martes, 7 de marzo de 2000

El Tipo de Cambio Real

 Pulso Económico


El Tipo de Cambio Real


Por: Jonathan Heath®


La pérdida de competitividad del tipo de cambio, resultado de la apreciación continua de nuestra moneda, es tema legítimo de preocupación para los exportadores y para los que temen un ajuste repentino.  ¿Pero es saludable para el país?

El manejo ideal de la política cambiaria ha sido tema de discusión entre economistas desde hace mucho, sin que el paso del tiempo haya permitido llegar a un consenso.  Algunos apoyan la idea de un tipo de cambio fijo, ya que promueve la estabilidad.  Otros prefieren la flotación para que sea la interacción de la oferta y la demanda la que determine el precio.  Entre ambos extremos, están los que proponen diferentes variantes de tipo de cambio semi-fijo o de reglas preestablecidas.  Cada escuela de pensamiento tiene sus puntos a favor y en contra, por lo que no existe una visión “correcta” o “equivocada”.

De entrada, existen muchas cuestiones en la formulación de la política cambiaria.  Una de las más importantes es la forma de estimar el tipo de cambio “ideal” en un momento dado.  La manera más utilizada por su sencillez es la de la teoría de la paridad de poder adquisitivo, que calcula un tipo de cambio teórico a partir de un momento dado a través de los diferenciales de inflación.  Aunque cada vez son menos los economistas que utilizan este método, es muy común entre empresarios y financieros.  Para su cálculo se toma arbitrariamente el tipo de cambio de un año en el cual se supone que había un equilibrio externo y cierta estabilidad.  A partir de ese año, se calcula el tipo de cambio teórico al dividirlo por el índice de precios de México y multiplicarlo por el índice de precios de Estados Unidos.  Posteriormente, se calcula su desviación porcentual contra el tipo de cambio actual y se obtiene el porcentaje de sub o sobre valuación de la moneda.

Las objeciones más comunes a este método tienen que ver con su arbitrariedad.  El cálculo puede variar mucho si se toma un año base distinto o si se aplican índices de precios diferentes.  Por ejemplo, se pueden tomar precios al consumidor, al mayoreo, al productor o índices parciales como de los bienes comerciables.  En vez de utilizar el índice de precios de Estados Unidos, se puede tomar un índice ponderado de los principales socios comerciales o un índice compuesto ponderado por el comercio mundial que calcula el Fondo Monetario Internacional.

Sin embargo, existen objeciones todavía más de fondo.  Una de las principales tiene que ver con un supuesto clave que se hace, que es que el tipo de cambio real de equilibrio es constante a través del tiempo.  ¿Esto qué significa?  Que el tipo de cambio teórico, que se calcula a partir de un año dado, es válido para todos los años sin importar lo que pudiera haber cambiado.  Esto significa que cualquier cambio de política, reforma estructural, shock externo o modificación legislativa es totalmente irrelevante.  El caso extremo sería admitir que la apertura comercial no ha sido relevante y el mismo tipo de cambio real, antes y después de la apertura, es el que resultaría en un equilibrio externo.  Más bien, la realidad nos sugiere que el tipo de cambio real de equilibrio no es constante, sino que se modifica con el tiempo y con las circunstancias del momento.

Los que favorecen el régimen de flotación subrayan el hecho de que es casi imposible determinar un tipo de cambio ideal y por lo tanto, habría que dejarle esta tarea al mercado.  Existen costos elevados por tratar de imponer un tipo de cambio distinto, como inflación, distorsión de precios relativos, pérdida del poder adquisitivo de los salarios, asignación ineficiente de recursos y demás.

No obstante, el asunto es todavía más complicado.  Vamos a suponer que pudiéramos calcular con cierta precisión el tipo de cambio ideal.  Existe además un problema de temporalidad, es decir, entre lo que conviene a corto y a largo plazos.  En el corto plazo, conviene que el tipo de cambio sea el que resulta de la interacción entre la oferta y la demanda de divisas, ya que de lo contrario habrá una escasez o un sobrante de divisas.  ¿Qué pasa si el tipo de cambio teórico o ideal es muy diferente al que determina el mercado?

Por ejemplo, supongamos que lo ideal sería un tipo de cambio 20 por ciento más elevado (lo que implica un peso más débil) al actual.  Para poder depreciar la moneda y sostener el nuevo precio, el Banco de México tendría que comprar dólares en el mercado todos los días.  Sin embargo, esto significa que habría una acumulación permanente en las reservas.  ¿Qué haría el Banco Central con tantas reservas?  ¿Hasta qué punto estaría dispuesto acumular reservas?  Tenemos que recordar que mantener una reserva de divisas tiene un costo para el fisco.  En el fondo, lo que estaría haciendo el Banco Central es sostener un subsidio permanente a los exportadores.  También implica una pérdida del poder adquisitivo de los asalariados, lo que favorece a los empresarios que exportan con un costo a los trabajadores.

Esto equivale a tratar de sostener un tipo de cambio real constante a través del tiempo.  El único país que lo ha intentado explícitamente es Chile.  Pero si examinamos el caso a fondo encontramos que el Banco Central de Chile tuvo que modificar el tipo de cambio real objetivo en muchas ocasiones, siempre en la dirección de una apreciación real.  Después de varios años, abandonaron esta política y oficialmente adoptaron una muy parecida a la que tenemos en la actualidad en México.

Uno puede ser o no partidario del mercado.  Pero independientemente de la postura ideológica, antes de aceptar la intervención del Estado se tienen que entender las consecuencias de esa acción.  Los que están a favor del mercado, concentran su análisis únicamente en los costos, mientras que los contrarios, ven nada más los beneficios de la intervención.  En cada caso deberíamos realizar un análisis de costo-beneficio.  Ya plenamente identificados los costos, se puede tomar la decisión en función de los beneficios.  Sin embargo, no podemos tomar una decisión tan importante sin considerar las consecuencias.

El régimen cambiario actual tiene sus costos.  Sin embargo, por lo pronto parece ser nuestra mejor opción.


Sugerencias y comentarios al email: heath@infosel.net.mx


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