martes, 26 de octubre de 1999

Zapatero a tus zapatos

 

Pulso Económico


Zapatero a tus zapatos


Por: Jonathan Heath®


Podemos considerar a Ernesto Zedillo como humanista, honrado y buen economista.  Sin embargo, tiene una característica sumamente rara para un Presidente de cualquier país del mundo: no le interesa la política.  Para algunos esto podría ser positivo, ya que la credibilidad de los políticos en general es muy pobre.  ¿Qué tan importante es la sensibilidad política para un gobernante?

Nuestro Presidente, Ernesto Zedillo, ha realizado un esfuerzo impresionante para minimizar la vulnerabilidad macroeconómica y evitar una posible crisis en el último año de su gobierno.  Su meta principal, que parece una obsesión, es romper la maldición de las crisis sexenales para convertirse en el primer Presidente que entrega a su sucesor un país sin graves problemas macroeconómicos en los últimos 30 años.

Queda claro que existe un sinnúmero de problemas por resolver, como la creciente marginación de una proporción cada vez mayor de la población, la distribución tan inequitativa del ingreso, la incapacidad de la economía para generar los empleos necesarios, la corrupción generalizada en todos los estratos de la sociedad, la profunda inseguridad que padecen las familias, y otros más.  También habría que admitir que terminaremos este sexenio con contratiempos adicionales, como la enorme deuda del rescate bancario y un sistema financiero básicamente inoperante.

La visión del Presidente es que el primer paso para resolver nuestros problemas es lograr la estabilidad macroeconómica.  Resulta difícil consolidar avances sin el ambiente propicio para volver a experimentar un crecimiento sostenido.  Por lo mismo, ha enfocado la mayoría de sus esfuerzos a evitar las crisis recurrentes.  No obstante, en vía de mientras un segmento cada vez mayor de la población reclama la falta de soluciones a todo lo demás.

Tampoco podemos situarnos en el extremo de que el gobierno no ha hecho nada para resolver las múltiples carencias.  Por ejemplo, el Presidente dedicó bastante tiempo en su último Informe a explicar los avances en materia social.  Podemos estar en desacuerdo con el enfoque elitista del Programa Progresa, pero por lo menos es un intento honesto por proporcionar a un segmento de la población, los elementos básicos para superar carencias elementales.

Sin embargo, sin meternos a una evaluación a fondo, no cabe duda de que el punto más débil del Presidente ha sido su desinterés en la política.  En muchas ocasiones hemos observado el fracaso de sus iniciativas por no querer jugar a fondo el papel político que le corresponde.  Parece ser que la óptica del Presidente es que el cabildeo y las relaciones políticas son una pérdida de tiempo.  Si él tiene una propuesta técnicamente sólida, entonces debería aprobarse por su propio peso.  En este sentido, la “grilla” es un desperdicio de tiempo.  Para Zedillo, su tiempo está mejor empleado en otras cosas.  Ni siquiera le ha dado mucha importancia a la comunicación de lo que él cree importante.  Para los politólogos, analistas y políticos en general (no solamente los de oposición), esta es una grave omisión que ha llevado a un deterioro de las relaciones entre el Congreso y el Ejecutivo, al mismo tiempo, que ha impedido que muchos problemas se lleguen a resolver.

¿Realmente es tan grave que nuestro Presidente no sea un político?  Aun los defensores de Zedillo tendrían que admitir que esta carencia ha resultado un gran obstáculo.  Los ejemplos abundan.

En repetidas ocasiones, tanto el Presidente como demás funcionarios han dicho que la reforma fiscal es una de las más altas prioridades.  Su importancia se reconoció en el Plan Nacional de Desarrollo (mayo de 1995) y se volvió a recalcar en el Programa Nacional de Financiamiento del Desarrollo (junio de 1997).  Sin embargo, nunca se pudo concretar y ahora parece tema abandonado.  El gobierno nunca demostró el liderazgo necesario y fracasó para lograr los consensos mínimos.  El resultado es que cada año sigue creciendo la economía informal, va en aumento la evasión fiscal, seguimos dependiendo de los recursos petroleros y no alcanzan los ingresos tributarios para las necesidades básicas de la nación.

La profunda crisis de 1994-95 dejó como saldo un sistema bancario inoperante.  La inmensa carga de las deudas de las familias y las empresas no se pudo resolver y se propició la cultura del no pago.  Resultó evidente que las leyes de garantías y de quiebras son obsoletas.  Lo que vimos en el transcurso de los últimos años fue la destrucción del negocio bancario.  Sin embargo, el Ejecutivo fracasó en sus intentos de demostrar la importancia de un marco jurídico funcional y lo dejó en manos de un Congreso dividido y más preocupado por las siguientes elecciones.

Quedó claro que necesitamos incrementar los recursos destinados a la mayor generación de  energía eléctrica.  El Presidente presentó un proyecto de ley técnicamente sólido pero sin una estrategia de cabildeo inteligente.  Inmediatamente se convirtió en un problema político y quedó tan enmarañado que se prefirió olvidar del asunto.  En cambio su importancia quedó evidente cuando Cuauhtémoc Cárdenas contrató a una empresa privada extranjera para abastecer de energía a la Ciudad de México.

Igualmente pasó con el conflicto de la UNAM, la situación en Chiapas, el ambulantaje, la inseguridad, la privatización de la industria petroquímica, la corrupción y muchos problemas más, que por falta de decisión política han quedado en el limbo.  No hay duda que detrás de todos estos conflictos radica el esfuerzo político insuficiente del régimen actual.

En parte es cuestión de enfoques.  Cuando Zedillo presentó su Quinto Informe, nos dijo que el Ejecutivo ha mantenido una relación de respeto con el Legislativo, reconociendo su lugar y trabajando en armonía.  Desde su óptica, el Presidente no fue hipócrita si no básicamente sincero.  En cambio la mayoría de los legisladores lo tomaron francamente como una burla.

Sin embargo, si queremos que nuestra democracia incipiente llegue a florecer y a funcionar realmente, será prioritario que el siguiente Presidente tenga una verdadera vocación política.  La era de los tecnócratas quedó agotada.  Los economistas podemos aspirar a ser buenos secretarios de Hacienda, pero tenemos que dejar la Presidencia a los políticos.


Comentarios, observaciones y criticas al email: heath@infosel.net.mx


jueves, 21 de octubre de 1999

Un Presidente Honesto

 

Pulso Económico


Un Presidente Honesto


Por: Jonathan Heath®


Durante las últimas tres décadas no sólo hemos sufrido crisis sexenales sino además una corrupción generalizada.  Por lo mismo, la población reclama la necesidad de una transición pacifica y de un gobierno honesto.

Para el quinto año de gobierno la tradición es que el Presidente y muchos de sus colaboradores cercanos tengan establecidos negocios y operaciones de los cuales van a sustraer la fortuna para su retiro.  Es la forma usual en que muchos políticos han amasado riqueza con el paso del tiempo.  El dicho de que un político pobre es un pobre político no solamente es un reflejo de la experiencia personal de quien lo dijo sino también de lo que ha sido nuestro sistema político a lo largo de los últimos 70 años.

Desgraciadamente la corrupción ha sido parte integral de nuestra sociedad desde mucho antes.  La organización política fue diseñada para que la oligarquía pudiera perpetuarse en el poder y acumular grandes fortunas a costa del resto de la población.  Siempre se evitaron los mecanismos de rendición de cuentas para asegurar que los políticos pudieran hacer lo que quisieran sin reclamo ni castigo alguno.

Con el tiempo el proceso se agudizó a tal grado que muchos políticos en los regímenes de las últimas tres décadas llegaron a amasar fortunas vastas, más allá de cualquier lógica o justificación.  Por lo mismo, era más difícil esconderlo de los ojos de la población y llegamos a observar uno que otro caso de persecución.

Poco a poco la población ha exigido mayor castigo a los abusos.  La apertura democrática empieza a construir mecanismos, aunque informales, de rendición de cuentas que han ido acotando el margen de maniobra de políticos y empresarios para cometer atropellos.  Los medios de comunicación han jugado un papel central en esta transformación a través de la propagación de la información y el ejercicio del poder de opinión.  Aunque todavía son pocos los casos en que se ha visto un castigo justo, en el transcurso de este sexenio hemos observado un número mayor de intentos por aplicar la justicia.

Sin embargo, estos intentos de acabar con la impunidad no sólo son resultado de la presión pública y de la apertura política que vivimos.  También ha influido la percepción de que tenemos un Presidente básicamente honesto.  Hasta ahora no se ve ni se oye de negocios del Presidente Zedillo o de sus cercanos colaboradores.  Es posible que sea uno de los primeros presidentes en terminar su gestión sin haber acumulado fortuna.

Muchos analistas políticos nos han explicado que Ernesto Zedillo es un pobre político, lo que posiblemente es una de las explicaciones principales de por qué es un político pobre.  Pero en el fondo, a pesar de ser Presidente de la República, a Zedillo no le gusta el papel político.  Es más por desinterés que por falta de habilidad.  Sus prioridades son otras.  El se ha dedicado a resolver los problemas del país desde su óptica y ha dejado el juego político a otros.  Su abdicación al proceso de sucesión es un ejemplo excelente.

En el fondo, Zedillo parece un hombre honesto.  Nunca buscó el poder como instrumento para alcanzar una fortuna.  Aunque no todos lo han aceptado, él ha tratado de poner el ejemplo.  A pesar de las criticas severas de los partidos de oposición, de los intelectuales, de los politólogos y de sus demás enemigos, Zedillo ha obtenido buenas calificaciones de la población en general.  En parte, esto es reflejo de la percepción de honestidad que se tiene de él.

Es conocido el escándalo de Carlos Cabal Peniche y sus donaciones al PRI.  Entre los muchos fraudes y abusos del tabasqueño en su papel de dueño de Banca Unión y Cremi, está documentado que aportó mucho dinero a las campañas de Colosio, Madrazo y Zedillo.  Muchos se han cobijado en este hecho para cuestionar la honestidad del Presidente y para subrayar los intentos del gobierno actual para encubrir una parte muy negra de la administración actual.

Las donaciones de empresarios al PRI son costumbre de sexenios.  No solamente era una forma de financiar a un partido que terminaba protegiendo los intereses vitales de los empresarios, sino que además les compraba un cierto acceso al Presidente para que cuando fuera necesario pudieran ventilar sus puntos de vista.

A pesar de que este proceso continuó durante la campaña presidencial en 1994, Ernesto Zedillo tuvo poco qué ver con las decisiones financieras de su campaña.  El proceso ya estaba funcionando cuando él llegó de improvisto para asumir el papel de candidato sustituto.  Sin embargo, al llegar a ser Presidente, Zedillo no les dio el mismo acceso que tuvieron con sus antecesores, en parte por su desinterés en lo político y en parte por su aparente honestidad.


Comentarios, observaciones y criticas al email: heath@infosel.net.mx


Un Presidente Honesto

 

Pulso Económico


Un Presidente Honesto


Por: Jonathan Heath®


Durante las últimas tres décadas no sólo hemos sufrido crisis sexenales sino además una corrupción generalizada.  Por lo mismo, la población reclama la necesidad de una transición pacifica y de un gobierno honesto.

Para el quinto año de gobierno la tradición es que el Presidente y muchos de sus colaboradores cercanos tengan establecidos negocios y operaciones de los cuales van a sustraer la fortuna para su retiro.  Es la forma usual en que muchos políticos han amasado riqueza con el paso del tiempo.  El dicho de que un político pobre es un pobre político no solamente es un reflejo de la experiencia personal de quien lo dijo sino también de lo que ha sido nuestro sistema político a lo largo de los últimos 70 años.

Desgraciadamente la corrupción ha sido parte integral de nuestra sociedad desde mucho antes.  La organización política fue diseñada para que la oligarquía pudiera perpetuarse en el poder y acumular grandes fortunas a costa del resto de la población.  Siempre se evitaron los mecanismos de rendición de cuentas para asegurar que los políticos pudieran hacer lo que quisieran sin reclamo ni castigo alguno.

Con el tiempo el proceso se agudizó a tal grado que muchos políticos en los regímenes de las últimas tres décadas llegaron a amasar fortunas vastas, más allá de cualquier lógica o justificación.  Por lo mismo, era más difícil esconderlo de los ojos de la población y llegamos a observar uno que otro caso de persecución.

Poco a poco la población ha exigido mayor castigo a los abusos.  La apertura democrática empieza a construir mecanismos, aunque informales, de rendición de cuentas que han ido acotando el margen de maniobra de políticos y empresarios para cometer atropellos.  Los medios de comunicación han jugado un papel central en esta transformación a través de la propagación de la información y el ejercicio del poder de opinión.  Aunque todavía son pocos los casos en que se ha visto un castigo justo, en el transcurso de este sexenio hemos observado un número mayor de intentos por aplicar la justicia.

Sin embargo, estos intentos de acabar con la impunidad no sólo son resultado de la presión pública y de la apertura política que vivimos.  También ha influido la percepción de que tenemos un Presidente básicamente honesto.  Hasta ahora no se ve ni se oye de negocios del Presidente Zedillo o de sus cercanos colaboradores.  Es posible que sea uno de los primeros presidentes en terminar su gestión sin haber acumulado fortuna.

Muchos analistas políticos nos han explicado que Ernesto Zedillo es un pobre político, lo que posiblemente es una de las explicaciones principales de por qué es un político pobre.  Pero en el fondo, a pesar de ser Presidente de la República, a Zedillo no le gusta el papel político.  Es más por desinterés que por falta de habilidad.  Sus prioridades son otras.  El se ha dedicado a resolver los problemas del país desde su óptica y ha dejado el juego político a otros.  Su abdicación al proceso de sucesión es un ejemplo excelente.

En el fondo, Zedillo parece un hombre honesto.  Nunca buscó el poder como instrumento para alcanzar una fortuna.  Aunque no todos lo han aceptado, él ha tratado de poner el ejemplo.  A pesar de las criticas severas de los partidos de oposición, de los intelectuales, de los politólogos y de sus demás enemigos, Zedillo ha obtenido buenas calificaciones de la población en general.  En parte, esto es reflejo de la percepción de honestidad que se tiene de él.

Es conocido el escándalo de Carlos Cabal Peniche y sus donaciones al PRI.  Entre los muchos fraudes y abusos del tabasqueño en su papel de dueño de Banca Unión y Cremi, está documentado que aportó mucho dinero a las campañas de Colosio, Madrazo y Zedillo.  Muchos se han cobijado en este hecho para cuestionar la honestidad del Presidente y para subrayar los intentos del gobierno actual para encubrir una parte muy negra de la administración actual.

Las donaciones de empresarios al PRI son costumbre de sexenios.  No solamente era una forma de financiar a un partido que terminaba protegiendo los intereses vitales de los empresarios, sino que además les compraba un cierto acceso al Presidente para que cuando fuera necesario pudieran ventilar sus puntos de vista.

A pesar de que este proceso continuó durante la campaña presidencial en 1994, Ernesto Zedillo tuvo poco qué ver con las decisiones financieras de su campaña.  El proceso ya estaba funcionando cuando él llegó de improvisto para asumir el papel de candidato sustituto.  Sin embargo, al llegar a ser Presidente, Zedillo no les dio el mismo acceso que tuvieron con sus antecesores, en parte por su desinterés en lo político y en parte por su aparente honestidad.


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martes, 19 de octubre de 1999

Un Presidente Humanista

 

Pulso Económico


Un Presidente Humanista


Por: Jonathan Heath


En menos de una semana, sufrimos las consecuencias de dos desastres naturales: primero, el temblor que afectó al Estado de Oaxaca y posteriormente las inundaciones en Veracruz, Puebla, Hidalgo, Chiapas y Tabasco.  A pesar de las críticas destructivas expresadas por diversos detractores del Presidente, Ernesto Zedillo ha respondido con soltura y comprensión.

El sexenio de Miguel de la Madrid se caracterizó por el estancamiento sostenido, la inflación elevada, los déficit fiscales crónicos, el endeudamiento externo excesivo y un deterioro grave en el nivel de vida de la población.  Sin embargo, lo que más recordamos los mexicanos del Presidente fue su reacción totalmente apática ante el terremoto de septiembre de 1985.  A pesar de pésimos resultados de su sexenio, la mayoría de la población no le guarda rencor ni animadversión.  Pero su falta de sensibilidad y de solidaridad con el pueblo mexicano fue quizás lo único que nadie le ha perdonado.

Ahora tenemos un Presidente realmente diferente a todos a lo largo de nuestra historia.  La característica principal es su disgusto por la política política, o dicho de otra forma, la grilla.  No le gustan las relaciones públicas y subestima la importancia de la comunicación.  Su falta de tacto político se ha manifestado en numerosas ocasiones, la más reciente su respuesta grosera de desesperación a un damnificado que lo venía asediando continuamente en su gira de la semana pasada.

En los últimos años han surgido numerosos problemas que en vez de encontrar solución se han complicado aún más por el mal manejo político.  Queda claro que necesitamos buscar una forma de canalizar más recursos hacia el sector eléctrico; sin embargo, el Ejecutivo dejó que se politizara el tema y ahora su propuesta está entrampada sin salida.  Igualmente podemos señalar a Chiapas, la UNAM y la banca como otros ejemplos.

También se han presentado ocasiones en que cualquier político hubiera brincado para aprovecharse de las oportunidades de incrementar sus bonos ante el público.  Pero nuestro Presidente los ha ignorado y ha preferido concentrarse en lo suyo.  Su manera de pensar es distinta a la de los políticos, ya que se ha enfocado a solucionar los problemas que percibe como importantes, sin prestar atención a lo que digan los demás.  Por ejemplo, ha tratado de combatir la pobreza con su programa Progresa, a pesar de que carece de un apoyo amplio de la sociedad.  Ha ignorado las críticas y en cambio se ha sostenido firme en su aplicación, más que nada porque cree que es una medida correcta.

No obstante el hecho de que no le da importancia a la política y a la necesidad de quedar bien con los demás, el Presidente Zedillo ha demostrado tener una alta cualidad humana.  Tiene una preocupación genuina por los pobres y los desprotegidos de la sociedad.  Cuando llegaron las inundaciones no vaciló en cancelar un viaje a España e inmediatamente asumió la responsabilidad directa de instrumentar los programas de emergencia.  En los primeros 10 días del desastre natural, realizó cinco recorridos a las zonas afectadas para mostrar su solidaridad con la población damnificada y asegurarles que recibirían toda la ayuda necesaria.

A los tres días del desastre, la mayor parte de los municipios afectados ya tenían programas de emergencia, que en su primera fase incluían albergues con comida suficiente, cobijas, colchonetas, agua y medicamentos.  Ya están en marcha programas de empleo temporal y de reconstrucción de viviendas.  Ya comenzaron las reparaciones de caminos rurales, puentes y carreteras.  Obviamente han existido problemas logísticos y carencias.  Por dificultades climáticas y de acceso no se ha podido llegar a todos los municipios afectados.  Pero si comparamos los esfuerzos actuales con experiencias previas tanto en nuestro país como en el exterior, tenemos que admitir que las respuestas han sido rápidas.

Sin embargo, si uno se limita a leer los periódicos y la mayoría de los editoriales, columnas y reportes especiales, la conclusión parece ser distinta.  Han existido críticas y comentarios desfavorables que pretenden señalar una supuesta ineptitud del gobierno.  Por ejemplo, tomaron los comentarios del Presidente Zedillo acerca del papel de la ayuda externa totalmente fuera de contexto, creando una polémica que nunca existió.  Se buscó crearle una imagen de macho mexicano que rechazaba la intervención extranjera, señalando que los mexicanos podemos solos.  Se quiso hacer ver que la miseria de todavía bastantes damnificados se podría haber solucionado si se hubiera permitido el acceso a los extranjeros.

Después de una minuciosa lectura de todos los boletines de prensa de la Presidencia, de Sedesol y demás Secretarías, por un lado, y de todos los periódicos por el otro, uno puede constatar que la polémica anterior fue totalmente fabricada por los medios de comunicación.  Una persona le preguntó al Presidente si no sería oportuno pedirle helicópteros a los Estados Unidos.  Pero el problema de ese momento no era la falta de transporte o víveres para afrontar la emergencia, sino la dificultad de realizar viajes bajo condiciones climatológicas adversas.  Por lo mismo, el Presidente respondió que no iba a acudir a la ayuda externa, pero el contexto de su respuesta era el de ese momento y ante esa dificultad específica.

La realidad es que el gobierno ha respondido con rapidez e inteligencia.  Si no se ha llegado a todos los municipios es porque la magnitud del desastre es inmensa.  Mientras que los boletines de prensa enfatizan lo positivo, sin escatimar lo que falta por hacer y los problemas existentes, los medios se han enfocado a lo negativo y lo sensacionalista.

Queda claro que lo que ha motivado a Ernesto Zedillo a movilizarse con rapidez y dedicarle la más alta prioridad a la tragedia, no ha sido quedar bien políticamente.  Más bien Zedillo tiene un genuino interés en la gente afectada, tiene una calidad humana que lo eleva por arriba de la mayoría de los políticos que únicamente buscan apoyar a los damnificados porque les conviene o porque así podrán ganar más votos.  Podemos criticar a nuestro Presidente por muchas cosas, pero nadie puede justamente acusarlo de apático o desinteresado de las carencias de los que menos tienen.


Comentarios, observaciones y críticas al Email: heath@infosel.net.mx


jueves, 14 de octubre de 1999

La Necesidad de más Empleos

 

Pulso Económico


La Necesidad de más Empleos


Por: Jonathan Heath©


La semana pasada, el Colegio Nacional de Economistas (CNE) planteó que se requiere crear un millón 200 mil empleos anuales en el transcurso de la siguiente década para cubrir la demanda de los que se incorporan al mercado laboral.  ¿Será posible?

No es inusual escuchar diferentes cálculos del número de empleos que la economía mexicana necesita producir anualmente para satisfacer la demanda laboral.  Tampoco faltan las estimaciones acerca de cuánto tendría que ser la tasa de crecimiento de la actividad económica para producir los empleos necesarios.  El Pronafide estimaba la necesidad de crecer 5% anual.  De allí surgieron estudios que sostenían que el mínimo era 6%.  Ahora el CNE opina que tendría que ser 8% anual y que cualquier esfuerzo menor provocaría serios problemas.

No cabe duda que la creación de empleos bien remunerados es una de las preocupaciones principales de la población.  Esto ha llevado a los candidatos a la Presidencia a prometer crecimiento elevado para capturar votos.  Roberto Madrazo ofrece una tasa de 6.4%, según él, similar a la histórica.  Vicente Fox ha sido el más aventurado al prometer una tasa de 7% anual.  Sin embargo, al igual que los demás ha sido bastante ambiguo cuando se trata de explicar el cómo.

Al final de cuentas, los candidatos podrán prometer las cifras que quieran.  Pero realmente la cifra en sí es irrelevante si no viene acompañada de un planteamiento sustentable.  Hasta ahora lo que hemos visto son generalizaciones y propuestas vagas, que en el fondo no difieren de lo que ya hemos intentado en el pasado.  Por ejemplo, mientras casi todos critican duramente al neoliberalismo, proponen como solución el fortalecimiento del mercado.  Otros enfatizan el papel de la educación, que aunque sea solución a largo plazo, difícilmente podrá lograr las tasas prometidas en el transcurso del siguiente sexenio.

Ofrecer una estrategia de crecimiento sostenido no los separa ni un ápice de todos los gobiernos anteriores.  No ha existido candidato pasado o presente que no haya ofrecido lo mismo.  El chiste esta en el cómo.  Hasta ahora parece ser que nadie ha descubierto la fórmula para nuestro país.  Por lo mismo, deberían proceder con un poco más de cautela, ya que de lo contrario les puede dar el síndrome Cárdenas que prometió acabar con la inseguridad en los primeros cien días de su gobierno.  Su tercer lugar distante en las encuestas tiene mucho que ver con la desilusión que causó cuando pudo hacer poco.

Independientemente de la cifra prometida, queda claro que lo primero que habría que evitar es una recesión producto de una crisis sexenal.  Por ejemplo, el Presidente Zedillo ha logrado un crecimiento de casi 6% promedio anual en el transcurso de los últimos tres años.  Pero si le agregamos solamente un año más (1995), la cifra es reduce a la mitad.  Zedillo ha logrado generar una cantidad importante de empleos, pero muchos simplemente fueron para sustituir los perdidos en 1995.

Sin embargo, ni siquiera es necesario ir al extremo de una crisis sexenal.  Si analizamos la economía mexicana podremos encontrar que cuando empezamos a crecer arriba de 4% anual, la demanda de importaciones empieza a crecer a una tasa que no es sostenible por mucho tiempo.  Al rato tenemos un déficit externo demasiado elevado que difícilmente se puede financiar año tras año.  Por lo mismo, uno de los primeros retos que debemos enfrentar es cómo conciliar el crecimiento elevado sostenido con un déficit externo manejable.

La primera parte del reto radica en la generación propia de divisas, es decir, lograr que seamos capaces de producir nuestras divisas sin la necesidad (exagerada) de tener que recurrir siempre al exterior.  Esto consiste en crear una capacidad exportadora significativa.  Parece ser que estamos por lograrlo, ya que no es descabellado pensar que podremos llegar a exportar más de 150 mil millones de dólares el año entrante.

Sin embargo, esto es una generación bruta de divisas a diferencia de la generación neta.  Aunque ya exportamos mucho, nuestras exportaciones contienen una gran cantidad de insumos importados.  La siguiente parte del reto, que es justamente la que le toca al próximo Presidente, es encontrar cómo podemos pasar de una generación bruta a una generación neta de divisas.

En buena parte la respuesta esta en la política industrial.  Si queremos conseguir un crecimiento sostenido, lo primero que tenemos que hacer es crear las condiciones propicias para que se produzca internamente la mayoría de los insumos para los bienes que exportamos.  De esta manera podremos sostener el crecimiento y crear mucho más empleos.

Señores candidatos, ¿cuáles son sus propuestas?


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La Marcha de la Economía

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