jueves, 2 de diciembre de 1999

El 6.8 del Presidente

 

Pulso Económico


El 6.8 del Presidente


Por: Jonathan Heath®


Como lo informó Reforma, 67 por ciento de los mexicanos mayores de 18 años aprueba hoy el trabajo del Presidente Zedillo.  ¿Por qué?

A pesar de todas las críticas de los partidos de oposición y de los análisis negativos de casi todos los politólogos, la mayoría de la población aprueba el desempeño del Presidente.  La huelga de la UNAM, la indefinición en Chiapas, la falta de seguridad en el Distrito Federal, la corrupción institucionalizada en todos los niveles del gobierno y la débil procuración de justicia, no han sido problemas suficientemente grandes como para evitar que le otorguemos una calificación creciente en cada año de su sexenio.

La encuesta nacional trimestral de evaluación al trabajo del Presidente Ernesto Zedillo, que realiza Reforma desde 1995, revela resultados bastante interesantes.  Sin embargo, el que más sobresale es el contraste tan marcado con la percepción que refleja la mayoría de los editoriales y columnas que aparecen rutinariamente en los periódicos.  Mientras que la mayoría de la población le da crédito al Presidente por sus esfuerzos, la prensa escrita se niega a aceptar que su desempeño ha sido positivo.

En el Quinto Informe de Gobierno, el Presidente le dedicó la mayor parte su tiempo a resumir todos los esfuerzos realizados en materia social.  Al término de su discurso, Carlos Medina Plascencia dio una réplica agresiva y destructiva, que no concedió un milímetro al Presidente.  Al día siguiente todos los periódicos comentaron sobre la réplica y la reacción infantil que sostuvo la banca priísta.  En su momento, comentamos que el mensaje central del Presidente pareció pasar al olvido.

Sin embargo, esta encuesta sugiere que no es el caso.  Más bien, parece que son mucho más los mexicanos que estarían de acuerdo con el Presidente que con Medina Plascencia.  Simplemente, la imagen de Zedillo va en aumento, la percepción de que tenemos una democracia es mayor, menos personas sienten deterioro en la situación económica y existe confianza en el primer mandatario de la República.

Por primera vez en cinco años, no se perciben los problemas económicos como los principales del país.  La preocupación por la seguridad pública pasa a primer lugar, mientras que la justicia y la legalidad se perciben ahora como los mayores fracasos.  Inclusive, una cuarta parte de la población ve a la economía y el nivel de vida de los mexicanos como parte de los mayores logros del Gobierno de Zedillo, algo difícil de haber anticipado hace apenas unos años.

La imagen de honestidad y la confianza que se tienen de él han ayudado a mejorar la credibilidad.  No obstante, sabemos que queda por delante el reto más grande que enfrentan todos los presidentes, que es el último año de su gobierno.  En cada oportunidad que se le presenta nos ha repetido el mismo mensaje: no habrá crisis sexenal.  Pero resulta difícil para la mayoría comprar la idea ante el miedo de que todo sea una mera ilusión y que reviente de nuevo en algún momento con daño irreparable.  ¿Cómo podemos creer que a este Presidente no le va a pasar lo mismo que a todos los anteriores?

La duda nos va a quedar hasta el último momento.  Sin embargo, existen bastantes signos alentadores que hacen pensar que ahora sí lo lograremos.  No estamos hablando de los buenos resultados macroeconómicos o la comparación favorable de los indicadores económicos con los de hace seis años.  Más bien, lo que ahora nos debe preocupar es la posibilidad de que el Presidente enloquezca al final, que no quiera dejar el poder, que busque su pensión de Nafinsa o quiera glorificarse con sus acciones.  Lo que estamos viendo son signos de que todo esto es poco probable.

Para empezar, el Presidente no ha aceptado cobrar el bono presidencial a que tiene derecho.  Canceló su partida secreta por lo que deja de manejar su gasto en forma discrecional.  Optó por dejarle cancha libre a Francisco Labastida en el PRI y no trata de imponerle a nadie de su confianza.  A pesar de todos los problemas que ha presentado, mantiene su promesa de reducir el déficit público al 1 por ciento del PIB para el año entrante.

No se ha preocupado mucho por su imagen personal o su lugar en la historia.  Por ejemplo, el último documento de Criterios Generales de su gobierno es un recuento modesto de lo que se ha hecho, a diferencia del de hace seis años que presumía de un México que al final de cuentas no existía.  Mientras que Salinas mandó realizar un recuento de sus logros en 30 tomos (publicado por el Fondo de Cultura Económica), Zedillo ha mostrado más humildad y ha rehusado ser vanidoso.

Pinta bien.  Mientras tanto, no nos queda otra más que entrarle al último año y ver qué pasa.


Comentarios, observaciones y criticas al email: heath@infosel.net.mx


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