Pulso Económico
Focos Amarillos
Por: Jonathan Heath®
A pesar de que el Banco de México va a cumplir su meta de reducir este año la inflación a 13 por ciento, todavía quedan suficientes focos amarillos como para recomendar cautela por un rato más.
Esta semana se dará a conocer la inflación para el mes de noviembre, que según resultados preliminares deberá ubicarse en un rango de 0.90 a 0.94 por ciento. Si tomamos el punto medio, 0.92 por ciento, la inflación acumulada en el transcurso de los once meses del año será de 11.24 por ciento. Esto se compara muy favorablemente con el año pasado cuando se observó 15.78 por ciento en el mismo periodo.
Ahora estamos en el mes de diciembre, que siempre sufre incrementos de precios ante la mayor demanda derivada de los aguinaldos y la temporada navideña. Sin embargo, no se espera una cuesta tan pronunciada como el año pasado, cuando la inflación fue de 2.44 por ciento. Hace doce meses el gobierno subió sorpresivamente el precio de la gasolina, el tipo de cambio se había depreciado y hubo un aumento en los salarios mínimos. Ahora no esperamos un “gasolinazo”, la depreciación cambiaria ha sido menor y el aumento en los mínimos se espera hasta enero. Por lo mismo, se anticipa una tasa de inflación entre 1.4 y 1.5 por ciento para el mes, lo cual dejaría la inflación de fin de año en un rango de 12.8 a 12.9 por ciento.
No obstante, no debemos olvidar que tuvimos mucha suerte dado que se presentaron factores que difícilmente se repetirán el año entrante. El tipo de cambio promedio de 1999 se ubicará cerca de 9.56, lo que implica una depreciación de 4.5 por ciento sobre el valor promedio de 1998 (que fue de 9.153). En cambio, el gobierno había estimado (para fines presupuestales) un promedio de 11.08 pesos, lo que implicaba una depreciación de 21.1 por ciento. Queda claro que esta apreciación real no anticipada fue una de las explicaciones principales en 1999. También nos vimos favorecidos con una disminución notable en los precios de las frutas y las legumbres, que tiene una ponderación importante en el índice de precios.
A pesar de los buenos resultados de este año, las expectativas para el 2000 son superiores a lo que pretenden lograr las autoridades. Parte de la explicación radica en la falta de credibilidad que todavía sufre el Banco de México. Se necesita más que cumplir una vez con la meta de inflación antes de que la sociedad le dé el beneficio de la duda.
Dado que el año entrante es el último del sexenio y habrá incertidumbre por las elecciones y el proceso de sucesión presidencial, muchos analistas anticipan mayor depreciación en el tipo de cambio. Al mismo tiempo, esperan que el efecto favorable que observamos ahora en los precios de las frutas y legumbres se desvanezca por completo el año entrante, en parte como resultado de las inundaciones en muchos Estados de la República. Esto significa que justamente los factores que ayudaron a disminuir la inflación en 1999 pudieran dificultar su descenso en el 2000.
No obstante las explicaciones de las autoridades monetarias, algunos analistas muestran aun su preocupación por el proceso de remonetización que se ha observado en estos meses. El crecimiento de la base monetaria ha sido visiblemente superior a la que se había anticipado y la cantidad de billetes y moneda en poder del público es más de 28 por ciento superior a lo que fue hace un año. Inclusive, algunos analistas sugieren que el gobierno prepara el camino para volver a hacer de las suyas como en 1994. Otros, no tan mal pensados, piensan que esta remonetización será un factor de presión inflacionaria y por lo mismo, la política monetaria actual no es compatible con 10 por ciento para el 2000.
Por otro lado hemos escuchado a varios “líderes” empresariales argumentar que la política monetaria es demasiado restrictiva y por lo mismo, se debería eliminar el uso de los cortos. Sin embargo, el Banco de México no puede darse el lujo de aflojar su política sin antes observar una convergencia de las expectativas de inflación con su meta y mucho menos en un año de elecciones.
El mes entrante las autoridades monetarias deberán dar a conocer formalmente su programa de política monetaria para 2000. ¿Qué es lo que necesita hacer el Banco de México para convencernos de que su intención de abatir la inflación a 10 por ciento o menos el año entrante va en serio?
Primero, necesita confirmar que su política de cortos no disminuirá en el año 2000. Necesita repetir lo que anunció a principios de 1997, que por tratarse de un año de elecciones no recurriría al uso de largos. La diferencia es que en aquel momento el punto de partida era una política neutral, es decir, no había ni largo ni corto. En esta ocasión, la referencia es el corto de 160 millones de pesos, es decir, tiene que existir un compromiso explícito de no disminuirlo de su nivel actual.
Segundo, necesita publicar de nuevo la trayectoria diaria esperada de la base monetaria, a pesar de los errores de pronóstico de los últimos meses y las confusiones que han originado. Esto forzará a las autoridades monetarias a brindar explicaciones creíbles en casos de desviaciones, mientras que nos dará otro parámetro de referencia para juzgar sus acciones. También debemos apuntar que la mayoría de los errores que se han presentado han sido hacia fines de año, mientras que lo que más nos interesa es su comportamiento antes de las elecciones de julio.
Tercero, necesita anunciar de nuevo techos en la expansión su crédito interno y cumplirlos cabalmente. Por ejemplo, a pesar del crecimiento no anticipado en la base monetaria, se ha cumplido hasta ahora con los limites impuestos a los flujos efectivos acumulados en el crédito interno neto en los primeros tres trimestres del año.
Cuarto, sería conveniente que diera a conocer mes con mes los resultados de la inflación subyacente, que es una medida adicional para medir su desempeño. La única inconveniencia es que el Banco sigue con la tarea de producir todos los índices de precios, por lo que es juez y parte.
Por último, lo más importante es cumplir su cometido de llegar a una inflación de un dígito lo antes posible.
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