jueves, 8 de julio de 1999

La Debilidad Política

 

Pulso Económico


La Debilidad Política


Por: Jonathan Heath


Parece que toda la sociedad mexicana est

á obsesionada con la posibilidad de que vuelva a presentarse una crisis en el último año del sexenio.  Aunque el gobierno ha tomado medidas económicas de fondo para evitarla, la mayoría de los analistas señalan como los verdaderos retos la gran debilidad institucional y los riesgos políticos.
Las famosas crisis sexenales han hecho un daño incalculable a nuestro país.  No solamente se han caracterizado por las devaluaciones masivas, sino que además han causado inflación, desempleo y recesiones profundas.  El poder adquisitivo de los salarios no ha podido recuperarse en forma sostenida y se ha agudizado el problema de la pobreza extrema.  La distribución del ingreso se ha vuelto más inequitativa y el ingreso per cápita ha sufrido un desplome impresionante.  El sobreendeudamiento de las familias y las empresas, junto con la profundización de la crisis bancaria tienen el mismo origen.
Pero no son únicamente problemas económicos los que han causado estas crisis recurrentes, sino además se les puede atribuir el crecimiento de los índices delictivos y la falta de seguridad pública en el país.  La falta de oportunidades ha orillado a una gran parte a la población a actividades informales y clandestinas.  La misma depauperización de la clase media ha dificultado la compra de automóviles nuevos y disminuido el mantenimiento rutinario del parque vehicular, causando el empeoramiento de la contaminación ambiental.
Hace un poco más de diez años el PRI lograba rutinariamente acumular más del 90 por ciento de la votación en la mayoría de las elecciones.  En cambio, como resultado directo de tantas crisis, en la última década ha perdido casi una tercera parte de las gubernaturas y ha dejado de tener la mayoría calificada en el Congreso de la Unión.  No solamente han caído en desgracia los presidentes Luis Echeverría, José López Portillo y Carlos Salinas, como los últimos responsables de las crisis, sino también se ha satanizado a políticos como Augusto Gómez Villanueva, Mario Ramón Beteta, José Andrés De Oteyza, Jorge Díaz Serrano, Pedro Aspe, Miguel Mancera, Jaime Serra y otros más, como autores intelectuales de muchos de los errores que han llevado a tanta crisis.
No queda duda alguna de que sería simplemente incalculable el costo de incurrir en una crisis más.  Por lo mismo, el Presidente Zedillo y sus colaboradores han llevado a cabo esfuerzos enormes por blindar a la economía y al país en general de cualquier posibilidad de crisis.  Han buscado minimizar los puntos vulnerables, eliminar los desequilibrios macroeconómicos y asegurar los flujos del exterior.  Las políticas cambiaria, monetaria y fiscal tienen como propósito central reforzar los fundamentos económicos y evitar situaciones que pudieran provocar una crisis.  Se ha instrumentado una política de más y mejor información para incrementar la confianza en las autoridades.
Conscientes de la debilidad política en los momentos de transición, las autoridades han emprendido reformas electorales para que la credibilidad en los procesos sea mayor.  Por ejemplo, el órgano encargado de preparar las elecciones es independiente del gobierno y está a cargo de ciudadanos.  Ahora el financiamiento de los partidos es más transparente que antes al ser asignado su monto por el IFE.  Los partidos han buscado democratizar sus procesos internos.  En fin, el esfuerzo por evitar una nueva crisis ha sido desmedido.
Sin embargo, todavía se percibe una angustia por parte de la población.  El tema de la crisis sexenal sigue dominando las platicas de café.  Las instituciones patrocinan estudios sobre el tema y todavía lanzan más propuestas para una transición sexenal estable.  ¿Por qué?
Casi todos los politólogos coinciden en la respuesta.  No podemos confiar en el estado actual de nuestro sistema político.  Jesús Silva-Herzog dice que tenemos una democracia sin demócratas, aludiendo al hecho de que nuestro comportamiento no es todavía de diálogo y debate civilizado.  Luis Rubio argumenta que en el fondo el problema central es la debilidad de nuestras instituciones, lo cual implica que se carece de métodos sólidos para resolver conflictos mayores.  Delal Baer sostiene que vivimos todavía en medio de una cultura de intolerancia, lo cual nos podría llevar fácilmente a la violencia.  Héctor Aguilar Camín resalta el hecho de que las diferencias son más que las coincidencias, lo que da mucho terreno para las pugnas.
Esto lo vivimos a diario.  Ante cualquier discordia, llevamos los enfrentamientos al extremo, bloqueando calles, cerrando universidades u organizando marchas y plantones.  Nuestro Congreso está paralizado.  No sabemos debatir.  Las autoridades no resuelven.  Las leyes no cuentan.  No cabe duda, nuestra debilidad es la política.

Comentarios, observaciones y críticas al Email: heath@infosel.net.mx


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