jueves, 11 de marzo de 1999

Las Crisis y las Elecciones

 

Pulso Económico


Las Crisis y las Elecciones


Por: Jonathan Heath


La relación entre las crisis económicas 

y las elecciones nacionales es demasiado obvia para ignorarla.  Inclusive, los académicos que han desarrollado modelos para anticipar situaciones de crisis, ya han incorporado formalmente este factor.
A través de un índice de severidad que contempla los movimientos en el tipo de cambio, la tasa de interés y las reservas internacionales, podemos identificar nueve situaciones de crisis en los últimos 30 años.  De éstas, cinco se pueden clasificar como crisis severas, mientras que las otras cuatro han sido moderadas.  De las nueve, siete han ocurrido con proximidad a una fecha de elecciones nacionales, ya sea seis meses antes o después.  Las otras dos han sido crisis relativamente moderadas sin llegar a ser importantes.
En los países emergentes, las crisis económicas relacionadas con la balanza de pagos se han agudizado en las últimas dos décadas.  Esto ha llevado a muchos investigadores académicos a tratar de formalizar teorías que expliquen sus causas y que inclusive intenten anticipar situaciones que sean propicias para una nueva.  En el caso específico de América Latina se ha encontrado que una variable explicativa esencial son las elecciones presidenciales.  La tesis doctoral de Seth Antilles, un estudiante egresado de la Universidad de Columbia en Nueva York, llega precisamente a esa conclusión.
Antilles desarrolla un modelo para anticipar las crisis cambiarias a través de la incorporación del ciclo electoral y lo aplica a cinco países latinoamericanos.  En su estudio, Antilles descubre que las elecciones presidenciales son el mejor indicador de avance para Argentina y México y el tercero mejor para Venezuela.  La probabilidad de que ocurra una crisis cuando hay elecciones en Argentina es de 43.8 por ciento, en Venezuela es de 50.0 por ciento y en México es de 93.8 por ciento.  Resulta mejor indicador que la valuación del tipo de cambio, el nivel de importaciones o la balanza comercial.
En los otros dos países bajo estudio, Brasil y Perú, no es significativa la relación con las elecciones.  Sin embargo, la presencia de gobiernos militares en estos dos países hizo que las elecciones en muchos casos fueran irrelevantes.  En Brasil hubo una dictadura militar de 1964 a 1985, mientras que en Perú duró de 1968 a 1980.  La ausencia de elecciones en el transcurso de la década de los setenta le quita efectividad al estudio econométrico.
La contribución de este estudio no radica simplemente en la determinación cuantitativa de esta relación.  No era necesaria una tesis doctoral para formalizar algo que de antemano todos conocíamos.  Antilles desarrolla un marco conceptual que le da una explicación racional al comportamiento de los gobiernos ante las opciones que enfrentan.  Obviamente, las decisiones de política económica están supeditadas a la necesidad de ganar las elecciones.  Un aumento importante en las tasas de interés o una devaluación poco antes de que la población vaya a ejercer su voto reduce las posibilidades de obtener una victoria.
Sin embargo, el régimen político juega un papel primordial.  Antilles se apoya en un articulo escrito por Guillermo O’Donnell en la revista Journal of Democracy in 1994.  O’Donnell describe a la mayoría de los gobiernos latinoamericanos como sistemas de “democracia delegativa”, a diferencia de una democracia parlamentaria o a la existencia de un Congreso influyente.  Según este régimen, la persona que gana las elecciones presidenciales pueden ejercer su función de la manera que quiera.  El presidente es el que cuida el interés nacional bajo su propia definición.  Es un régimen mucho más individualista en el cual el presidente está aislado de la mayoría de las instituciones políticas e intereses organizados y se convierte en el único responsable de los éxitos o fracasos de sus políticas.
En otras palabras, es el sistema político que permite cambios drásticos en las políticas, aun bajo el riesgo de cometer errores inmensos.  El sistema queda intacto ya que cualquier desacierto es culpa del presidente y no del sistema.  Un buen ejemplo es la nacionalización de la banca y la introducción del control generalizado de cambios en 1982.  El culpable fue el presidente y no el partido ni el gobierno.
Podríamos concluir que mientras exista un poder absoluto en la figura del presidente, la probabilidad de más crisis económicas relacionadas con las elecciones nacionales va a seguir siendo elevada.  En la medida en que podamos cambiar el sistema, reducir el autoritarismo, fortalecer la función del Congreso y demás instituciones y deslindar responsabilidades en mayor forma, podemos ir disminuyendo la posibilidad de más crisis en el futuro.

Comentarios, observaciones y críticas constructivas al Email: heath@infosel.net.mx


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