Pulso Económico
El Libro de Salinas
Por: Jonathan Heath®
Desde hace tiempo hemos esperado una explicación de Carlos Salinas de Gortari sobre los acontecimientos que llevaron a la crisis de 1995. Ahora lo tenemos en una obra de 1,393 páginas titulado “México: un Paso Difícil a la Modernidad”. El libro garantiza que armará polémica, debate y discusiones arduas sobre una etapa difícil de nuestra historia reciente. Su lectura es obligada.
No podríamos esperar menos de quien fue Presidente el sexenio pasado. El libro está muy bien escrito, lleno de detalles y explicaciones interesantes. Después de leer uno de los cuarenta capítulos, es evidente que vale la pena su lectura completa. Es un libro que debe leerse para no quedarse con los fragmentos publicados en los periódicos o con los comentarios de los analistas.
El capitulo número 35, “De un problema a una crisis: el error de diciembre”, ofrece un relato sobre muchos de los eventos que se llevaron a cabo en diciembre de 1994 y la explicación de Salinas acerca de la crisis de 1995.
El libro titulado “La Maldición de las Crisis Sexenales”, ofrezco mi punto de vista de cada una de las crisis que hemos padecido desde 1976 a la fecha. Por su cercanía e importancia, entro en mayor detalle en la crisis de 1995. Para explicar y comprender la dinámica que desembocó en esta crisis, tuve necesariamente que dividir el análisis en tres partes principales: (1) el periodo anterior a 1994 en el que se llevaron a cabo la mayoría de las reformas y se establecieron los fundamentos macroeconómicos; (2) el año de 1994, en el que México enfrentó múltiples shocks económicos y políticos y tuvo que tomar decisiones para enfrentar la situación; y (3) el periodo de diciembre de 1994 a marzo de 1995, cuando se cometieron muchos errores en el manejo de la situación que agravaron la crisis en sí. Después de leer los puntos de vista de Carlos Salinas, la pregunta obligada es ¿cambiaría mi diagnostico?
En principio, no. Sigo sosteniendo que la crisis fue producto de los tres periodos señalados y que difícilmente se podría entender sin la secuela señalada. Salinas tiene razón al señalar que la crisis nunca hubiera sido de la magnitud que fue sin la debida consideración del error de diciembre. Sin embargo, el error de diciembre hubiera sido casi irrelevante si no hubiera existido la vulnerabilidad macroeconómica del momento y si no se hubieran presentado los diversos shocks en el transcurso de 1994.
No obstante, el detalle que presenta Salinas sobre los eventos del momento aclara, o por lo menos ayuda a comprender mejor, muchos acontecimientos y resultados. Por ejemplo, ya se había manejado con insistencia que reemplazar a Pedro Aspe con Jaime Serra fue un error, ya que minó la confianza de los inversionistas. Yo había señalado que Aspe promovió que se identificara la estabilidad macroeconómica con su persona y no con la Secretaría de Hacienda como institución, o con México como país. Aspe declinó efectuar correcciones en la política económica, al tiempo que dejó al nuevo Secretario de Hacienda desinformado y mal preparado para manejar la transición. Tanto Salinas como Aspe personalizaron sus puestos, aprovechándose de la debilidad de las instituciones políticas y aumentando otro tanto la vulnerabilidad del país.
Ahora al leer la versión de Salinas, me doy cuenta que faltaba considerar un aspecto muy importante. Dice que consumado el relevo de Aspe, fueron removidos todos los miembros del segundo mando, casi todos los miembros del tercero y muchos funcionarios en el cuarto y quinto mandos de la Secretaría de Hacienda. En total se removieron tres subsecretarios, el Procurador Fiscal, el Tesorero de la Federación, todos los Directores General más relevantes, 79 directores de área y 176 subdirectores. Por alguna razón (que Salinas atribuye a un odio de Ernesto Zedillo a Pedro Aspe) se desmanteló casi por completo la Secretaría encargada de elaborar los programas económicos del gobierno.
El documento de Criterios Generales que presentó Jaime Serra, de 16 páginas muy escuetas, no tenía un solo cambio en la política económica. El documento hacía caso omiso de los problemas existentes y no presentaba alguna estrategia para conseguir el capital necesario que financiara la cuenta corriente. El documento se interpretó como una negación de la realidad por parte de las autoridades y una ingenuidad absoluta al pensar que no se necesitaban correcciones sustanciales. Había una razón: Zedillo había removido de sus puestos a todos los funcionarios capaces de elaborar ese documento.
Con esta explicación se abre la posibilidad de que no fue tanto el error de Aspe de personalizar el puesto y olvidarse de fortalecer a la institución, sino más bien el error fue de Zedillo al acabar con la institución cuando removió a todos los funcionarios. No existe una institución que pudiera sobrevivir a este tipo de shock. Con esta explicación se pueden entender los por qué de un documento tan pobre de Criterios Generales y la ausencia de un programa económico que acompañara a la devaluación.
Existen algunos detalles que omite el ex-Presidente en su libro. Por ejemplo, Salinas escribe que Zedillo reconoció en el documento de Criterios Generales que las reservas internacionales se ubicaron en 17.2 mil millones de dólares al primero de noviembre, monto suficiente para financiar el déficit de la balanza comercial durante casi un año. Sin embargo, un día antes de que se diera a conocer el documento, las reservas eran de 12.2 mil millones de dólares. En vez de reconocer esta cifra, Zedillo reportó al país el nivel de reservas de 38 días antes. Esta fue una obvia manipulación de las cifras, ya que el gobierno sabía perfectamente bien que en ese momento eran de cinco mil millones de dólares menos y que no alcanzaba a financiar el déficit.
En sí el libro está muy bien escrito y ampliamente documentado. Da mucho de qué hablar y discutir por un buen tiempo. En especial, deja ahora a Ernesto Zedillo muchas preguntas por responder. Simplemente en el capítulo 35, Salinas termina con 27 preguntas explícitas. No debemos esperar que el Presidente las conteste pronto. Mal haría si lo hiciera. Sin embargo, ya terminado el sexenio debemos esperar un nuevo libro. Salinas ya ofreció su explicación. Ahora le toca a Ernesto Zedillo. No podría emitir el juicio final sobre la crisis de 1995 sin tener la oportunidad de escuchar los puntos de vista del Presidente actual.
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