jueves, 31 de julio de 1997

Francisco Gil Díaz

 

Pulso Económico


Francisco Gil Díaz


Por: Jonathan Heath®


La decisión sobre quién será el próximo gobernador del Banco de México tiene mayor importancia de lo que pudiéramos suponer a primera vista.  Varias personas enteradas del proceso me han señalado que no habría cambios sustanciales en la conducción de la política monetaria si el futuro gobernador es Francisco Gil Díaz, José Sidaoui Dib o Jesús Marcos Yacamán.  En cambio, si se escoge a alguna otra persona, en especial algún político príista como Carlos Ruiz Sacristán o Eduardo Fernández, habría peligro de cambios mayores y un desvanecimiento de la autonomía de la institución.

Pero todavía más preocupante resulta ser el hecho de que las agencias calificadoras del riesgo soberano de nuestro país, consideran esta selección como elemento crucial para su apreciación.  Si resulta ser uno de estos políticos, seguramente se atrasaría la posibilidad de mejorar nuestra calificación, ya que habría mayor riesgo de errores de instrumentación y posibilidades de golpes de timón.  Al final de cuentas, esto implica un costo real para el país, dado que una mejor calificación implicaría la posibilidad de colocar deuda en el exterior a una menor tasa de interés.

El lunes pasado presentamos una lista de diez características que en nuestra opinión debe reunir el próximo gobernador del Banco de México.  Obviamente sería muy difícil que encontráramos en una sola persona todas las particularidades deseadas, pero sí necesitamos que se cumpla la mayoría.  En este sentido, examinaremos a los candidatos que más se mencionan para ver su perfil y sus posibilidades.  Empezando en orden alfabético con los subgobernadores, el primero en la lista es Francisco (“Paco”) Gil Díaz, que es definitivamente uno de los que encabeza la lista de los candidatos con más probabilidades.

Gil Díaz nació en la Ciudad de México el 2 de septiembre de 1943 por lo que pronto cumplirá 54 años de edad.  Su padre fue comerciante y pescador de Sinaloa, por lo que no proviene de una familia revolucionaria o de formación política.  En cuanto a las características específicas:

1.-  Es economista de profesión con estudios de posgrado.  Estudió la carrera de Economía en el ITAM y la Maestría y Doctorado en Economía en la Universidad de Chicago.  Tiene una formación académica muy sólida, complementada como profesor y Director del Departamento de Economía en el ITAM y como profesor en El Colegio de México.  Su especialización es en políticas fiscal y monetaria (Calificación 10).

2.-  Definitivamente, se le debe considerar como un economista de formación ortodoxa en cuanto a política monetaria.  La Universidad de Chicago tiene la reputación de ser la primera escuela de la corriente conocida como monetarismo (Calificación 10).

3.-  Su experiencia en el Banco de México empieza en 1972, hace ya 25 años.  Sin embargo, en varias ocasiones ha pedido licencia para aceptar posiciones en la Secretaría de Hacienda, que suman alrededor de 10 de los 25 años, siempre en posiciones relacionadas con la política fiscal.  Dentro del Banco su experiencia se ha centralizado casi por completo en el área de investigación económica, sin haber pasado por las distintas áreas de operación, tesorería o programación financiera (Calificación 9).

4-.  Uno de los rasgos principales de Gil Díaz es su fuerza de carácter.  Es una persona sumamente inteligente, con convicciones muy marcadas, por lo que seguramente se manejaría en forma muy independiente.  Inclusive, algunos consideran que su carácter le ha ganado tantos enemigos como admiradores.  Tiene fama de ser algo burlón con las personas que no comparten sus ideas (Calificación 10).

5.-  La inteligencia y convicción de Gil Díaz son las cualidades principales que le dan la condición de líder.  A través del tiempo se ha ganado el respeto de muchas personas y seguramente formaría un equipo muy sólido.  Sin embargo, se sabe que su falta de paciencia con ciertas personas le podría llevar a tener problemas en el momento de tener que dialogar con los legisladores (Calificación 9).

6.-  Algunas personas dudan de la habilidad política de Gil Díaz, dado que en el pasado se ha ganado varios enemigos por falta de tacto.  Cuando fue Subsecretario de Ingresos, se ganó la fama de ser una persona muy dura, sin misericordia alguna.  Algunas personas que piensan que él no podrá ser el próximo Gobernador citan su mala relación con Zedillo como su principal obstáculo.  Desafortunadamente, tiene preferencias partidistas y es miembro del PRI desde 1979 (Calificación 8).

7.-  Aunque ha pasado 10 años fuera del Banco a través de su carrera, definitivamente tiene que ser considerado como una persona que se ha formado y que ha hecho carrera dentro del Banco de México.  Su experiencia como subgobernador es un plus muy importante dentro de su trayectoria (Calificación 10).

8.-  Gil Díaz no tiene ninguna relación cercana con el Presidente, aunque trabajaron juntos cuando Gil Díaz era subdirector y Ernesto Zedillo era subgerente de la Dirección de Investigación Económica de 1982 a 1983.  Dicen las malas lenguas que su relación no es tan buena.  Si esto es cierto, podríamos estar seguros de que su nombramiento sería por puros méritos propios y no por relaciones de amistad o parentesco (Calificación 10).

9.-  La formación de Gil Díaz dentro del propio Banco y en la Secretaría de Hacienda le ha dado mucha visibilidad a través del tiempo.  Es una persona muy conocida y respetada, aunque no tiene mucha popularidad dentro del medio de los empresarios.  Sin embargo, no es una persona que haya creado antagonismos con la prensa (Calificación 9).

10.-  Su reputación internacional es excelente, ya que lo conocen muy bien en los distintos círculos de inversionistas, banqueros y académicos que se han especializado en México.  Sin lugar a dudas, es el candidato favorito entre los extranjeros, ya que lo ven como una persona de formación sólida, con experiencia y porte para el puesto (Calificación 10).

La calificación final de Francisco Gil Díaz es de 9.5 y lo coloca como un candidato firme para el puesto de Gobernador del Banco de México.  Sin embargo, también existen otros candidatos que habremos de analizar.

El lunes 4 toca el turno a Jesús Marcos Yacaman.

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lunes, 28 de julio de 1997

El Gobernador del Banco de México

 Pulso Económico


El Gobernador del Banco de México


Por: Jonathan Heath®


Cuando termine su gestión al frente del Banco de México en diciembre de este año, Don Miguel Mancera habrá cumplido casi 16 años en el cargo.  Hoy en día no hay ningún otro gobernador de un banco central en el mundo que tenga más tiempo en su puesto.  Al contrario de la mayoría de las posiciones políticas, la permanencia es vista con buenos ojos, especialmente por la naturaleza conservadora de este tipo de institución.

A través de estos años, Don Miguel ha recibido muchas críticas.  Uno de los mejores ejemplos lo pudimos observar hace unos pocos meses, cuando el empresario regiomontano Eugenio Clariond criticó severamente al Banco de México, acusándolo de todos los males que han ocurrido en el país durante los últimos 20 años.  Sin embargo, hasta hace poco el Banco Central estaba subordinado a la Secretaría de Hacienda, que era la responsable de todas las decisiones de política económica.  Más bien, gracias a la lucha de Miguel Mancera en contra de Presidentes y gabinetes con ideas nada ortodoxas, México pudo contener sus explosiones inflacionarias y evitamos las grandes hiperinflaciones que tuvieron países como Argentina, Brasil, Chile, Uruguay, Bolivia y Perú.

Al mismo tiempo, lo han criticado de instrumentar lo mismo una política monetaria demasiado restrictiva que otra muy expansiva.  A través de los años luchó casi siempre en contra de la marea, tratando de convencernos a todos de los terribles daños que acarrea la inflación.  Pudo eliminar el encaje legal, poner fin a la determinación administrativa de tasas de interés y quitar tres ceros a la moneda para borrar la herencia de la inflación pasada.  Pero quizás lo más importante que nos deja es un banco central autónomo, libre de ese yugo que representaba la sumisión de la política monetaria a las preferencias políticas del Poder Ejecutivo.

Ahora llega el momento de tomar la decisión de quién va a tomar su lugar.  Esta decisión la toma el Presidente y tendrá que ser ratificada por el Senado (de mayoría priísta), por lo que se estima que no habrá mayor problema.  Sin embargo, llenar los zapatos de Miguel Mancera no es fácil.  Tiene que ser una persona con muchas cualidades muy específicas, que no se encuentran a la vuelta de la esquina.  Se tiene que buscar a la persona adecuada y cuidar que no se modifiquen las características del puesto para cumplir con la persona.

Con esto en mente, he pensado en una lista de diez características que debe reunir el próximo gobernador del Banco de México:

1.-  Tiene que ser economista de profesión, con estudios de posgrado.  Si el entrenamiento de economista sirve para algún puesto en especial, el de gobernador del Banco Central es el que encabeza la lista.  Tener el conocimiento técnico suficiente de las políticas monetaria, cambiaria y fiscal en lo particular y de política económica en lo general, es requisito indispensable.  Hoy en día, la especialización y profundización que se recibe con un posgrado ayuda a redondear estos conocimientos.

2.-  Dentro de las diversas escuelas del pensamiento económico, por la misma naturaleza del puesto, conviene que sea de formación ortodoxa.  Ya hemos experimentado fallidamente con economistas de formación radical, como Carlos Tello en 1982.  Sin duda, tiene que ser una persona con vocación de banquero central.

3.-  No solamente se necesita la formación profesional, sino además la experiencia.  Esta tiene que ser específicamente a través de muchos años en funciones alrededor del Banco Central.  Necesita entender perfectamente bien la operación y la instrumentación, la programación financiera y la tesorería, al igual que el análisis monetario y la información económica.  Sería muy positivo si esta experiencia se puede acompañar con algunos años adicionales en funciones de política económica diferente a la monetaria.

4-.  Dada la reciente autonomía del Banco Central, es necesario tener a una persona con carácter fuerte e independiente.  No obstante, ser independiente no significa ir en contra, sino más bien servir de contrapeso y aguantar las presiones para cambiar de rumbo.  Debe tener la capacidad y habilidad para tomar decisiones aisladas de los intereses políticos, pero también ser lo suficientemente flexible para entender la coyuntura del momento.  Dado que los partidos de oposición están ganando terreno por bien del avance democrático del país, se necesita consolidar esta independencia con miras al futuro.

5.-  Se requiere una persona con plena capacidad de liderazgo.  Necesita ganarse el respeto de todo su equipo dentro del Banco, convencer a la Junta de Gobierno para que lo apoye en las decisiones difíciles, y dialogar con el Congreso en forma firme y convincente para recibir su beneplácito.

6.-  Aunque necesita tener mucha habilidad política, no debe ser un político.  De preferencia, debe ser alguien que no sea Secretario de Estado ni pretenda serlo.  Tiene que ser apartidista en apariencia y no mostrar preferencias abiertas, porque necesita entenderse con todos los partidos y presidentes que vengan.

7.-  Es muy deseable que sea una persona de dentro del Banco y no de fuera.  Aunque habrá personas con experiencia y muchas de las cualidades mencionadas, que hoy en día trabajan fuera de la institución, será más fácil la aceptación de alguien que conoce el funcionamiento actual y que es profesionista de carrera del propio Banco.  No es adecuada una persona que ha pasado por todos los puestos de la burocracia, con experiencia genérica como la mayoría de los funcionarios públicos.  Debe servir de algo el haber hecho carrera dentro de las estructuras del Banco mismo.

8.-  Para evitar las críticas futuras y aprender del pasado, será deseable que la persona no sea pariente, compadre o amigo muy personal del Presidente (ahora llamado Síndrome Cuauhtémoc).  Este tipo de relaciones han mostrado a la larga que no funcionan, en especial tomando atención al hecho de que esperamos que sea una persona que dure mucho en el puesto.

9.-  Necesita ser una persona con aceptación nacional, es decir, alguien con quien la mayoría de los segmentos de la sociedad estén de acuerdo.  Obviamente no podemos tener alguien con apoyo unánime, pero que por lo menos la mayoría lo acepte.  Habrá que poner atención especial a los partidos de oposición, legisladores y medios de comunicación.

10.-  Por último, sería conveniente tener a alguien que pudiera gozar de una aceptación internacional.  Este puesto tiene que generar confianza para atraer inversiones del exterior y lidiar con funcionarios de todo el mundo.  Poder gozar de un prestigio internacional, en especial en esta era de globalización, es un punto más a favor.

Así como seguramente habrá más características deseables, también habrá quien no esté en acuerdo con estas diez.  Pero igual creo que es un buen comienzo.  Todas las personas que cumplan con estas características, favor de mandar su curriculum a Los Pinos, con atención al Sr. Presidente.


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jueves, 24 de julio de 1997

La Polémica del IVA

 

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La Polémica del IVA


Por: Jonathan Heath®



Bajar o no la tasa del Impuesto al Valor Agregado (IVA), ha llegado a ser una verdadera polémica entre todos los integrantes con voz de la economía mexicana.  A pesar de todos los argumentos ofrecidos tanto a favor como en contra, la lucha por su modificación es casi exclusivamente política.  Deberíamos reconocer este hecho y enfrentarnos al debate con miras a los efectos políticos más que preocuparnos por los posibles efectos económicos.
La razón principal es que los efectos perversos de una baja gradual en la tasa del IVA se pueden compensar totalmente en muchas formas diversas.  Se trata simplemente de llegar a un consenso sobre cuál de todas es la mejor o la menos mala.  Ningún partido ha propuesto una baja unilateral del IVA, sino más bien cada propuesta viene acompañada de medidas complementarias para neutralizar el efecto presupuestal.  Para algunos es una reducción de los gastos, mientras que para otros es un aumento en otros impuestos.
Los legisladores del PAN quieren desaparecer algunas Secretarías de Estado obsoletas, eliminar las partidas secretas del Poder Ejecutivo y disminuir el gasto administrativo en general que ejerce el gobierno.  Su filosofía descansa en reducir el papel del gobierno a funciones sociales y necesarias únicamente, a través de una desregulación efectiva.
Los legisladores del PRD apoyan la eliminación del gasto superfluo, en especial los rubros correspondientes a partidas secretas o discrecionales que se prestan a prácticas de corrupción.  Sin embargo, no buscan reducir el papel del gobierno, sino más bien transformarlo en un gobierno más responsable y comprometido con la sociedad.  Por lo mismo, buscan aumentar ciertos impuestos, como el IVA sobre bienes de lujo y el impuesto sobre la renta (ISR) a los estratos más altos, o bien introducir impuestos adicionales como el de ganancias de capital y de inversiones especulativas.
Aunque casi siempre los legisladores del PRI hacen frente común en apoyo a las iniciativas del Poder Ejecutivo, existen diferencias de opinión.  Algunos apuntan al hecho de que su apoyo al incremento del IVA en 1995 fue por la emergencia económica y por lo tanto, era una medida temporal.  Dado que ya pasó la etapa difícil se debe iniciar su disminución paulatina.  Parece ser que estarían dispuestos a dialogar sobre las diferentes opciones y llegar a un consenso.  Habría que ver qué posición adoptarán los nuevos diputados priístas ante el Poder Ejecutivo y un congreso mixto.  Sin embargo, haría bien el PRI en adoptar la reducción como posición propia y no antagonizar más ante la mayoría de la sociedad que apoya la medida.
Hasta ahora han existido una gran cantidad de opiniones diversas.  Los representantes de las cúpulas empresariales se han manifestado en contra de la disminución del IVA y en favor de la reducción de otros impuestos.  El IMEF ve la propuesta como populista.  La Concamin propone eliminar el impuesto sobre activos (IMPAC) y ajustar la política fiscal para que promueva la inversión y la creación de empleos.  La Coparmex prefiere acelerar la desregulación y llevar a cabo más privatizaciones.  Sin embargo, tenemos que recordar que estas estructuras corporativistas no son representativas de los verdaderos intereses del sector privado.
La Secretaría de Hacienda ha dejado muy clara su posición contraria a cualquier modificación al impuesto.  Dado que es un impuesto al consumo, favorece el ahorro, pieza angular de la política económica actual.  Por el otro lado, no quiere disminuir los gastos superfluos ni eliminar otras dependencias públicas.  Tampoco está a favor de introducir un impuesto sobre las ganancias de capital ni de imponer un impuesto sobre inversiones de portafolio menores a un año.
Sin lugar a dudas, la mayoría de las personas están a favor de la reducción.  El voto tan marcado en contra del PRI y a favor de los partidos que lo proponen, ratifica el hecho de que es un impuesto altamente impopular.  La señal obscena que supuestamente dedicó Roque Villanueva a la sociedad mexicana, permanecerá en las mentes de muchos mexicanos por un buen tiempo.  El 15 por ciento es una tasa que simboliza la frustración de un pueblo ante los errores de su gobierno.
La posición del PRD y del PAN resulta de una combinación de su promesa electoral y de un desafío al sistema que quieren cambiar.  Si logran una mayoría a su favor, simbolizará el comienzo de un nuevo trato político.  De ahora en adelante, las propuestas de política económica tendrán que convencer a la mayoría.  Ya no habrá un monopolio sobre la concepción de una política correcta.
Al final de cuentas, la disminución del IVA es posible sin afectar el presupuesto público.  Simplemente tendrán que acomodar las medidas complementarias correspondientes.  Por lo mismo, el debate ya no es si se puede o no reducir la tasa del IVA, sino más bien en cómo compensar la recaudación menor.  ¿Será a través de una reducción en el gasto, a través de aumentos en otros impuestos, o bien, una combinación de ambas?  ¿Cuáles serán los gastos que se reducirán?
Diversos funcionarios públicos han sugerido que las únicas opciones son a través de recortes en el gasto social.  Esta posición es simplemente inaceptable.  La percepción de un despilfarro en el gasto, de aguinaldos millonarios, de bonos secretos y de gastos discrecionales está muy presente en la mayoría de la población.  El gobierno debería de aprovechar esta polémica para purgar a los aviadores de su nómina, reducir sus estructuras obesas y racionalizar su gasto.  En vez de resistir a lo que es un reclamo nacional, el PRI y los funcionarios públicos deberían de aprovechar el momento político para llevar agua a su molino.
Podemos estar a favor o en contra de la reducción del IVA.  Podemos presentar todos los argumentos teóricos existentes acerca de la eficiencia del impuesto y sus beneficios para el ahorro.  Podemos proponer una disminución paulatina para asegurar que se asimile sin crear desequilibrios fiscales.  Pero al final de cuentas, tenemos que aceptar el hecho de que de ahora en adelante todas las propuestas tienen que tomar en cuenta a la sociedad.  Ya no es aceptable la posición de un dictador benevolente que decide lo que le conviene a sus gobernados.  Estamos iniciando una nueva etapa en la que será la sociedad la que determine lo que quiere.  La polémica del IVA es apenas el primer paso en esta dirección.



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lunes, 21 de julio de 1997

Las Perspectivas del Sector Laboral

 

Pulso Económico


Las Perspectivas del Sector Laboral


Por: Jonathan Heath®


Las últimas noticias que hemos recibido sobre la evolución del sector laboral han sido positivas.  No solamente se confirma la marcada tendencia descendente del desempleo, sino que además los salarios empiezan a mostrar los primeros signos de recuperación.  Obviamente falta mucho para poder resarcir por completo la pérdida del poder adquisitivo a raíz de la última crisis devaluatoria.  Sin embargo, el hecho de que los aumentos salariales ya están por arriba de la inflación es un signo alentador.

El salario medio real del sector manufacturero aumentó 0.5 por ciento en el mes de abril, siendo el primer mes con un incremento real, es decir por arriba de la inflación, en 26 meses.  Con este pequeño aumento, el salario real queda 19.3 por ciento por debajo del nivel observado en enero de 1995.

El salario medio real de los establecimientos comerciales al mayoreo también mostró un incremento de 0.5 por ciento en el mes de mayo, comparado con el mismo mes del año anterior.  También este sector duró 26 meses consecutivos con caídas en el poder adquisitivo de su salario.  En este caso, existen algunas consideraciones estacionales que hacen más difícil el cálculo.  No obstante, el salario parece estar aproximadamente 24.7 por ciento por debajo de su nivel de enero de 1995.  Los establecimientos comerciales al menudeo han registrado dos meses consecutivos de aumentos salariales por arriba de la inflación (1.5 por ciento en abril y 3.9 por ciento en mayo).

El sector que ha visto un desempeño salarial superior ha sido el de la industria maquiladora de exportación.  Después de 18 meses de una merma continua, empezó a registrar su primer aumento positivo en octubre del año pasado.  Durante todo este año ya ha experimentado un aumento promedio mensual de 2.5 por ciento, llevando su salario real apenas a 4.2 por ciento por debajo del nivel que observó en enero de 1995.

Es de esperarse que este sector tenga un desempeño superior a los demás, dado que se ha mantenido muy dinámico durante los últimos años cuando la economía interna sufría los efectos de la recesión.  No obstante, experimentó una caída en el salario medio, como consecuencia del desplome en la demanda por trabajo en el resto de la economía.  Había una gran cantidad de trabajadores que estaban dispuestos a aceptar un salario menor, ya sea para conservar su empleo en medio de la recesión, o para poder emplearse y tener algún ingreso para poner alimentos sobre su mesa.
En el otro extremo se encuentra el sector de la construcción.  Por alguna extraña razón, el INEGI se ha atrasado en la publicación oportuna de indicadores de este sector.  No obstante, su salario medio todavía mostraba caídas importantes a fines del año pasado, llevándolo a un 36.5 por ciento por debajo del nivel real que tenía a principios de 1995.  Afortunadamente, este sector parece ser la excepción y no la regla en cuanto al comportamiento de los salarios.

A pesar de observar lo que parece ser el principio de una recuperación salarial, tenemos que estar conscientes de que queda un camino muy largo por adelante.  Por ejemplo, de las personas que dicen tener un trabajo, el 12.1 por ciento gana menos de un salario mínimo, cuando en 1994 era apenas el 8 por ciento.  No solamente es una proporción mayor, sino que el poder adquisitivo del salario mínimo también es menor.  El mínimo de hoy tiene un 20.4 por ciento menos poder adquisitivo que el mínimo de enero de 1995.

Pero todavía más preocupante es el hecho de que 88.6 por ciento de la población ocupada gana menos de cinco salarios mínimos, lo que es casi equivalente a un salario mínimo de hace 20 años.  El tener que admitir que casi 9 de cada 10 mexicanos que trabajan el día de hoy, tienen un poder adquisitivo menor a un solo salario mínimo de 1976, es quizás el indicador más embarazoso que existe sobre el avance económico que ha logrado el gobierno durante estas dos últimas décadas.

La otra cara de la moneda del sector laboral es el del empleo.  La última cifra sobre la tasa de desempleo abierto, correspondiente a junio, es de 3.4 por ciento.  La tasa promedio de desempleo de 1994 fue de 3.7 por ciento y la de 1993 de 3.4 por ciento.  Para encontrar una tasa menor, tenemos que remontarnos a 1992 cuando se registró una tasa promedio de 2.8 por ciento.  No solamente es una tasa baja, que se compara favorablemente con las tasas anteriores a la crisis, sino que únicamente el 25.6 por ciento de los desempleados corresponden al jefe de hogar.  Esto significa que apenas el 0.9 por ciento de la población económicamente activa corresponde a jefes de familia sin empleo.

No obstante, la tasa de desempleo abierto no es un indicador adecuado para medir el meollo del problema laboral mexicano.  Es una tasa muy baja simplemente porque la gran mayoría de la población está obligada a aceptar un empleo al salario que sea, dado que no tienen ahorros acumulados ni condiciones económicas para subsistir en lo que encuentran un mejor empleo.  También se tiene que reconocer que no existen muchos empleos con salarios mejores.

Los otros indicadores de empleo, como el número de afiliados al seguro social, ha mostrado una recuperación importante.  Ya tiene un año completo con incrementos positivos, siendo que este año la tasa de crecimiento mensual promedio es de 8.8 por ciento.  Este es un indicador importante, ya que por lo regular los empleados inscritos en el seguro tienen todas las prestaciones legales.  Aun así, las estadísticas del INEGI apuntan a que todavía el 24.1 por ciento de la población ocupada son asalariados sin prestaciones.

Todos estos datos indican que el sector laboral empieza a experimentar los primeros signos de una recuperación.  Hoy por hoy, existen más empleados y el salario medio real ha dejado de caer.  Sin embargo, esta situación no es para dar alegría.  Los asalariados están tan golpeados que por más que aumenten su ingreso por arriba de la inflación, todavía faltan muchos años para que tengan el mismo poder adquisitivo de 1994.  Pero peor aún, el poder adquisitivo del salario en 1994 quedaba lejos de ser un salario decoroso.

Es digno de elogio el hecho de que la economía esté recuperándose.  También es satisfactorio encontrar que la inflación sigue a la baja, la producción industrial crece a tasas elevadas, las tasas de interés van decreciendo, el empleo va en aumento y las ventas al menudeo empiezan a crecer.  Sin embargo, todo progreso es irrelevante si no logramos que permee hacia la mayor parte de la población.  Al final de cuentas, el indicador más importante es el poder adquisitivo de los mexicanos, pero no del 20 por ciento mejor acomodado, sino del otro 80 por ciento, de los que no llegan hoy en día ni siquiera al poder adquisitivo de un salario mínimo de 1976.


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jueves, 17 de julio de 1997

La Hora de las Calificaciones

 

Pulso Económico


La Hora de las Calificaciones


Por: Jonathan Heath©


Ya pasamos una de las pruebas más difíciles, al llevar a cabo las elecciones del pasado 6 de julio.  Fueron elecciones limpias y justas (especialmente para nuestras normas), con amplia participación ciudadana.  Dimos por primera vez en muchísimas décadas la señal de que somos capaces de un comportamiento democrático.  Teníamos los ojos del mundo entero encima de nosotros y cumplimos muy bien.

El comportamiento de los mercados financieros, señal inequívoca de inestabilidad, reaccionaron con singular alegría.  Rompió récord la Bolsa Mexicana de Valores, se fortaleció el tipo de cambio y bajaron las tasas de interés.  Aumentaron en forma importante los flujos de capital del extranjero, dirigidos especialmente a la compra de valores de empresas, en espera de comportamientos positivos.  Se dice que había bastante inversión extranjera directa en fila esperando el resultado de las elecciones y que ahora vendrá una racha grande de proyectos nuevos de inversión.

En términos generales, la economía va a todo dar.  La actividad industrial mantiene su ritmo de crecimiento ya que se incrementó 9 por ciento durante el mes de mayo.  La inflación ya bajó a niveles inferiores del 1 por ciento mensual.  Las ventas de establecimientos comerciales al menudeo, que era uno de los pocos sectores todavía rezagados, registraron un aumento de 6.6 por ciento en abril.  Hasta los salarios medios manufactureros tuvieron una recuperación real (del 0.5 por ciento), dejando atrás una racha negativa de 26 meses consecutivos de merma en su poder adquisitivo.

Tenemos un presupuesto público más o menos balanceado, que no genera presiones inflacionarias ni quita recursos al sector privado.  Mientras que la balanza comercial sigue en superávit, el déficit en la cuenta corriente de la balanza de pagos representa apenas el 0.6 por ciento del PIB.  A pesar de tener un régimen de flotación, el Banco de México ha logrado incrementar las reservas internacionales en forma importante, sin afectar el tipo de cambio.

El gobierno ha logrado colocar emisiones nuevas de deuda en los mercados internacionales a términos más favorables, extendiendo el perfil de amortización de la deuda externa.  Ya se liquidó totalmente (y por anticipado) la contratada con el gobierno de los Estados Unidos a raíz de la emergencia económica que se presentó a principios de 1995.

Como resultado podríamos decir que hemos remontado los efectos adversos de la crisis económica, con la notable excepción de la merma en el poder adquisitivo del grueso de la población.  Casi todos los indicadores económicos están hoy en día arrojando mejores resultados que en 1994, antes de la famosa devaluación.  Inclusive, la perspectiva de la economía mexicana es hoy por hoy mejor de lo que era apenas hace tres años.  Tuvimos una crisis, la aguantamos y la resolvimos sin dejar de cumplir con todos nuestros compromisos con el exterior.  Por lo mismo, ¿no merecemos el reconocimiento a través de una calificación mejor?

Según la empresa calificadora de valores más prestigiada del mundo, Standard & Poor’s (S&P), hoy en día tenemos una calificación de riesgo soberano de “BB”, dos niveles abajo del cotizado nivel mínimo para dejar de considerarnos un país especulativo.  Antes de la devaluación teníamos una calificación superior, de “BB+”, que era un escalón abajo del “BBB-” considerado grado de inversión.  Ya hemos escuchado de boca de varios analistas la afirmación de que pronto nos regresarán a la calificación que teníamos y que a la vuelta de un año podríamos aspirar a ser un país de grado de inversión.

Las implicaciones son importantes, ya que la calificación mayor disminuiría la tasa de interés que pagamos al exterior y permitiría la entrada de un flujo de capital menos especulativo.  No obstante, S&P afirma que no prevé cambiar la evaluación actual.  Esta empresa busca otorgar calificaciones estables que puedan orientar a las inversiones a mayor plazo y por lo mismo, trata de evitar cambios recurrentes.

Sin embargo, una de las preocupaciones principales que tenía S&P sobre la situación mexicana era precisamente la estabilidad política.  Sin lugar a dudas, esta empresa ve con muy buenos ojos las elecciones recientes y piensa que el país ha dado un paso muy firme en la dirección correcta.  Pero este fue apenas el primer paso.  Demostramos ser capaces de realizar elecciones limpias y justas.  Ahora tenemos que demostrar la responsabilidad que involucra un gobierno democrático, es decir, que funcione con un Congreso mixto.

En este sentido, sería muy prematuro pensar en subir nuestra calificación sin tener pruebas fehacientes de que el nuevo sistema político que se va formando pueda funcionar.  Las primeras pruebas se darán durante los siguientes seis meses en lo que los congresistas decidan quién queda en cada comisión, en que discutan y aprueben el presupuesto para el año entrante y en que resuelvan disputas importantes como la disminución de la tasa del IVA.  Si demostramos que podemos con la apertura política, podríamos aspirar a regresar a la calificación que teníamos anteriormente.

Pero una cosa es aspirar a la “BB” que teníamos y otra es el grado de inversión.  Lo primero es factible para mediados del año entrante.  Lo segundo es menos que un sueño durante los siguientes cuatro años.  Para poder aspirar al “BBB-” todavía nos falta mucho.  Para empezar, tenemos que mostrar una madurez política en torno a las elecciones del año 2000.  Es muy diferente el proceso de sucesión presidencial a las elecciones de la Cámara.  La prueba verdadera de nuestra nueva democracia se dará cuando podamos llevar a cabo una selección de candidatos sin dedazos y sin disputas, para después elegir al presidente y posteriormente, llevar a cabo el cambio de poderes sin ninguna crisis.

Después tenemos que demostrar que somos capaces de resolver nuestro problema estructural de la balanza de pagos.  Tenemos que evitar una devaluación brusca y sorpresiva como remedio tardío para corregir un déficit en la cuenta corriente.  Tenemos que mostrar que somos capaces de sostener un ritmo de crecimiento económico acelerado, sin generar presiones inflacionarias y que pueda crear empleos suficientes de calidad.

Como país nos falta mucho todavía para aspirar a ser dignos del famoso grado de inversión.  Hasta que no demostremos lo contrario, nos seguirán calificando como un lugar especulativo.  Sin embargo, si queremos disminuir el servicio de la deuda, no existe un camino más sólido que buscar una mejor calificación de riesgo soberano.  Ya es tiempo que nos consideren dignos de inversiones de calidad.  Pero tenemos que comprender que la solución está en nosotros.


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lunes, 14 de julio de 1997

La Deuda Externa

 

Pulso Económico


La Deuda Externa


Por: Jonathan Heath®


Don Antonio Ortiz Mena dijo una vez que “la historia de su deuda exterior es la historia de la vida misma de México”.  De hecho, México ha batallado con los problemas asociados a la deuda externa desde antes que nació como República y anterior a la Constitución de 1824.  En uno de los mejores libros sobre el tema, escrito por el investigador Jan Bazant del Colegio de México, se señala que el gobierno renegoció la deuda con el exterior 12 veces antes de la segunda guerra mundial.  Posteriormente, como se aprecia en dos libros posteriores de Rosario Green sobre el mismo tema, el gobierno renegoció la deuda otras cinco veces, para un total de 17 durante los últimos 175 años.

No cabe duda que hemos afrontado conflictos difíciles a través del tiempo.  No solamente tenemos una amplia experiencia en el arte de la renegociación, sino que además hemos practicado la suspensión de pagos en por lo menos 9 momentos y el repudio parcial dos veces.  En muchas ocasiones hemos innovado tratos, como en el Convenio Suarez-Lamont de 1942, el Plan Baker de 1987 y el Plan Brady de 1990.  En cada una de estas renegociaciones, pudimos llegar a acuerdos novedosos que después sirvieron a otros países como base para su negociación.

Pero al igual que tuvimos aciertos y mejorías en los términos del servicio de la deuda, también pasamos por tiempos amargos.  Por ejemplo, no tuvimos ningún acceso al crédito del exterior por un periodo de 32 años, entre 1910 y 1942, como consecuencia de la moratoria en que incurrimos a partir de la revolución mexicana.  Por lo mismo, fue una de las épocas más difíciles en cuanto a nuestro desempeño económico.  También debemos recordar los siete años entre 1982 y 1989 en los cuales se nos negó cualquier préstamo voluntario.  Este periodo se conoce hoy en día como la década perdida como consecuencia del estancamiento que existió en la actividad económica.

En buena medida, muchas de las dificultades que hemos pasado como nación a través de nuestra historia, se pueden asociar con problemas de deuda externa.  Los malos manejos de los recursos nos ha llevado a hipotecar a las futuras generaciones de nuestro país sin mayor beneficio para la población actual.  El peso del servicio nos ha restado flexibilidad en el gasto público, mientras que su amortización nos ha ocasionado problemas mayores de liquidez, terminando en devaluaciones traumáticas.  Hasta antes de la apertura comercial, no habíamos logrado instrumentar una política económica que generara divisas para enfrentar los pagos al exterior.

El aumento en la deuda externa se ha debido a una falta de recursos financieros ocasionado por la existencia de un déficit público crónico y una generación de ahorro interno insuficiente.  A partir de 1989, se logró corregir el déficit público a tal grado que ya no se necesitaba recurrir al endeudamiento adicional para mantener el servicio de la deuda.  El problema del ahorro interno se empieza a resolver a través de políticas como el nuevo plan de pensiones.  En este sentido, se ha logrado aligerar la carga de la deuda externa (como proporción del PIB) en forma sistemática durante la mayor parte de esta década.  Poco a poco se ha ido avanzando en la dirección correcta para lidiar con este problema que tantas dificultades nos ha acarreado.

Aunque se debe admitir que la deuda externa es uno de los impedimentos más importantes que tiene nuestro país para alcanzar la recuperación económica plena, también se debe señalar que la política económica de los últimos ocho años ha ayudado a disminuir el endeudamiento en comparación a la política económica populista que existía anteriormente.  Al sanear las finanzas públicas, hemos disminuido la proporción de gasto público que va al servicio de la deuda.  Al impulsar la apertura comercial hemos logrado incrementar las fuentes de divisas a través de las exportaciones y la inversión extranjera directa.

Podemos señalar que no deberíamos quedarnos contentos con los niveles de deuda externa actuales y por lo mismo, el gobierno debería llevar a cabo más acciones para disminuir su servicio.  Por ejemplo, la contratación de deuda a mayor plazo y a tasas menores para sustituir (pagar) deuda de corto y mediano plazo anticipadamente es una acción muy positiva.  Sin embargo, dentro de este proceso debemos recordar todos los problemas históricos a que nos hemos enfrentado.  Ya probamos el repudio parcial y la suspensión de pagos, aprendiendo que este camino resulta a la larga más caro y problemático.  Se ha renegociado las condiciones de la deuda cuando ha sido posible, aprendiendo que es un juego bilateral (o multilateral) y que en las afrontaciones unilaterales siempre sale uno perdiendo.

Dada nuestra historia de tantas renegociaciones, no extraña el hecho de que el PRD plantea la utilización de este camino una vez más.  Sin embargo, la forma en que lo plantea resulta un poco difícil de entender, especialmente en cuanto a su logística.  Aunque queda claro en su plataforma electoral que los legisladores del PRD impulsarán una renegociación de los plazos y condiciones del pago de la deuda externa, dejan en el aire muchas interrogantes sobre lo mismo.

Por ejemplo, dice que se promoverá la revisión de los acuerdos firmados con el FMI y el gobierno de Estados Unidos en febrero de 1995.  Sin embargo, la deuda contratada con los Estados Unidos ha se liquidó por completo.  En cuanto a la deuda con el FMI, este contiene términos mucho mejores comparado con la mayor parte de la deuda.  Inclusive, existen ciertos mecanismos para su eventual ampliación por lo que no implica una carga peligrosa para el país.

Tampoco se puede renegociar otras partes de la deuda como se hizo en ocasiones anteriores dado que no existen las mismas condiciones.  Hoy en día, la mayor parte de la deuda esta en manos de miles de personas, tenedores de nuestros bonos.  Sería prácticamente imposible lograr una negociación con este grupo de personas casi intangibles.

Por otro lado, la plataforma del PRD dice que buscará reducir el servicio de la deuda externa, al mismo tiempo que promoverá una prohibición expresa de usar los ingresos petroleros como garantía de pago.  Sin embargo, el uso de estos ingresos como garantía nos ahorró una gran cantidad de dinero.  Si se prohibe su uso, entonces aumentará el servicio de la deuda.
Al final de cuentas, las propuestas presentadas por el PRD parecen ser simplemente posiciones electorales sin muchas posibilidades de instrumentar exitosamente.  Hoy en día, no existen condiciones para convencer a nuestros acreedores a ceder a una renegociación.  Por el otro lado, si intentamos llevar a cabo acciones unilaterales, terminaríamos por complicar nuestra situación actual.
La solución a nuestra deuda externa es mucho más compleja y difícil que lo que plantea el PRD.  Antes de proponer, revisemos bien nuestra historia.  Recordemos el refrán que dice que el que no conoce la historia esta condenada a repetirla.



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jueves, 10 de julio de 1997

El Mensaje

 

Pulso Económico


El Mensaje


Por: Jonathan Heath®


Al término de las elecciones del domingo pasado, un gran número de personas fueron a celebrar al Monumento a la Independencia, al igual que cuando gana la selección nacional un partido de fútbol.  Obviamente, este 6 de julio ganó México.  Por primera vez tuvimos unas elecciones limpias y justas.  Empezamos a dejar atrás un viejo sistema político obsoleto para entrar al verdadero juego de la democracia.  Sinceramente, debemos sentirnos orgullosos.  Ahora falta probar que tenemos la madurez necesaria para discutir abiertamente, para llegar a consensos, para ceder en algunos puntos y convencer en otros.

Pero estas elecciones fueron algo más que un simple ejercicio de democracia.  Quizás lo más importante de todo es que fue un mensaje.  Un mensaje del pueblo mexicano a sus gobernantes.  Un mensaje de la sociedad al mundo entero.  Un mensaje de la población a los políticos y a los partidos.

El mensaje es que ya no toleramos las crisis económicas.  Ya no queremos devaluaciones sorpresivas después de que nos aseguran que todo está bien.  Ya no aguantamos recesiones que merman nuestro poder adquisitivo, que limitan las posibilidades de trabajo, que fuerzan a padres de familia a cometer robos para poder comer.  Ya no podemos permitir la impunidad de los poderosos y los políticos, que viven de la miseria del pueblo.  Ya no aceptamos la corrupción como medio de vida o como rasgo cultural.

El mensaje es que gobierno que no funcione no le permitiremos que siga al frente de la nación.  No importan las ideologías ni las corrientes políticas cuando existen hambre, miseria, pobreza, marginación, impunidad, corrupción, delincuencia, desempleo, demagogia y devaluación.  Queremos un gobierno limpio y honesto.  Si tienen cuentas secretas en Suiza, van para afuera.  Queremos políticos que prometan y cumplan.  Si no pueden acatar sus promesas, van para afuera.  Queremos una ciudad segura en donde podamos caminar por la calle sin mayor preocupación.  Si no pueden garantizar nuestra seguridad, van para afuera.

El mensaje es que queremos un sistema político plural y competido.  Nos da vergüenza ser el país con el partido político que más tiempo ha estado en el poder.  Nos da pena que nos comparen con la dictadura comunista de la ex Unión Soviética.  Nos sentimos menos cuando nos mencionan como uno de los países menos democráticos a nivel mundial.

El mensaje es para el Presidente Ernesto Zedillo.  El mensaje es para Guillermo Ortiz, Herminio Blanco, Emilio Chuayfet, Miguel Limón, Carlos Rojas, Jesús Reyes Heroles, Javier Bonilla García y los demás integrantes del gabinete.  El mensaje es Manlio Fabio Beltrones, Jorge Carrillo Olea, Benjamin Clariónd, Manuel Bartlett, Vicente Fox y demás gobernadores.  El mensaje es para Jaime Serra, Fausto Alzati, Antonio Lozano y demás funcionarios públicos que fueron removidos de sus puestos.  El mensaje es para Pedro Aspe, Gustavo Petriccioli, Jesús Silva Herzog y demás ex Secretarios de Hacienda.  Pero también el mensaje es para Cuauhtémoc Cárdenas, Fernando Canales, Ignacio Loyola Vera y demás políticos que obtuvieron victorias.  También es para Pablo de Anda Márquez, Francisco Chiguil Figueroa, Verónica Moreno Ramírez, Aus Den Ruthen Haag y demás asambleístas del Distrito Federal.

En fin, el mensaje es para todos los políticos del pasado, presente y futuro.  Es para todos los partidos políticos.  Es para todos los observadores electorales, nacionales e internacionales.  Es para las organizaciones no gubernamentales.  Es un mensaje a gritos de los mexicanos para todo el mundo.  Ya llegó México a la democracia.  Ya se escuchó al pueblo.  Ya tenemos elecciones que resultan genuinas y que manifiestan los intereses de la mayoría.  No nos lo volverán a quitar.  Ya no se podrá volver hacia atrás.

Es muy importante que nuestros políticos entiendan bien el mensaje.  Que no se sientan libres de la gran responsabilidad que significa gobernar.  Es una responsabilidad que pesa.  De hoy en adelante estaremos todos vigilando, criticando, discutiendo, averiguando, calificando y juzgando.  Tenemos el poder del voto para mandarle nuestro veredicto.  El que no pase la prueba, estará fuera.

Como parte del mismo mensaje, Cuauhtémoc Cárdenas tiene que entender el por qué de su victoria.  No ganó porque propuso eliminar el impuesto al activo, ni porque prometió que las verificaciones vehiculares serían gratuitas.  No obtuvo la mayoría del voto por ser de izquierda, ni por hablar de un modelo populista.  Lo obtuvo por dar una imagen de honesto, de derecho.  Ganó por ser símbolo del cambio y de la tolerancia.  Es importante recordar que el PAN tenía el 43% del voto del Distrito Federal apenas hace cinco meses.  Por lo mismo, no fue un voto ideológico.  En su gran mayoría, el voto de la población fue de protesta.  Fue un voto en contra del PRI, un voto en contra de un régimen que ha estado en el poder casi 70 años.

Los mercados financieros no se inmutaron ante el hecho de que avanzó un partido de izquierda, porque están más contentos por la evolución positiva de la economía y por el avance democrático.  Los inversionistas extranjeros ven tan importante el avance político, que están dispuestos a tolerar la posibilidad de una moderación económica a través de una política menos neoliberal.  Inclusive, si México puede demostrar la madurez política necesaria durante el siguiente año, podríamos ver que las empresas calificadoras podrían otorgar una calificación mejor a nuestro riesgo como país soberano en un periodo cercano.

El avance político que hemos dado tiene un significado primordial para el funcionamiento económico.  Mayor competencia política se traduce en mejores políticas, menos burocracia y al final, en más empleo.  Por lo mismo, el mensaje que estamos mandando a nuestros políticos y que seguiremos enviando ahora en el futuro, es tan importante.  Si nuestros políticos nos estorban, los podemos cambiar.







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lunes, 7 de julio de 1997

El Mercado y la Pobreza

 

Pulso Económico


El Mercado y la Pobreza


Por: Jonathan Heath®


Lo más usual sería comentar los efectos de los primeros resultados de la jornada electoral sobre la economía, es decir, las sorpresas, las inquietudes, las reacciones y las expectativas.  Sin embargo, para poder otorgar a los lectores una buena cobertura de las elecciones, se ha sacrificado a la sección de negocios al pedirnos a todos que entreguemos temprano nuestras columnas.  De esta manera se nos ha negado la oportunidad de compartir con ustedes nuestras opiniones.  Por lo mismo, 

ofrezco una disculpa y pido comprensión.  Tendremos que escribir sobre otro tema.
Se ha comentado reiteradamente que estas elecciones mandarán un mensaje sobre la aceptación o rechazo del modelo económico que se ha aplicado en nuestro país durante los últimos diez años.  Se dice que la baja tan notable en la popularidad del PRI se debe a que la mayoría de la población está en contra del modelo neoliberal, que pone a las fuerzas del mercado encima de las necesidades de las mayorías.  Según esta línea de pensamiento, la popularidad del PRD ha aumentado ya que busca rescatar el principio revolucionario de la justicia social.
Sin lugar a dudas es totalmente válido cuestionar al modelo actual, dado que todavía dista mucho de producir los resultados prometidos, mientras que los sueños de prosperidad y bienestar para las mayorías parecen más distantes en el pasado inmediato.  Vivimos en un país en donde el 88.8 por ciento de la población gana menos de 5 salarios mínimos.  En términos reales, es decir descontando la inflación, cinco salarios mínimos de hoy en día tienen apenas el mismo poder adquisitivo de un salario mínimo de 1976.  Esto significa que únicamente el 11.2 por ciento de la población ocupada gana más que un salario mínimo de hace veinte años.
Justicia social significa que el progreso sea para todos o por lo menos para la gran mayoría de la población.  Si tenemos crecimiento económico en términos del Producto Interno Bruto (PIB), sin que el 80 por ciento de los mexicanos puedan sentirlo, debemos cuestionar seriamente lo que está pasando.  En un país democrático este cuestionamiento significa votar a favor de la oposición.
Sin embargo, la realidad es todavía más compleja.  Desafortunadamente, la profesión económica todavía no ha descubierto la fórmula mágica que asegure el crecimiento económico sostenido y acelerado, con creación de empleos, incrementos en los salarios reales, baja inflación, estabilidad financiera y justicia social.  Ha encontrado, a través de experiencias negativas, que ciertas teorías que prometían no funcionan.  Por ejemplo, las inversiones industriales a gran escala impulsadas por subsdios y un papel público protagónico, no han logrado el desarrollo sostenido esperado.  El modelo de sustitución de importaciones no resultó ser la estrategia de crecimiento que se pensaba.  La relación inversa entre inflación y desempleo tampoco resultó ser explotable.
Después de las desilusiones de muchas políticas económicas intentadas en un sinnúmero de países a través del tiempo, se ha llegado a un cierto consenso de qué es lo que mejor funciona.  Este consenso no es de un grupo pequeño de economistas o pertenecientes a un país en particular, sino de la gran mayoría de la profesión económica a nivel mundial.
Las políticas necesitan fomentar un ambiente micro y macroeconómico adecuado, en el que las tasas de crecimiento económico más elevadas dependerán principalmente de actividades del sector privado.  Los sistemas basados en una orientación de mercado con altos niveles de competencia, son en general más eficientes en la asignación de recursos para cumplir con las necesidades de la población y para inducir la inversión productiva.  La apertura comercial es vital para el progreso económico.  Los tipos de cambio deben reflejar la competitividad internacional a grandes rasgos.  Las políticas que resultan en una aceleración de la inflación son dañinas para el desempeño económico.  La política monetaria debe responder y anticipar los comportamientos cíclicos para mantener la estabilidad de precios y neutralizar las fluctuaciones en la producción y el empleo.  El sector público tiene un papel esencial para asegurar el desempeño de un sistema de mercado competitivo y justo, otorgar ayuda vital a los más vulnerables de la sociedad, promover la inversión en áreas clave como educación y salud e infraestructura, y contrarrestar las fallas identificables y significativas del mercado.  El gasto público debe estar adecuadamente financiado por impuestos equitativos y cobrables, con una base gravable amplia y a las tasas más bajas posibles.  Aunque los déficit fiscales pueden tener un componente cíclico deseable que puede funcionar como un elemento estabilizador, se debe mantener dentro de los límites razonables, dado que de lo contrario contribuyen a una inestabilidad económica y financiera, o hipotecan en forma injusta a las generaciones futuras.
Dentro de este consenso, debe quedar claro que no se niega la importancia de la justicia social, sino que más bien se piensa que se puede llegar a obtener una mayor justicia a través de estas acciones.  En pocas palabras, las fuerzas del mercado no están peleadas con los objetivos deseados por la sociedad, sino que son un instrumento apropiado y útil para facilitar el cumplimiento de estas metas.
No obstante, se deben tomar estas medidas como las más apropiadas para conseguir un fin que es el mejoramiento del bienestar de la población.  No se deben tomar como fines por sí mismos, sino simplemente como instrumentos.  Esto significa cierta flexibilidad y apertura práctica, que por alguna razón no todos comparten.
Algunos piensan que las fuerzas del mercado deben operar por arriba de cualquier consideración.  Esta cerrazón ideológica es nefasta.  Más bien, estas fuerzas se deben utilizar únicamente en la medida en que nos ayudan a conseguir otros fines.  Sin embargo, su utilización no significa que el Estado deba abandonar su responsabilidad hacia los más vulnerables.  Si el gobierno desincorpora a las empresas paraestatales, instrumenta la desregulación y deja de participar directamente en la actividad económica, no es porque se desentienda de las necesidades de las mayorías, sino porque debe concentrarse en lo fundamental, en lo que no puede el sector privado o las fuerzas del mercado, es decir, en ayudar a los menos afortunados a incorporarse a la vida productiva.




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