Pulso Económico
Los Candidatos y la Privatización
Por: Jonathan Heath©
Este es el séptimo de una serie de artículos en los que se analiza el pensamiento de los candidatos viables a la presidencia. En esta ocasión veremos el tema de la privatización.
En la actualidad, el tema de la privatización es uno de los más polémicos. Nuestra historia nos enseña que hemos pasado por periodos muy difíciles que han terminado para bien o para mal en expropiaciones. En 1938 se expropió la industria petrolera ante los abusos de los extranjeros. Siguió la industria eléctrica a principios de los sesenta y finalmente se nacionalizó la banca en 1982. Cada uno de estos momentos se dio ante un emotivo nacionalismo en respuesta a momentos de crisis en nuestro país.
Posteriormente vino la ola de privatizaciones como contrarrespuesta ideológica cuando el país estaba cerca de un quebranto total. Aunque la privatización tenía su lógica, se dio mediante operaciones sospechosas y muchas terminaron en fracaso. Por lo mismo, la sociedad empezó a cuestionar la venta de activos públicos y a exigir mayor transparencia. Finalmente, cuando se quiso privatizar la industria eléctrica, la iniciativa de ley murió en el debate legislativo.
Llegó un momento en que parecía en que privatizar absolutamente todo parecía mandato del gobierno. Esto nos lleva a preguntar a los candidatos cuáles son los límites de la privatización ¿Hasta dónde conviene y cuándo deja de convenir?
La mejor respuesta pertenece a Cuauhtémoc Cárdenas. Para él la privatización no debe ser una cuestión ideológica, sino simplemente un mecanismo político económico dentro de una gama de opciones para resolver problemas. Si algo opera bien en manos de quien sea, hay que dejarlo así. Si algo funciona mal, hay que analizar por qué y después tomar una decisión. Pero privatizar, o nacionalizar no se debe abordar como una cuestión ideológica o como un fin en sí mismo.
En el caso específico del petróleo se trata de un bien que en un futuro terminará por acabarse. Cárdenas piensa que si se deja simplemente al manejo privado, en función del interés particular, se puede convertir al país en un productor de crudo sin valor agregado. El desarrollo de esta industria debe realizarse en función del interés público y no del interés privado. Sin embargo, mientras queda claro en los casos de exploración, extracción y refinación, existen otras fases del manejo del petróleo en las que es indistinto, siempre y cuando la función se cumpla con toda eficiencia para el usuario del servicio y para el consumidor del producto.
Vicente Fox ve la privatización como un instrumento político que habría que perseguir únicamente cuando conviene. Por ejemplo, en la actualidad no se necesita privatizar la industria petrolera para poder crecer a tasas de 7 por ciento. Si no hay la conveniencia política en determinado momento y si no hay la aprobación del pueblo de México, no se debe privatizar.
Para Fox la privatización debe ser funcional, es decir, debe ser un proceso que termine en mejorar el servicio o el producto. ¿Qué caso tiene introducir un sistema privado de agua potable a una ciudad si se encarece el costo del liquido? Por ejemplo, Salinas privatizó carreteras en las que el costo de transitar termino por ser mayor, a tal grado que ahora muchas son demasiado caras y se utilizan poco. Adicionalmente, Fox no visualiza el proceso de privatización como algo que necesariamente se debe vender al mejor postor. La bursatilización de estas empresas es una opción que le quita el control al gobierno y pulveriza las acciones en manos de muchos. Pasar de un monopolio público a un monopolio privado no resuelve el problema de fondo.
Para que sea exitosa una privatización, lo primero es garantizar que los precios de esos productos bajan. Fox ve que el sustento de la apertura de la industria eléctrica tiene que descansar en una mayor competencia que sirva para bajar los precios del recibo de luz para cada familia en México.
Al final de cuentas Vicente Fox favorece la privatización. El piensa que se deben convertir todas las empresas públicas del Estado en empresas de la sociedad a través de la bolsa de valores. Sólo en la medida en que el mercado no cuente con la capacidad de administrarlas se puede justificar su permanencia con el Estado. Sin embargo, pone mucho énfasis en el apoyo popular.
Cuauhtémoc Cárdenas ve la inversión privada como un complemento de la inversión pública, que debe fomentarse cuando haga falta ampliar la inversión. La venta de las instalaciones eléctricas existentes no va a aumentar la capacidad de generación. Se puede justificar abrir el sector a la inversión privada para aumentar la capacidad, como un complemento al acervo existente. Pero sería un error tratar de vender algo que actualmente funciona bien en manos del gobierno. Esta es la diferencia principal entre la propuesta de Cárdenas y las propuestas de los demás candidatos.
Labastida ha puesto mucho énfasis en que no privatizará la industria petrolera. En su caso queda claro que el razonamiento es simplemente político. Su partido ha expropiado, privatizado y nacionalizado las mismas industrias, siempre envuelto en manejos obscuros. Si ahora promete no privatizar, no existe ninguna certeza que al tomar posesión no cambiará de parecer. Parece irónico que ahora Labastida acusa a Fox de cambiar de opinión y de expresar propuestas diferentes a audiencias distintas. Hasta ahora Fox se ha presentado como pragmático, como alguien que no impondría su voluntad por encima de los intereses de la mayoría. No obstante, en esta lucha de acusaciones mutuas, el que más ha mostrado consistencia es Cuauhtémoc Cárdenas.
En este proceso se deben tomar en cuenta las experiencias pasadas. ¿A dónde fue a dar el dinero de la venta de los bancos? ¿De la venta de Altos Hornos? Tanto Cárdenas como Fox ven la corrupción en los procesos de privatización de los gobiernos priístas como uno de los obstáculos principales. En un momento dado pudiera convenir privatizar alguna empresa o abrir cierto sector a la inversión privada. Pero a diferencia del PRI, Fox y Cárdenas proponen transparencia efectiva y un claro manejo de los fondos.
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