Pulso Económico
Las Metas Económicas
Por: Jonathan Heath®
Hace ya casi tres años el gobierno dio a conocer el Programa Nacional de Financiamiento del Desarrollo (Pronafide) 1997-2000. A pesar de que ha mejorado sustancialmente el entorno macroeconómico, el gobierno no ha logrado cumplir ni una sola meta de este programa.
En los primeros dos años de este sexenio las prioridades del gobierno fueron la corrección de los desequilibrios macroeconómicos, la atención a los problemas de sobreendeudamiento y el intento de mitigar los efectos del ajuste sobre la población. No fue hasta 1997 cuando se pudo enfocar a los problemas de mediano plazo, es decir, cómo financiar adecuadamente el crecimiento económico. El Pronafide fue el primer intento de dirigir los esfuerzos hacia los fundamentos macroeconómicos en un ambiente de estabilidad, para crear las bases del crecimiento sostenido.
El Pronafide empieza con un análisis de la relación entre la inversión, el ahorro y el crecimiento económico para establecer estrategias de política económica. La primera era la de promover el ahorro privado a través del nuevo sistema de pensiones, la política fiscal y demás acciones para promover el ahorro popular. Sin lugar a dudas, el crecimiento del nuevo sistema de pensiones ha sido un éxito al llegar a 5.5 por ciento del PIB a fines del año pasado. Aunque no lo establece el Pronafide, queda por delante el reto de incorporar a los trabajadores del sector público al nuevo sistema. No obstante, se augura un buen crecimiento, en lo que es uno de los mejores logros de la administración actual.
Sin embargo, el gobierno ha fallado en definir una reforma fiscal que promueva el ahorro privado. En los dos años al frente de la Secretaría de Hacienda, José Angel Gurría no ha podido ni siquiera presentar una iniciativa de ley al Congreso para su discusión. Su antecesor, Guillermo Ortiz, dejó el ahorro interno bruto como porcentaje del PIB en un nivel histórico. Sin embargo, en los últimos dos años ha habido una disminución peligrosa en el ahorro que nos aleja de las metas del Pronafide.
La segunda estrategia era la consolidación del ahorro público a través de la adecuación de la estructura tributaria, el combate a la elusión fiscal mediante una reforma fiscal, la simplificación en el pago de impuestos, el aumento del número de contribuyentes y la modernización de la administración tributaria. Obviamente la mayor parte de estos objetivos dependían de la reforma fiscal que nunca se logró. Hemos sufrido un deterioro en los ingresos tributarios y se han tenido que realizar un sinnúmero de recortes al gasto para adecuar el presupuesto a un financiamiento sano.
A pesar de estos esfuerzos, el gobierno no ha podido cumplir las metas originales del déficit público, que era de 0.8 por ciento del PIB para el año pasado y 0.3 por ciento para el actual. Por más que ha cacareado sus resultados, la Secretaría de Hacienda no ha logrado la contribución planeada del ahorro público. Claro está que la caída en los ingresos petroleros en 1998 afectó estas metas. Sin embargo, la falla más importante ha sido la falta de la reforma fiscal.
La tercera estrategia fue fortalecer y modernizar el sistema financiero. Tal parece que aquí si han existido avances importantes en materia de supervisión y regulación. Sin embargo, el sistema financiero sigue casi estático, observando a la economía desde afuera. No ha podido reincorporarse activamente y por lo mismo, no está cumpliendo su función de canalizar recursos a la inversión. Las iniciativas de ley pendientes han frenado al sector y ciertamente no se ha logrado reestablecer el negocio bancario.
La cuarta estrategia fue aprovechar el ahorro externo como complemento del ahorro interno. El gobierno ha logrado promover la inversión extranjera directa como el instrumento principal de ahorro externo y ha manejado muy bien la estructura de la deuda externa. Sin embargo, no ha logrado cumplir plenamente las metas dado que el déficit de la cuenta corriente ha quedado año tras año por arriba de lo planteado en el Pronafide. Pero más importante aún, es el peligro latente de la ampliación del déficit en la medida en que la economía vaya creciendo. Se pudo contener el déficit el año pasado a través de un menor crecimiento en la actividad económica, lo cual no es la forma deseable.
A pesar de que ha mejorado ampliamente el entorno macroeconómico, el gobierno no ha cumplido una sola de sus metas originales. Esto significa que todavía queda mucho por hacer y que no nos debemos conformar con los resultados obtenidos hasta ahora. El buen manejo macroeconómico debe ser la prioridad de la siguiente administración para evitar que nos alcancen los problemas de antaño de inestabilidad y falta de ahorro interno.
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