Pulso Económico
La Decisión de Gurría
Por: Jonathan Heath
José Angel Gurría anunció el lunes pasado su decisión de donar íntegramente su controvertida pensión a dos organizaciones asistenciales en un intento de dar por terminado el asunto. A pesar de que es una acción noble que lo reivindica en parte, todavía falta resolver el problema de fondo.
Sin lugar a dudas se vio bien nuestro Secretario de Hacienda al donar su pensión mensual mientras ocupe un cargo público al Grupo de Recuperación Total y a la Asociación Pro Personas con Parálisis Cerebral. Con esta acción seguramente va a dejar de recibir críticas como las que le han llovido en el transcurso de las últimas semanas. Fue una manera inteligente de resolver el problema político y de mejorar su imagen ante el público. Inclusive, fue un ejemplo excelente que otros funcionarios públicos deberían seguir como por ejemplo, Oscar Espinosa Villarreal, que se encuentra en una situación similar pero que ha preferido quedarse callado.
Sin embargo, no podemos permitirnos, el lujo de dar por concluido el tema. Existe un problema de fondo que es el de la corrupción institucionalizada, es decir, el abuso total del poder que lleva a funcionarios públicos a legalizar acciones que no tienen ningún fundamento ético o moral. Vivimos en un país que carece de recursos suficientes para resolver sus problemas más apremiantes como la pobreza generalizada y la falta de infraestructura básica. Por lo mismo, no podemos ni debemos permitir que parte de estos escasos recursos se canalicen a engordar todavía más los bolsillos de los que más tienen.
No es la primera vez que llega a la luz pública este tipo de acciones y causa un escándalo. No hace mucho tiempo nos enterramos del aguinaldo millonario que Oscar Espinosa Villarreal se auto otorgó cuando era Regente de la ciudad. Sin embargo, en esa ocasión reinó la impunidad y peor aún, fue premiado con una Secretaría de Estado.
José Angel Gurría recalcó una y otra vez que el asunto de su controvertida jubilación de Nafin se hizo con estricto apego a la ley y dentro de toda la normatividad correspondiente. Según esto, su caso fue revisado por Nafin y por la Contraloría, quienes no encontraron motivos legales para cuestionarlo. También nos dijo que los cambios a la regulación interna que permitieron su pensión fueron realizados con anterioridad a su llegada a esa institución.
Vamos a otorgarle el beneficio de la duda y suponer que así fue. Por lo menos significa que no trató de manipular la ley y no hubo una violación flagante a su responsabilidad como funcionario público. Pero ponerle énfasis al aspecto legal es una cortina de humo para esconder el problema verdadero. No olvidemos que tomó su decisión únicamente cuando salió a relucir su caso en la prensa. Su actitud “honesta” no fue de principios sino bajo presión. Lo que debería haber hecho era primeramente rehusar la jubilación hace cinco años bajo el argumento que todavía estaría trabajando en el sector público. Segundo, iniciar gestiones para cambiar la ley y no permitir el cobro de dos sueldos a ningún funcionario público. Tercero, haber investigado quién o quiénes manipularon la ley para permitir este tipo de acciones. Cuarto, haber promovido una nueva Ley de Responsabilidades de los servidores públicos que establezca límites a sus acciones.
El problema de fondo sigue intacto. Necesitamos una transparencia total en el manejo de los recursos públicos, especialmente cuando se trata de las percepciones de los funcionarios. Necesitamos un sistema eficaz de rendición de cuentas para juzgar y castigar a los que pretenden manipular la ley para beneficio propio. Necesitamos mecanismos que permitan erradicar la corrupción institucionalizada, que es la más dañina de todas.
Nos debe quedar claro que este no es un problema relacionado con José Angel Gurría. Es un problema generalizado que nos atañe a todos. Si realmente queremos dejar atrás el autoritarismo y avanzar a una democracia, necesitamos una nueva escala de valores. Platicando con muchas personas de diferente índole, encontramos que la mayoría aceptaría cobrar una pensión en situación similar y piensa que el pecado simplemente fue que lo descubrieron. En otras palabras, lo que no es correcto para otro puede ser correcto para uno. Por lo mismo, la crítica es una hipocresía fundada en la envidia y una oportunidad para dañar políticamente a los adversarios.
Lo que estamos observando es una crítica de la oposición para aprovechar los espacios políticos. Lo más probable es que estas personas harían lo mismo que están criticando si llegaran a tomar el poder y tuvieran la oportunidad de hacerlo. ¿Cómo podemos realmente avanzar y eliminar esta forma de pensar?
Es tema de reflexión.
Comentarios, observaciones y criticas al email: heath@infosel.net.mx
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