Pulso Económico
La Importancia de la Confianza
Por: Jonathan Heath
Entre este año y el próximo, habrá elecciones presidenciales en Argentina, Chile, México y Perú, así como elecciones municipales en Brasil. En el pasado esto ha significado un relajamiento sustancial en la política fiscal, especialmente en términos de una expansión en el gasto público. ¿Podemos esperar más de lo mismo?
América Latina tiene fama de ser una región propensa a las crisis recurrentes.
México no tiene el monopolio o la exclusividad en este terreno. Es más, son varios en los que la mayoría de sus crisis coincidieron con sus elecciones. Inclusive existen estudios que analizan las variables que condujeron a las crisis y concluyen que el factor principal es el elemento político. En un año de elecciones, aumenta la probabilidad de una crisis en casi todos los países de la región.
Esta relación no es una coincidencia. Ante las elecciones, los gobiernos modifican sus decisiones de política económica con el afán de crear un ambiente más propicio para sus candidatos. Aumentan la obra pública y el gasto social para que la sensación sea la de un gobierno preocupado por sus ciudadanos. Evitan movimientos bruscos en el tipo de cambio para reducir la inflación y crear la percepción de estabilidad económica. Aumenta la masa monetaria para financiar los gastos de campaña de su partido y para inducir a la baja las tasas de interés y estimular la actividad económica. Al final de cuentas, aplican medidas que temporalmente mejoran el ambiente electoral, aunque después terminan por desequilibrar la economía y provocar una crisis.
Las medidas económicas no son siempre las mismas, sino que varían de país a país y de crisis a crisis. Por ejemplo, mientras el gobierno mexicano inventa los Tesobonos, el gobierno argentino provoca una hiperinflación o el gobierno peruano declara una moratoria. A través del tiempo, hemos tenido amplias experiencias de todo tipo que casi siempre terminan en un deterioro impresionante en la distribución del ingreso y demás impactos negativos que ya conocemos.
Sin embargo, una constante ha sido el abuso del gasto público, que no solamente se aumenta sino también se reorienta hacia actividades más lucidoras. En algunas ocasiones, los gobiernos lo han hecho en forma abierta y cínica, mientras que en otras lo han hecho en forma oculta e hipócrita.
En Argentina y Perú existe de antemano un déficit fiscal abultado que va a limitar el espacio para aumentar discrecionalmente el gasto. En Brasil se acordó implantar unos candados al gasto de Estados y Municipios como parte del paquete de recuperación económica. Chile ha mostrado ser la excepción y por lo mismo, ha evitado las crisis desde hace tiempo. ¿Cuál es la situación de México?
México se ganó una reputación de prudencia fiscal en 1998 cuando se derrumbaron los precios del petróleo y aun así cumplió la meta original de déficit de 1.25 por ciento del PIB. Para esto, tuvo que recortar el presupuesto tres veces y aumentar algunos precios y tarifas públicos. No obstante, ahora empiezan las campañas presidenciales y aumentan las presiones políticas. Al mismo tiempo, el precio del petróleo se ha recuperado y habrá más ingresos de lo previsto, con lo que el gobierno mexicano está en una situación privilegiada en comparación a los otros países, ya que tiene más margen de maniobra.
Afortunadamente, las autoridades están más que conscientes de la importancia de ser prudentes y evitar un desequilibrio fiscal. De entrada, el Congreso aprobó una cláusula que limita la posibilidad de aumentar el gasto ante mayores ingresos que los presupuestados. Siendo que los partidos de oposición representan mayoría en la Cámara, habrá una vigilancia más estrecha que antes para asegurar que el presupuesto se cumpla al pie de la letra.
Segundo, los partidos políticos recibirán a través del IFE financiamientos explícitos que ya están contemplados en el presupuesto. Sin ser garantía, esto ayudará a evitar que el partido en el poder busque apoyos implícitos en el Presupuesto de la Federación.
Tercero, México suscribió un acuerdo con el FMI que ratifica los mismos compromisos establecidos ante el Congreso de la Unión. Esto significa que habrá también más vigilancia internacional para asegurar que se cumplan cabalmente las metas del gasto público.
Cuarto, la misma obsesión del Presidente Zedillo, que tanto hemos comentado, de evitar una crisis sexenal, llevará al gobierno a sostener la prudencia fiscal y monetaria hasta el final del año entrante. Parece que este gobierno está plenamente convencido que un aumento en el gasto hará más daño que beneficio.
Por lo mismo, tenemos razones de sobra para pensar que en está ocasión no habrá abusos. Lo único que falta es la confianza de que realmente será así.
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