martes, 9 de mayo de 2000

Los Candidatos y la Disciplina Fiscal

 

Pulso Económico


Los Candidatos y la Disciplina Fiscal


Por: Jonathan Heath®


Este es el cuarto de una serie de artículos en los que se analiza el pensamiento de los candidatos viables a la presidencia.  En esta ocasión continuaremos con el examen de la política fiscal.

El financiamiento del desarrollo en nuestro país es uno de los temas que más problemas han ocasionado en el pasado.  El elevado nivel de pobreza, la distribución inequitativa del ingreso y la población creciente, se han combinado para crear una lista casi interminable de necesidades, tanto sociales como económicas.  Sin embargo, la falta de recursos siempre ha sido una de las principales limitantes.  En el pasado se ha recurrido al gasto público sin el respaldo apropiado de ingresos, lo cual ha ocasionado el endeudamiento desmedido y cargas de deuda excesivas.  Al mismo tiempo, ha limitado al sector privado el acceso al crédito y ha creado presiones inflacionarias, con todas las distorsiones que lo acompañan.

La experiencia mexicana, latinoamericana y de muchos otros países del mundo, nos ha enseñado que el tema de la disciplina fiscal es de vital importancia.  Afortunadamente, todos los candidatos a la Presidencia, independientemente de su posición ideológica, están de acuerdo en que ya no podemos recurrir al déficit público como mecanismo viable de financiamiento.  Los partidos de izquierda en todo el mundo, que eran los que proponían el gasto deficitario como instrumento efectivo de política económica, han aceptado que no es viable gastar lo que no se tiene.  Afortunadamente, la izquierda mexicana (en su mayor parte) se ha modernizado al mismo paso.

No obstante, no todos han adoptado en la misma magnitud la idea de la disciplina fiscal.  Mientras nadie propone un déficit de 5 por ciento o más, sí hay quien piensa que un déficit de 3 por ciento es aceptable y hasta manejable para el servicio de la deuda pública.  No todos comparten la idea de que un superávit fiscal ayudaría a incrementar el ahorro interno, reduciría la carga de la deuda y ayudaría a un mejor desenvolvimiento del sector privado.  Por otro lado, todos los candidatos han expresado múltiples necesidades de gasto sin ser muy explícitos en cómo lo financiarían.

Por lo mismo, se le preguntó a cada candidato si estaría de acuerdo o no en una legislación, como ha ocurrido en otros países (inclusive a nivel Constitucional), para forzar a los gobiernos a manejar finanzas equilibradas.  Vicente Fox respondió que ciertamente habría que consolidar la autonomía total del Banco de México como autoridad monetaria para que efectivamente no pueda ser manoseado, como un primer paso definitivo para evitar los déficit elevados.  Además, sería conveniente llevar a ley un tope para el déficit fiscal.  Valdría la pena legislar para que en ninguna circunstancia éste pueda rebasar el 1.5 por ciento del PIB.

Con esta respuesta, nos damos cuenta de que Fox no está dispuesto a tomar las medidas necesarias para equilibrar totalmente las finanzas, aunque sí establecer ciertas limitaciones. Es conocida la propuesta del panista de llegar a registrar un superávit fiscal a partir del cuarto año de gobierno.  Sin embargo, ante la duda de qué tipo de compromisos pudiera llegar a heredar, prefiere comprar tiempo para impulsar la reforma fiscal y combatir la evasión, antes de llegar a las finanzas sanas.

Para Cuauhtémoc Cárdenas es importante manejar con orden las finanzas y asegurar que no se nos dispare los déficit, dado que se estarían creando huecos que luego no se pueden tapar.  La política hacendaria en general debe llevar un sentido equilibrado, esto es que no tenga déficit, por que es cuando se presentan los problemas.  Sin embargo, cuando un país enfrenta tantas necesidades como el nuestro ahora, introducir la obligatoriedad del equilibrio en la norma constitucional parece que puede ser riesgoso en un momento dado, en el sentido de que puede ser un principio muerto.  Pudiera presentarse una situación en que por las condiciones mismas no se puede respetar cómo se muevan las fuerzas económicas de un país.  Pero como tendencia general y como compromiso político, a Cárdenas le parece válido tener finanzas equilibradas y desde luego manejadas con cuidado.

Al igual que Vicente Fox, Cuauhtémoc Cárdenas está de acuerdo en el manejo prudente de las finanzas públicas, pero no al extremo de comprometerse con un mandato constitucional.  No queda claro cuál sería el limite para un déficit aceptable, aunque en caso de incurrir en él, se manejaría como una situación temporal para enfrentar una condición adversa.  Ninguno de los dos comparte la tesis monetarista de promover el equilibrio fiscal ante cualquier cosa.

¿Cuál sería la posición de Labastida?  Aunque aquí no contamos con una respuesta directa, nos la podemos imaginar muy bien a través de la experiencia de los gobiernos priístas.  Carlos Salinas prometió la disciplina fiscal hasta el final de su sexenio y se le debe acreditar con el solo hecho de haber eliminado el déficit elevado que heredó del Presidente De la Madrid.  Sin embargo, ante la necesidad de incrementar el gasto en el último año de su sexenio, manipuló la definición del déficit de tal forma que aparentó sostener un balance en las finanzas públicas, mientras aumentaba el gasto en rubros excluidos del déficit económico manejado.

Si examinamos las finanzas públicas en la actualidad, todavía podemos encontrar indicios de prácticas similares.  Por ejemplo, mientras la Secretaría de Hacienda reporta que el déficit fiscal del año pasado fue de 1.14 por ciento del PIB, mejor que la meta de 1.25 por ciento, la estimación de los requerimientos financieros del Sector Público realizada por el Banco de México se acerca a 1.9 por ciento del PIB.  Igual, sabemos que existen muchos conceptos de gasto público que no están contemplados en el déficit reportado.  Estimaciones de los analistas del PRD llegan a cifras muy por arriba de las que se manejan oficialmente.

Esto nos lleva a pensar que es irrelevante lo que pudiera prometer el PRI ya que al final de cuentas acomodaría la definición del déficit para reflejar el gasto que le conviene y no el que realmente se dio.  Este es otro ejemplo de por qué no existe la rendición de cuentas en el régimen actual.


Sugerencias y comentarios al email: heath@infosel.net.mx


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