jueves, 11 de julio de 1996

Es el Modelo Político, no el Económico

 

Pulso Económico


Es el Modelo Político, no el Económico


Por: Jonathan Heath


Durante las últimas semanas hemos observado una depreciación más acelerada en el tipo de cambio, una tendencia alcista en la tasa de interés, una caída importante en el índice de la Bolsa Mexicana de Valores y una creciente preocupación en los mercados financieros en general.  Definitivamente, la baja en el índice del Dow Jones, el incremento en las tasas de interés de largo plazo (en los bonos de la tesorería) y los últimos reportes sobre la tasa de desempleo y la actividad económica en los Estados Unidos, han sido todos factores importantes en este nuevo brote de nerviosismo.

También se han considerado los últimos eventos políticos como razón explicativa adicional del comportamiento errático de los mercados financieros.  La identificación de Ricardo Salinas Pliego, Adrián Sada González, Abraham Zabludovsky, José Madariaga y varios más en posibles relaciones ilícitas o por lo menos no muy éticas, ha contribuido a la desestabilización.  La empresa Televisión Azteca ha tenido que posponer una colocación importante de capital.  El Grupo Serfín ha sufrido una caída importante en el precio de su acción,  El líder de los banqueros ha sufrido una humillación al cuestionarle su calidad ética.  Televisa ha entrado con ganas a la ya famosa guerra de las televisoras, que parece ser merecedora del premio a la mejor telenovela del año.

Aunque las vergüenzas políticas que hemos sufrido últimamente han ayudado al clima de angustia financiera, las causas principales radican en la preocupación por los flujos de capital hacia nuestro país.  Si la economía  norteamericana empieza a mostrar signos de sobre calentamiento, seguramente las tasas de interés empezarán a incrementarse como respuesta a la política monetaria de la Reserva Federal.  Esto hará más atractivo mantener las inversiones 

dentro de los Estados Unidos en vez de buscar mejores rendimientos (aunque con más riesgos) fuera, en países como el nuestro.
Los efectos de estos eventos sobre nuestros mercados son evidentes.  Primero, ante la preocupación de que pudiera existir un flujo menor de divisas, el mercado se anticipa con una mayor demanda, lo cual hace que el tipo de cambio se deprecie.  Después, la tasa de interés empieza a subir, en parte para compensar el incremento en tasas observado en los Estados Unidos y en parte como anticipación a una disminución en la liquidez interna.  Al observar una caída en el mercado de valores de los Estados Unidos, la Bolsa empieza a responder de la misma manera.  Esta caída se acentúa al observar un incremento en las tasas de interés, dado que el mercado de dinero empieza a representar una opción más atractiva (y menos riesgosa).
Aunque empezamos a observar una recuperación en la actividad económica y la estabilidad financiera ha sido muy superior a la experimentada el año pasado seguiremos vulnerables a este tipo de contagio de los mercados financieros internacionales.  Sin embargo, tenemos que distinguir claramente la diferencia entre este tipo de ciclos financieros y la tendencia de los flujos de capital de más largo plazo.  Quizá podemos moderar el efecto cíclico a través de una aplicación adecuada de nuestras políticas económicas, pero tenemos que preocuparnos mucho más por asegurar una tendencia alcista permanente en los flujos de capital.
Esta preocupación se vuelve más importante al considerar que existe mucha demanda mundial por estos flujos de capital.  Estamos compitiendo con Asia, Africa, Europa Oriental y el resto de América Latina por recursos limitados.  En este sentido, debemos estar conscientes de cuáles son las determinantes principales de estos flujos, para así asegurar una participación importante en el futuro.
Según estudios, el destino de los flujos de capital proveniente de los países más ricos dependerá de tres factores: los flujos previos, el crecimiento económico esperado y el ambiente general que podamos ofrecer.  De estos tres, quizá el más importante para nosotros en el último: el ambiente existente, tanto económico como político, legal y de seguridad.  No por menospreciar a los oros factores, sino porque es algo que podemos y debemos ir fortaleciendo como elemento primordial para incrementar nuestras posibilidades de lograr un crecimiento sostenido.
Esto significa mejorar el clima para las inversiones en nuestro país, a través de una garantía de los derechos de propiedad, el establecimiento indiscutible del Estado de derecho, la eliminación de regulaciones innecesarias y las perspectivas de una estabilidad política.  En buena medida, esto no es algo que se alcance simplemente a través del modelo económico adecuado o de las políticas económicas consistentes.  Es más bien el purgar y ordenar nuestro sistema político, tenemos que eliminar el autoritarismo y establecer un sistema mucho más democrático y transparente.  Tenemos que acabar con la impunidad y aplicar por igual nuestras leyes a todos los ciudadanos.
Las crisis devaluatorias han aparecido bajo esquemas de sustitución de importaciones, al final del desarrollo estabilizador, con el desarrollo compartido, como producto de la ilusión petrolera y ahora en medio del neoliberalismo.  A final de cuentas, no es el modelo económico.
Es tiempo que reconozcamos que es el modelo político.

Comentarios, observaciones y críticas al Email: heath@infosel.net.mx


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