Pulso Económico
La Educación Democrática
Por: Jonathan Heath
La reciente elección para Gobernador
del Estado de México le dio el triunfo a Arturo Montiel, del PRI, gracias principalmente al voto de los electores de menor escolaridad, de más bajo ingresos y menos informados. Mientras mayor nivel educativo tiene la población, disminuye la posibilidad del PRI de permanecer en el poder. ¿Este hecho contemplado en la política educativa de nuestro país?
El periódico Reforma realizó una encuesta para analizar el origen del voto en esta elección y confirmó lo que otras ya habían señalado: que existe una correlación importante entre el voto y la educación, ingresos familiares y nivel de información. El PRI ganó la elección gracias al alto grado de pobreza que existe en el Estado y a los bajos niveles escolares. La votación de gente informada y más educada no fue suficiente para que José Luis Durán obtuviera el triunfo.
Sin lugar a dudas, este es tema de mucha reflexión. La gente pobre es por naturaleza la menos informada. Su baja escolaridad le impide conocer a fondo las causas de los problemas del país. Entiende menos el concepto de democracia y no tiene capacidad para analizar las propuestas de los partidos. Su voto es más reflejo de una despensa o una camiseta con el logo del PRI, que una respuesta a lo que ha hecho o dejado de hacer el partido en el poder. Su voto está muy influenciado por el monopolio que tiene el partido de los colores de la bandera, lo que hace que una persona piense que su voto es por su país en vez de por un partido político. Seguramente influye el hecho de que la gente con menos recursos tiende a ser más conservadora y emite su voto bajo la premisa de que es mejor malo conocido que bueno por conocer.
Es un hecho que el nivel educativo de nuestro país es muy bajo. La proporción de analfabetismo entre la población mayor de 15 años es superior a 10 por ciento, cuando por ejemplo en Argentina es menor al 5 por ciento. El promedio de libros por habitante es de los más bajos de América Latina. El porcentaje de mexicanos que leen el periódico es menor que la mayoría de los países. La proporción de la población que cuenta con educación universitaria es muy baja. Todo parece indicar que los esfuerzos del gobierno por mejorar y ampliar la educación no se comparan favorablemente con otros países. ¿Habrá una razón para esta falta de esfuerzo? ¿Será que el gobierno actual le teme a una población más educada?
Lo mismo pasa con los esfuerzos por combatir la pobreza. Se han abandonado los programas de asistencia generalizada por otros menos ambiciosos. Por ejemplo, se retiró el subsidio generalizado a la tortilla y en su lugar se han favorecido programas que apoyan a una proporción pequeña de familias en condiciones de pobreza. A pesar de que el gobierno sostiene lo contrario, el sentir de nación es que la pobreza extrema ha aumentado significativamente en el transcurso de las últimas dos décadas.
Sería demasiado maquiavélico pensar que nuestro gobierno ha buscado intencionalmente mantener a la mayoría de la población en la ignorancia y en la pobreza. Sin embargo, no deja de llamar la atención que mientras el mexicano está más informado y es más capaz de razonar su elección, deja de votar por el partido en el poder.
De aquí en adelante tienen que aumentar los esfuerzos por educar a la población. No solamente porque es una de las mejores formas para combatir la inequidad en la distribución del ingreso, sino porque pretendemos democratizar más al país. No es compatible instaurar instituciones más democráticas en la población sin antes incrementar la mentalidad en ese sentido. No es compatible nuestra cultura actual de intolerancia con la cultura democrática que queremos alcanzar. Para tener una verdadera democracia necesitamos pensar como demócratas.
Esto implica un cambio fundamental en el sistema educativo. Tenemos que dejar atrás una educación basada en la memoria en la que se pretende simplemente repetir sin mayor sentido una gran cantidad de información. Ahora tenemos que enseñar a razonar, a debatir y a discutir civilizadamente. El debate democrático implica tolerancia y respeto a las ideas de los demás. Significa iniciar el intercambio de ideas con una mente abierta y sin conclusiones predeterminadas.
Hace tres años, como funcionario electoral en los comicios municipales del Estado de México, participé en innumerables discusiones con los representantes de los partidos sobre diversos temas relacionados con el proceso electoral. Los representantes de los partidos presentaron invariablemente sus puntos de vista sin escuchar a los demás. Querían convencer a los demás de “su” verdad a través de la repetición, palabra por palabra, de sus argumentos. Parecía que su razonamiento era que entre más veces repetían el mismo argumento, finalmente iban a convencer a los demás. No tenían la más remota idea de lo que era el debate.
En México utilizamos la palabra debate sin entender realmente su significado. En ningún momento se incluye el debate como parte del programa educativo. El debate formal tiene reglas y estructura y es algo que se debería de enseñar desde temprana edad. Por ejemplo, en los Estados Unidos el debate es algo que se enseña rutinariamente a los jóvenes desde primero de secundaria. Les enseñan cómo estructurar sus ideas y presentarlas de tal forma que convenzan. Al mismo tiempo, les enseñan a respetar las opiniones del contrario y aceptar sus puntos. Al final, lo más importante de todo es que son más tolerantes a nuevas ideas y saben discutir en forma civilizada.
Uno de los instrumentos educativos más eficaces es enseñar a defender puntos de vista contrarios. Por ejemplo, se busca un tema que tenga claramente dos lados bien definidos, como podría ser la política del PRI de los últimos 70 años. Los que están a favor del PRI tienen que defender la alternancia del poder, mientras que los que quieren dar por terminado el gobierno del PRI tienen que defender al gobierno actual. Al final del debate, todos aprenden no solamente a debatir sino además a entender la lógica del punto de vista contrario.
Si queremos ser un país verdaderamente democrático, tenemos que enseñar los valores que lo sostienen: debate, tolerancia y respeto.
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