Pulso Económico
Las Perspectivas de 1996
Por: Jonathan Heath
Una de las conclusiones más importantes a la que podemos llegar después de examinar el año pasado, es que los principales resultados fueron consecuencia de errores de política económica cometidos en años anteriores y no de malas políticas instrumentadas durante el año. Entender a fondo esta distinción es crucial.
El evento singular que más tuvo que ver con lo que pasó en 1995 fue la ausencia repentina de flujos de capital. Esta caída enorme en el ahorro externo causó un desplome en la inversión, que a su vez fue el elemento catalizador de la gran recesión. En el mismo sentido, la desaparición de recursos externos causó una escasez de divisas, que causó una depreciación aguda en el tipo de cambio. El aumento tan fuerte del precio [en pesos] del dólar fue lo que causó el retorno a una mayor inflación. Claro está, la pérdida de confianza por parte de los inversionistas ayudó a profundizar la crisis.
En este sentido, la pregunta más relevante que tenemos que responder, para asentar las perspectivas para este año, es si el desplome de los recursos del exterior va a continuar o no. Si existe un desplome igual este año, las perspectivas podrían ser peores de lo que fue 1995. Sin embargo, si no vuelve a ocurrir otro desplome igual, difícilmente podríamos pensar que 1996 será un año tan negativo como fue el año pasado.
Antes de contestar la pregunta, conviene entender algunos puntos básicos.
Primeramente, la fuente más grande de salidas de capital durante el año pasado (la amortización de los Tesobonos), ya no se presentará este año. Durante el año pasado se liquidaron cerca de 29 mil millones de dólares, resolviendo el problema de una maduración enorme de deuda en el muy corto plazo. En el mismo sentido, la fuente de entradas de capital más importante de 1995 (que fue la ayuda financiera internacional), tampoco se presentará.
Segundo, un superávit en la cuenta de capital es necesario únicamente si existe un déficit en la cuenta corriente. Si existe un déficit pequeño, entonces un superávit pequeño en la cuenta de capital será ineludible. Suponiendo que no habrá un cambio importante en las reservas internacionales (dado el régimen cambiario de flotación), entonces las dos cuentas tienen que sumar cero.
Tercero, cuando ocurre un desplome repentino de entradas netas de capital, el proceso necesario de ajuste en la economía es de una vez por todas y no un proceso continuo. La economía tiene que ajustarse a un nuevo conjunto de precios relativos (causado principalmente por el cambio drástico en el tipo de cambio) y a un nuevo nivel de ahorro (derivado de la ausencia de flujos de capital). Ya que este proceso de ajuste concluye, entonces la economía podrá empezar a crecer de nuevo, aunque de un nivel más bajo, y la inflación podrá iniciar una nueva tendencia a la baja.
Durante este año, deberíamos observar un flujo moderado de entradas de capital. Habrá algunas colocaciones internacionales, habrá un flujo importante de inversión extranjera directa y habrá un retorno incipiente de inversión de portafolio. Estas entradas deberían ser suficientes para financiar las salidas normales que habrá en forma de amortización de capital. Dado que no nos enfrentaremos a una amortización extraordinaria (como en 1995), podríamos pensar en un pequeño superávit en la cuenta de capitales.
Aunque seguirá siendo una entrada sustancialmente menor a la de 1994, no será un descenso con respecto a 1995. Siempre y cuando la economía se haya ajustado a la nueva situación (un nivel de ahorro más bajo y un conjunto de precios relativos diferentes), no tenemos por qué seguir dentro de la recesión.
Tomando en cuenta todo esto, el costo tan elevado que tuvimos que pagar durante 1995, no tiene por qué continuar con la misma fuerza durante este año. Podríamos observar el regreso a un crecimiento económico, aunque a tasas mesuradas. Igualmente, podríamos observar una caída en la inflación, aunque a un paso también moderado.
Sin embargo, los efectos de la crisis se seguirán sintiendo en distintas formas por muchos años más. Pero esto no tiene que ver tanto con los efectos de la devaluación, sino más bien con los de la transición de una economía cerrada a una economía abierta. Muchas empresas seguirán buscando incrementar su productividad a través del empleo de menos gente. Otras empresas seguirán quebrando al no poder obtener un nivel mínimo de competitividad. La recuperación moderada que podemos esperar sin duda no generará muchos empleos, lo cual obstaculizará una recuperación rápida en el poder adquisitivo de la población.
En conclusión, podemos esperar una recuperación moderada, pero difícil para este año. Lo más triste es que no presentará una solución para millones de mexicanos que han perdido su empleo y visto mermado su poder adquisitivo.
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