Pulso Económico
La Dolarización
Por: Jonathan Heath
El Consejo Mexicano de Hombres de Negocios, que representa la élite empresarial mexicana, demandó al Presidente de la República la dolarización de la economía como un primer paso para avanzar gradualmente a una unión monetaria. Sin embargo, la dolarización no es ninguna panacea para nuestros problemas.
Los empresarios más poderosos del país se reunieron la semana pasada con el Presidente Zedillo para informarle sobre sus planes de inversión para el año. Sin embargo, en forma sorpresiva le cambiaron la jugada y le demandaron la dolarización inmediata de la economía. Según el exclusivo club de millonarios, ésta sería la mejor forma de beneficiar directamente a los 40 millones de pobres del país, ya que habría una reducción inmediata en las tasas de interés y en la inflación. Los bancos podrían volver a ser promotores del desarrollo y habría certidumbre para nuevas inversiones.
Para el Presidente Zedillo fue un golpe bajo, ya que en su mensaje tenía preparada una defensa del régimen cambiario de libre flotación. Tuvo que exculpar su política de nuevo, pidiendo a los empresarios presentes que admitieran su equivocación en criticar prematuramente a la política económica de 1995 y de 1998. En vez d celebrar una reunión tranquila, en la cual el Presidente agradecería a los empresarios la confianza al invertir en el país, resultó un tenso intercambio de opiniones sobre el tema de nunca acabar de la política cambiaria.
El Presidente del Consejo Mexicano de Hombres de Negocios es el empresario regiomontaño, Eugenio Clariond Reyes Retana. No es la primera vez que ha generado controversia. En mayo de 1997 criticó severamente al Banco de México, acusándolo de todos los males que han ocurrido en el país durante los últimos 20 años. En esa ocasión sus palabras ácidas se caracterizaron por sus exageraciones y equivocaciones. Por lo menos ahora el tono fue un poco más político y la crítica menos severa.
El tema es uno que no ha podido desvanecer el tiempo, ya que muchos empresarios lo ven como una panacea para los problemas de estabilidad que hemos padecido durante los últimos 25 años. No obstante, la dolarización de la economía no se puede considerar como un sustituto de la política económica actual. Al final de cuentas, la disciplina fiscal y monetaria siguen siendo condiciones necesarias para adquirir y sostener la anhelada estabilidad.
En las negociaciones preliminares a la unión monetaria europea, los criterios de convergencia fueron una de las partes menos controvertibles, ya que quedaba claro para todos que había que cumplir con ciertas condiciones previas para asegurar el éxito. Entre éstas, el más importante era un nivel máximo de inflación, que no fuera muy diferente al promedio de los socios comerciales. Además, se pedía un techo para el déficit fiscal para asegurar que las cifras de inflación fueran sostenibles. En el fondo, lo que estaban asegurando era un compromiso de disciplina en las políticas económicas de los países antes de entrar a un arreglo monetario.
Tanto la Reserva Federal como el Departamento del Tesoro de Estados Unidos han manifestado de buenas a primeras s oposición a un esquema de dolarización con México. La razón es obvia. Tienen sus propios intereses que atender y no quieren diluir la eficacia de su política monetaria y fiscal de México por un esquema que los mexicanos piensan que podría ser una solución mágica a sus problemas. Para ellos, México necesitaría primero bajar la inflación al mismo nivel que tienen ellos. Segundo, mostrar el compromiso y seriedad para mantener las políticas necesarias a fin de sostener una inflación baja. Después de haber cumplido con estos dos pasos, entonces podríamos sentarnos a discutir algunas propuestas.
En otras palabras, la dolarización no es un esquema que podríamos utilizar para reducir la inflación. Más bien, ya después de haber abatido la inflación podríamos pensar en la dolarización.
Algunos analistas han querido examinar el tema a través de los salarios, para ver si nos conviene ganar en dólares o en pesos. Sin embargo, los salarios se determinan en función de la oferta y demanda laboral. Parte del probable éxito de la unión monetaria en Europa se debe al arreglo laboral que permite el libre flujo de trabajadores de un país a otro, lo que equivale a igualar la oferta y la demanda de todos los países. Un esquema de dolarización, sin llegar a un arreglo similar, no cambiaría las condiciones de mercado en nuestro país. Al final de cuentas, lo que hoy determina el salario de un trabajador sería lo mismo bajo un esquema de dolarización. No ganaríamos ni más ni menos.
Con todo y la crítica a la política cambiaria de flotación, México fue en América Latina el país que mejor libró los vaivenes de la crisis financiera internacional el año pasado y es el de la mejor perspectiva para 1999. Mientras la mayoría de los países de la región están entrando en recesión, México sigue creciendo. El régimen cambiario y la disciplina fiscal que mostramos el año pasado la clave para limitar el efecto de los shocks externos a un ligero repunte en la inflación.
En la actualidad nuestra inquietud más grande consiste en la potencial vulnerabilidad de nuestra economía. Sin la disciplina fiscal y monetaria seríamos víctimas seguras de la inestabilidad con o sin una dolarización.
Por lo mismo, primero debemos abatir la inflación a través de la aplicación consiste de políticas adecuadas. Segundo, necesitamos pasar la prueba del sexenio para mostrar la madurez política necesaria. No existen soluciones mágicas. No nos dejemos engañar. Primero hagamos bien nuestra tarea y ya después podremos hablar de una posible dolarización.
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