lunes, 21 de julio de 1997

Las Perspectivas del Sector Laboral

 

Pulso Económico


Las Perspectivas del Sector Laboral


Por: Jonathan Heath®


Las últimas noticias que hemos recibido sobre la evolución del sector laboral han sido positivas.  No solamente se confirma la marcada tendencia descendente del desempleo, sino que además los salarios empiezan a mostrar los primeros signos de recuperación.  Obviamente falta mucho para poder resarcir por completo la pérdida del poder adquisitivo a raíz de la última crisis devaluatoria.  Sin embargo, el hecho de que los aumentos salariales ya están por arriba de la inflación es un signo alentador.

El salario medio real del sector manufacturero aumentó 0.5 por ciento en el mes de abril, siendo el primer mes con un incremento real, es decir por arriba de la inflación, en 26 meses.  Con este pequeño aumento, el salario real queda 19.3 por ciento por debajo del nivel observado en enero de 1995.

El salario medio real de los establecimientos comerciales al mayoreo también mostró un incremento de 0.5 por ciento en el mes de mayo, comparado con el mismo mes del año anterior.  También este sector duró 26 meses consecutivos con caídas en el poder adquisitivo de su salario.  En este caso, existen algunas consideraciones estacionales que hacen más difícil el cálculo.  No obstante, el salario parece estar aproximadamente 24.7 por ciento por debajo de su nivel de enero de 1995.  Los establecimientos comerciales al menudeo han registrado dos meses consecutivos de aumentos salariales por arriba de la inflación (1.5 por ciento en abril y 3.9 por ciento en mayo).

El sector que ha visto un desempeño salarial superior ha sido el de la industria maquiladora de exportación.  Después de 18 meses de una merma continua, empezó a registrar su primer aumento positivo en octubre del año pasado.  Durante todo este año ya ha experimentado un aumento promedio mensual de 2.5 por ciento, llevando su salario real apenas a 4.2 por ciento por debajo del nivel que observó en enero de 1995.

Es de esperarse que este sector tenga un desempeño superior a los demás, dado que se ha mantenido muy dinámico durante los últimos años cuando la economía interna sufría los efectos de la recesión.  No obstante, experimentó una caída en el salario medio, como consecuencia del desplome en la demanda por trabajo en el resto de la economía.  Había una gran cantidad de trabajadores que estaban dispuestos a aceptar un salario menor, ya sea para conservar su empleo en medio de la recesión, o para poder emplearse y tener algún ingreso para poner alimentos sobre su mesa.
En el otro extremo se encuentra el sector de la construcción.  Por alguna extraña razón, el INEGI se ha atrasado en la publicación oportuna de indicadores de este sector.  No obstante, su salario medio todavía mostraba caídas importantes a fines del año pasado, llevándolo a un 36.5 por ciento por debajo del nivel real que tenía a principios de 1995.  Afortunadamente, este sector parece ser la excepción y no la regla en cuanto al comportamiento de los salarios.

A pesar de observar lo que parece ser el principio de una recuperación salarial, tenemos que estar conscientes de que queda un camino muy largo por adelante.  Por ejemplo, de las personas que dicen tener un trabajo, el 12.1 por ciento gana menos de un salario mínimo, cuando en 1994 era apenas el 8 por ciento.  No solamente es una proporción mayor, sino que el poder adquisitivo del salario mínimo también es menor.  El mínimo de hoy tiene un 20.4 por ciento menos poder adquisitivo que el mínimo de enero de 1995.

Pero todavía más preocupante es el hecho de que 88.6 por ciento de la población ocupada gana menos de cinco salarios mínimos, lo que es casi equivalente a un salario mínimo de hace 20 años.  El tener que admitir que casi 9 de cada 10 mexicanos que trabajan el día de hoy, tienen un poder adquisitivo menor a un solo salario mínimo de 1976, es quizás el indicador más embarazoso que existe sobre el avance económico que ha logrado el gobierno durante estas dos últimas décadas.

La otra cara de la moneda del sector laboral es el del empleo.  La última cifra sobre la tasa de desempleo abierto, correspondiente a junio, es de 3.4 por ciento.  La tasa promedio de desempleo de 1994 fue de 3.7 por ciento y la de 1993 de 3.4 por ciento.  Para encontrar una tasa menor, tenemos que remontarnos a 1992 cuando se registró una tasa promedio de 2.8 por ciento.  No solamente es una tasa baja, que se compara favorablemente con las tasas anteriores a la crisis, sino que únicamente el 25.6 por ciento de los desempleados corresponden al jefe de hogar.  Esto significa que apenas el 0.9 por ciento de la población económicamente activa corresponde a jefes de familia sin empleo.

No obstante, la tasa de desempleo abierto no es un indicador adecuado para medir el meollo del problema laboral mexicano.  Es una tasa muy baja simplemente porque la gran mayoría de la población está obligada a aceptar un empleo al salario que sea, dado que no tienen ahorros acumulados ni condiciones económicas para subsistir en lo que encuentran un mejor empleo.  También se tiene que reconocer que no existen muchos empleos con salarios mejores.

Los otros indicadores de empleo, como el número de afiliados al seguro social, ha mostrado una recuperación importante.  Ya tiene un año completo con incrementos positivos, siendo que este año la tasa de crecimiento mensual promedio es de 8.8 por ciento.  Este es un indicador importante, ya que por lo regular los empleados inscritos en el seguro tienen todas las prestaciones legales.  Aun así, las estadísticas del INEGI apuntan a que todavía el 24.1 por ciento de la población ocupada son asalariados sin prestaciones.

Todos estos datos indican que el sector laboral empieza a experimentar los primeros signos de una recuperación.  Hoy por hoy, existen más empleados y el salario medio real ha dejado de caer.  Sin embargo, esta situación no es para dar alegría.  Los asalariados están tan golpeados que por más que aumenten su ingreso por arriba de la inflación, todavía faltan muchos años para que tengan el mismo poder adquisitivo de 1994.  Pero peor aún, el poder adquisitivo del salario en 1994 quedaba lejos de ser un salario decoroso.

Es digno de elogio el hecho de que la economía esté recuperándose.  También es satisfactorio encontrar que la inflación sigue a la baja, la producción industrial crece a tasas elevadas, las tasas de interés van decreciendo, el empleo va en aumento y las ventas al menudeo empiezan a crecer.  Sin embargo, todo progreso es irrelevante si no logramos que permee hacia la mayor parte de la población.  Al final de cuentas, el indicador más importante es el poder adquisitivo de los mexicanos, pero no del 20 por ciento mejor acomodado, sino del otro 80 por ciento, de los que no llegan hoy en día ni siquiera al poder adquisitivo de un salario mínimo de 1976.


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