jueves, 24 de julio de 1997

La Polémica del IVA

 

Pulso Económico


La Polémica del IVA


Por: Jonathan Heath®



Bajar o no la tasa del Impuesto al Valor Agregado (IVA), ha llegado a ser una verdadera polémica entre todos los integrantes con voz de la economía mexicana.  A pesar de todos los argumentos ofrecidos tanto a favor como en contra, la lucha por su modificación es casi exclusivamente política.  Deberíamos reconocer este hecho y enfrentarnos al debate con miras a los efectos políticos más que preocuparnos por los posibles efectos económicos.
La razón principal es que los efectos perversos de una baja gradual en la tasa del IVA se pueden compensar totalmente en muchas formas diversas.  Se trata simplemente de llegar a un consenso sobre cuál de todas es la mejor o la menos mala.  Ningún partido ha propuesto una baja unilateral del IVA, sino más bien cada propuesta viene acompañada de medidas complementarias para neutralizar el efecto presupuestal.  Para algunos es una reducción de los gastos, mientras que para otros es un aumento en otros impuestos.
Los legisladores del PAN quieren desaparecer algunas Secretarías de Estado obsoletas, eliminar las partidas secretas del Poder Ejecutivo y disminuir el gasto administrativo en general que ejerce el gobierno.  Su filosofía descansa en reducir el papel del gobierno a funciones sociales y necesarias únicamente, a través de una desregulación efectiva.
Los legisladores del PRD apoyan la eliminación del gasto superfluo, en especial los rubros correspondientes a partidas secretas o discrecionales que se prestan a prácticas de corrupción.  Sin embargo, no buscan reducir el papel del gobierno, sino más bien transformarlo en un gobierno más responsable y comprometido con la sociedad.  Por lo mismo, buscan aumentar ciertos impuestos, como el IVA sobre bienes de lujo y el impuesto sobre la renta (ISR) a los estratos más altos, o bien introducir impuestos adicionales como el de ganancias de capital y de inversiones especulativas.
Aunque casi siempre los legisladores del PRI hacen frente común en apoyo a las iniciativas del Poder Ejecutivo, existen diferencias de opinión.  Algunos apuntan al hecho de que su apoyo al incremento del IVA en 1995 fue por la emergencia económica y por lo tanto, era una medida temporal.  Dado que ya pasó la etapa difícil se debe iniciar su disminución paulatina.  Parece ser que estarían dispuestos a dialogar sobre las diferentes opciones y llegar a un consenso.  Habría que ver qué posición adoptarán los nuevos diputados priístas ante el Poder Ejecutivo y un congreso mixto.  Sin embargo, haría bien el PRI en adoptar la reducción como posición propia y no antagonizar más ante la mayoría de la sociedad que apoya la medida.
Hasta ahora han existido una gran cantidad de opiniones diversas.  Los representantes de las cúpulas empresariales se han manifestado en contra de la disminución del IVA y en favor de la reducción de otros impuestos.  El IMEF ve la propuesta como populista.  La Concamin propone eliminar el impuesto sobre activos (IMPAC) y ajustar la política fiscal para que promueva la inversión y la creación de empleos.  La Coparmex prefiere acelerar la desregulación y llevar a cabo más privatizaciones.  Sin embargo, tenemos que recordar que estas estructuras corporativistas no son representativas de los verdaderos intereses del sector privado.
La Secretaría de Hacienda ha dejado muy clara su posición contraria a cualquier modificación al impuesto.  Dado que es un impuesto al consumo, favorece el ahorro, pieza angular de la política económica actual.  Por el otro lado, no quiere disminuir los gastos superfluos ni eliminar otras dependencias públicas.  Tampoco está a favor de introducir un impuesto sobre las ganancias de capital ni de imponer un impuesto sobre inversiones de portafolio menores a un año.
Sin lugar a dudas, la mayoría de las personas están a favor de la reducción.  El voto tan marcado en contra del PRI y a favor de los partidos que lo proponen, ratifica el hecho de que es un impuesto altamente impopular.  La señal obscena que supuestamente dedicó Roque Villanueva a la sociedad mexicana, permanecerá en las mentes de muchos mexicanos por un buen tiempo.  El 15 por ciento es una tasa que simboliza la frustración de un pueblo ante los errores de su gobierno.
La posición del PRD y del PAN resulta de una combinación de su promesa electoral y de un desafío al sistema que quieren cambiar.  Si logran una mayoría a su favor, simbolizará el comienzo de un nuevo trato político.  De ahora en adelante, las propuestas de política económica tendrán que convencer a la mayoría.  Ya no habrá un monopolio sobre la concepción de una política correcta.
Al final de cuentas, la disminución del IVA es posible sin afectar el presupuesto público.  Simplemente tendrán que acomodar las medidas complementarias correspondientes.  Por lo mismo, el debate ya no es si se puede o no reducir la tasa del IVA, sino más bien en cómo compensar la recaudación menor.  ¿Será a través de una reducción en el gasto, a través de aumentos en otros impuestos, o bien, una combinación de ambas?  ¿Cuáles serán los gastos que se reducirán?
Diversos funcionarios públicos han sugerido que las únicas opciones son a través de recortes en el gasto social.  Esta posición es simplemente inaceptable.  La percepción de un despilfarro en el gasto, de aguinaldos millonarios, de bonos secretos y de gastos discrecionales está muy presente en la mayoría de la población.  El gobierno debería de aprovechar esta polémica para purgar a los aviadores de su nómina, reducir sus estructuras obesas y racionalizar su gasto.  En vez de resistir a lo que es un reclamo nacional, el PRI y los funcionarios públicos deberían de aprovechar el momento político para llevar agua a su molino.
Podemos estar a favor o en contra de la reducción del IVA.  Podemos presentar todos los argumentos teóricos existentes acerca de la eficiencia del impuesto y sus beneficios para el ahorro.  Podemos proponer una disminución paulatina para asegurar que se asimile sin crear desequilibrios fiscales.  Pero al final de cuentas, tenemos que aceptar el hecho de que de ahora en adelante todas las propuestas tienen que tomar en cuenta a la sociedad.  Ya no es aceptable la posición de un dictador benevolente que decide lo que le conviene a sus gobernados.  Estamos iniciando una nueva etapa en la que será la sociedad la que determine lo que quiere.  La polémica del IVA es apenas el primer paso en esta dirección.



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