jueves, 21 de octubre de 1999

Un Presidente Honesto

 

Pulso Económico


Un Presidente Honesto


Por: Jonathan Heath®


Durante las últimas tres décadas no sólo hemos sufrido crisis sexenales sino además una corrupción generalizada.  Por lo mismo, la población reclama la necesidad de una transición pacifica y de un gobierno honesto.

Para el quinto año de gobierno la tradición es que el Presidente y muchos de sus colaboradores cercanos tengan establecidos negocios y operaciones de los cuales van a sustraer la fortuna para su retiro.  Es la forma usual en que muchos políticos han amasado riqueza con el paso del tiempo.  El dicho de que un político pobre es un pobre político no solamente es un reflejo de la experiencia personal de quien lo dijo sino también de lo que ha sido nuestro sistema político a lo largo de los últimos 70 años.

Desgraciadamente la corrupción ha sido parte integral de nuestra sociedad desde mucho antes.  La organización política fue diseñada para que la oligarquía pudiera perpetuarse en el poder y acumular grandes fortunas a costa del resto de la población.  Siempre se evitaron los mecanismos de rendición de cuentas para asegurar que los políticos pudieran hacer lo que quisieran sin reclamo ni castigo alguno.

Con el tiempo el proceso se agudizó a tal grado que muchos políticos en los regímenes de las últimas tres décadas llegaron a amasar fortunas vastas, más allá de cualquier lógica o justificación.  Por lo mismo, era más difícil esconderlo de los ojos de la población y llegamos a observar uno que otro caso de persecución.

Poco a poco la población ha exigido mayor castigo a los abusos.  La apertura democrática empieza a construir mecanismos, aunque informales, de rendición de cuentas que han ido acotando el margen de maniobra de políticos y empresarios para cometer atropellos.  Los medios de comunicación han jugado un papel central en esta transformación a través de la propagación de la información y el ejercicio del poder de opinión.  Aunque todavía son pocos los casos en que se ha visto un castigo justo, en el transcurso de este sexenio hemos observado un número mayor de intentos por aplicar la justicia.

Sin embargo, estos intentos de acabar con la impunidad no sólo son resultado de la presión pública y de la apertura política que vivimos.  También ha influido la percepción de que tenemos un Presidente básicamente honesto.  Hasta ahora no se ve ni se oye de negocios del Presidente Zedillo o de sus cercanos colaboradores.  Es posible que sea uno de los primeros presidentes en terminar su gestión sin haber acumulado fortuna.

Muchos analistas políticos nos han explicado que Ernesto Zedillo es un pobre político, lo que posiblemente es una de las explicaciones principales de por qué es un político pobre.  Pero en el fondo, a pesar de ser Presidente de la República, a Zedillo no le gusta el papel político.  Es más por desinterés que por falta de habilidad.  Sus prioridades son otras.  El se ha dedicado a resolver los problemas del país desde su óptica y ha dejado el juego político a otros.  Su abdicación al proceso de sucesión es un ejemplo excelente.

En el fondo, Zedillo parece un hombre honesto.  Nunca buscó el poder como instrumento para alcanzar una fortuna.  Aunque no todos lo han aceptado, él ha tratado de poner el ejemplo.  A pesar de las criticas severas de los partidos de oposición, de los intelectuales, de los politólogos y de sus demás enemigos, Zedillo ha obtenido buenas calificaciones de la población en general.  En parte, esto es reflejo de la percepción de honestidad que se tiene de él.

Es conocido el escándalo de Carlos Cabal Peniche y sus donaciones al PRI.  Entre los muchos fraudes y abusos del tabasqueño en su papel de dueño de Banca Unión y Cremi, está documentado que aportó mucho dinero a las campañas de Colosio, Madrazo y Zedillo.  Muchos se han cobijado en este hecho para cuestionar la honestidad del Presidente y para subrayar los intentos del gobierno actual para encubrir una parte muy negra de la administración actual.

Las donaciones de empresarios al PRI son costumbre de sexenios.  No solamente era una forma de financiar a un partido que terminaba protegiendo los intereses vitales de los empresarios, sino que además les compraba un cierto acceso al Presidente para que cuando fuera necesario pudieran ventilar sus puntos de vista.

A pesar de que este proceso continuó durante la campaña presidencial en 1994, Ernesto Zedillo tuvo poco qué ver con las decisiones financieras de su campaña.  El proceso ya estaba funcionando cuando él llegó de improvisto para asumir el papel de candidato sustituto.  Sin embargo, al llegar a ser Presidente, Zedillo no les dio el mismo acceso que tuvieron con sus antecesores, en parte por su desinterés en lo político y en parte por su aparente honestidad.


Comentarios, observaciones y criticas al email: heath@infosel.net.mx


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