jueves, 19 de octubre de 2000

La Falta de Flexibilidad

 

Pulso Económico


La Falta de Flexibilidad


Por: Jonathan Heath®


El martes pasado preguntábamos ¿cómo puede argumentar el gobierno que el tipo de cambio de hace seis años estaba mal valuado y ahora es el correcto, cuando son iguales?  Nuestra hipótesis es que el tipo de cambio era el adecuado en 1994, al igual que ahora.  El problema fue más bien la falta de flexibilidad de la política económica.

Difícilmente se puede explicar la devaluación de 1994 simplemente por la existencia de una supuesta sobrevaluación del peso.  Más bien, el tipo de cambio era el adecuado durante la mayor parte de 1994.  La apertura comercial y los incrementos en la productividad habían modificado el tipo de cambio real de equilibrio, de tal forma que el mercado reconocía una apreciación estructural de nuestra moneda.  Sin embargo, la política cambiaria operaba en un marco demasiado rígido y no pudo adaptarse adecuadamente a las circunstancias específicas del momento.

La devaluación de 1994 fue producto de la vulnerabilidad macroeconómica del momento y de los acontecimientos específicos (shocks) de ese año.  La falta de flexibilidad dio entrada a un ataque especulativo en contra del peso, dado que se sabía que no había forma “normal” de ajustar el tipo de cambio ante un shock.  Paul Krugman, el audaz economista norteamericano, explica la devaluación a través de un modelo de segunda generación de crisis, caracterizado por mecanismos de expectativas autorrealizables.  El mal manejo de la devaluación (el “error” de diciembre) incrementó el tamaño del ajuste más allá de lo necesario, a través de alimentar las expectativas negativas de los inversionistas.

Sin embargo, no fue la política cambiaria en sí lo que le restó flexibilidad a la política cambiaria.  Existía una flotación controlada entre dos bandas de intervención, de la cual se iba ampliando sistemáticamente la brecha entre el piso y el techo.  Si en un momento dado no era suficiente, era posible acelerar el desliz del techo, tal y como se hizo en varias ocasiones.  El verdadero problema radicaba en el “Pacto”, el acuerdo suscrito por el gobierno, los líderes obreros y la cúpula empresarial.  Éste negaba la posibilidad de cualquier ajuste sin antes “negociar” con las partes involucradas.

Al final del capítulo 35 de su libro, Salinas pregunta ¿por qué le proporcionaron a unos cuantos empresarios, información anticipada sobre la devaluación?  La respuesta es sencilla: porque así lo requería el Pacto.

El Pacto fue un mecanismo muy creativo y exitoso de Salinas y Pedro Aspe para abatir la inflación de tres dígitos que existía en 1987 y estabilizar a la economía.  Con el paso del tiempo, dejó de ser un instrumento económico, para pasar a ser más de índole política.  Era un buen pretexto para un gobierno autoritario poder decir que su política económica era de “consenso”.  Sin embargo, con el paso del tiempo lo que fue bueno para bajar la inflación, resultó estorboso para la conducción de la política económica.  Pero el gobierno no encontró modo de eliminar el Pacto sin crear problemas potencialmente mayores.

Hacia la segunda mitad del sexenio de Salinas, el Pacto era el sostén de un círculo vicioso.  El Pacto garantizaba que el tipo de cambio no se iba a depreciar más allá de la banda acordada.  Esto significaba que el gobierno asumía el riesgo cambiario y el inversionista extranjero podría traer sus capitales y obtener una buena ganancia sin incurrir en riesgo.  Esta política atraía una cantidad impresionante de capital, que a su vez presionaba al alza el déficit de la cuenta corriente.  La continuidad del Pacto era lo que sostenía la entrada de capital al país.

El problema es que se convirtió en un compromiso sin salida.  En el momento en que se eliminaran los compromisos del Pacto, los flujos de capital saldrían del país y se provocaría una devaluación masiva.  Por lo mismo, el Pacto eliminaba todo margen de maniobra al gobierno y lo ataba a un financiamiento externo muy vulnerable.  Constantemente se tenía que renovar el Pacto para darle seguridad a los inversionistas.  Aunque funcionó en su momento, no había flexibilidad para ajustar la política cambiaria a situaciones creadas por los shocks registrados en el transcurso del año.

El gobierno actual presume de una política cambiaria flexible que permite adaptarse a cualquier situación sin que se acumulen presiones.  Definitivamente es un mérito.  Sin embargo, el verdadero logro es haberse desecho del mecanismo del Pacto, que desapareció después de la “Alianza para el Crecimiento” a finales de 1997.  El Pacto ni siquiera era un acuerdo entre la sociedad civil, ya que lo firmaban los integrantes de la cúpula empresarial, que no tenían una representación genuina ni democrática de los empresarios.


Sugerencias y comentarios al email: heath@infosel.net.mx


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