jueves, 9 de marzo de 2000

La Política Cambiaria

 

Pulso Económico


La Política Cambiaria


Por: Jonathan Heath®


La apreciación continua de nuestra moneda hará cada vez más difícil la exportación de bienes y servicios.  De continuar las entradas de capital, dentro de unos años podríamos volver a tener un déficit externo peligrosamente elevado.  ¿Qué puede hacer el gobierno para evitarlo?

Mucha gente piensa que el Banco de México determina libremente la cantidad de dinero en circulación y que en cualquier momento puede disminuir o incrementar la base monetaria sin mayores problemas.  Sin embargo, realmente no es así.  Es el público en general el que determina la masa monetaria.  El Banco de México acomoda la oferta de dinero de tal forma que sea igual a la demanda.  Si en un momento dado piensa que la demanda es excesiva o que no es compatible con los objetivos macroeconómicos, realiza acciones que inciden indirectamente en la demanda.  Aquí la palabra clave es “indirectamente”.

Esto es así porque resultaría muy difícil ir en contra de las fuerzas del mercado.  Si en un momento dado existe más dinero en circulación que lo que se demanda, la economía ajusta los precios al alza.  La situación opuesta, de una escasez de dinero, entorpecería la marcha de la economía.  Por lo mismo, el Banco Central siempre busca que la oferta y la demanda de dinero sean iguales.  Por ejemplo, la política de cortos que se aplica, no altera directamente la cantidad de dinero en circulación, sino lo encarece para que el propio público disminuya la demanda.

Esta política asegura que el Banco no vaya a proveer conscientemente una mayor cantidad de dinero que la necesaria a la economía.  Sin embargo, no garantiza eliminar los excesos generados a través de una demanda no prevista.  Por lo mismo, las autoridades tienen que vigilar la demanda muy de cerca e influir indirectamente en ella cuando lo estime necesario.

En principio, la política cambiaria debería de operar en forma similar.  El régimen de flotación funciona a través de una libre interacción de la oferta y la demanda de divisas.  Si el Banco de México quisiera provocar una depreciación, tendría que comprar dólares constantemente.  La acumulación continua de reservas tendría un costo elevado y un límite práctico después del cual se volvería absurdo.  Igualmente, para apreciar la moneda el Banco tendría que proveer al mercado un flujo continuo de dólares.  También estaría limitado por el tamaño inicial de las reservas y por la capacidad de endeudamiento del país.

Ninguna de estas acciones directas le conviene a las autoridades monetarias.  Se han intentado en el pasado con resultados desastrosos.  Después de examinar los costos y los beneficios de cada régimen cambiario, se llegó a la conclusión de que la flotación es el más adecuado.  La flexibilidad inherente al régimen nos asegura un ajuste inmediato ante un cambio repentino en la demanda o en la oferta.  No conocemos cuál es el tipo de cambio ideal en un momento dado y por lo mismo, es preferible que lo determine el mercado.

Sin embargo, esto no significa que el mercado funcione perfectamente bien y que no habría que cuestionar las tendencias que marque.  Por ejemplo, hemos observado una apreciación real sustancial en la moneda que podría causar problemas en un futuro.  La apreciación hará cada vez más difícil sostener el ritmo de exportaciones y poco a poco se irá ampliando el déficit de la cuenta corriente.  Pero al existir una oferta importante de divisas a través de los flujos de capital que llegan para aprovechar las oportunidades que ofrece el país, no habrá presión para que se corrija el tipo de cambio.  Este proceso puede seguir hasta que el déficit sea demasiado elevado, lo cual aumenta la vulnerabilidad de la balanza de pagos a un ajuste repentino y severo.

Por lo mismo, el gobierno debe estar al tanto de las tendencias del mercado y listo para influir en el tipo de cambio, pero sin intervenir directamente en el mercado a través de la compra y venta de divisas.  Más bien lo que debe hacer es buscar influir indirectamente, de la misma manera que lo hace en la política monetaria.

Existen varias formas o políticas que pueden ayudar a evitar un desequilibrio futuro, la mayoría encaminadas a desalentar la oferta.  El régimen de flotación crea incertidumbre para el inversionista extranjero, que junto con una baja tasa de interés desestimula la inversión en el mercado de dinero.  Aunque es preferible tener inversión extranjera directa a otras fuentes de divisas, habría que calcular cuál sería el monto óptimo.  El gobierno debería evitar el endeudamiento externo neto para no contribuir a la expansión de la oferta de divisas.  En fin, existen muchas formas para influir indirectamente sin crear distorsiones propiamente en el mercado.


Sugerencias y comentarios al email: heath@infosel.net.mx


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