jueves, 12 de octubre de 2000

Los Criterios Generales de Fox

 

Pulso Económico


Los Criterios Generales de Fox


Por: Jonathan Heath®


El equipo de transición del Presidente electo Vicente Fox, anunció lo que será el marco macroeconómico para el presupuesto de 2001.  Los números reflejan una política fiscal más restrictiva y un escenario de cautela, ante la probable desaceleración económica de Estados Unidos, una baja en el precio del petróleo y los signos de sobrecalentamiento de nuestra economía.

Hace más de seis meses el Banco de México advirtió sobre los peligros de un eventual sobrecalentamiento de la economía, después de analizar cuidadosamente la evolución de la demanda agregada, los salarios, el empleo, la productividad, el déficit comercial y el entorno externo.  Como resultado de su diagnóstico ha aplicado una política monetaria más restrictiva, lo cual ha ayudado a reducir la inflación en el transcurso del año.

Sin embargo, también señaló que no era tan conveniente frenar exclusivamente con la política monetaria, ya que un aumento en la tasa de interés intensificaría los flujos de capital de corto plazo al país, lo cual incrementaría la vulnerabilidad de la economía.  Mayores flujos implican un aumento en la oferta de divisas, lo que a su vez fortalecería todavía más a la moneda.  El resultado sería un mayor déficit comercial financiado por estos flujos y una apreciación en el tipo de cambio.  Aunque esto podría ayudar a reducir la inflación, no sería una situación sostenible.  Ante cualquier shock (como una caída en el precio del petróleo o una desaceleración de la economía norteamericana) se depreciaría el tipo de cambio nominal y traería consigo presiones inflacionarias.

Por lo mismo, para limitar esas presiones y asegurar un abatimiento permanente de la inflación, las autoridades monetarias han insistido en que el instrumento idóneo sería la política fiscal.  Una política fiscal más astringente generaría un mayor ahorro público y corregiría directamente el exceso de gasto agregado.  Por un lado, disminuiría la demanda de recursos financieros, lo cual bajaría la tasa de interés y evitaría la apreciación en el tipo de cambio.  Por otro lado, contribuiría a limitar las presiones inflacionarias asociadas con aumentos salariales por arriba de la productividad de las empresas.  Induciría una disminución en la importación de bienes y contribuiría a un déficit comercial menor.  De esta forma se podría obtener un crecimiento económico más equilibrado, aunque menor, que evitaría la necesidad de realizar correcciones mayúsculas en el futuro.

El equipo económico de transición del Presidente electo ha sostenido conversaciones con las autoridades monetarias, así como con los funcionarios de Hacienda y demás expertos en la materia.  Aunque su meta de mediano plazo es mayor crecimiento económico hasta llegar a siete por ciento en forma sostenida, entendió que para obtener un crecimiento sustentable, tendría que ser equilibrado, es decir, con los balances necesarios entre sus diferentes componentes.  Tratar de sostener el crecimiento actual sin realizar los ajustes recomendados llevaría a mayores complicaciones posteriores.

El marco macroeconómico presentado refleja esta necesidad.  Se optó por el camino más seguro y prudente.  Se decidió presentar un déficit fiscal más bajo (0.5 por ciento del PIB) que lo que originalmente se había planteado (0.75 por ciento) y aceptar un crecimiento más moderado en atención a que es muy probable que la economía de Estados Unidos crezca a un ritmo menor el año entrante y que los precios de petróleo seguramente bajarán.

Algunos analistas opinan que la propuesta quedó corta.  Se debería buscar un equilibrio inmediato en las finanzas públicas y de ser posible hasta un pequeño superávit.  En un mundo sin restricciones políticas esto sería la recomendación ideal.  Sin embargo, no todos están convencidos de las bondades de un presupuesto balanceado e insisten en un mayor gasto.  Es muy difícil encontrar los consensos necesarios para aprobar recortes en el gasto público.

Lo mismo podemos decir de la meta de inflación.  Sin lugar a dudas, la propuesta de bajar la inflación a 7.0 por ciento, cuando es muy probable que la de este año terminará más cerca del 8 que del 9 por ciento, es un esfuerzo mediocre.  Sin embargo, la meta de inflación es al fin y a cabo una decisión política, que tiene que conformarse en torno a las diferentes corrientes de opinión y grupos de presión.  Todavía algunos creen que la inflación no es nociva para el crecimiento económico y que su abatimiento es exclusivamente una propuesta neoliberal.  Por más que insistimos en lo contrario y lo tratamos de demostrar, debemos aceptar que vivimos en una democracia y no podemos imponer nuestra voluntad sobre la de los demás.

Desde la óptica puramente económica la propuesta podría ser sustancialmente mejor.  Pero al incorporar las restricciones políticas, el marco macroeconómico presentado es el adecuado.


Sugerencias y comentarios al email: heath@infosel.net.mx


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