lunes, 29 de julio de 1996

El Prepago de la Deuda Externa

 Pulso Económico


El Prepago de la Deuda Externa


Por: Jonathan Heath


La semana pasada el gobierno anunció que la colocación internacional de bonos garantizados ha sido todo un éxito, dado que la demanda presentada había sido muy superior a lo que se había estimado originalmente.  Esto ha permitido aumentar el monto de la colocación para obtener 6 mil millones de dólares de recursos del exterior y realizar un prepago de 7 mil millones de dólares sobre el préstamo que nos otorgó Estados Unidos el año pasado.  Además se va a realizar un prepago similar de mil millones de dólares al FMI.

Esta transacción tiene muchas implicaciones.  Primeramente, es evidencia de un retorno contundente al mercado financiero internacional.  El monto de la colocación es un récord mundial para el tipo de transacción.  Aunque ha se habían realizado un buen número de colocaciones desde mediados del año pasado, ninguno había sido de este monto y con tal aceptación.  Entre otras cosas, esto es señal de que la respuesta de política económica a la crisis devaluatoria fue la correcta.

No obstante, es importante señalar el porqué de la aceptación.  La agencia calificadora, Standard & Poors (S&P) otorgó a México la calificación de BBB- para este instrumento, lo cual significa que tiene el famoso grado de inversión.  Esta calificación se otorga básicamente a deuda de países desarrolladas, donde no existe riesgo de incumplimiento y no implica una especulación.  Por lo mismo, un bono con grado de inversión paga menos dado que no tiene que compensar el riesgo a través de una tasa de interés mayor.

Durante todo el sexenio pasado, se buscó el grado de inversión y nunca se consiguió.  Las razones son varias, siendo el más importante el hecho de que S&P veía en México un riesgo potencial en su balanza de pagos, por el hecho de que sosteníamos un déficit muy elevado en la cuenta corriente.  Por tal razón, el grado más elevado que conseguimos fue el de un nivel por debajo del mínimo necesario para considerarse grado de inversión.  A raíz de la devaluación y la crisis de los Tesobonos, S&P redujo nuestra calificación un nivel adicional, siendo ésta la que tenemos todavía hoy en día.

S&P, al igual que otras empresas calificadoras, mantiene una política de que el techo de cualquier calificación que se otorga para un instrumento dado, esta determinado por el grado que tiene el país.  Si nuestra calificación como país es de dos niveles por debajo del grado de inversión, entonces no nos pueden otorgar una calificación mayor.  Sin embargo, en esta ocasión, S&P nos otorga el grado de inversión, en violación a su propia regla.  La razón no es por la recuperación económica que viene en puerta, ni por la política económica aplicada hasta ahora.  Tampoco es por haber resuelto el problema de los Tesobonos, ni por haber eliminado el déficit comercial que teníamos.  Es porque estos bonos están garantizados por nuestras ventas futuras de petróleo.

Esta calificación nos la están dando por excepción.  Al ofrecer una garantía palpable a los inversionistas, el riesgo país se ve compensado.  Al incorporar este hecho en su calificación, S&P considera que el riesgo inherente en el instrumento es menor al del país como un todo.  Al obtener este respaldo, los inversionistas ven un bono con grado de inversión con un rendimiento superior.  En otras palabras, el rendimiento es sumamente atractivo dado que es superior a otros instrumentos alternativos que tienen grado de inversión.  Esta combinación es lo que explica la demanda tan abrumadora que se presento.

Es correcto señalar que una de las ventajas que tiene esta transacción es el ahorro en los pagos de interés que se tiene que realizar al exterior.  También se tiene que apuntar las implicaciones políticas del prepago de la deuda con Estados Unidos, a los pocos meses de las elecciones presidenciales.  Sin embargo, lo más importante de todo, es la sustitución de plazos que implica conjuntamente la nueva colocación y el prepago.  Al final quedaremos a deber casi lo mismo, pero ahora tendremos un mayor plazo para pagarlo.

El problema actual de la deuda externa mexicana no es el monto.  Si comparamos la deuda externa como porcentaje del PIB con otros países de la OCDE, nos encontramos que estamos por debajo del promedio.  Nuestro problema es el perfil de amortizaciones que tenemos que realizar a través del tiempo.  Simplemente, a partir de 1998 el monto de estas amortizaciones aumenta en un 50 por ciento.

Esta transacción es muy similar en el fondo a la que realizamos en 1995 a través del préstamo jumbo de rescate.  Teníamos una deuda de muy corto plazo (los Tesobonos) que sustituimos por una deuda a mediano plazo.  Ahora esta deuda de mediano plazo lo sustituimos por otro todavía de mayor plazo.  En ambas ocasiones no aumentamos el monto de la deuda, sino simplemente empujamos el horizonte del pago hacía adelante, dando al país un periodo mayor de respiro.

Al final de cuentas, ésta transacción es equivalente a una reestructuración de la deuda.  La diferencia entre ésta y las múltiples renegociaciones de la década pasada es que ahora es a través del mercado, cuando anteriormente había sido a través de una negociación forzada.  El resultado es similar en cuanto a que se obtiene mejores condiciones para afrontar el servicio de la deuda.  Sin embargo, en vez de ocasionar malestar y desgaste entre los tenedores de la deuda, estamos ofreciendo mejores oportunidades a los inversionistas.

Es imperativo que el gobierno continúe reestructurando la deuda externa para seguir ampliando el perfil de amortización.  Al mismo tiempo, nos conviene seguir utilizando el mercado para llevar a cabo estas operaciones.  Quedamos bien con todos los involucrados, se amplia la estructura temporal de la deuda, mejoramos nuestro imagen en el exterior y no ocasionamos una situación de confrontación.  Pero lo más importante de todo, es que compramos el tiempo tan necesario que necesita nuestra economía para volverse a poner de pie.


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jueves, 25 de julio de 1996

Los Problemas Políticos y los Mercados Financieros

 

Pulso Económico


Los Problemas Políticos y los Mercados Financieros


Por: Jonathan Heath


Durante los últimos veinte años hemos tenido devaluaciones catastróficas en por lo menos cuatro ocasiones: en 76, 82, 85 y 94 (la devaluación de 87 fue de dimensión y lógica diferentes).  En cada ocasión, tuvimos un modelo económico distinto.  Sin embargo, llegamos en cada caso a una crisis con recesión e inflación, marcada con una frustración de l población por la caída tan abrupta en su poder adquisitivo y sin los medios para lograr un cambio importante en el sistema político.

Primero tuvimos un presidente que descubrió la maquinita para imprimir billetes, lo cual trajo la ilusión de la abundancia.  Después de varias décadas de déficit públicos pequeños e inflación baja, Echeverría aplicó un modelo económico de mayor intervención estatal, regulaciones y restricciones a la inversión extranjera.  Al final terminó en una devaluación.

Después llegó López Portillo con la promesa de la abundancia petrolera.  Se  expandió el número de empresas para estatales y se introdujo una política industrial.  Se incrementó enormemente la deuda pública, tratando de adelantar la prosperidad que parecía inminente.  El déficit público permaneció elevado y como resultado se mantuvo una inflación alta.  Igual que antes, todo terminó con una devaluación

Por último tuvimos a Salinas, quien abrió la economía a la competencia global, quitó muchas regulaciones, eliminó el déficit público y privatizó un gran número de empresas para estatales.  Redujo la deuda interna a través de los recursos procedentes de las privatizaciones, sin embargo, la abundancia que dejó estas operaciones produjo abusos.  También terminó en una devaluación.  Tres modelos económicos diferentes con resultados similares.  Sin embargo, las tres devaluaciones se dieron en una situación de abundancia de recursos, ya sea por la ilusión del déficit público, por ingresos petroleros combinados con endeudamiento externo o por privatizaciones con flujos de capital del exterior. Pero lo más importante de todo es la constante: el sistema político.

Hemos tenido un sistema político que permite los abusos y los malos manejos de los recursos públicos.  Es un sistema que no solamente se ha caracterizado por una impunidad generalizada, que no castiga a los políticos y empresarios que han abusado una y otra vez, sino que además los protege.  Es un sistema que permite malas decisiones sin ningún castigo ni recriminación.

La relación entre nuestro sistema político y la economía es algo que los extranjeros entienden cada vez mejor.  Hoy en día, les preocupa los acontecimientos políticos porque saben que las posibilidades económicas 

están limitadas por ellos.  Tengo un contacto muy extenso con inversionistas extranjeros que me lo comentan con una gran frecuencia.  No hay duda que los problemas más políticos afectan a los mercados.
Esto lo podemos corroborar en muchas de las operaciones día con día.  Cuando la Bolsa empieza a caer a las tasas en el mercado secundario suben, les preguntamos las razones a los operadores.  En muchas ocasiones ellos responden que los mercados están nerviosos por tal evento o acontecimiento político.  Al final de cuentas, ellos son el mercado, dado que son los que realizan las compras y ventas.  En un momento dado, pudieran estar sobrerreaccionando, pero no hay duda de que los problemas de tipo político los están poniendo nerviosos.  Esto no es falta de análisis por parte de los escritores de la rama financiera, sino una realidad que emana de los inversionistas que toman las decisiones que hacen mover los mercados.
Ahora que se dio a conocer que muchos empresarios estaban involucrados en los negocios obscuros de Raúl Salinas, hubo efectos muy palpables.  Los precios de las acciones de Serfín y Vitro bajaron mucho al conocer el involucramiento de Adrián Sada.  La colocación de capital por parte de Televisión Azteca se tuvo que posponer cuando salió a la luz pública la implicación de Ricardo Salinas Pliego.  Los comentarios acerca de la calidad ética y moral de José Maradiaga como líder de los banqueros fueron abundantes.  Televisa empezó por despedir a Abraham Zabludovsky (aunque después cambiaron de parecer) cuando se conoció que era el socio principal de Raúl Salinas en la empresa MASA.
Desde que se dieron a conocer un poco más los alcances de la corrupción Salinas, muchos inversionistas extranjeros me han manifestado su preocupación.  Un empresario importante aquí en el país me comentó que sus proveedores extranjeros estaban inquietos por los escándalos y a punto de pedirle pagos por adelantado,
Por eso me extraña la carta del señor Antonio López de la Parra, director de Finanzas de Carplastic, dirigida a Samuel García y reproducida el martes pasado.  Dice que los escritores de la rama financiera no han sabido desarrollar una capacidad mayor de análisis para explicar diversos fenómenos que afecten a los mercados financieros, y por lo tanto, atribuyen mucho de lo que pasa a los problemas políticos.
En el informe anual del Baxico, nos podemos percatar que el análisis “oficial” de lo que produjo la devaluación de 94 fueron los acontecimientos políticos y delictivos que sucedieron durante el año.  ¿Esto significa que el Banxico carece de análisis?  Lo dudo.  Podemos no estar de acuerdo pero no significa que es un análisis equivocado o falto de seriedad.
En resumen, los problemas políticos afectan a la economía y ponen nerviosos a los mercados financieros.  De esto no hay duda.  Pero esto no quiere decir que debemos o podemos ir al extremo de tratar de explicar todo a través de la política. Al final de cuentas la política es un asunto muy importante para dejarlo solo a los políticos.

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jueves, 18 de julio de 1996

La Necesidad de la Política Social

 

Pulso Económico


La Necesidad de la Política Social


Por: Jonathan Heath


Las Naciones Unidas acaban de publicar un estudio sobre los índices de desarrollo humano por país.  Para su cálculo, no solamente toman en cuenta factores económicos como el PIB real per cápita, sino factores sociales como la esperanza de vida al nacer, la tasa de alfabetización de adultos y la tasa de matrícula escolar.  De 174 países, México se clasifica en el lugar número 48.
La verdad, sorprende la elevada clasificación de México.  De tres categorías, nos ubica en la parte baja de la más elevada, la llamada “alto desarrollo humano”.  Nos encontramos arriba de Colombia, Tailandia, Malasia, Polonia y la Federación de Rusia, entre otros, en esta categoría del primer mundo.  Obviamente, fue realizado principalmente con datos de 1993, antes de la debacle económica sufrida a raíz de la devaluación de  1994.  Al ver el estudio, la primera pregunta que hice fue  ¿cuántos lugares habremos bajado a raíz de la devaluación?  Seguramente un buen número, posiblemente sacándonos de la categoría de alto desarrollo humano para pasar a la de “desarrollo humano mediano”.
La inquietud más grande que provocó el estudio, es lo mal que está el desarrollo humano a nivel mundial, fuera de quizá los 20 o 30 países más ricos.  Tenemos un gran número de personas que vive en la pobreza extrema, que carece de una educación básica, cuya alimentación diaria carece de los niveles nutricionales mínimos, que no disponen de habitaciones decorosas, que no tiene acceso a servicios de agua potable y drenaje y que no tienen una atención médica suficiente.  Sin embargo, en el resto del mundo existen 126 países que están en una situación peor.
Pero ya sabemos que enfocar nuestra miseria como mal de muchos, no es otra cosa ,más que un consuelo de tontos.  No sé en qué  se basa el estudio mencionado para otorgarnos tan elevada calificación, pero sí podemos ver que el desarrollo humano de nuestro país está lejos de ser suficiente.  No obstante, peor es el hecho de que nuestros esfuerzos por mejorarlo están casi ausentes.
Es muy importante lograr la estabilidad económica y financiera en nuestro país, dado que esto nos permitirá crecer más rápido y en forma sostenida.  Es fundamental crecer en forma acelerada y constante, dado que es la clave para la creación de más y mejores empleos, que deberían ser siempre mejor remunerados.  Es indispensable crear empleos productivos e incrementar el poder adquisitivo de la población, para poder así mejorar el bienestar general y el desarrollo humano de todos los mexicanos, cerrando la brecha entre los que tienen y los que no tienen.
El fin último es precisamente el bienestar y el desarrollo humano.  Si no lo logramos ampliar, todo lo demás es irrelevante.  ¿Para qué necesitamos crecer como país si el beneficio es únicamente para unos cuantos?  ¿Para qué crear empleos si no es para coadyuvar el desarrollo humano?
Existen diferencias básicas entre las ideologías llamadas de izquierda y de derecha.  Las primeras piden una participación directa y contundente del gobierno para asegurar que la mayoría tenga empleos y una vida justa y digna.  No confían completamente en el mercado como mecanismo único para la asignación de recursos y por lo tanto, buscan compensar las fallas a través de una planeación pública adecuada.
Los segundos buscan una generación mayor de empleos como resultado de procesos productivos para asegurar que el trabajo sea permanente y real y no producto de una necesidad artificial.  Piensa que el mercado en el mejor mecanismo para la asignación eficiente de recursos y que la intervención pública crea más distorsiones que soluciones reales.  Por lo regular, ponen más atención en la manera correcta de financiar inversiones o proyectos, para minimizar los efectos adversos.
Existen mucho traslape entre las diversas ideologías.  Personas que comparten la mayoría de los puntos de la izquierda, pueden pensar que el mercado es un mecanismo eficiente, que se puede complementar con una participación gubernamental bien dirigida.  Individuos con ideas asociadas con la derecha, pueden compartir la noción de que el mercado es un mecanismo perfectible.
Pero al final de cuentas, la mayor parte de las diversas ideologías concuerdan en buscar el máximo bienestar de la sociedad y obtener el mejor nivel de desarrollo humano posible. Los caminos para obtenerlo pueden diferir, pero por lo regular el fin es el mismo.
En este sentido, debemos recordar cuál es el fin.  Hoy en día, no parece que el gobierno tenga bien enfocado hacia dónde quiere ir más allá de la estabilización inmediata y el crecimiento de la actividad económica sostenida arriba del 5 por ciento.  Es tiempo de definir la política social, es decir, de trazarnos políticas y líneas concretas de acción, dirigidas a incrementar el desarrollo humano de la mayoría.
Tenemos que capacitar a la gran mayoría de la población para que pueda ganarse la vida en forma decorosa.  Tenemos que mejorar la habilidad para tomar decisiones a diario.  Para esto, necesitamos mejorar los niveles de nutrición tenemos que reducir el analfabetismo adulto, medrar las posiciones económicas de la mayoría.
Sin una mejoría en el desarrollo humano de la mayoría, todos los esfuerzos del gobierno se vuelven insignificantes.

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jueves, 11 de julio de 1996

Es el Modelo Político, no el Económico

 

Pulso Económico


Es el Modelo Político, no el Económico


Por: Jonathan Heath


Durante las últimas semanas hemos observado una depreciación más acelerada en el tipo de cambio, una tendencia alcista en la tasa de interés, una caída importante en el índice de la Bolsa Mexicana de Valores y una creciente preocupación en los mercados financieros en general.  Definitivamente, la baja en el índice del Dow Jones, el incremento en las tasas de interés de largo plazo (en los bonos de la tesorería) y los últimos reportes sobre la tasa de desempleo y la actividad económica en los Estados Unidos, han sido todos factores importantes en este nuevo brote de nerviosismo.

También se han considerado los últimos eventos políticos como razón explicativa adicional del comportamiento errático de los mercados financieros.  La identificación de Ricardo Salinas Pliego, Adrián Sada González, Abraham Zabludovsky, José Madariaga y varios más en posibles relaciones ilícitas o por lo menos no muy éticas, ha contribuido a la desestabilización.  La empresa Televisión Azteca ha tenido que posponer una colocación importante de capital.  El Grupo Serfín ha sufrido una caída importante en el precio de su acción,  El líder de los banqueros ha sufrido una humillación al cuestionarle su calidad ética.  Televisa ha entrado con ganas a la ya famosa guerra de las televisoras, que parece ser merecedora del premio a la mejor telenovela del año.

Aunque las vergüenzas políticas que hemos sufrido últimamente han ayudado al clima de angustia financiera, las causas principales radican en la preocupación por los flujos de capital hacia nuestro país.  Si la economía  norteamericana empieza a mostrar signos de sobre calentamiento, seguramente las tasas de interés empezarán a incrementarse como respuesta a la política monetaria de la Reserva Federal.  Esto hará más atractivo mantener las inversiones 

dentro de los Estados Unidos en vez de buscar mejores rendimientos (aunque con más riesgos) fuera, en países como el nuestro.
Los efectos de estos eventos sobre nuestros mercados son evidentes.  Primero, ante la preocupación de que pudiera existir un flujo menor de divisas, el mercado se anticipa con una mayor demanda, lo cual hace que el tipo de cambio se deprecie.  Después, la tasa de interés empieza a subir, en parte para compensar el incremento en tasas observado en los Estados Unidos y en parte como anticipación a una disminución en la liquidez interna.  Al observar una caída en el mercado de valores de los Estados Unidos, la Bolsa empieza a responder de la misma manera.  Esta caída se acentúa al observar un incremento en las tasas de interés, dado que el mercado de dinero empieza a representar una opción más atractiva (y menos riesgosa).
Aunque empezamos a observar una recuperación en la actividad económica y la estabilidad financiera ha sido muy superior a la experimentada el año pasado seguiremos vulnerables a este tipo de contagio de los mercados financieros internacionales.  Sin embargo, tenemos que distinguir claramente la diferencia entre este tipo de ciclos financieros y la tendencia de los flujos de capital de más largo plazo.  Quizá podemos moderar el efecto cíclico a través de una aplicación adecuada de nuestras políticas económicas, pero tenemos que preocuparnos mucho más por asegurar una tendencia alcista permanente en los flujos de capital.
Esta preocupación se vuelve más importante al considerar que existe mucha demanda mundial por estos flujos de capital.  Estamos compitiendo con Asia, Africa, Europa Oriental y el resto de América Latina por recursos limitados.  En este sentido, debemos estar conscientes de cuáles son las determinantes principales de estos flujos, para así asegurar una participación importante en el futuro.
Según estudios, el destino de los flujos de capital proveniente de los países más ricos dependerá de tres factores: los flujos previos, el crecimiento económico esperado y el ambiente general que podamos ofrecer.  De estos tres, quizá el más importante para nosotros en el último: el ambiente existente, tanto económico como político, legal y de seguridad.  No por menospreciar a los oros factores, sino porque es algo que podemos y debemos ir fortaleciendo como elemento primordial para incrementar nuestras posibilidades de lograr un crecimiento sostenido.
Esto significa mejorar el clima para las inversiones en nuestro país, a través de una garantía de los derechos de propiedad, el establecimiento indiscutible del Estado de derecho, la eliminación de regulaciones innecesarias y las perspectivas de una estabilidad política.  En buena medida, esto no es algo que se alcance simplemente a través del modelo económico adecuado o de las políticas económicas consistentes.  Es más bien el purgar y ordenar nuestro sistema político, tenemos que eliminar el autoritarismo y establecer un sistema mucho más democrático y transparente.  Tenemos que acabar con la impunidad y aplicar por igual nuestras leyes a todos los ciudadanos.
Las crisis devaluatorias han aparecido bajo esquemas de sustitución de importaciones, al final del desarrollo estabilizador, con el desarrollo compartido, como producto de la ilusión petrolera y ahora en medio del neoliberalismo.  A final de cuentas, no es el modelo económico.
Es tiempo que reconozcamos que es el modelo político.

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jueves, 4 de julio de 1996

La Política Monetaria al Final del Segundo Trimestre

 

Pulso Económico


La Política Monetaria al Final del Segundo Trimestre


Por: Jonathan Heath


El viernes pasado cerró el segundo trimestre del año y, con ello, la última oportunidad de evaluar los criterios de cumplimiento oficiales del programa que tenemos con el Fondo Monetario Internacional (FMI), que deberían de ser compatibles con los de la Exposición sobre la Política Monetaria del Banco de México, que se presentó a principios del año.  Dado que el programa con el FMI termina el 15 de agosto del año en curso, las metas propuestas para finales del tercer y cuarto trimestre son nada más “indicativas”, y ya no forman parte del compromiso oficial.

De hecho, el cumplimiento cabal de las metas del primer y segundo trimestre es importante únicamente por motivos de credibilidad, dado que México no necesita, ni tiene programado, préstamos adicionales.  Ahora que vino la misión del FMI a México para su evaluación oficial del primer trimestre, que se tenía que concluir el 31 de mayo, se confirmó que el programa monetario y de política económica en general va por buen camino y que, por lo mismo, México no necesitaba el tramo adicional de recursos a que tenía derecho por el cumplimiento de las metas.

Al observar las primeras cifras del cierre del segundo trimestre, queda claro que tendremos el derecho de pedir otro tramo del crédito del FMI, una vez que la misión de esta institución termine su próxima evaluación en agosto.  Sin embargo, al igual que antes, lo más seguro es que no se pida por ser innecesario.  No solamente cumplimos con las metas trazadas en el programa de política monetaria del Banco de México, sino también al parecer con todas las metas más estrictas del FMI.

La expansión permitida del crédito interno neto durante la primera mitad del año era negativa, es decir, se programó una reducción por motivos de estacionalidad.  Esta debería de haber sido de 1.3 mil millones de pesos (acumulados) hasta fin de junio.  Al observar que la reducción fue mucho mayor, de 17.8 mil millones de pesos durante el periodo, no solamente se cumplió con el techo sino que se podría criticar por haber sido excesivo.  Sin embargo, no se puede observar a esta cifra en forma aislada, dado que depende de la expansión observada en los activos internacionales (reservas de divisas).  Para evitar un incremento nocivo en la base monetaria por un incremento en las reservas, El Banco Central debe limitar su crédito interno en mayor proporción.

Esto se puede confirmar al observar que hubo un aumento acumulado en los activos internacionales durante los primeros seis meses del año de 12.6 mil millones de pesos (correspondientes a 1.6 mil millones de dólares), cuando se esperaba que fuera únicamente de 1.1 mil millones de pesos (145 millones de dólares).  Con esta acumulación de reservas, si el Banco hubiera permitido una mayor expansión en su crédito interno, hubiéramos observado una expansión inflacionaria en la base monetaria.

En este sentido, para hacer una mejor evaluación, deberíamos observar el cambio experimentado en la base monetaria, dado que refleja el comportamiento de los dos componentes anteriores en forma conjunta.  Aquí podemos observar, por razones estacionales, que se esperaba una reducción en la base monetaria de 200 millones de pesos, acumulados durante la primera mitad del año.  

Las cifras reportadas por las autoridades monetarias indican que la base disminuyó 5.2 mil millones de pesos, dejando pendiente un margen de 5 mil millones de pesos.
Con esta cifra queda claro que se cumplió ampliamente con las metas.  Sin embargo, cabe preguntar por qué se llevó a cabo una política monetaria más restrictiva de lo programado.  La respuesta parece estar en la diferencia de las expectativas inflacionarias (de 27.9 por ciento) con la meta programada de 20-5 por ciento para fin de año.  El Banco de México advirtió claramente en su programa monetario que si las expectativas de inflación fueran mayores a la meta, manejaría su crédito interno en forma correspondiente para reducir la brecha.
A través de este ajuste adicional (que no es exagerado) y el cumplimiento cabal del resto de su programa, el Banco ha logrado revertir la inflación de 52 por ciento al finalizar el año pasado, al 32.2 por ciento, medido con la inflación quincenal, a mediados de junio.  También han logrado una disminución importante en las tasas de interés de 59.9 por ciento a mediados de noviembre pasado, a 27.8 por ciento promedio durante el mes de junio.  Todo esto se ha conseguido sin perjudicar la recuperación que se empieza a manifestar en varias partes de la economía.
Para la alegría de todos los interesados, hasta el día de hoy, el Banco Central ha aplicado la política correcta, asegurando que la liquidez existente corresponda a las necesidades reales de la economía, evitando así una circulación excesiva que únicamente provocaría mayor inflación.  Han cumplido cabalmente con las metas trimestrales trazadas, mejorando su imagen, poco a poco, restableciendo la credibilidad y creando una mayor dosis de confianza.
Aunque me reservo el derecho de mantener mi diferencia de opinión de tiempo atrás sobre el manejo transparente de la información, tengo que reconocer el buen manejo de la política monetaria que ha llevado a cabo el Banco de México hasta ahora.

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La Marcha de la Economía

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