calificación de bancos.  Es interesante observar como cada una de estas empresas tiene una opinión distinta sobre el riesgo que representa nuestro país para la comunidad financiera internacional.

De todas, Moody’s es la más optimista sobre México.  Es la única que nos da grado de inversión, que es una clase superior en la amplia escala de calificaciones.  “Grado de inversión” significa que las características predominantes del país son buenas y que su capacidad de pago de intereses y principal no está sujeta a especulación, por lo que se considera una buena inversión.  El analista principal de esta empresa para México, Luis Ernesto Martínez, considera que no existe incertidumbre de importancia en nuestro país.  El piensa que en México la democracia ha madurado mucho y es tan sólida que el proceso de la sucesión presidencial ha dejado de representar un punto de vulnerabilidad.  Lo más importante es que las relaciones de deuda externa a PIB y a exportaciones han mejorado mucho y que el perfil de amortización es de los mejores entre los mercados emergentes.  Sin una carga excesiva de deuda a corto plazo y con un manejo muy profesional del crédito público, no existe riesgo alguno de incumplimiento en las obligaciones al exterior.

S&P reconoce la mejoría que ha sustentado México en los últimos años y que la vulnerabilidad a shocks externos ha disminuido sustancialmente.  Sin embargo, su analista principal, Boris Segura, opina que la fragilidad del sistema bancario es un factor grave.  Tiene implicaciones fiscales y microeconómicas que ante circunstancias adversas pudiera dificultar el pago oportuno de las obligaciones al exterior.  También considera que la falta de consensos políticos y las dificultades que representa la sucesión presidencial son señas de una falta de maduración política.  Por lo mismo, considera que México está un nivel por debajo del grado de inversión y aunque la clasifica como especulativa, está cerca del umbral que separa las dos clasificaciones mayores.

La fusión de D&P con Fitch representa una confusión para el caso de México, ya que las dos empresas sostenían puntos de vista y calificaciones diferentes.  El analista de D&P, Jaime Sanz, tiene un análisis similar a S&P y por lo tanto le da la misma calificación.  Existe una coincidencia sobre los riesgos políticos inherentes a la transición hacia un sistema más plural y democrático, sin embargo, le da más importancia al bajo nivel de ahorro interno y opina que la posición de liquidez externa es aún frágil.  Pero existe un contraste con el analista de Fitch, Richard Fox, que alega que México tiene la mayor deuda de corto plazo de cualquier país de América Latina y que la deuda externa de corto plazo, junto con la baja tasa de liquidez externa, nos hace vulnerable a shocks externos.  Por lo mismo, Fitch coloca a México a dos niveles por debajo del grado de inversión y por sus comentarios, uno pensaría que nuestra perspectiva sería negativa.

Lo que sorprende del análisis de Fitch es su falta de profesionalismo y la superficialidad de su análisis, ya que el analista no está enterado del manejo de la deuda externa que ha realizado Hacienda en el transcurso de los últimos años.  A pesar de que toda la información está disponible por Internet y se publica un informe trimestral, Fitch basa su análisis en las cifras de la publicación ya obsoleta del Databook, que surgió de los compromisos de México con los bancos acreedores a raíz de la renegociación de la deuda externa de 1983.  Sin embargo, es de esperar que predomine el análisis superior de D&P en el proceso de fusión que se lleva a cabo.

Igualmente sorprende la calificación de Bankwatch, que hasta la semana pasada era de tres niveles por debajo del grado de inversión.  Parece que su analista Luis Bravo Aguilera le da mucha importancia a la incertidumbre generada por la sucesión presidencial.

¿Quién tendrá la razón?


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martes, 4 de abril de 2000

¿Deberíamos ser Optimistas?

 Pulso Económico

¿Deberíamos ser Optimistas?


Por: Jonathan Heath®


  1. Los últimos indicadores macroeconómicos señalan una mejoría notable en el desempeño de la economía y muchos ya descartan la posibilidad de una crisis sexenal.  ¿Deberíamos compartir este optimismo o ser más cautelosos?

    1. Por un lado, la Secretaría de Hacienda presume sus logros de reactivar la economía, abatir la inflación, contener el déficit externo, mejorar el perfil de amortizaciones de la deuda externa, conservar la disciplina fiscal y reducir las tasas de interés.  Por el otro, el Banco de México habla de cautela y de un posible sobrecalentamiento de la economía.  Mientras que Moody’s le da a México el grado de inversión, Fitch IBCA señala que nuestro país tiene más problemas de deuda que otros países.  Igual, las instituciones financieras del exterior presumen el hecho de que el perfil actual de la deuda externa es el mejor que ha tenido México en las últimas tres décadas, pero muchos analistas advierten sobre los peligros de una moneda sobrevaluada y el daño que podría ocasionar al país.

    2. No hay duda de que estamos en una mejor situación que hace seis años, cuando la ilusión de casi pertenecer al primer mundo se desvaneceó con la devaluación de diciembre.  Las cifras de hoy pintan mejor ante casi cualquier comparación.  El gobierno ha puesto como su máxima prioridad evitar que caigamos de nuevo en una crisis sexenal.  Una y otra vez escuchamos a los de funcionarios públicos afirmar que van a hacer todo lo necesario para evitar una crisis y para tener una sucesión presidencial exitosa.  En el transcurso de los últimos meses ha crecido el optimismo sobre México.

    3. Sin embargo, no existe el mismo optimismo en todos lados.  Es notable que fuera del país sea mucho más significativo que dentro.  Mientras que Moody’s sostiene que México ya tiene una democracia robusta, los que vivimos aquí nos damos cuenta que todavía falta mucho.  Aunque afuera están convencidos de que no habrá crisis e invierten en México, aquí nos pesa mucho la historia de crisis recurrentes y no podemos ser optimistas tan fácilmente.  La revista Latin Finance le otorga al Presidente Zedillo el premio del hombre del año por su labor en sacar al país de la crisis y volver a ponerlo en alto.  No obstante, parece ser el mismo cuento de siempre: antes de las elecciones todo está muy bien, pero agárrense hacia fines de año.

    4. Hace seis años, cuando todo parecía estar bien, tuvimos varios incidentes que nos recordaron que siempre no.  Empezamos con Chiapas y al poco tiempo tuvimos los aumentos en las tasas de interés de Estados Unidos.  Después hubo el teatrito de Manuel Camacho y el asesinato de Luis Donaldo Colosio.  Siguieron las salidas de capital, el secuestro de Alfredo Harp Helú, la supuesta renuncia de Jorge Carpizo y el asesinato de José Francisco Ruiz Massieu.  Afortunadamente no hemos tenido un asesinato de alguien tan notorio, pero tampoco hemos escapado sin llamadas de atención.

    5. En lo que va del año hemos visto varios asesinatos (o aparentes suicidios) ligados al mundo del narcotráfico.  Han existido señales de que los viejos vicios políticos perduran todavía, como aparentemente ocurrió en las elecciones internas del PRI en Tabasco y las finanzas creativas de Oscar Espinoza Villarreal.  El escándalo del IPAB y el conflicto de la UNAM nos recuerdan a diario que hay un montón de problemas por resolver.

    6. Las autoridades quieren que creamos que ahora estamos mejor porque existe mayor transparencia en el manejo de la información.  Sin embargo, también existen suficientes ejemplos que nos hacen dudar de su sinceridad.  Por ejemplo, ¿por qué ha ocultado la Secretaría de Hacienda el contenido del Memorando Técnico suscrito con el Fondo Monetario Internacional?  No nos referimos a la Carta de Intención o al Memorando de Políticas Económicas, que se dieron a conocer en su momento, sino a la otra parte que parece contener información confidencial.  Mientras que el Gobierno interpreta las leyes en forma rigurosa para negarle al público la información sobre Fobaproa y el IPAB, las ablanda y las dobla con los extranjeros con tal de que nos presten dinero.

    7. La semana pasada, la empresa calificadora londinense Fitch IBCA señaló que México tenía la mayor deuda de corto plazo de cualquier país de América Latina y que la deuda externa de corto plazo, junto con su baja tasa de liquidez externa, la hacía vulnerable ante choques externos.  Obviamente molesto, el Director General de Crédito Público, Carlos García Moreno, le respondió  con detalles cómo es la situación de la deuda externa mexicana.  Por su importancia, el gobierno aseguró que todos los medios tuvieran copia de la respuesta.

    8. Después de leer la carta, queda claro que Hacienda ha hecho un trabajo extenso para mejorar el perfil de la deuda, a tal grado que sería casi imposible que tuviéramos una crisis de pagos en este año y el siguiente.  Pero lo interesante sale a relucir cuando la carta dice que “fuimos sorprendidos por estos comentarios en la medida que reflejan una comprensión superficial de las estadísticas de la deuda externa de México”.  Inclusive hace alusión a la publicación titulada Databook que la Secretaría de Hacienda difunde trimestralmente desde hace algunos años.  Para los que tienen acceso a esta publicación, resulta casi incomprensible y virtualmente imposible llegar a las conclusiones contenidas en la carta.

    9. No es que dudemos de las cifras de Hacienda.  La explicación contenida en la carta esta más que bien.  El problema es la falta de transparencia y rendición de cuentas en forma sistemática de estas cifras.  El Databook reporta números agregados sin mayor explicación, sin especificar exactamente de dónde proviene y qué significa cada rubro.  Además sale con un rezago impresionante y su distribución todavía es privilegiada.  La empresa Fitch IBCA no se equivocó en su análisis, sino más bien Hacienda se ha equivocado en su política de comunicación.  Debería existir un reporte mensual, con un rezago máximo de 40 días (similar a la mayoría de la información que maneja INEGI), con todas las cifras desagregadas y explicadas (como en la carta), incluyendo un informe sobre los cambios del último mes como amortizaciones, deuda nueva, pasivos por vencer, intereses pagados, etc.


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