Pulso Económico
IVA ¿el Villano?
Por: Jonathan Heath
Hace un par de semanas resurgió el debate sobre el incremento del IVA de 10 a 15 por ciento en 1995. Aunque es muy probable que el aumento haya tenido un efecto negativo sobre el consumo, resulta difícil argumentar que agravó la crisis.
Uno de los precandidatos priístas es Humberto Roque Villanueva, a quien muchos mexicanos conocen únicamente por su gesto obsceno en la Cámara de Diputados luego de que la mayoría priísta aprobó el aumento del IVA. Por lo mismo, ha resurgido el tema del papel que el incremento tuvo en el comportamiento de la economía en 1995.
Hace unas semanas, Sergio Sarmiento argumentó que el alza del IVA tuvo un efecto negativo de tal magnitud sobre el consumo, que la recaudación fiscal disminuyó en vez de haberse incrementado. Según sus cuentas, sin la elevación del IVA la actividad económica quizá habría descendido 3 por ciento en lugar de 6.2 por ciento y el consumo podría haber descendido 4 o 5 por ciento en lugar de 8.4 por ciento. De no haberse elevado cinco puntos porcentuales la tasa del IVA, se habría registrado una caída mucho más moderada en la recaudación del gobierno. Por lo mismo, la decisión fue equivocada.
Al final de cuentas, el aumento del IVA fue un castigo importante sobre el consumo privado en un momento crítico. El gobierno perdió mucho del apoyo que había obtenido en las urnas en 1994 al incrementar un impuesto cuando la inflación iba al alza y en medio de una grave recesión. Independientemente de las razones, el momento político fue brutal y Roque fue visto como el símbolo de un gobierno alejado del pueblo.
En su momento el gobierno trató de defender el incremento con el argumento de que era primordial aumentar el ahorro interno. Dado que no teníamos la misma disponibilidad de recursos del exterior, había que tomar medidas para ayudar a la economía a ajustarse a una situación de menores ingresos. Al mismo tiempo, el gobierno no quería afectar más de lo necesario el gasto público social, especialmente al tomar en cuenta que los ajustes familiares iban a ser muy drásticos.
Hoy, el gobierno señala que el aumento en la tasa del IVA en aquel momento no se tradujo de inmediato en un incremento significativo de la recaudación, no solamente por la disminución en el consumo agregado, sino además por una serie de exenciones fiscales que se aprobaron entonces, como el Impuesto Sobre Automóviles Nuevos y bonificaciones para trabajadores de bajos ingresos. Además, la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio tuvo un impacto importante al disminuir significativamente los aranceles de importación.
No está a discusión el hecho de que el aumento del IVA indujo una disminución importante en el consumo. En un momento crítico, cuando había un incremento importante en la inflación y no se dieron aumentos salariales significativos, hubo una gran pérdida en el poder adquisitivo de la población. Además, las familias se enfrentaron a un aumento adicional en casi todos los precios por el incremento del IVA. No había alternativa más que ajustar el consumo a la baja.
Marco Provencio, el vocero oficial de la Secretaría de Hacienda, señala que la recaudación del IVA hubiera disminuido 23 por ciento en términos reales si no se hubiera aumentado el IVA. El contra argumento es que sin el incremento del IVA no hubiera disminuido tanto el consumo y ante más consumo, más recaudación.
En toda esta discusión es muy difícil precisar si la recaudación realmente hubiera sido mayor o menor. Depende del grado de respuesta del consumo ante el aumento de 5 por ciento del IVA, término al que se refieren los economistas como la elasticidad precio. Por lo tanto, es más bien una cuestión empírica. No obstante, es muy difícil separar con claridad los diferentes efectos. Disminuyó el consumo en 1995 por un conjunto de factores. Hubo una caída en el ingreso nacional como resultado de la disminución drástica de las entradas de capital del exterior. Hubo un incremento sustancial en la inflación ante la brusca devaluación de la moneda, que provocó un aumento en los precios de todos los bienes importados. Como resultado de la disminución de recursos, del incremento en la inflación y del mayor riesgo, aumentaron de manera importante las tasas de interés. La crisis bancaria produjo un paro casi total en el otorgamiento de nuevos créditos. Muchas personas perdieron su empleo ante la caída en la producción nacional. Todo tuvo un efecto importante sobre el consumo.
Sin embargo, para la discusión faltan otros elementos que no se han abordado. Si las autoridades hubieran permitido un aumento en el déficit público en ese momento, el gobierno habría tenido que salir al mercado a buscar recursos para financiarse, provocando un aumento todavía mayor sobre las tasas de interés. La economía se enfrentaba a la disyuntiva de acomodarse a una situación de 30 mil millones de dólares menos que el año anterior. El gobierno podría optar por una política económica que ayudara a acomodar tal situación o dejar que las fuerzas del mercado lo hicieran por sí solas. En este tipo de situación, las fuerzas del mercado son devastadoras, ya que no se apiadan de nada ni de nadie.
La mejor forma de entenderlo es a través de la situación familiar. Si en un momento dado una familia tiene menos ingresos, debe adaptarse consumiendo menos. Al final de cuentas, el país es la suma de todas las familias y en 1995 nos enfrentamos a una disminución abrupta de los flujos de capital, lo que equivale a tener menos ingresos. Como país no teníamos otra opción más que apretarnos el cinturón y consumir menos.
Si las autoridades no hubieran aumentado el IVA en ese momento, posiblemente el consumo habría disminuido menos al principio. Sin embargo, las tasas de interés hubieran aumentado aun más y por un tiempo más prolongado. La inflación hubiera sido mayor en perjuicio del poder adquisitivo. La crisis bancaria habría sido todavía peor y el costo fiscal del rescate hubiera terminado por ser mayor. Al final de cuentas el ajuste se hubiera dado y es posible pensar que se hubiera prolongado por más tiempo. En cambio, la recuperación tan rápida que se dio hace pensar que la política económica, aunque amarga, fue la adecuada.
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