martes, 11 de abril de 2000

¿Hora de Comprar Dólares?

 

Pulso Económico


¿Hora de Comprar Dólares?


Por: Jonathan Heath


Oficialmente ya cruzamos el umbral de inflación de un solo dígito en la última quincena de marzo.  Sin embargo, el costo ha sido la apreciación real del tipo de cambio.  Esto ha producido un debate que va subiendo de tono y de intensidad.

Con la inflación de 0.22 por ciento de la segunda quincena de marzo, la inflación anual, medida con respecto a la misma quincena del año anterior, llegó a 9.97 por ciento. Esta no es la inflación de los últimos 12 meses que utiliza el índice mensual, sino más bien es la inflación de las últimas 24 quincenas, ya que utiliza el índice quincenal para su medición.  La diferencia es que el primero mide la inflación promedio del mes, mientras que el segundo se acerca más a una inflación de fin de periodo.  Sin embargo, sin abundar en los tecnicismos, ya podemos decir que hemos vuelto a cruzar el umbral de la inflación de un solo dígito después de 125 quincenas (62 meses y medio o si quieren, 5 años, dos meses y medio).

La última vez que observamos una inflación de un solo dígito, fue de la primera quincena de mayo de 1993 a la primera quincena de enero de 1995, es decir, el gusto nos duró 40 quincenas.  Para lograrlo, el Banco de México tuvo que aplicar una política que utilizaba el tipo de cambio como ancla.  De hecho vivimos una apreciación real constante a partir de 1988, cuando se fijó el tipo de cambio en el marco del famoso Pacto de Solidaridad.  No hay duda de que el factor principal que permitió el abatimiento de la inflación fue la apreciación constante de la moneda.

Hoy nos encontramos ante una situación similar.  Hay una baja considerable en la inflación gracias a la apreciación real del tipo de cambio, aunque la acumulada en los últimos años, es decir la pérdida de competitividad del tipo de cambio, todavía no nos regresa a la situación de 1994.  Sin embargo, no estamos lejos, ya que la competitividad del peso de hoy es similar al promedio observado en 1992. El momento de mayor fortaleza de nuestra moneda ocurrió apenas un año después, cuando el peso se apreció 5.6 por ciento más en el transcurso de 1993.

El gobierno ha puesto mucho empeño en convencer al público que las medidas tradicionales para calcular la supuesta sub o sobrevaluación del peso no son nada confiables y realmente no sirven para su propósito.  Según su argumento, un tipo de cambio determinado por un régimen de flotación es por definición de equilibrio.  Sin embargo, si examinamos la literatura académica encontramos que no existe un consenso sobre el tema.  Inclusive, se podría concluir que existe mucha evidencia en contra de esa opinión.

A raíz de la crisis mexicana de 1994, pero más aún después de las crisis asiáticas, los economistas académicos en las Universidades de Estados Unidos, el Fondo Monetario Internacional, la Reserva Federal y muchas otras instituciones, se dedicaron a realizar estudios sobre el tema.  Muchos se enfocaron a cómo anticipar el desplome de una moneda y a explicar la naturaleza de movimientos repentinos en los tipos de cambios.  No son pocos los estudios que concluyen que la sobrevaluación de la moneda es una de las variables más confiables para anticipar una crisis en el futuro.

No todos los estudios toman medidas tradicionales de sobrevaluación.  Para evitar el problema del año base, algunos simplemente toman la apreciación real acumulada de los últimos tres años.  Bajo esta definición, no hay duda de que seríamos un país con una moneda sobrevaluada.  Los estudios suelen abarcar múltiples crisis y países, y no se limitan a un solo país o experiencia.  Son estudios que no están enfocados a explicar o anticipar una crisis particular, sino que arman un marco conceptual general.

Resulta interesante que no es necesario observar un deterioro anterior en la cuenta corriente de la balanza de pagos, ni la existencia de volatilidad previa.  Es más, se ha encontrado que en el periodo anterior a una crisis es usual experimentar una sensación de calma y de relativo bienestar.  También se ha encontrado que el mercado no es bueno para pronosticar o anticipar crisis, es decir, las expectativas no funcionan como un indicador adelantado.  Más bien, son los cambios no anticipados en los fundamentos (shocks) lo que por lo general determinan las crisis.

Todo esto es interesante para el caso de México en la actualidad.  Si calculamos la apreciación real de la moneda en el transcurso de los últimos tres años, se concluye que el peso está sobrevaluado.  Las expectativas, es decir, el mercado, se encuentra en una cierta calma y no espera una situación de crisis.  No nos debería sorprender que se de un shock en el ambito político, al igual que el entorno externo.

Existen varias teorías para explicar las crisis.  La primera generación de estos modelos se basa en los fundamentos de la economía, con una tendencia que implica una inconsistencia con el tipo de cambio.  La devaluación ocurre cuando los especuladores pueden sacar provecho de un ataque (venta agresiva) contra la moneda.  La segunda generación de modelos estudia el papel de las expectativas autorrealizables. En este caso, la probabilidad de una crisis aumenta con la vulnerabilidad de la economía, es decir, cuando existe un deterioro en los fundamentos.

Al final de cuentas, todavía existe la posibilidad de una devaluación repentina del peso.  Dado que ha existido una apreciación real constante en el transcurso de los últimos años, se puede generar un ataque especulativo en contra del peso ante cualquier shock. Sí es cierto que difícilmente podríamos tener una crisis de la magnitud de 1994, pero eso no descarta un ajuste repentino con consecuencias en inflación y tasas de interés.

Si usted es adverso al riesgo y teme una crisis, hoy es buen momento para comprar dólares.  Posiblemente no pase nada y no ganará tanto como si se hubiera mantenido en pesos.  Sin embargo, así evitará el riesgo de un ajuste repentino y el trauma de perder de nuevo una parte importante de su capital.  Sin embargo, parece que todos están preocupados por la sobrevaluación pero nadie quiere ser el primero en moverse.  Lo que sí queda claro es que si decide comprar los dólares, por lo menos podrá dormir mejor.


Sugerencias y comentarios al email: heath@infosel.net.mx


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