jueves, 8 de octubre de 1998

El Salario Mínimo y las Tortillas

 

Pulso Económico


El Salario Mínimo y las Tortillas



Por: Jonathan Heath©


Para fin de año, el poder adquisitivo del salario mínimo legal llegará a su punto histórico más bajo de los últimos 50 años, mientras que el precio de la tortilla ha aumentado tres veces en lo que va del año.  Al mismo tiempo, el gobierno presume de su política social y del combate a la pobreza.

En noviembre de este año se espera que el poder adquisitivo del salario mínimo llegará a un nuevo punto mínimo, al ser mayor la inflación acumulada desde que se otorgó el último aumento.  Para diciembre se puede calcular que el salario mínimo legal habrá perdido 78.2 por ciento de su poder adquisitivo comparado con octubre de 1976.  Es decir, se podrá comprar el 21.8 por ciento de lo que se compraba hace 22 años

Otra forma de entender la situación actual es que para tener el mismo poder adquisitivo de un salario mínimo legal de 1976, se tiene que ganar 5 veces el salario mínimo de hoy.  Resulta interesante observar que se según los datos del INEGI, apenas el 12.5 por ciento de la población ocupada gana más de 5 salarios mínimos.  Esto quiere decir que 87.5 por ciento de la población gana hoy un salario mínimo real de 1976 o menos.  Dado que estas cifras únicamente incluyen a la población urbana, seguramente están subestimadas.

Para diciembre de este año, el salario mínimo habrá perdido 2.5 por ciento de su poder adquisitivo comparado con diciembre del año pasado.  El salario promedio de 1998 habrá sufrido un deterioro de 1.3 por ciento con respecto al promedio del año pasado.  Sin embargo, estos datos tiene como base al Indice Nacional de Precios al Consumidor, que calcula la inflación a través de un promedio del patrón de gastos de todas las familias  Sin lugar a dudas, la inflación que han enfrentado las familias de ingresos bajos ha sido mucho mayor a la de las familias de altos ingresos.

Específicamente, las familias más empobrecidas de nuestro país tienen un ingreso tan bajo que básicamente subsisten a través de una dieta de tortillas y chile.  Las menos desafortunadas podrán incluir un poco de frijoles una o dos veces a la semana.  Esto significa que su inflación se mide principalmente a través del precio de las tortillas.  Como consecuencia de la política social del gobierno, que consiste en retirar todo subsidio a las tortillas, la población con ingresos más bajos en nuestra economía se ha enfrentado a una inflación equivalente al 58 por ciento en lo que va del año.  Para muchos esto significa una pérdida importante en su poder adquisitivo, pero para otros significa simplemente comer menos.

El gobierno razona que el subsidio generalizado a las tortillas estaba llegando a las clases de ingresos altos y que por lo mismo, había que retirarlo.  Considere usted que si compraba un kilo de tortillas diarias, con que comprara algún otro producto que causara IVA por un valor de 10 pesos, ya había pagado el subsidio de la tortilla.  Este monto que busca ahorrarse el gobierno es sumamente pequeño si lo comparamos con el PIB o el gasto público total.  En cambio, la cantidad de familias que van a tener que consumir todavía menos tortillas, es inmensa.

Hemos visto a través de los últimos años cómo el gobierno se ha defendido de las críticas por seguir una política neoliberal.  Muchas de éstas han sido injustas y otras injustificadas.  Es muy difícil ignorar las fuerzas del mercado y en la mayoría de las ocasiones resulta peligroso tratar de interferir en la oferta y la demanda.  Se ha visto que muchas políticas públicas terminan por causar más problemas de los que buscan resolver.  Sin embargo, existen ciertos casos en que las fuerzas de mercado simplemente no alcanzan a impartir una justicia social por más que le busquemos.  Este es el caso de las tortillas.

El gobierno podrá aumentar la cobertura del programa Progresa y otros más, que buscan incorporar a las familias más empobrecidas a un subsidio directo.  Al reducir el subsidio generalizado, se ampliará el número de personas que podrán recibir la ayuda directa.  Sin embargo, siempre habrá familias que quedarán fuera del alcance de estos programas o que no se podrán localizar.  Sin lugar a dudas es preferible pecar por el lado de otorgar subsidios a familias que no lo necesitan, a que le pueda faltar qué comer a otras.

Las cifras oficiales nos indican que el 16.7 por ciento de la población ocupada ni siquiera percibe el ingreso equivalente a un salario mínimo.  El 14.1 por ciento gana menos de un salario mínimo y trabaja más de 48 horas a la semana.

El retiro del subsidio a las tortillas no es la política social que necesitamos.


Comentarios y observaciones al correo electrónico: heath@infosel.net.mx


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