Pulso Económico
¿Año de Elecciones, Año de Devaluación?
Por: Jonathan Heath
El programa que tenemos con el Fondo Monetario Internacional (FMI) termina en agosto de este año, el gobierno tendrá que tomar la decisión de renovar el programa o darlo por terminado. Parte de esta decisión involucra el apoyo financiero que hemos recibido a través del último año. Sin embargo, también se debe considerar la vigilancia y condicionalidad que impone el FMI.
Para el gobierno mexicano, la vigilancia del FMI es una molestia. La condicional le resta margen de maniobra a las decisiones de política económica. Lo acepta porque necesita el apoyo financiero para afrontar los pagos al exterior y restablecer la confianza después de la devaluación.
Para el FMI, la vigilancia y condicionalidad son necesarios, dado que se tiene que asegurar que las acciones realizadas restablecen la estabilidad en la economía y se crean las circunstancias apropiadas para sostener sin interrupción los pagos al exterior.
Para la comunidad financiera internacional, esta vigilancia resulta importante, dado que no existe la confianza en la habilidad del gobierno mexicano de restablecer la estabilidad por sus propias acciones. La credibilidad en la información que proporciona en forma regular se mermó, después de proporcionar en años anteriores información incompleta o desvirtuada.
A esta lista de interesados debemos agregar a la mayoría de los mexicanos. Por un lado, muchos ven la condicionalidad del FMI como una violación a nuestra soberanía. A ellos les interesa dar por terminado el actual. Sin embargo, por el otro lado, muchos ven al FMI como una institución que nos asegura que nuestro propio gobierno no vaya a cometer de nuevo los mismos errores. Para este grupo de gente, la confianza y credibilidad en su propio gobierno casi no existe.
Esta falta de confianza no es algo gratuito o accidental. El gobierno se lo ha ganado a pulso a través de muchas devaluaciones durante los últimos veinte años. Debemos reconocer que tenemos un sistema político que, independientemente del modelo económico que se aplica, hace que los políticos tomen decisiones equivocadas.
Durante la presidencia de Echeverría se aplicó un modelo de alta intervención gubernamental y de una economía cerrada. Al final terminamos con una devaluación. Durante la presidencia de López Portillo, utilizamos el petróleo como una garantía de una política de endeudamiento acelerado. Terminamos con devaluación. Con De la Madrid, se aplicó una política mixta con más regulaciones en ciertas áreas y menos en otras. Durante su sexenio hubo tres devaluaciones. Finalmente con Salinas, vimos una economía abierta, sin déficit fiscal. También terminó con una devaluación.
En todo este tiempo, lo único que no cambió fue el sistema político. ¿Qué hemos hecho para evitar que los políticos no tomen las mismas decisiones equivocadas que resultan en una devaluación?
Recuerden lo que pasó entre 1983 y 1985. En 1983 aplicamos una política restrictiva para ayudar a que la economía se ajustara al choque devaluatorio de 1982. Terminamos con una caída importante en el poder adquisitivo de la población. A mediados de 1984, el gobierno empezó a gastar más y a relajar la política económica, con miras a restablecer el crecimiento a tiempo para elecciones en 1985. Dos semanas después de estas elecciones, el gobierno volvió a devaluar y a aplicar una política restrictiva.
La vigilancia del FMI va a terminar exactamente un año antes de las elecciones de 1997. El gobierno va a estar bajo mucha presión por el combate electoral que se avecina como nunca antes. ¿Qué garantías tenemos que no se van a tomar otra vez las mismas decisiones equivocadas? ¿Qué hemos hecho hoy para evitar la devaluación de 1997?
Pudiera parecer muy cínico pensar en estos momentos en una devaluación el año entrante. Sin embargo, el gobierno nos ha enseñado que así es como deberíamos pensar. Ya sabemos que no basta con cambiar el modelo económico. Existen hoy en día los mismos motivos políticos de siempre que orillan a tomar las mismas decisiones.
En lo que va del año, el tipo de cambio se ha apreciado. El gobierno plantea un tipo de cambio parecido de 7.70 para el año, dos pesos por debajo del tipo de cambio al final del año pasado. Esto implica una apreciación real muy fuerte, que es un elemento esencial para reducir la inflación durante el año.
Al mismo tiempo, estamos observando un regreso incipiente de capitales al país. De continuar, el tipo de cambio dejará de depreciarse más y la proyección de 7.70 pudiera ser factible. Esto significa que pudiéramos llegar a principios de 1997, año de elecciones, en una situación muy vulnerable, similar a 1985. En ese momento, las autoridades tomarán sus decisiones en base a las elecciones de mediados del año y no en base a lo que conviene económicamente.
Estamos a muy buen tiempo de evitar esta situación. Sería el colmo que nos vuelven a sorprender dormidos. Sin embargo, son cambios políticos y no económicos los que se tienen que aplicar.
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