jueves, 29 de octubre de 1998

El Mediano Plazo

 

Pulso Económico


El Mediano Plazo


Por: Jonathan Heath®


El gobierno dio a conocer el Pronafide a mediados del año pasado.  Hoy, dieciséis meses después, es un programa casi obsoleto ya que sus metas son inalcanzables y la problemática ha cambiado drásticamente.  Con miras al fin del sexenio, sería prudente que se diera a conocer la estrategia corregida para evitar una crisis en el año 2000.

Durante los primeros dos años del sexenio, el gobierno estuvo dedicado a resolver la crisis económica que azotaba al país.  Ya para 1997, con una economía creciendo al 7 por ciento, era tiempo de pensar en cuál debería ser la política económica de mediano plazo, la que podría garantizar al país un crecimiento sostenido sin una futura crisis económica.  Por lo mismo, la Secretaría de Hacienda nos presentó el Programa Nacional de Financiamiento del Desarrollo (Pronafide), que contenía la fórmula que se proponía para los siguientes tres años.

El diagnóstico se centraba alrededor del papel del ahorro en la economía y las políticas que se podrían instrumentar para corregir los desequilibrios macroeconómicos.  En síntesis, se proponía evitar los errores cometidos el sexenio pasado en términos de permitir un déficit elevado en la cuenta corriente y utilizar la política cambiaria como un instrumento para abatir la inflación.  Se proponía fortalecer el ahorro interno para inducir una mayor tasa de inversión financiado por recursos propios.  A través de fundamentos macroeconómicos sólidos, se reduciría la vulnerabilidad de la economía a los shocks tanto internos como externos.  Una economía sana no debería estar sujeta a una crisis económica.

El ahorro interno como porcentaje del PIB había llegado a 15.0 por ciento en 1994, nivel inclusive por debajo de lo que existía a principios de los 60.  Gracias a la fortaleza de la economía y a un retraso en la recuperación del consumo, el ahorro llegó en 1997 a un nivel récord de 24.2 por ciento del PIB, inclusive por arriba de las metas del Pronafide para el año 2000.  Sin embargo, todo parece indicar que este año va a volver a disminuir hasta cerca del nivel observado en 1995.  No queda duda de que la vulnerabilidad de la economía va a crecer ante este hecho.  Si de por si fuimos víctimas de un ajuste severo el mes pasado, ¿qué nos garantiza que no habrá ajustes peores más adelante ante una mayor vulnerabilidad de nuestra economía?

Según el Pronafide, son alrededor de cinco determinantes del ahorro.  El primero es la estabilidad macroeconómica.  Con la volatilidad presentada los últimos meses en los mercados financieros  y el regreso de una tendencia alcista en la inflación, difícilmente podemos afirmar que existe hoy una gran estabilidad.

El segundo es el ahorro público, ligado inversamente al déficit público.  Su forma de cálculo es a través del balance operacional (que le resta la amortización inflacionaria de los pagos de interés del sector público al balance económico) menos los gastos de inversión pública.  Esto quiere decir que cualquier esfuerzo por reducir el déficit público, con excepción del gasto en inversión, ayudará a incrementar el ahorro público.  Hasta ahora, las reducciones en el gasto público han sido únicamente para compensar la caída en los ingresos petroleros.  Dado que parte de estos ajustes han sido a través de cancelaciones de proyectos de inversión, podríamos afirmar inclusive que el ahorro público ha disminuido este año.

El tercer determinante son las tasas de interés.  En este caso, han subido en forma importante como consecuencia de una política monetaria más restrictiva que busca fomentar el ahorro.  El problema es que han aumentado tanto, que perjudican al aparato productivo del país y al problema de endeudamiento familiar y empresarial.  Las tasas elevadas no solamente ayudan a incrementar el ahorro, sino también a disminuir la inversión.

El problema es que el cuarto determinante del ahorro es el crecimiento económico.  El alza en las tasas de interés perjudican al crecimiento de tal forma que virtualmente todos los analistas han disminuido sus perspectivas de crecimiento para este año y los próximos dos.

El último determinante del ahorro según Pronafide, es la profundización financiera, que es la penetración del mercado financiero formal, lo que facilita la transferencia de recursos del ahorro a la inversión.  Sin embargo, el sistema bancario mexicano sigue en crisis y no ha podido contribuir al crecimiento sano del país.  La captación financiera como porcentaje del PIB se ha mantenido estancada, mientras que el crédito del sistema bancario al sector privado sigue en picada.

El ahorro interno ha dejado de crecer y empieza una nueva tendencia a la baja.  ¿Qué hará el gobierno para corregir este problema central a nuestra vulnerabilidad?


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martes, 27 de octubre de 1998

Política Económica para Países Emergentes

 

Pulso Económico


Política Económica para Países Emergentes


Por: Jonathan Heath


Las políticas económicas recomendadas por los economistas para los países emergentes van del extremo de querer corregir las fallas del mercado, al otro de evitar los problemas que surgen de la intervención del gobierno.  Sin embargo, lo que necesitamos es una política que incorpore las dos consideraciones.

Los libros de texto para enseñar a los alumnos de economía provienen en la mayoría de los casos, de países desarrollados.  Las políticas recomendadas se aplican a economías avanzadas que muchas veces no comparten las características que tienen economías como la nuestra.  Como hilo conductor, exponen políticas que aprovechan las bondades de las fuerzas del mercado.  Explican a detalle cómo la asignación más eficiente de recursos en una economía se alcanza a través de la utilización de la oferta y la demanda.  Casi siempre incluyen ejemplos de cómo la intervención gubernamental resulta en una distorsión mayor de lo que se pretende corregir.

La alternativa es la utilización de textos que parten de la premisa de que las fuerzas del mercado actúan sin misericordia y no corresponden a un sentido de justicia social.  Por lo mismo, resulta de vital importancia que el gobierno asuma la responsabilidad de corregir estas fallas.  Esta visión sostiene que los mercados tienden a empeorar la distribución del ingreso y no ofrecen los mecanismos necesarios para abatir la pobreza.

La lucha intelectual permanente de los economistas ha sido de determinar la intervención óptima en el mercado.  Hace cincuenta años, el economista ingles John Maynard Keynes desarrolló una teoría que sostenía que el gasto gubernamental era un instrumento efectivo para contrarrestar los efectos nocivos de los ciclos económicos.  No obstante, en las últimas décadas ha dominado el pensamiento llamado “neoliberal” que sostiene que los mercados siempre van a ofrecer una solución superior a la intervención gubernamental.

Desgraciadamente, la aplicación de las dos corrientes ha producido una racha de malos resultados.  La intervención gubernamental excesiva, caracterizada por déficits públicos elevados, produjo inflación, estancamiento y devaluaciones, sin haber solucionado los problemas de pobreza y distribución inequitativa del ingreso.  La nueva política de reformas estructurales, iniciada a mediados de la década pasada en México, tampoco ha producido los resultados esperados.  Ahora la pobreza y la distribución del ingreso se han agudizado, sin poder eliminar bien a bien la inflación y las devaluaciones recurrentes.  La globalización de los mercados nos ha producido otra serie de problemas que han terminado por complicar aún más la aplicación efectiva de las políticas económicas.

Poco a poco empieza a surgir una nueva corriente que busca evitar las fallas del gobierno y del mercado al mismo tiempo.  Reconoce que no existe una dicotomía entre las metas de estabilización macroeconómica en el corto plazo y el crecimiento sostenido de largo plazo que muchos críticos han argumentado.  Mantiene la premisa central de que el gasto deficitario termina por producir más problemas que los que puede corregir.  Argumenta que la apertura comercial produce beneficios para la población en general y es mejor opción que una economía cerrada.

Sin embargo, también reconoce que la obtención de un equilibrio externo puede perjudicar el equilibrio interno y viceversa.  Una economía abierta es más vulnerable a los shocks externos y se complica el papel tradicional que juegan las políticas monetarias y fiscales en obtener simultáneamente estos equilibrios.  Aunque se pueden llegar a recomendar reformas financieras, se reconoce que éstas producen otro tipo de problemas que tienen que ser tratados.  Los flujos internacionales de capital incrementan el riesgo de una crisis bancaria, especialmente si la economía se encuentra en proceso de liberación.

Los países con insuficiencia de capital tienden a pedir prestado en el exterior, llegando regularmente al extremo de sobreextenderse y provocar crisis recurrentes.  Ya se reconoce explícitamente que es necesario limitar los flujos de capital de portafolio y aplicar medidas adicionales para corregir esta falla de mercado.

Por lo mismo, es refrescante encontrar libros de texto que ya incorporan este tipo de recomendaciones y que están escritos especialmente para países en desarrollo.  Un ejemplo es el libro “Open-Economy Macroeconomics for Developing Countries” (Macroeconomía Abierta para Países en Desarrollo), escrito por Akhtar Hossain y Anis Chowdhury y publicado este año por la Editorial Edward Elgar.  Los autores incorporan un capítulo especial sobre el papel que juegan los flujos de capital.  Incluyen recomendaciones de política económica para lidiar con los problemas que acarrean e incluso presentan una discusión balanceada sobre los usos de los diversos controles de capital.  Sin embargo, reconocen que los flujos de capital pueden incrementar la inversión y el crecimiento económico y por lo mismo, cualquier política tiene que procurar que no se desalienten los influjos.

También contiene un repaso de los problemas cíclicos de los países emergentes, que tienen una naturaleza distinta a los ciclos económicos tradicionales de los países desarrollados.  Por ejemplo, al discutir el problema de la fuga de capitales que típicamente anticipa una crisis en la balanza de pagos, reconoce que las respuestas tradicionales como incrementar las tasas reales de interés, traen consecuencias indeseables.

El libro no pretende ofrecer todas las soluciones de política económica, pero el hecho de que presente una discusión balanceada de nuestros problemas específicos ya es un buen avance.

Al final de cuentas, se está reconociendo el hecho de que políticas macroeconómicas sanas traen consigo un premio.  Si se aplican bien, los retornos son mayores; sin embargo, si se equivoca los castigos son más severos.  También se concluye que estas políticas son necesarias pero no suficientes para lograr las metas de crecimiento sostenido en un ambiente de estabilidad económica.


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martes, 20 de octubre de 1998

México, Brasil y 1999

 

Pulso Económico


México, Brasil y 1999


Por: Jonathan Heath


Las perspectivas de la economía mexicana para el año próximo no son tan alentadoras, ya que se espera una desaceleración importante en la actividad económica.  Sin embargo, el grado de desaceleración podría variar drásticamente por lo que se espera que se anuncie hoy en Brasil.

A pesar de que varios indicadores de la actividad económica muestran todavía señales positivas, virtualmente todos los analistas esperan una desaceleración importante que se reflejará en los números a partir del último trimestre de este año.  La disminución del gasto público a raíz de la caída en el precio del petróleo, ocasionó que la tasa de crecimiento del primer semestre fuera ligeramente inferior a la del año pasado.  Sin embargo, el incremento sustancial en las tasas de interés a partir de septiembre deberá frenar en mayor grado tanto la inversión privada como las ventas al consumidor.

No obstante, los últimos indicadores macroeconómicos reflejan todavía una economía muy dinámica.  La inversión interna en maquinaria y equipo en el mes de julio creció 37.0 por ciento con respecto al mismo mes del año pasado.  La producción manufacturera de agosto fue 8.2 por ciento superior a la de hace doce meses.  Las ventas al menudeo en establecimientos comerciales en julio crecieron 7.9 por ciento en términos anuales.  El número de personas con empleo y registradas en el Seguro Social en agosto es 10.8 por ciento mayor al de agosto de 1997.  Las exportaciones no petroleras avanzaron 8.9 por ciento en agosto con respecto al mismo periodo del año anterior.

No hay duda de que el entorno mundial ha sido este año mucho más difícil de lo que fue en 1997.  Sin embargo, la economía norteamericana ha sostenido un crecimiento muy vigoroso que ha mantenido una demanda elevada por nuestros productos.  El sector empresarial ha seguido invirtiendo para ampliar su capacidad instalada y seguir aprovechando este mercado.  La generación de empleos de los últimos dos años y la recuperación en los salarios que se empezó a observar a principios de 1998, ha contribuido a que los consumidores retornen al mercado con algo más de confianza y satisfagan en buena medida la demanda reprimida acumulada desde la recesión de 1995.

Por ahora, las elevadas tasas de interés amenazan frenar el ritmo observado en la inversión privada e inducir una actitud más cautelosa en el consumidor.  Ya cumplimos cerca de dos meses con tasas reales, es decir, por arriba de la inflación, a niveles verdaderamente dañinos.  Qué tan profunda podría ser la desaceleración de la actividad económica depende de qué tanto tiempo se queden las tasas a los niveles actuales.

Por lo pronto, se vislumbran dos escenarios básicos que podrían materializarse el año entrante en torno a las perspectivas económicas: uno relativamente optimista, que anticipa cierta desaceleración, pero sin presentar problemas mayores para la planta productiva del país; el otro mucho más pesimista en el que la desaceleración podría llegar inclusive a nivel de una recesión.

¿De qué depende que se materialice un escenario o el otro?  Desafortunadamente, la respuesta no está en manos de las autoridades, es decir, no depende ni de las políticas fiscal o monetaria, ni de otras decisiones que pudieran tomar.  Depende esencialmente de la evolución económica de Estados Unidos y de los esfuerzos correctivos del gobierno de Brasil.

Con respecto a lo primero, es decir la fuerza de la economía norteamericana, ya tuvimos noticias positivas la semana pasada cuando la Reserva Federal anunció un recorte adicional en su tasa de fondos federales y una baja en la tasa de descuento.  Esto significa que las autoridades monetarias no van a permitir fácilmente una desaceleración de su economía y que van a tomar acciones como estás para alentar las ventas al consumidor y para minimizar los flujos de capital hacia su país.

Lo segundo es lo más complicado.  El Presidente de Brasil, Henrique Cardoso, reelecto hace un par de semanas, anunció que divulgaría su nuevo plan económico el día 20 de octubre, es decir, el día de hoy.  Aquí resultará primordial que sea un plan creíble para los inversionistas internacionales, de tal forma que le dé un respiro importante para empezar a corregir los desequilibrios básicos que enfrenta.

Brasil tiene dos problemas fundamentales: un déficit fiscal sumamente elevado que se estima podría terminar cerca de 8 por ciento del PIB a fin de este año; y la amortización de su deuda externa que se encuentra totalmente abultada en el corto plazo.  Lo que tendrá que anunciar Cardoso el día de hoy es la fórmula que aplicará para reducir sustancialmente el déficit público.  De ser creíble, será factible conseguir el financiamiento necesario para reestructurar su deuda externa y un aval que respalde sus acciones.  De funcionar, Brasil podrá alcanzar cierta normalidad y mantener en marcha su plan real.

Sin embargo, de anunciarse algo a medias tintas que no sea percibido como suficiente, será muy probable que se dé de nuevo una corrida especulativa en contra de su moneda.  Una devaluación del real traerá consigo una recesión similar a la que México experimentó en 1995.  El efecto de contagio lo sentirán de inmediato los demás países latinoamericanos, en especial Argentina y México.  En el caso de Argentina, pondrán a prueba de nuevo el Consejo Monetario y habrá una gran salida de capital.  El efecto será una contracción sustancial de su base monetaria y una recesión aguda.  En el caso de México, habrá una depreciación marcada en el tipo de cambio y de nuevo un incrementó en las tasas de interés, justamente lo que se necesitaría para que se materialice el escenario pesimista mencionado.

Por lo mismo hoy deberíamos estar muy atentos a los anuncios que provienen de Brasil.  La seriedad de los intentos de Cardoso va a dictaminar la posibilidad de muchos mexicanos de poder seguir cubriendo la hipoteca de sus casas, de conservar sus empleos y mantener el poder adquisitivo de sus salarios.

No solamente son los brasileños los que estarán atentos a las decisiones de su presidente.  En un mundo globalizado, estas decisiones afectan a todos.



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jueves, 8 de octubre de 1998

El Salario Mínimo y las Tortillas

 

Pulso Económico


El Salario Mínimo y las Tortillas



Por: Jonathan Heath©


Para fin de año, el poder adquisitivo del salario mínimo legal llegará a su punto histórico más bajo de los últimos 50 años, mientras que el precio de la tortilla ha aumentado tres veces en lo que va del año.  Al mismo tiempo, el gobierno presume de su política social y del combate a la pobreza.

En noviembre de este año se espera que el poder adquisitivo del salario mínimo llegará a un nuevo punto mínimo, al ser mayor la inflación acumulada desde que se otorgó el último aumento.  Para diciembre se puede calcular que el salario mínimo legal habrá perdido 78.2 por ciento de su poder adquisitivo comparado con octubre de 1976.  Es decir, se podrá comprar el 21.8 por ciento de lo que se compraba hace 22 años

Otra forma de entender la situación actual es que para tener el mismo poder adquisitivo de un salario mínimo legal de 1976, se tiene que ganar 5 veces el salario mínimo de hoy.  Resulta interesante observar que se según los datos del INEGI, apenas el 12.5 por ciento de la población ocupada gana más de 5 salarios mínimos.  Esto quiere decir que 87.5 por ciento de la población gana hoy un salario mínimo real de 1976 o menos.  Dado que estas cifras únicamente incluyen a la población urbana, seguramente están subestimadas.

Para diciembre de este año, el salario mínimo habrá perdido 2.5 por ciento de su poder adquisitivo comparado con diciembre del año pasado.  El salario promedio de 1998 habrá sufrido un deterioro de 1.3 por ciento con respecto al promedio del año pasado.  Sin embargo, estos datos tiene como base al Indice Nacional de Precios al Consumidor, que calcula la inflación a través de un promedio del patrón de gastos de todas las familias  Sin lugar a dudas, la inflación que han enfrentado las familias de ingresos bajos ha sido mucho mayor a la de las familias de altos ingresos.

Específicamente, las familias más empobrecidas de nuestro país tienen un ingreso tan bajo que básicamente subsisten a través de una dieta de tortillas y chile.  Las menos desafortunadas podrán incluir un poco de frijoles una o dos veces a la semana.  Esto significa que su inflación se mide principalmente a través del precio de las tortillas.  Como consecuencia de la política social del gobierno, que consiste en retirar todo subsidio a las tortillas, la población con ingresos más bajos en nuestra economía se ha enfrentado a una inflación equivalente al 58 por ciento en lo que va del año.  Para muchos esto significa una pérdida importante en su poder adquisitivo, pero para otros significa simplemente comer menos.

El gobierno razona que el subsidio generalizado a las tortillas estaba llegando a las clases de ingresos altos y que por lo mismo, había que retirarlo.  Considere usted que si compraba un kilo de tortillas diarias, con que comprara algún otro producto que causara IVA por un valor de 10 pesos, ya había pagado el subsidio de la tortilla.  Este monto que busca ahorrarse el gobierno es sumamente pequeño si lo comparamos con el PIB o el gasto público total.  En cambio, la cantidad de familias que van a tener que consumir todavía menos tortillas, es inmensa.

Hemos visto a través de los últimos años cómo el gobierno se ha defendido de las críticas por seguir una política neoliberal.  Muchas de éstas han sido injustas y otras injustificadas.  Es muy difícil ignorar las fuerzas del mercado y en la mayoría de las ocasiones resulta peligroso tratar de interferir en la oferta y la demanda.  Se ha visto que muchas políticas públicas terminan por causar más problemas de los que buscan resolver.  Sin embargo, existen ciertos casos en que las fuerzas de mercado simplemente no alcanzan a impartir una justicia social por más que le busquemos.  Este es el caso de las tortillas.

El gobierno podrá aumentar la cobertura del programa Progresa y otros más, que buscan incorporar a las familias más empobrecidas a un subsidio directo.  Al reducir el subsidio generalizado, se ampliará el número de personas que podrán recibir la ayuda directa.  Sin embargo, siempre habrá familias que quedarán fuera del alcance de estos programas o que no se podrán localizar.  Sin lugar a dudas es preferible pecar por el lado de otorgar subsidios a familias que no lo necesitan, a que le pueda faltar qué comer a otras.

Las cifras oficiales nos indican que el 16.7 por ciento de la población ocupada ni siquiera percibe el ingreso equivalente a un salario mínimo.  El 14.1 por ciento gana menos de un salario mínimo y trabaja más de 48 horas a la semana.

El retiro del subsidio a las tortillas no es la política social que necesitamos.


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martes, 6 de octubre de 1998

El Último Préstamo

 

Pulso Económico


El Último Préstamo



Por: Jonathan Heath©


El último préstamo que pidió México a la comunidad financiera internacional ha causado verdadera polémica.  Parece ser que nuestras autoridades financieras adoptaron una posición francamente inmadura que ha irritado a los bancos y que les pudiera causar pérdidas

A través del tiempo, el Secretario de Hacienda José Angel Gurría, ha.ganado fama como un hábil negociador de la deuda externa.  Su experiencia no tiene paralelo en ninguna otra persona, ya que desde hace más de 20 años ha sido uno de los jugadores más importantes en este campo.  Como Director General de Crédito estuvo presente en todas las renegociaciones de la deuda externa de la década de los 80, innovando caminos y formulas nuevas.  Es un maestro del arreglo financiero ya que conoce no solamente las necesidades de nuestro país, sino también la forma de pensar del banquero extranjero.

Sin embargo, ha quedado claro que el actual Director General de Crédito no tiene las mismas tablas.  La semana pasada se cerró una transacción financiera forzada con bancos de 10 países, que pudiera representar la última vez que estas instituciones financieras quieran negociar algo con nuestro país por mucho tiempo.  No se tiene memoria de alguna otra transacción que haya causado tanta irritación entre los banqueros.  Parece ser que nuestras autoridades se quisieron pasar de listas y tomaron el préstamo bajo condiciones que van a forzar a varios de los bancos a incurrir en pérdidas innecesarias.  En este caso, la única innovación fue la falta de diplomacia por parte de Hacienda, que los bancos han interpretado como signo de inmadurez.

El miércoles de la semana pasada, la Secretaria de Hacienda dio a conocer al público que había decidido disponer en su totalidad la línea de liquidez que por 2,661 millones de dólares tiene contratada con 33 bancos alrededor del mundo.  Este es un préstamo que se negoció en noviembre del año pasado como un mecanismo de protección para disponer de recursos en situaciones de gran volatilidad.

Es bien sabido que los últimos meses han representado una situación difícil en el entorno mundial, destacándose la crisis que se ha desatado en los mercados emergentes.  La caída de los precios del petróleo le ha restado al país una fuente importante de divisas para enfrentar las obligaciones con el exterior.  El acceso a los mercados internacionales de capitales se ha deteriorado a consecuencia de la volatilidad prevaleciente en los países emergentes.  Dado que la línea de crédito fue diseñada para hacer frente a eventos externos extraordinarios, tal y como ha sucedido, Hacienda informó que juzga prudente y oportuno disponer de estos recursos.

Aunque en la primera mitad del año, México ya enfrentó pagos por 4,500 millones de dólares que correspondían a la totalidad de vencimientos por la deuda de mercado del país, todavía quedan amortizaciones pendientes por 3 mil millones de dólares que se tienen  que cubrir antes de terminar el año.  Estos pagos son de lo que se llama deuda fuera de mercado, que corresponde a deuda de Exim Bank, el BID, el Banco Mundial, el Credit Commodity Corporation (CCC), proveedores y arreglos bilaterales.  Por la misma naturaleza de estos préstamos, no se manejan en el mercado financiero internacional como cualquier otra deuda,sino que siempre se manejan a través de condiciones especiales.

Este préstamo se negoció con condiciones sumamente favorables para México, no solamente bajo el entorno actual, sino bajo condiciones existentes el año pasado.  La tasa de interés que se pagará será de Libor más 0.75 puntos porcentuales en promedio pero que va variando a través de su duración de 18 meses.  A tasas actuales, sería el equivalente a 5.8 por ciento, casi una tercera parte de lo que México podría conseguir en el mercado abierto.

La controversia se origina en parte en el hecho de que nuestro gobierno decide utilizar el préstamo.  Según los bancos, México ya no necesitaba el financiamiento adicional para enfrentar los pagos pendientes para el resto del año.  En parte se debe al malentendido de que México ya había anunciado que había liquidado todos los pagos pendientes del año.  Como resultado,los bancos no habían efectuado el fondeo necesario para enfrenar el préstamo.  Sin embargo, el anuncio fue con relación únicamente a los vencimientos de la deuda de mercado.  Ahora esto significa que muchos de los bancos tienen que pedir prestado para cumplir con el contrato suscrito, lo cual puede significar pérdidas para algunos, en especial los japoneses.

Según los bancos, el gobierno mexicano les había dicho que no necesitaba el préstamo, pero que quería extender el arreglo actual por un año más bajo los mismos términos.  Dado que el contrato se extendió por un año terminado en noviembre de este año, si Hacienda no disponía del crédito antes de concluir el plazo, la línea de crédito simplemente se cerraba.  Sin embargo, las condiciones financieras han cambiado mucho en el transcurso del último año, por lo que los bancos se rehusaban a extender la línea bajo los mismo términos.  Para ellos, el préstamo implicaba ya sea incurrir en pérdidas o dejar a un lado otras operaciones mucho más lucrativas.

Ante la negativa de los bancos a extender el plazo bajo los mismo términos, la Secretaría de Hacienda decidió disponer de la totalidad del crédito antes de concluir la fecha límite.  La versión de los bancos es que México no lo necesitaba y simplemente lo aprovechó por sus tasas tan bajas y molesto porque no se quería extender el plazo.  Según Hacienda, las opciones eran recurrir a un mercado ilíquido bajo condiciones muy difíciles justo cuando ya se había negociado un préstamo para enfrentar las condiciones tal y como sucedieron.  La única otra opción era recurrir a las reservas del Banco de México.  Sin embargo, agotar las reservas en estos tiempos podría ser sumamente peligroso para el país.

Tal y como parece, ninguno de los dos lados tiene toda la razón.  Lo que faltó fue una negociación diplomática como en los viejos tiempos de Gurría al frente de la Dirección General de Crédito.  Tendremos que ver si nuestra torpeza no nos sale muy cara.


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La Marcha de la Economía

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