Pulso Económico
La Calificación Antes del Examén
Por: Jonathan Heath®
La empresa calificadora Moody’s sorprendió a todos al aumentar en forma precipitada la calificación de riesgo soberano de México. Lo mismo ocurrió en 1994 con otra calificadora y fue un gran error. Parece que Moody’s subestima la situación política de nuestro país y en cambio se ha convencido del poder del blindaje.
El gobierno recibió el martes pasado la grata noticia de que Moody’s, una de las tres empresas calificadoras de mayor prestigio, decidió incrementar la calificación de riesgo que le da a México (aunque todavía sin llegar al anhelado grado de inversión). Esto significa que los analistas de la empresa perciben que nuestro país representa menor riesgo que antes para cumplir cabalmente sus obligaciones financieras con el exterior. Según sus señalamientos, ha existido una gran mejora en la situación externa del país, mientras que el gobierno lleva a cabo políticas monetaria y fiscal prudentes. Inclusive, señala la “madurez del proceso político” como un factor esencial en su apreciación.
Esta decisión es un espaldarazo importante para la política económica del gobierno actual. Desde hace varios años la prioridad número uno ha sido crearle una protección (blindaje) a la economía para que no sufra una nueva crisis sexenal. Las políticas monetaria, fiscal y cambiaria se ha orientado a reducir la vulnerabilidad a los shocks externos. Se ha eliminado hasta donde es posible la deuda externa de corto plazo a través de una adecuada reestructuración. Se ha buscado reducir el déficit de la cuenta corriente para evitar que su financiamiento llegara a ser oneroso o que estuviera sujeto a los vaivenes de los mercados internacionales. Al incrementar la calificación de México, Moody’s reconoce este esfuerzo y acepta que es suficiente para asegurar al mundo financiero que México no fallará en sus pagos al exterior. En estos momentos es casi el mejor premio al esfuerzo que pudiera recibir el Presidente Zedillo.
Sin embargo, hay algo que no cuadra. Casi todos los analistas políticos concuerdan en que México pasa por un momento político crítico. Al encontrarse en medio de la transición de un sistema autoritario hacia otro más democrático, las instituciones políticas se ven sumamente débiles. Los politólogos lo han dicho una y otra vez. Tenemos una democracia sin demócratas. Prevalece la cultura de la intolerancia. El Congreso se encuentra paralizado por el dominio de una oposición que no sabe bien lo que quiere. Nos enfrentamos a una mezcla de posibles escenarios políticos muy complejos, y casi cualquier cosa es posible. Necesitamos pasar la prueba del sexenio. Si algo caracteriza a nuestros procesos políticos es la inmadurez.
¿Con quién ha platicado Moody’s para asegurar que ya somos un país con madurez política? Todo indica que su análisis es sumamente superficial, basado únicamente en reportes gubernamentales y con una visión únicamente de economista. No hay duda que el gobierno ha hecho mucho por proteger al país de los embates de una crisis económica. Sin embargo, nuestras crisis tienen profundas raíces políticas e históricas.
Otro factor que no encaja bien es la diferencia entre mejoras coyunturales y cambios estructurales. Moody’s menciona la prudencia de las políticas monetaria y fiscal como elemento importante en su decisión. También subraya la gran mejora en la situación externa. Sin embargo, ambos son elementos coyunturales que se pueden descomponer rápidamente. Por ejemplo, existió una disciplina similar en la política económica en 1993 que ayudó a disminuir el déficit externo ese año. No obstante, en menos de seis meses se descompuso todo.
Las calificaciones de las empresas especializadas no pueden basarse en factores coyunturales ya que son el sustento de préstamos de largo plazo. La prudencia fiscal de Zedillo no tiene nada que ver que lo que haría Madrazo o Cárdenas de llegar a ser el próximo presidente. Si la economía empieza a crecer por encima del 6 por ciento a partir del 2001, lo acompañará un crecimiento desmedido del déficit externo. Permanecen demasiados riesgos en el horizonte como para decir que existe menos riesgo.
Por otro lado, Moody’s casi siempre se ha caracterizado por ser la calificadora más conservadora de todas. Por ejemplo, en 1994, mucho antes de la crisis de diciembre, tenía clasificado a México con dos niveles por debajo del famoso mínimo considerado como “Grado de Inversión”. Standard & Poor’s, la empresa número uno, nos daba un nivel debajo. En cambio, otra empresa, Duff & Phelps, de plano le otorgó a México el Grado de Calificación a mediados de ese año, pocos meses antes de nuestro colapso económico y financiero.
No parece lógico premiar a México antes de entregar el examen. Primero tenemos que cumplir satisfactoriamente con la transición sexenal.
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