jueves, 22 de abril de 1999

En Defensa del Corto

 

Pulso Económico


En Defensa del Corto


Por: Jonathan Heath


La inflación y las tasas de interés han bajado como consecuencia de la política monetaria.  Esto ha permitido que se revierta el pesimismo de principios de año, que mejoren las perspectivas y que disminuya la vulnerabilidad a una crisis sexenal.  Por lo mismo, es imperativo sostener la política actual y no aflojar el paso.

A partir de agosto del año pasado, el Banco de México aplica una política más decidida de “cortos”, en respuesta a los shocks del exterior que generaron presiones inflacionarias.  A través de esta política “restrictiva”, las autoridades monetarias enviaron al mercado un mensaje en el sentido de que no van a permitir que se validen las expectativas de mayor inflación.  Sin lugar a dudas, la baja en la inflación y las tasas de interés de estos meses se debe a esta aplicación correcta.

La política monetaria actual es relativamente efectiva ante la ausencia de shocks externos.  Podríamos decir que baja su efectividad cuando la economía está sujeta a shocks, aunque habría que hacer la distinción entre shocks temporales y permanentes.  Si el shock es de naturaleza temporal, disminuye la eficacia inmediata de la política y se alarga el rezago entre la aplicación de la política y los resultados.  Todo parece indicar que este es el caso de la economía mexicana actual.

Es muy importante entender el mecanismo del corto y cómo éste contribuye a disminuir la inflación y las tasas de interés.  En el momento de aplicar o ampliar el corto, suben las tasas de interés, dado que las autoridades monetarias reducen (simbólicamente) la liquidez del mercado.  El aumento en las tasas disminuye la demanda de dinero, lo cual dificulta el aumento generalizado de precios.  Por lo mismo, la sociedad en su conjunto revisa a la baja sus expectativas de inflación.  Al esperar menos inflación, las tasas de interés empiezan a disminuir.  En otras palabras, si funciona el corto, debemos observar eventualmente una baja en las tasas de interés.

Con un rezago importante debido a los shocks del exterior del año pasado, este es el comportamiento que hemos observado.  La política de los cortos funciona.  Quizás no con la rapidez que nos gustaría, pero definitivamente contribuye a la baja en la inflación.

Ante la frustración por la lentitud de los resultados, hemos visto reiteradamente propuestas de dolarización y de consejos monetarios por parte de muchos segmentos de la sociedad.  Uno de los voceros más importantes de estas propuestas ha sido el Consejo Coordinador Empresarial (CCE) en voz de su representante máximo, Eduardo Bours.  Obviamente, al demandar la dolarización o una política en la que se instrumente una regla de convertibilidad, se está pidiendo una política monetaria todavía más restrictiva y firme contra la inflación.  Esto es congruente con la visión empresarial de un ambiente de mayor estabilidad, propicio para el crecimiento sostenido.

Por lo mismo, extraña que ahora el CCE pida el fin de la política monetaria restrictiva actual.  En una sorpresiva declaración, contraria a las posturas de los presidentes de Concamin, Canacintra y Canaco, el CCE parece olvidar que una política expansionista modificaría las expectativas de inflación y terminaría por aumentar las tasas de interés.  El aumento en la liquidez únicamente bajaría las tasas momentáneamente en lo que la gente se da cuenta que la inflación podría aumentar.  Al esperar más inflación, aumentarían las tasas y habría mayor incertidumbre.

La señal sería justamente la equivocada.  Lo que más preocupa a las autoridades monetarias es disminuir hasta lo posible la vulnerabilidad de la economía, especialmente por estar cerca el último año del sexenio.  Hacerle caso a las recomendaciones del CCE sería como regresar a las políticas populistas que buscan mejorar el ambiente económico en el corto plazo para asegurar las elecciones, pero a un costo mayor en el mediano plazo.  Esto sería propicio para un ambiente de una devaluación abrupta, que es justamente lo que queremos evitar.

En el fondo lo que seguramente quiere el CCE es un aumento en la liquidez real de la economía (después de haber descontado la inflación) para inducir una disminución en la tasa real de interés.  Sin embargo, la política monetaria podrá influir en los niveles nominales más no en los reales.  La liquidez real de la economía es resultado de los factores productivos y del ahorro de la sociedad y por lo tanto, no lo determina el Banco Central.

Por lo pronto, el Banco de México sigue la política adecuada para inducir la inflación a la baja y asegurar la estabilidad.  No es el momento de cambiar lo que claramente funciona.


Comentarios, observaciones y críticas constructivas al Email: heath@infosel.net.mx


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