martes, 7 de noviembre de 2000

Resarcir el Poder Adquisitivo

 

Pulso Económico


Resarcir el Poder Adquisitivo


Por: Jonathan Heath


En el transcurso de los últimos veinte años, el mercado laboral ha favorecido a la empresa, que se daba el lujo de escoger a su planta laboral y pagarle lo que deseaba.  Ahora por primera vez en mucho tiempo, el mercado empieza a favorecer al trabajador.  Esto significa que, aunado a los cambios políticos, los sindicatos van a tomar mucha mayor fuerza.

Hasta hace poco el empresario dictaba las condiciones al trabajador.  Decía: si quieres trabajar conmigo estas son mis condiciones.  Sin embargo, empezamos a observar un cambio importante y ahora es el trabajador el que dice: si quieres que yo trabaje para ti, estas son mis condiciones.  Obviamente no es una condición generalizada, sino que difiere mucho por región, sector y tipo de trabajo.  Pero de que los tiempos están cambiando, no hay duda.

El estado actual del mercado laboral se puede comprender a través de una sucesión de etapas, relacionadas entre sí.  Primeramente tuvimos un periodo de estancamiento económico que abarcó prácticamente toda la década de los ochenta.  Sin crecimiento económico es casi imposible generar empleo y por lo mismo, el desempleo se agudizó y la calidad de los empleos se deterioró en forma impresionante.  Aunque la caída en el poder adquisitivo de los salarios en la década de los noventa fue sustancial, fue todavía mayor la pérdida en los ochenta.  Durante esta etapa perduró la política implícita del gobierno de sacrificar el salario para minimizar la pérdida del empleo.

La segunda etapa comenzó hacia finales de los ochenta, cuando el gobierno decidió desmantelar las barreras al comercio.  Las empresas tuvieron que realizar un esfuerzo extraordinario para incrementar su competitividad con relación al exterior a través de una mayor eficiencia y productividad.  Esto significó producir lo mismo o más con menos empleados, por lo que tampoco hubo una gran generación de empleos.  No obstante, el salario manufacturero real mostró una recuperación en esta etapa, ya que aumentó como consecuencia del incremento notable en la productividad laboral.

Para fines de 1994, justamente antes de la crisis devaluatoria, las condiciones de empleo eran verdaderamente críticas.  La población había crecido a razón de 2.5 por ciento anual, mientras que la población económicamente activa aumentó 3.5 por ciento por año en los últimos quince años.  En vía de mientras, la actividad económica avanzó 1.9 por ciento promedio anual, lo cual significó que el ingreso real por habitante en 1994 era menor que el de 1981.

Ante este panorama llegó la tercera etapa, que consistió en el rápido deterioro de las oportunidades de empleo a raíz de la devaluación de diciembre de 1994 y la recesión de 1995.  La tasa de desempleo abierto llegó a su pico histórico, mientras que el salario real se desplomó a niveles de mediados de 1983.  De nuevo, para minimizar la pérdida de empleos, la variable de ajuste fue el salario real.  Para noviembre de 1995, el poder adquisitivo del salario mínimo real representaba apenas 25 por ciento de lo que fue en enero de 1982, es decir una caída de 75 por ciento.

Se ha criticado ampliamente la caída en los salarios reales en el transcurso de los últimos 20 años.  Sin embargo, fue una medida necesaria para evitar un desempleo masivo, que sin lugar a dudas hubiera resultado peor.  El resultado ha sido un deterioro consistente de la calidad del empleo, que cada vez significa menos para el bienestar de la población.

A partir de mediados de 1996 empieza una cuarta etapa, que ha consistido en una recuperación rápida y crecimiento continuo de empleos.  Mientras que los analistas discutían los parámetros necesarios para una generación continua de empleo y los candidatos presidenciales prometían cuotas anuales de nuevos empleos, el mercado laboral experimentó una transformación fundamental.  Cinco años de crecimiento a un promedio de cinco por ciento anual generó una cantidad de empleos sin precedente.  Los registros del Seguro Social señalan más de 3.5 millones de empleos nuevos, mientras que los indicadores del INEGI confirman un crecimiento sostenido.

Finalmente hemos llegado al año 2000 en el cual virtualmente todos los mexicanos tienen algún tipo de empleo.  No obstante, habría que subrayar que mientras todos tienen empleo, no es el tipo de empleo que nos gustaría que todos tuvieran.  De ser un problema meramente cuantitativo, se ha convertido en un problema más difícil de resolver, de naturaleza cualitativa.  Anteriormente el problema se localizaba en una falta de demanda laboral y un exceso de oferta.  Ahora los papeles se han invertido: mientras que ya existe la demanda que reclamábamos, nos encontramos ante una oferta insuficiente.

Parece paradójico que falte mano de obra en un país que se ha caracterizado por un crecimiento demográfico acelerado.  Más bien lo que tenemos es una dicotomía: una abundancia de mano de obra no calificada que difícilmente se puede emplear productivamente, junto a una escasez de mano de obra calificada, que no se ve cómo podrá crecer a la tasa requerida para satisfacer la demanda en los siguientes años.  Existe una gran cantidad de personas que viven con un salario de subsistencia, ya que su productividad es sumamente baja.  Pero, la inmensa mayoría son personas que no pueden funcionar en un trabajo que demanda un mínimo de capacidad, ya que apenas saben leer y escribir.  El problema se puede solucionar mediante mayor capacitación en el mediano y largo plazos; sin embargo, el problema es de corto plazo.

Las implicaciones de esta situación son que ahora el trabajador (calificado y semi-calificado) estará más en control de su propio destino; podrá dictar los términos de su contratación y prestaciones.  Los sindicatos tendrán mucho más poder de negociación, ya que las empresas no se enfrentarán a la abundancia laboral como antes.  Los próximos años deberán ser de un crecimiento salarial real muy pronunciado.  Es posible que se acelere el periodo de resarcimiento del poder adquisitivo, a tal grado que se recuperen los niveles observados en 1994 antes de lo originalmente estimado.  Desgraciadamente, esta alza será producto de otro desequilibrio y no de una política económica dirigida a corregir una injusticia social.


Sugerencias y comentarios al email: heath@infosel.net.mx


No hay comentarios:

Publicar un comentario

La Marcha de la Economía

  Pulso Económico La Marcha de la Economía Por: Jonathan Heath ® Las autoridades monetarias han manifestado su preocupación por los efectos ...